03 - 'Por Nada Del Mundo'
Pasaron un par de horas, habíamos entrevistado a varias chicas, todas tenían algún detalle que hacía a Robert decirles "gracias, yo te llamo" para luego nunca llamarlas, era un poco frustrante, sobre todo porque él insistía en que necesitábamos una chica del servicio.
— ¿Debe ser obligatoriamente una chica? — pregunté mientras apoyaba ambos codos en la mesa y miraba a mi prometido con atención.
— Será difícil conseguir a un chico de la limpieza, además de que cierto americano celoso va a pasar día y noche preocupado — murmuró jugando con mi cabello — Y cierto londinense pasará el día inquieto si su prometido se queda solo en casa con otro hombre.
— ¿En verdad? — pregunté de forma juguetona.
— Claro, dejarte con una mujer me hace estar tranquilo, pero dejarte solo con otro hombre... no puedo Ty, eso me vuelve loco — murmuró empezando a acariciar mis labios, amaba cuando Robert se portaba cautivador solo porque sí.
— Disculpen — escuchamos una voz femenina que llegó de repente, se trataba de una mujer de estatura algo baja, un poco robusta, de rasgos latinos, cabello castaño atado de forma que ningún cabello salía a relucir, se notaba que tenía cuarenta y tantos años, tal vez un poco mayor que Teddy, pero no tan mayor como Catherine — ¿Ustedes son los que están buscando servicio doméstico?
— A-Así es — dijo Robert algo abrumado, la mujer se sentó frente a nosotros, entregó dos currículos, uno a cada uno, cosa que me sorprendió bastante, ya que las chicas solo llevaban uno, y se lo daban a Robert para que él lo examinara — Así que, Teresa Parra, ¿eres mexicana eh? — comentó mientras leía los datos personales de esa mujer.
— Así es, aunque llevo varios años viviendo en Londres.
— Comprendo — murmuró leyendo dicho currículum — Veo que vives cerca del centro, ¿trabajas horas extras?
— Todas las necesarias, el trabajo no es un problema para mí — comentó calmadamente mirándonos a Robert y a mí con atención — Solo hay una cosa que deben saber de mí, soy una persona muy sincera, digo lo que pienso y no planeo medir mis palabras, si algo me disgusta lo diré, pero no crean que soy una bravucona, solo defiendo lo que pienso — dijo con firmeza en su hablar, logrando que Robert y yo la miráramos con asombro.
— Vaya, veo que usted es una mujer decidida — dijo Robert.
— No crean que soy una mujer problemática, solo dejo bien en claro mi forma de ser, porque ya tuve un problema con una mujer con la que trabajaba por este mismo detalle, pero le garantizo que soy una mujer que sabe del oficio; sé limpiar, cocinar, planchar ropa, lavar, organizar la casa, incluso puedo colaborar haciendo las compras del hogar o cualquier otra cosa que se presente — Robert le miró con asombro, un leve gesto con su ceja me hizo darme cuenta de que dicha señora logró captar su atención, la verdad a mí también logró impresionarme bastante.
— ¿Y qué clase de problema tuvo con su antigua empleadora? — preguntó mi prometido.
— Digamos que no le agrada la gente proveniente de américa, específicamente en la parte donde hablan español — murmuró con molestia mientras se cruzaba de brazos.
— La entiendo, gente odiosa hay en todos lados — comentó volteando a verme de reojo, para después volver a ver a la mujer — ¿Puedo preguntarle algo, Teresa?
— Adelante.
— ¿Tiene usted algo en contra de las parejas del mismo sexo? — le miré algo curioso en cuanto dijo eso.
— La verdad no, eso me da muy igual, mientras la gente me respete, yo los respetaré también — comentó calmadamente mientras me miraba de reojo — Imagino que tú te quedas en casa mientras él trabaja — preguntó señalando a Robert sutilmente.
— Amm... s-sí — asentí sonriendo con pena.
— El pobre pasa el día solo, necesito de alguien que cuide de mi prometido, ¿cree que pueda ayudarme a vigilarlo y también cuide de él, Teresa?
— Desde luego, para mí no es problema, de hecho me recuerda a mi hijo menor — murmuró sonriendo calmadamente, sonreí con pena al oírle — ¿No te molesta la comida picante, verdad querido?
— N-No, me gusta mucho — asentí rápidamente, la mujer sonrió de vuelta al oírme hablar.
— ¿Cómo se llaman? — preguntó ella — Sé que tú te apellidas Dawson, pero ¿puedo saber tu nombre, querido?
— Robert — respondió cordialmente — Y este encanto es Taylor Atwood, próximamente de Dawson — mis mejillas ardieron como nunca cuando le oí decir eso, me mordí el labio inferior para evitar jadear, pero mi expresión sumisa fue muy difícil de disimular.
— Me avergüenzas — susurré entre suaves risas, la mujer frente a nosotros nos miraba con calma, como si no le importara las evidentes caras de deseo que mi prometido y yo nos dedicamos el uno al otro.
— ¿Le incomoda que seamos muy melosos, Teresa? — preguntó Robert volteando a verla.
— Vengo de trabajar con una mujer de vida sexual muy alegre, creanme que ya perdí la sensibilidad por estas cosas — comentó de lo más relajada, sus palabras me aliviaron bastante, pero al mismo tiempo me hicieron preocuparme, temía que Robert quisiera propasarse frente a ella, y es aquí donde digo, que odio mucho tener la razón.
— La verdad usted me ha logrado impresionar, Teresa — dijo Robert calmadamente mientras volteaba a verme — ¿Tú qué dices, Ty?
— Pues... — miré atentamente a la mujer en cuestión, no me daba mala espina en absoluto, de hecho, me empezaba a caer muy bien — ¿Sabe preparar comida mexicana?
— De todo tipo — afirmó con orgullo, logrando que yo sonriera pícaramente, si estando solo por mi cuenta comía como un desquiciado, ahora que tendría a alguien para cocinarme iba a pasar el día con la boca llena.
— Es perfecta — le dije a mi novio, él me sonrió cuando dije eso, para voltear a ver a Teresa y extenderle su mano en señal de saludo.
— ¿Cuándo puedes empezar?
— Mañana mismo — afirmó estrechando la mano de mi pareja.
— Perfecto, en el anuncio que les envié sale la dirección, ¿crees poder llegar mañana temprano para darte un tour por la casa antes de irme?
— Desde luego — comentó levantándose de su asiento, Robert copió su acción, por lo que yo también lo hice.
— Los días que se te haga tarde puedes quedarte en nuestra casa.
— No veo problema alguno — dicho esto, volteó a verme para estrechar mi mano también — Mañana mismo te prepararé un platillo que te dejará fascinado.
— Muero por probarlo — dije sonriendo con emoción, la señora se despidió de nosotros y salió del café, mi prometido y yo suspiramos con alivio, la parte de la limpieza ya no sería un problema, además de que me daba gusto poder tener algo de compañía en casa mientras Robert no estaba.
— Me agrada — dijo Robert — Siento que sabrá lidiar con nosotros.
— ¿Crees que se moleste si le digo que no he probado comida mexicana jamás?
— No se lo digas, por si acaso — murmuró en un tono de voz que me hizo reír a carcajadas, Dawson podía llegar a ser muy payaso cuando se lo proponía.
— ¡Robert, qué gusto saludarte! — habló una voz masculina que se acercaba hacía nosotros, se trataba de mi ex-jefe, quien ahora era el socio de mi prometido, y como tal, cada que podía me dejaba claro lo mucho que estaba agradecido conmigo por haberlo ayudado a ponerse en contacto con un Dawson, aún cuando yo no tuve nada que ver con la toma de decisiones de mi pareja — Creí que no vendrías hoy.
— Debía resolver algo con Taylor, Michael; pero ya terminé con eso. ¿Qué tal va el trabajo hoy?
— Todo tranquilo, de hecho, quería mostrarte algo, ¿podemos pasar a la oficina un segundo?
— Bien, pero que sea rápido — mencionó con algo de fastidio, lo notaba cansado — Vuelvo en un minuto — susurró dándome un cálido beso en la frente, para acto seguido, irse con el señor Turner a la oficina en cuestión.
Yo me quedé mirando el local con atención, gracias a Robert decidieron remodelarlo, y vaya que esos cambios embellecieron por completo el local, no es por alabar de más al hombre que me hace el amor, pero Robert sabe de lo que habla cuando de negocios se trata, casi podría decirse que es un genio para esos asuntos.
— ¿Qué tal, chico rico? — dijo una voz que yo ya conocía bien, mientras se acercaba hacía mí y apoyaba su brazo sobre mi hombro, le miré de reojo con algo de seriedad, odiaba que me dijeran "chico rico" solo por dormir con alguien de dinero.
— Te he dicho que no me digas así — mencioné arqueando una ceja, Richard empezó a reír al oír mis quejas.
— ¿Cómo va la vida de matrimonio gay?
— No estoy casado aún, Richard — mencioné cruzándome de brazos.
— ¿Pero qué te falta? si ya hasta tienes el anillo — comentó señalando el objeto que adornaba mi dedo, le miré de reojo mientras un leve pigmento se dibujaba en mis mejillas.
— Lo sé, pero igual no me he casado.
— Lo dices como si tuvieras dudas — esas palabras me hicieron fruncir el ceño con confusión, para voltear a ver a Parker con seriedad — ¡Te estoy tomando el pelo, idiota!
— Tus juegos no son simpáticos — renegué mirándole con molestia, mientras un desagradable sentimiento inundó mi pecho, "¿dudas?" lo veía tan absurdo, es decir, mi vida con Robert era un sueño, pero, analizando mejor el panorama, me di cuenta de que, por más felíz que yo estaba, sentía muy efímera mi felicidad , algo que fácilmente se me podía escapar de las manos, una inseguridad muy fuerte y estresante, ¿era eso a lo que él se refería?
— Lo siento, olvidé que eres el rey del melodrama — murmuró de forma incrédula para rodar los ojos — ¡Amigo, ayer salí con una chica! Dios, qué mujer, de haberla visto te habrías vuelto hetero de golpe.
— Lo dudo — dije de forma incrédula.
— Ay por favor Taylor, ¡te apuesto a que si cogieras con una mujer mínimo te volverías bisexual!— Eso es tan lógico como creer que si cogieras con Robert te volverías gay, Richard.
— Tal vez, ¿me lo prestas un rato para comprobar? — preguntó en un tono de voz evidentemente burlón, pero igual yo le empujé con algo de fuerza para verlo con odio absoluto — ¡¡Jajaj, que es un chiste!!
— ¡Solo en sueños te dejaré cogerte a mi prometido!
— Dile a Robert que te compre un sentido del humor, por favor — dijo entre risas mientras se me acercaba para palmearme el hombro — Realmente necesitas relajarte, Ty, te noto más tenso de lo normal.
— Tengo que llegar a una cena con la familia de él, ¿cómo quieres que esté? — dije sonriendo con frustración.
— Wow, ¿cómo es la familia de Robert? imagino que deben ser muy estrictos.
— Lo son — afirmé con seriedad — Afortunadamente su madre no es tan severa, y yo le caigo bien así que, eso evita que me saquen a la calle.
— ¿Y ya te adaptaste a nadar entre ricos o sigues siendo un pez pobretón para ellos?
— El secreto está en no hablar y solo mirarlos beber su whisky, así era cuando vivía con mi padre así que es un poco fácil para mí, suena tedioso, pero realmente es simple.
— Puff, qué aburrido, ¿porqué mejor no vamos a beber algo con Page? — dichas palabras me hicieron suspirar con frustración, Richard decía respetar mi forma de vivir con Robert, pero cada que podía me insinuaba que la vida de "libertad sexual" era mucho mejor que la monogamia, y que yo cometía un error terrible al casarme tan temprano, sus palabras me irritaban como nunca, y me esforzaba porque Robert no supiera todo lo que él decía, porque de enterarse, era capáz de mandarlo al demonio, y no lo culpo, Richard en verdad era una molestia con sus constantes palabras de "la vida es una sola", "no puedes detenerte en un solo charco, teniendo todo un océano para ti", y demás idioteces que dice la gente de vida sexual liberal.
— Olvídalo, no puedo perderme esta cena, no me conviene quedar mal frente a los Dawson — recalqué con seriedad, Richard me caía bien, pero odiaba cuando intentaba arrastrarme a ese estilo de vida que no se adaptaba al mío, mi vida ya era otra, mi felicidad con Robert valía mucho más que "salir cuando yo quisiera", de por sí yo no era lo suficientemente extrovertido para disfrutar esa vida, era por eso que cada vez que él insinuaba algo así, yo le dejaba claro que no me interesaba andar saltando de cama en cama, prefería quedarme en los brazos de mi prometido, eso no lo cambiaba por nada en el mundo.
Mi piel se erizó al sentir cómo alguien se acercaba hacía mí y me besaba el cuello suavemente, sonreí por inercia, mientras los brazos de mi prometido me atraían hacía su cuerpo para seguir besándome con ternura, adoraba la faceta territorial del señor Dawson, esa que sentía la urgente necesidad de marcarme como suyo cuando me veía hablando con otro hombre, a muchos se les hace desagradable, lo sé, pero a mí me cautiva demasiado.
— Ah, Richard, perdona, no te había visto — dijo Robert con esa falsa inocencia que a veces me daba ganas de estrangularlo, pero esa vez, me hizo sonreír de manera juguetona.
— Me da gusto saludarlo, señor Dawson — dijo el tigre mientras sonreía con algo de nerviosismo, era obvio el porqué de su reacción, si Robert se enteraba de que él trataba indirectamente de que yo rompiera mi compromiso, iba a hacer de su vida todo un infierno.
— ¿Nos vamos? — preguntó dándome besos en las mejillas, asentí mientras un pigmento rojizo se formaba en aquel sitio donde no dejaba de besarme.
— Sí, tu familia debe estar por llegar.
— Cierto, deberíamos comprar algo de vino en el camino.
— Tu madre siempre lleva vino de más — dije sonriendo calmadamente, notando de reojo algunos gestos que hizo Richard que denotaban incredulidad y burla, como si le divirtieran las actitudes de una pareja felíz, ¿cuál era su problema?
Robert tomó mi cadera y me pegó a su cuerpo, sonriéndole amistosamente al sujeto que estaba con nosotros, "¿habrá notado sus gestos?" me pregunté a mí mismo mientras me dejaba mimar por mi pareja.
— Hasta luego, Richard — dijo Robert mientras empezaba a caminar junto a mí.
— Nos vemos — le dije con voz algo seria, él alzó su mano y la movió en señal de despedida, sonriéndome de forma burlona e incrédula, como si estuviera totalmente seguro de que él tenía la razón, es decir, sé que casarme tan jóven era un tanto impulsivo, sobre todo hacerlo con un hombre al que solo llevaba unos meses conociendo, pero yo ya había tomado una decisión, ¿porqué ciertas personas aman cuestionar cada aspecto de tu vida? amaría decir que solo Richard era el problema, pero él no era el único que se la pasaba cuestionando mi relación.
— Muero de hambre — dijo Robert mientras salíamos del café, la noche empezaba a caer lentamente, y con ella, llegó una brisa fría que me hacía sentir extrañamente en casa, el frío de la noche me recordaba a la fría mirada de mi pareja, tenebrosa, muy curiosa, pero igual de cautivadora y sexy para mí.
— Teresa me cayó bien — dije tratando de formar una conversación, pero mi pareja lucía algo pensativo para seguirla.
— Sí, a mí igual — murmuró suspirando sutilmente, el frío en el ambiente dejaba ver cómo su aliento escapaba de su boca — Carajo, no quiero llegar a casa todavía.
— ¿No quieres darle la cara a tu familia eh?
— Sé que ya hace tiempo que estamos "bien", pero el tema de la boda de George... hará que empiecen los comentarios ácidos — tragué en seco al oír las palabras de mi prometido, efectivamente, el tema de una boda sacaría cuestiones como "¿para cuándo la de ustedes?" y aunque la madre de Robert sí respetaba nuestra relación, "matrimonio" era una palabra mucho más fuerte, una palabra que yo estaba convencido de que horrorizaría por completo al clan Dawson, sobre todo si era pronunciada por su hijo mayor.
Subimos al auto de mi prometido y nos fuimos rumbo a casa, todo el camino estuvimos callados escuchando música, Robert llevaba una cinta de Luis Miguel consigo casi siempre, empezaban a encantarle esas canciones al igual que a mí, aunque tengo la sospecha de que no eran las canciones las que tanto le gustaban, era oírme cantarlas, y ver mi cara de felicidad y de disfrute cada que las oía, para él yo era lo más hermoso que existía, no lo digo por egocéntrico, él me lo ha dicho más veces, y aún hoy en día me lo dice.
Cuando llegamos a casa, vi varios autos estacionados frente a nuestro hogar, mi prometido suspiró con pesadez, verlo tan estresado me conmovía muchísimo, era difícil ver a Robert incomodarse, solo era posible cuando de su familia se trataba.
— Tranquilo amor, todo estará bien — dije tomando su mano y acariciándola con ternura, él me sonrió con cariño para acercarse a mí y besarme los labios con ternura.
— Gracias al cielo que te tengo — susurró antes de darme un último beso y bajarse del auto, sus palabras hicieron que mi pecho latiera con fuerza, ese hombre me adoraba, tanto como yo lo adoraba a él, ¿cómo Richard pretendía que yo dejara ese hermoso amor por una noche de sexo con alguien promedio? de solo pensarlo me causaba gracia.
Bajé del auto y caminé con él a nuestra casa, y apenas entramos, escuchamos gente conversando animadamente en la sala, la voz del padre de Robert me hacía sentir muy nervioso, y ni hablemos de la voz de Alice.
— Vaya, veo que ustedes no saben de puertas cerradas — dijo Robert con ironía mientras llegábamos a la sala, donde todo el clan Dawson conversaba como si nada.
— Si no quieres que entremos entonces cambia la cerradura — dijo George de forma divertida.
— Me da gusto verlos — saludé amablemente a los presentes, ellos me sonrieron tranquilamente, a excepción de Alice y de su padre, quienes no me dirigían la mirada, eso me hizo sentir muy avergonzado.
— ¡Robert, Taylor! — exclamó la matriarca de esa familia, quien venía de la cocina y se acercó a nosotros para abrazarnos con fuerza, abrazo al que correspondí muy emocionado, ¿les he dicho lo mucho que adoro a mi suegra?
— Me alegra mucho verte, Catherine — le dije con emoción.
— Llegaron temprano — dijo Robert apartándose del abrazo — Imagino que intentarán venderme algo.
— Una semana de vacaciones familiares por motivo de la boda de tu hermano, ¿qué más que eso? — dijo la mujer rubia con emoción, mi prometido chasqueó la lengua para caminar a la cocina, Robert adora hacerse el difícil de vez en cuando.
Catherine me miró curiosa, le hice unas señas para que se calmara, notando cómo mi pareja se disponía a servir dos copas de licor, una de vino y otra con whisky, era obvio deducir cuál era para quién.
— Tuvo un día estresante en el trabajo — murmuré cerca del oído de mi suegra, tratando de excusar el comportamiento de Robert.
— Oh, lo entiendo bien — dijo ella mientras palmeaba mi hombro suavemente — ¿Y del viaje qué te dijo?
— Creo que sí quiere ir, pero tratemos de no atosigarlo — murmuré mirando cómo mis ojitos azules se acercaban hacía mí para entregarme la copa de vino, para después chocar su trago de whisky con mi copa.
— Salud — dijo galantemente antes de dar un trago a su bebida, sonreí embobado para darle un trago a la mía, notando que mi anillo estaba expuesto, eso me puso muy nervioso.
Rápidamente miré a la madre de Robert, quien parecía no haber visto la prenda en mi dedo, no pretendía ocultarlo de ella, pero sabía que si llegaba a verlo iba a enloquecer de alegría, y haría que Alice y el Dawson mayor se dieran cuenta de lo que sucedía.
— ¿Y el cortejo de felicitaciones, padrino? — dijo George mientras se acercaba a nosotros.
— Es cierto, es que te casaste hace tanto que ya olvidé que fui tu padrino — dijo mi prometido con diversión, para acercarse a su hermano y abrazarlo con fuerza, me conmovió ver que a pesar de las peleas, él era capaz de abrazar y seguir amando a su familia, sé que es hipócrita que yo lo diga, pero con lo rencoroso que es mi prometido, entenderán que eso me parecía todo un logro.
— ¡Debes ir a la boda! — dijo George — ¡No es posible que te la pierdas, Bob!
— No me digas Bob, idiota — comentó chasqueando la lengua.
— ¡Vamos Robert! no nos dejarás solos en esto, ¿verdad? — habló la esposa de George, quien se acercó a nosotros para abrazar a su esposo desde atrás.
— ¿Enserio vas a volver a casarte con este tonto, Molly? sé que es el padre de tus hijos, pero hay cosas mejores — dijo en tono burlón, ganándose que su hermano le mirara de forma un tanto incrédula.
— Guarda un poco para el discurso en la recepción — dijo George — Ah que lo olvidé, no quieres ir, ¿y acaso planeas que Taylor viaje solo sin ti? — fruncí confundido el ceño al oírle decir eso.
— ¿Y eso porqué? — dijo Robert.
— Taylor es nuestro invitado igualmente, y Molly quiere que sea padrino también — mis mejillas ardieron de la vergüenza al oír lo que decían.
— ¿E-Enserio? — dije con nerviosismo, metiendo la mano con el anillo en mi bolsillo.
— Claro — dijo Molly — Eres de la familia, lo correcto es que seas padrino junto a Robert y a Sandro.
— E-Es muy tierno de su parte — dije tratando de controlar el nerviosismo en mi voz, pero evidentemente era inútil.
— ¡Ay míralo, Robert, es obvio que le encantó la idea! — dijo Catherine — ¡No puedes negarte a ir! — mi prometido soltó una leve risilla frustrada para acercarse hacía mí y meter su mano en el bolsillo trasero de mi pantalón, con obvias razones de tener su mano sobre mi trasero, gesto que me hizo ruborizarme bastante, y dar un trago seco a mi copa de vino.
— Bien, ustedes ganan, Taylor y yo iremos a esa dichosa boda — comentó con diversión, logrando que su madre empezara a celebrar junto a Molly y a George, mientras Alice y el Dawson mayor estaban sentados en la sala con semblante indiferente, dichas expresiones me hicieron agachar un poco la cabeza, era odioso sentir tanta tensión en el aire, pero lamentablemente así era cada vez que el clan Dawson se reunía, y yo estaba a punto de pasar toda la semana con ellos, no creo que haga falta decirles, lo irónico de mi situación.
Continuará
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- Gema
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