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08 - 'Conflictivo'

Daba una calada al cigarrillo entre mis manos mientras miraba fijamente el techo del baño, estaba remojando mi cuerpo en una bañera que no llevaba mucho tiempo en nuestra casa, pero que Robert agregó porque según él "hacía que el baño luciera mejor" aunque yo sospechaba que eso solo era una excusa que inventó para justificar que quería cogerme ahí dentro, pero lo más irónico y decepcionante, es que desde que la instaló, no habíamos podido bañarnos juntos aún.


Saboreaba la nicotina mientras miraba a la nada con pesadez, me gustaba remojarme en la bañera cuando me sentía estresado, cosa que sucedía cuando Robert y yo discutíamos por alguna idiotez, donde el foco principal era cierto chico pelirrojo, pero también me estresaban las llamadas que hacía mi madre con intenciones de sermonearme, de arruinar la poca paz que yo lograba conservar, era tan odioso que Teddy supiera cómo alterar mis nervios y mi paranoia, pero lo más odioso, era que detrás de todo su pesimismo, mi madre tenía algo de razón.


Alcé una de mis piernas para verla con flojera, notando algunas marcas en mis muslos que fácilmente logré distinguir qué era, y quién las hizo, mis mejillas ardieron al recordar una noche no muy lejana en la que mi prometido me hizo sexo oral, y de camino a su destino principal, se detuvo a morder y dejar marcas en mis piernas, mientras me miraba fijamente con esa encantadora sonrisa que tanto me lograba deleitar.


Suspiré con frustración mientras pasaba una mano por mi rostro, me negaba a creer que Robert estaba retrasando la boda a propósito, es decir, ¿qué ganaba con eso? ya vivíamos juntos, ya era responsable de mí, ya teníamos una vida de pareja, el matrimonio solo era la cereza que terminaba de adornar el pastel, ¿entonces qué sentido tenía el retrasarlo a propósito? no lo entendía, no me cabía en la cabeza que lo que Teddy decía pudiera ser cierto, conocía a Robert, y él no haría nada para hacerme daño, yo sabía eso muy bien.


Escuché mi celular sonando nuevamente, cosa que me hizo salir de mis pensamientos y levantarme de la tina rápidamente, mi cuerpo escurría agua mientras yo salía del agua y caminaba descalzo por el baño buscando mi teléfono, dejé un rastro de agua por donde iba pasando, ¿en verdad creen que era chiste cuando Robert decía que yo era el rey del desastre? Encontré mi teléfono en el lavabo junto a mi ropa sucia, lo tomé y contesté rápidamente, sujetando todavía aquel cigarrillo en mi otra mano.


— Hola cielo, ¿ya saliste?


— Hola amor; no, sigo en casa — respondí mientras miraba mi reflejo a través del espejo, mi cabello estaba mojado, y un poco más largo que de costumbre, eso me hizo recordar que debía cortarlo — ¿Sucede algo?


— Solo quería recordarte que debes ser puntual, Paula es una mujer de carácter difícil, odia la impuntualidad.


— Descuida, ya voy a vestirme para salir — dije mientras tomaba mi ropa sucia y caminaba a la habitación nuevamente.


— Bien cariño, si se te presenta alguna dificultad no dudes en llamarme ¿sí? — fruncí el ceño algo extrañado en cuanto me dijo eso.


— ¿Porqué habría de presentarse alguna dificultad? solo voy a que me tomen las medidas y ya — dije mientras colocaba el celular en altavoz y lo dejaba sobre la cama para ir al clóset a buscar algo que ponerme.


— Como ya te dije, Ty, Paula es una mujer difícil, es buena amiga de Alice, pero entenderás que no es santo de mi devoción en absoluto.


— ¿Le tienes recelo a esa mujer? — pregunté mientras tomaba un suéter beige junto a unos pantalones blancos y los sacaba del perchero con intenciones de ponérmelos.


— Recelo, no me agrada, es una bruja, ¿cuál es la diferencia? — dijo de forma cínica, yo rodé mis ojos mientras terminaba de ponerme el pantalón y me empezaba a colocar el suéter.


— ¿Cómo va el trabajo hoy? — dije mientras me ponía mi ropa, estaba algo abrumado por lo que Teddy me dijo, y trataba de disimularlo, pero ser sutil nunca fue mi especialidad.


— Bien, estoy en mi oficina revisando algunas cosas; por cierto, recibí un correo de mi abogado hace rato, tendrán listos tus papeles de residencia para el lunes, oficialmente eres ciudadano londinense.


— Dios salve a la reina — dije terminando de arreglarme para agacharme a buscar mis zapatos bajo la cama.


— Significa que ya para el martes debemos empezar a buscar universidades, señorito.


— El martes estaremos en suiza, no me fastidies — dije de forma algo brusca mientras tomaba mis zapatos y los sacudía un poco.


— Hey, alguien suena enojado, ¿Teresa interrumpió tu toqueteada de la tarde? — preguntó en aquel tono burlón que tanto lograba irritarme.


— Tus chistes no son divertidos — bufé sentándome al borde de la cama para ponerme los zapatos.


— Ya Ty, ¿qué te pasa? ¿sigues enojado conmigo por lo de tu nombre?


— No, no es eso amor, es que... — suspiré pesadamente pensando qué decir — Teddy me llamó hace rato.


— Mh, eso lo explica — dijo Robert sin más, no hizo falta darle más explicaciones, él sabía bien que mi madre era un caso especial, y que cada que ella llamaba era para quejarse o para recordarme que nada era eterno, que debía ser listo, disfrutar del amor pero no dejar que este me consumiera, "sé feliz, hijo, pero cuidado con ese sujeto" ¿quién entendía a esa mujer? — ¿Qué te dijo esta vez?


— Nada, bueno... n-nada importante.


— Taylor, sé honesto, suenas a que lo que tu madre dijo no te gustó en absoluto.


— Es una tontería, no vale la pena quitarte tiempo contándotela — dicho esto, miré la hora en el reloj que reposaba sobre la mesa de noche, así que me levanté de la cama para tomar el celular y ponerlo en mi oído — Ya me voy amor, quiero ir y venir rápido.


— ¿No debo preocuparme por nada, Taylor? — murmuró con ese tono de voz que me ponía tan nervioso, principalmente porque yo nunca estaba seguro sobre qué decir.


— No, descuida — murmuré suavemente mientras llevaba uno de mis mechones tras mi oreja — Enfócate en seguir trabajando ¿de acuerdo?


— Bien, avísame cuando estés en casa de vuelta.


— Lo haré, suerte en la oficina.


— Te amo cariño — murmuró con esa gentileza que tanto estremecía mi corazón, sonreí algo abrumado al oírle decir eso.


— ... Y yo a ti, muchísimo — admití mientras caminaba a la puerta de la habitación para salir de la misma.


— Robert, ¿puedes venir un segundo? — escuché una voz al otro lado de la línea, una voz que se me hizo jodidamente conocida, y por la cuál fruncí el ceño con molestia, empezó a palpar en mi pecho un sentimiento similar al que sentí cuando hace algo de tiempo, en una situación similar, escuché la voz de Raquel rebotar a través del celular de mi prometido tal y como sucedió en ese instante, admito que esa vez yo exageré de más las cosas, pero la voz de ese odioso pelirrojo era mucho más intolerable que la de mi propia hermana.


— Voy en un minuto — dijo Robert mientras agitaba un poco el teléfono, rodé mis ojos de mala gana para tomar el celular y colgarlo sin siquiera esperar una explicación de parte de él, no me sentía bien, y sabía que si esperaba oír su voz, acabaríamos discutiendo, otra vez.


— Teresa, ya me voy — dije mientras salía de la habitación y caminaba rumbo a las escaleras principales, la mujer que estaba en la cocina alzó su mano en señal de despedida.


— Que te vaya bien, Taylor.


— Gracias, volveré en un rato — dije mientras me disponía a bajar las escaleras y revisaba en mi celular la dirección que había anotado, sabía que olvidaría la tarjeta en alguna parte de la casa, así que le tomé una foto con mi celular antes de meterme a la bañera, seré un holgazán, pero al menos era un holgazán precavido.


Noté que me acababa de llegar la notificación de un mensaje de texto enviado por mi pareja hace unos segundos, "¿me colgaste?" preguntaba, yo rodé mis ojos sutilmente e ignoré dicho mensaje de texto, en verdad me sentía abrumado, y no quería discutir sin razón, no aún al menos.


-


Llegué finalmente a la dirección en cuestión, era una tienda bastante grande y muy elegante, quedaba casi en el centro de Covent Garden, una parte muy hermosa y concurrida de Londres, a la que yo iba con Robert casi siempre, por lo que ya había aprendido a recorrer sus calles por mi propia cuenta.


Algo que debo aclararles es que, a pesar de que Robert me consentía y trataba de que yo luciera muy bien, yo era muy despistado cuando de mi aspecto físico se trataba, no me enfocaba en que si lucía atractivo o no, o si quiera "elegante", solo me ponía lo más decente que tenía y ya con eso me bastaba, ¿porqué hago tanto énfasis en esto? ya verán porqué.


Entré a dicho local mirando toda la ropa en los aparadores, bellos vestidos y trajes hechos a la medida, todo en ese lugar era precioso, aún cuando ya no era un harapiento, me sentí como un vago cuando entré a dicho local, y no fui el único en verme de esta forma.


— Buen día — habló la mujer que estaba en el recibidor, quien se acercó hacía mí mientras me observaba con una sonrisa pasivo-agresiva — ¿En qué puedo ayudarle, señor?


—Hola, vengo a que me tomen las medidas para un traje — dije mientras observaba atentamente a aquella mujer, quien rió ligeramente al escuchar mi explicación, dicha risa me hizo arquear una ceja con recelo — ¿Dije algo malo?


— Disculpa, pero los diseños de la señora Paula son muy exclusivos, ella no hace trajes a la medida para cualquiera.


— Entiendo eso, pero a mí me enviaron para que tomaran mis medidas, asistiré a una boda pasado mañana y necesito un vestido.


— No tengo registro de ningún traje de boda en mi sistema, así que supongo que no le quedará más opción que retirarse.


— No no no, espera, ¿no tienes registro alguno? — dije de forma incrédula — ¿Qué acaso nadie avisó de que la familia Dawson necesitaba traje para una boda?


— ¿La familia Dawson? jaja, ¿y es que acaso tú eres un Dawson?


— Y-Yo, am... — dudé sobre qué decir al respecto, no estaba seguro de si era correcto decir abiertamente que era pareja de un Dawson, sobre todo con la evidente cara de "desgraciada" que tenía esa recepcionista — S-Soy amigo de la familia.


— Claro, ahora entiendo todo — dijo de forma incrédula mientras me tomaba del hombro y me guiaba de nuevo a la puerta — Ahora mismo le enviaré un mensaje a su amigo y le diré que haremos su traje señor.


— ¡Estoy hablando enserio! — dije mirando a esa mujer con seriedad, sé que yo no lucía como un Dawson, pero tampoco era motivo para que me tratara como si de un vago se tratase.


— Sí claro, mejor vuelve al sitio del que viniste, es obvio que no eres un Dawson, ningún Dawson luciría tan desaliñado — dijo ya perdiendo la poca cantidad de tacto que había tenido los últimos dos segundos, yo fruncí el ceño con fastidio, sentía que merecía que me echaran de tal forma, al fin y al cabo, yo fui el idiota que olvidó llevar la tarjeta de presentación que Alice le dio a Robert, era evidente que esa gente no le haría trajes a cualquier idiota que llegara diciendo "hola, vengo a que tomen mis medidas", qué estúpido era el yo del pasado.


La mujer me escoltó hasta las afueras de dicha tienda, mirándome de arriba a abajo con diversión, en verdad no entendía porqué me miraba así, a comparación a como yo vestía hace casi seis meses, lucía como modelo de revista, ¿y aún así me trataban de harapiento? en verdad que la gente de Londres cada día me hacía notar que los idiotas no habitaban solamente las calles de Detroit.


— Que tenga un buen día — dijo ella antes de volver a entrar al local, yo me quedé parado mirando a los lados sin saber qué hacer, maldecía entre dientes mi propia idiotez, imaginando la evidente reacción de cólera que tendría mi prometido cuando le cuente lo que me había sucedido.


"El diablo asoma cuando lo nombran" pensé al sentir cómo mi teléfono empezaba a vibrar, maldije entre dientes mientras lo sacaba y miraba el identificador, notando que se trataba de mi prometido, a quien tenía agendado con su primér nombre y un corazón azul a un lado.


— Hola amor — hablé tratando de no sonar frustrado, pero como ya dije, ser sutil no era lo mío.


— ¿Porqué no me contestas los mensajes? — preguntó con un tono de voz algo tosco, tono de voz que me hizo suspirar levemente, Robert odiaba cuando yo lo ignoraba, detestaba no saber dónde me encontraba, admito que él siempre fue algo posesivo, eso nunca fue molestia para mí, sé que para muchos este es un rasgo preocupante y poco sano entre parejas, pero a mí me daba igual que Robert tuviera un defecto, yo tenía como viente y él me los perdonaba, ¿porqué yo no podía perdonarle los suyos?


— No quería hablar, lo siento — admití pasando mi mano por mi rostro — No me he sentido muy bien hoy.


— ¿Tiene que ver con lo que Teddy dijo?


— La pregunta ofende — admití chasqueando mi lengua — No quiero hablar de eso ahora, ¿podemos hablarlo cuando vuelvas a casa?


— Claro amor — dijo él con un tono de voz mucho más suave y tierno — ¿Ya fuiste donde Paula?


— Estoy frente al local, la recepcionista me corrió — dije mirando tranquilamente los aparadores de dicho sitio.


— ¡¿Que hizo qué cosa?! — clamó mi prometido con un tono de voz bastante frustrado, me mordí la lengua al darme cuenta de que había metido la pata al ser tan directo con ese tema, ustedes creerán que son exageraciones mías, pero Robert realmente odiaba cuando alguien me hacía un desplante, desde luego que él no iba a pasar por alto esa situación con Paula.


— ¡Sí pero fue mi culpa! no traje la tarjeta que Alice te dio — dije tratando de apaciguar el golpe, pero ya era un poco tarde para hacer eso.


— ¿Les dijiste que ibas de parte de los Dawson?


— Les dije que era amigo de la familia Dawson, pero no me creyeron.


— ¿"Amigo" Taylor? — preguntó con aquel tono de voz incrédulo y receloso que tanto le caracterizaba — ¿Ahora solo somos amigos?


— ¡N-No quise decir "pareja"! ¡¿okey?! s-sentí que podía ser imprudente.


— ¿Imprudente eh? — "estoy en problemas" pensé mientras escuchaba el ensordecedor silencio a través del teléfono, hasta que mi prometido finalmente decidió hablar — Espérame allá, voy en camino.


— ¿Qué? ¿c-cómo que vienes en camino? ¡¿no tienes que trabajar?!


— No, ya hice espacio para ir a que tomen mis medidas, aprovecharé de ir a resolver ese inconveniente, ni se te ocurra irte, o iré a buscarte — sonreí por inercia al oírle decir eso, admito que esa era una de las cosas que más me gustaban de Robert, no dudaba en dejar todo tirado cuando se trataba de mí, sé que es un tanto ególatra admitir algo así, pero ¿qué puedo decir? amaba que mi prometido moviera cielo y tierra por mí, me hacía adorarlo tanto.


— Bien, aquí te espero — murmuré suavemente mientras un leve rubor llenaba mis mejillas, me extrañó oír que me colgaran el celular abruptamente, pero considerando lo enojado que estaba el hombre al otro lado de la línea, preferí sonreír y guardar dicho objeto en mi bolsillo mientras me daba vuelta y caminaba hacía la puerta de aquel local nuevamente — Señor conflictivo — murmuré entre suaves risas mientras entraba a dicho local, pensando en lo que haría mi pareja al llegar a dicho sitio, pasar desapercibido no era una de ellas, estaba muy convencido de eso.


Al entrar a dicho local nuevamente, la mujer que me sacó fijó sus ojos en mí otra vez, y con aquella sonrisa pasivo-agresiva que tanto me irritaba, se acercó lentamente hacía mí.


— ¿Te puedo ayudar? — dijo ella mientras miraba cómo yo me sentaba en uno de los bancos del recibidos.


— No, descuida, estoy esperando a alguien — dije guiñandole el ojo y sacando mi celular para revisarlo de forma despreocupada.


— Lo lamento, pero debo pedirte que te retires.


— Solo esperaré a alguien, te garantizo que después me iré — dije llevando uno de mis mechones tras mi oreja, ella me miraba de forma algo incrédula, pero por más que deseaba echarme, no le quedó más opción que retirarse y dejarme solo ahí en mi asiento, leyendo la cantidad de mensajes que me había dejado mi prometido.


"¿Te enojaste?", "Recuerda que trabajo con él, debo verlo aunque no quiera hacerlo," rodé sutilmente mis ojos al leer dicho mensaje, mensaje que mi pareja escribió refiriéndose de manera evidente a cierto sujeto pelirrojo que tanto me ponía los nervios de punta, "El día ha estado algo aburrido hoy", "¿ya saliste?", "ya quiero irme para poder hacerte gemir, Nikita", gruñí al leer ese último mensaje, al mismo tiempo que mis mejillas empezaban a arder de manera considerable, no entendía esa habilidad que Robert tenía para hacerme desearlo tanto, y al mismo tiempo, querer golpearle la cara por idiota, realmente no lo entendía, y aún hoy en día sigo sin comprenderlo.



Continuará


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