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01 - 'Vida De Pareja'

El día había llegado de forma abrupta, como ya era costumbre ahí en Londres (al menos así lo siento yo), su servidor estaba en la cocina preparando algo de desayunar, hot cakes y huevos, era lo poco que no se me quemaba al ponerlo en el sartén, y de las cosas que más disfrutaba cocinar, sobre todo porque yo hacía una "versión americana" del desayuno completo londinense, que no es por presumir, pero a Robert le encantaba.


Tarareaba una canción de Luis Miguel mientras terminaba de cocinar, mi prometido estaba en la habitación terminando de alistarse para ir al trabajo, por lo que yo me apresuré en terminar su desayuno, le serví hot cakes, huevos, tocino, algo de fruta y algunos champiñones también, acompañado de una taza de café, ustedes dirán que era mucha comida, pero el señor Dawson tenía el apetito de una bestia, a veces incluso llegaba a comer más que yo, y aún así, lucía tan esbelto y sexy que me daban ganas de postrarme a sus pies.


Alcé la mirada al oír la puerta de la habitación abrirse, lo pude ver salir de la habitación, con el cabello mojado y ese semblante pensativo que cada día me enamoraba más, terminaba de arreglar su traje mientras caminaba hacía mí, yo lucía andrajoso junto a él, aunque en mi defensa, cualquiera lucía andrajoso junto a Robert.


— Buenos días amor — le saludé cordialmente mientras me acercaba a él para besar sus labios, ya nos habíamos saludado en la mañana, pero igual amaba llenarlo de besos mientras tuviera la oportunidad, tenerlo en casa era toda una bendición para mí — Ya está listo tu desayuno.


— Qué bien — murmuró acariciando mi mejilla y sonriéndome con ternura — Veo que tengo a un lindo chef como mi prometido.


— Solo son hot cakes, tampoco es para tanto — dije con vergüenza mientras caminaba con él a la isla de la cocina, amaba el cómo cada cosa que yo hacía era suficiente para deslumbrar al señor Dawson, era como si quisiera compensar la poca fé que yo tenía en mí mismo.


— ¿Y qué planeas hacer hoy? — preguntó mientras se sentaba y daba un sorbo a su café.


— Creo que limpiaré un poco la casa — me abrumó la mirada burlona e incrédula que me dedicó el señor Dawson en cuanto dije eso — ¡Esta vez sí voy a limpiar!


— Sí ajá, y yo te dejaré pasivearme Ty — dijo cínicamente mientras empezaba a comer, ambos comentarios me hicieron fruncir el ceño de forma considerable — Cariño no hace falta que digas que harás algo solo para complacerme, sé que no vas a limpiar, ya olvídalo ¿sí?


— ¡No puedo darme el lujo de no limpiar hoy! ¡tu familia va a venir! y siempre que vienen Alice examina la casa de arriba a abajo y me juzga por no hacer alguna cosa — Robert rodó sus ojos de forma incrédula al oírme.


— Te he dicho que no hagas caso a lo que te diga Alice, solo trata de incomodarte, no te tomes tan en serio lo que te diga.


— Para ti es fácil decirlo, ¡tú no estás en constante prueba!


— ¿Ah no? ¡trata de negociar con un sujeto en américa, lidiar con tus socios, con tu padre, y también con el socio de tu nuevo negocio, todo al mismo tiempo! y de paso lidiar con los arrebates lujuriosos de tu prometido — dijo mientras me jalaba de las caderas y me hacía sentarme en su regazo, mis mejillas ardieron sutilmente, mientras la frase de "tú ganas" rebotaba por mi mente, pero no quería decirla, darle la razón a Robert era casi tan odioso como tener un erección en público.


— ... Tienes un punto — murmuré de mala gana — Pero igual, quiero ayudarte a limpiar, no es justo que llegues del trabajo a limpiar mis desastres.


— No será necesario — me tomó del cuello para empezar a besarme los hombros — Hoy entrevistaremos a la nueva ama de llaves.


— ¡¿Enserio?! — exclamé algo abrumado — ¡¿Porqué no me dijiste con tiempo?!


— Te lo dije anoche, tontito, después de esa sesión tan cachonda de sexo en mi oficina — murmuró risueño mientras me apretaba las nalgas, le miré con seriedad mientras me cruzaba de brazos.


— ¡Sabes que odio que me digas cosas importantes después del sexo, porque evidentemente estoy más dormido que otra cosa!


— Pues ya lo sabes, así que necesito que estés listo a las 02:00 de la tarde, porque aparté tiempo en el trabajo para que vayamos a las entrevistas.


— ¿Yo iré contigo? — dije con asombro.


— Claro que irás conmigo, tú vives aquí, estás en tu derecho de elegir, además quiero que veas con tus propios ojos a las chicas, ¡porque no quiero que alguna termine siendo excesivamente sexy, y eso haga que el señor "celopatía extrema" empiece a reclamarme por eso! — sonreí de forma incrédula al escuchar las quejas de parte de mi prometido.


— Ja-ja — murmuré tratando de apartarme, pero Robert me apegó más a su cuerpo, acariándome de arriba a abajo — ¿Qué pasa? — susurré con voz suave y sexy, él me sonrió en cuanto dije eso.


— ¿Te he dicho hoy lo mucho que te amo? — preguntó mientras llevaba sus manos bajo mi suéter y empezaba a acariciar mis pezones, sacándome suaves jadeos de placer.


— No, se te ha olvidado por completo — murmuré tomando sus mejillas para besarlo hambrientamente, beso al que mi prometido me correspondió sin dudarlo.


— Te amo, Taylor — susurró entre besos mientras llevaba sus manos a mis glúteos para apretarlos con fuerza.


— Mgh, oye, ten cuidado — dije algo frustrado al apartarme de ese beso, él me sonrió para apretar dulcemente mi mejilla.


— ¿Porqué habría de tenerlo? amas que sea un animal contigo.


— Sí pero... ¡igual ten cuidado! — dije levantándome de sus piernas para caminar al refrigerador, él empezó a reír mientras detallaba cómo yo paseaba semi desnudo por toda la cocina.


— Por cierto, Ty, necesito tu pasaporte y tu identificación — dichas palabras me hicieron alterarme de golpe, voltee rápidamente para ver a Robert con algo de terror.


— ¿D-De qué hablas?


— Ya estoy terminando de organizar tus papeles de residencia, pero necesito tu pasaporte y tu identificación para terminar el proceso — tragué en seco para voltearme y seguir buscando en el refri, sintiendo los pasos lentos de mi pareja acercarse hacía mí — ¿Hay alguna razón por la que no quieras que yo vea tu pasaporte?


— N-Ninguna — mentí, evidentemente había una razón, una muy estúpida en realidad, pero a mí me acomplejaba bastante, sobre todo con lo mal nacido que era mi pareja — E-Es solo que... n-no recuerdo dónde están.


— ¿No recuerdas dónde están tus documentos? — preguntó de forma incrédula, yo le miré sonriente mientras me mordía el labio inferior.


— S-Sí, e-es que soy un desastre ambulante, lo lamento cariño, te prometo buscarlos y tenerlos listos ¿de acuerdo? — Robert me miró algo estresado cuando dije eso.


— Los necesito para el jueves, Taylor.


— ¡Los tendrás para entonces! solo déjame revisar entre mis cosas ¿de acuerdo?


— ¿Entre tus cosas o entre tu nido? — preguntó con seriedad mientras se cruzaba de brazos y me miraba severamente — Tienes un desastre en la habitación, Taylor, y creeme que no quiero reclamarte por ello, pero empieza a ser un problema que pierdas documentos importantes por culpa de tu desorden — agaché con vergüenza la mirada al oírle, él tenía un punto, no podía objetar o hacerme el mártir, porque no lo era, aunque lo del pasaporte era una mentirilla blanca para ocultar mi identificación, no quería que Robert me siguiera viendo como un sucio.


— Tienes razón, cuando terminemos nuestras obligaciones empezaré a limpiar mi desorden — dije sonriendo calmadamente, Robert me tomó de la barbilla para acariciarme con ternura, mi mirada y la suya se detallaron fijamente, sus bellas joyas azules me miraban con ternura, a pesar de regañarme hace unos segundos, ellas me mimaban y me consentían, esas miradas que Robert me dedicaba me hacían sentir en las nubes, me hacía sentir tan amado, que una sonrisa se dibujaba en mi rostro por inercia — Te amo.


— Y yo a ti — dicho esto, me tomó de las mejillas para besarme con ternura, aferrándose a mi cuerpo como si no quisiera dejarme ir.


— Debes irte — susurré con pesar, odiaba cuando se hacía hora de despedirnos.


— Lo sé — murmuró apegándome más a su cuerpo, para cargarme entre sus brazos y seguir besándome de forma hambrienta — Solo cinco minutos.


— Robert — gimotee entre besos mientras mi pareja me guiaba al sofá, para acostarnos en este mismo y empezar a besar y acariciar mi cuerpo de arriba a abajo, y de la nada, empezar a frotar su intimidad contra la mía, sacándome gemidos roncos de desespero.


— Quédate quieto — me dijo al oído mientras seguía sus movimientos lentos, mis ojos se cristalizaron de lo mucho que me estaba desesperando, moría porque Robert me quitara la ropa y me follara ahí mismo, pero repentinamente, él se apartó de mi cuerpo, y me dedicó una maliciosa sonrisa que me hizo gruñir con odio.


— ¿Qué pretendes? — dije entre jadeos, él me tomó de la barbilla para hacerme verlo fijamente a los ojos.


— Me encanta que te calientes tan rápido — susurró acariciando mis labios con su dedo pulgar — Considéralo un regalo, así te podrás entretener tocándote en cuanto me vaya.


— ¡Eres un infeliz! — gruñí de mala gana, Robert me sonrió mientras se agachaba para volver a besarme con deseo.


— Tranquilo gatito, cuando vuelva te compensaré el dejarte así.


— Espero que sea una buena compensación — dije entre gruñidos de molestia, Robert sonrió para apretarme un poco la mejilla.


— Creeme, será una compensación estupenda — dicho esto, miró la hora en su reloj, suspirando con algo de frustración — Debo irme ya, Ty.


— P-Pero casi no comiste — dije levantándome del sofá.


— Empacaré la comida y terminaré de comer en la oficina — suspiré con frustración al oírle — Tranquilo cariño, ¿porqué no te pones unos jeans para acompañarme a la puerta?


— Bien — dije haciendo un puchero para caminar a la habitación que compartía con mi pareja, algo entre mis piernas palpitaba de forma muy incómoda, odiaba cuando Robert jugaba a ser chistoso conmigo y con mi pene, y lo peor del caso era que cuando yo le devolvía el favor, él se desquitaba con creces.


-



Salimos juntos de nuestro hogar, caminaba tomado de la mano con mi prometido, disfrutando la brisa del frío Londres, cuyas calles me seguían causando algo de inquietud luego de ver tanta literatura de misterio y de asesinos en serie, era masoquista leer ese tipo de cosas, pero ¿qué quieren que diga? yo soy el rey del masoquismo.


— Recuerda, vendré a las 02:00 a buscarte para ir juntos al café, por favor arréglate con tiempo Ty ¿de acuerdo? — dijo mirándome atentamente, yo sonreí por inercia al oírle.


— Claro que estaré listo.


— Eso incluye bañarte, cielito — Robert empezó a reír al ver cómo yo me quejaba sutilmente al oír sus palabras.


— Dah, ¿porqué tanta fijación por bañarme? es ilegal bañarse con un clima así.


— También es ilegal oler a mandril, cariño.


— ¡Yo no huelo a mandril! — dije con seriedad, Robert empezó a reír a carcajadas al oírme.


— Mandril o no, te amo — decía mientras me tomaba de la cadera y me besaba con dulzura, correspondí a esos cálidos besos mientras acariciaba su cuello suavemente, ¿he dicho cuánto amo los besos de este hombre?


— Ten un lindo día, mi amor — dije entre besos mientras él me apegaba más a su cuerpo — Cálmate — le pedí entre suaves risas a las que él me correspondió.


— Qué escena tan sexy — habló una voz femenina que ambos conocíamos de sobra, por lo que volteamos la mirada mientras un leve hilo de saliva mantenía unida mi lengua y la de mi prometido, topándonos en seco con un par de ojos verdes que conducían un bello auto de último modelo.


— ¿Ya desde tan temprano estás de metiche, Yel? — dijo Robert de forma algo tosca y estresada, no era primera vez que Yelena nos interrumpía a mitad de una ronda de ardientes besos, yo lo dejaba pasar, pero mi pareja no tanto.


— No es mi culpa que ames las demostraciones de afecto públicas — dijo ella entre risas irónicas, para voltear a verme y saludarme alzando una de sus manos, saludo al que yo le correspondí — Vaya Ty, hoy luces divino.


— ¿Tú crees? — pregunté algo apenado mientras arreglaba mi cabello, no veía lo "divino" por ningún lado, yo solo me sentía gordo, gordo y caliente.


— Sí, si no tienes cuidado alguien te lo va a robar, Boby — dijo Yelena entre sutiles risas, haciendo a Robert reír de forma notoriamente incrédula.


— Jaja, ¿no sabes algún otro chiste de mal gusto?


— No seas grosero — le dije acercándome al auto igual que ellos — Solo es un chiste, cariño, nadie me hará querer dejarte.


— Es por eso que te amo — murmuró volteando para darme un último beso, y acto seguido, subirse al auto de Yelena para ir juntos al trabajo, últimamente se iban juntos, pero Robert mandaba buscar su auto en la tarde para volver a casa, yo veía eso como algo rebuscado, pero si ellos lo hacían, debía ser porque se sentían más cómodos así.


En cuanto ambos se fueron, yo me quedé observando aquella hermosa calle donde vivía, las personas transitaban tranquilamente, el ambiente era tan liviano y hermoso que me daba ganas de pasar la tarde entera sentado en la puerta viendo a la gente pasar, pero tenía cosas que hacer, como todo buen adulto funcional, pero primero, cierto cosquilleo que sentí en mi espalda me hizo recordar algo que mi pareja me dejó pendiente, algo que me hacía castañear los dientes de la rabia y la frustración.


-


Creerán que el constante sexo y los ratos a solas con el señor Dawson me quitaron mi "antigua táctica para bajarme el estrés" y en cierta forma sí lo hicieron, pero, ahora que pasaba el día solo, dicho hábito empezaba a volver de a poco, Robert lo sabía, casi siempre me molestaba por eso, y a mí me seguía dando mucha vergüenza, pero ¿qué quieren que les diga? soy hombre, y es difícil ignorar ciertas cosas que te pide tu cuerpo.


Estaba acostado en el sofá de la sala, usando solo el suéter gris de mi prometido (era mi favorito, por eso lo usaba tanto), jadeaba de forma ronca mientras masajeaba mi cuerpo de forma lenta, quería terminar eso rápido, pero al mismo tiempo, quería gozarlo lo más que pudiera, para castigar a Robert en la noche negándole el sexo, era estúpido si quiera creer que lo lograría, pero valía la pena intentarlo.


— Robert — chillé extendiendo las piernas, mi pareja era la principal inspiración de mis ratos a solas (evidentemente), recordar su cuerpo, su mirada cautivadora, su ronca voz que acariciaba mi sentidos cuando me hablaba al oído durante el sexo, me hacían muy difícil la tarea de aguantar más de cinco minutos.


Como todo un pecaminoso de primera, me puse boca abajo para usar mis dedos de forma muy vergonzosa, logrando sacarme jadeos de dolor y algo de placer, no entendía porqué estaba tan necesitado, si tan solo la madrugada anterior me habían hecho el amor de forma muy apasionada, pero aún así, mi cuerpo necesitaba más, más pasión, más del señor Dawson.Repentinamente escuché el ruido de mi celular de fondo, eso me hizo jadear sutilmente, pero justo cuando iba a levantarme, sin querer mis dedos llegaron más allá de lo planeado, y un fuerte gemido escapó de mis labios, al igual que mi semilla escapaba de mi cuerpo y manchaba el sofá.


— ¡Robert! — susurré mientras me retorcía un poco en el sofá, tratando que dicha sensación se pasara rápido para poder ir por el celular, y cuando esos siete u ocho segundos de gozo abandonaron mi cuerpo, la asquerosa imágen del sofá manchado, hicieron que un jadeo de horror saliera de mis labios mientras yo me levantaba de golpe — ¡No puede ser! — me quejé mirando aquel desastre, hasta que la voz de Luis Miguel me hizo recordar que alguien me hablaba por teléfono.


Corrí para tomar el objeto en cuestión, me aterró ver el identificador de llamada, se trataba de mi suegra, no me aterraba hablar con ella, sino que me aterraba pensar que me llamaba para avisar que ella y sus hijos llegaron antes y estaban abajo tocando la puerta, yo estaba semi desnudo en la sala y acababa de manchar el sofá, ¿realmente creen que quería recibir visitas en ese preciso momento?


— ¿Hola? — hablé tratando de que mi voz sonara normal, aunque seguía un poco agitado por lo que acababa de hacer, lo sé, mi yo del pasado da mucha vergüenza, mi yo del presente es un poco menos "corriente" aunque sigo teniendo mis momentos de vez en cuando.


— ¡Hola Taylor! me alegra mucho oírte, ¿estabas ocupado querido?


— Ehh... ¡n-no, para nada! — dije mientras me acercaba al sofá para ver de nuevo el desastre que hice, yo planeaba cubrir mis partes cuando el "momento llegara" pero evidentemente oír el teléfono me hizo despistarme por completo y manchar todo el sofá, precisamente la noche que no debía mancharlo — ¿Está todo bien, Catherine?


— Sí querido, todo bien, solo llamaba porque Robert no me contesta el celular, y quiero hablarte de algo maravilloso.


— De acuerdo, te escucho — dije algo dudoso mientras me sentaba de vuelta en el sofá y cubría mis partes con un cojín, me incomodaba hablar por teléfono con mi suegra mientras mi hombría estaba expuesta.


— Verás tesoro, mi hijo George planea renovar sus votos matrimoniales próximamente, y desean que la recepción y todo eso se haga en una cabaña nevada a la que vamos de vacaciones en familia casi siempre.


— Oh, entiendo — murmuré mirando de reojo la mancha blanca en el cojín, moría por ir corriendo a limpiarla, el problema era que yo no tenía idea de cómo hacerlo, ¿les dije que yo no soy un limpiador obsesivo a diferencia de mi prometido, verdad?


— La cuestión es, cielo, que quiero que tú y Robert vayan también a ese viaje — mi sangre se heló en cuanto escuché las palabras de mi suegra, un viaje vacacional rodeado de todo el clan Dawson, pensar en ello hacía que mi cuerpo temblara como nunca, principalmente porque ya imaginaba a John y Alice empujándome desde la cima de la montaña para después ir a conseguirle nueva novia a Robert, llámenme paranóico, pero de la familia de mi prometido ya esperaba lo que sea.


— ¿Q-Qué? — titubee colocándome de pie — ¿E-Estás segura Catherine?


— ¿Porqué no habría de estarlo? — habló con aquel tono de voz tan suave y sutil — Quiero que tomemos estos días para unirnos más como familia, y para que tú te integres más a nuestras costumbres familiares, de todos modos, tú también eres parte de la familia, Taylor.


— E-Es en verdad un gesto muy dulce, pero... ¿e-está bien que vayamos? d-digo... Robert tiene mucho trabajo — murmuré tomando el trabajo de mi pareja como excusa, como el perfecto cobarde que siempre he sido, aunque en cierto modo mis palabras no eran erróneas, Dawson y yo nos cohibiamos mucho de salir y hacer demás cosas por culpa de su trabajo, era obvio pensar que si no podía tomarse media tarde para ir al cine, o media hora para tener sexo, desde luego que no iba a poder tomarse un fin de semana, o una semana entera para vacacionar en la nieve, o al menos eso fue lo que yo creí.


— ¡Oh, tonterías! hablaré con él para convencerlo, no es posible que deje pasar una oportunidad así solo por esa odiosa empresa, siempre discuto con él por su obsesión con el trabajo, "¡la vida no está en ese escritorio!" es lo que siempre le digo, ¡y mi hijo sigue obsesionado con su trabajo! idéntico a su padre.


— Solo trata de tener todo bajo control, en verdad lo compadezco, el pobre luce exhausto.


— ¡Con más razón debes convencerlo de ir, Taylor! le vendrá bien descansar, y les vendrá bien a ambos para que pasen más tiempo juntos, porque estoy segura de que su exceso de trabajo ha disminuido también el tiempo que pasa contigo, ¿no es así?


— Emmm... n-no del todo — murmuré dudoso mientras me mordía el labio inferior, no me parecía correcto quejarme sobre mis problemas "maritales" con mi suegra, apenas y lo hablaba de forma abierta con Mónica y Yelena (principalmente porque esta última me forzaba a contarle, y si no lo hacía yo, desde luego iba a sacarle información a mi prometido).


— Cariño, tengo cuarenta años casada con un hombre adicto al trabajo, no hace falta que trates de esconderme lo que pasa — dichas palabras me hicieron suspirar con pesadez, la frase "cuarenta años" rebotaba por mi mente con fuerza, me asombraba de forma bestial, toda una vida, toda clase de vivencias, Robert y yo apenas llevábamos casi dos meses viviendo juntos, y yo ya empezaba a cuestionarme si mi pareja toleraría pasar otros dos meses más a mi lado, y fue ahí donde me pregunté "¿cómo logras llegar a veinte años junto a otra persona?" ¿cuánto de ti mismo debes sacrificar para que la otra parte se sienta bien, o cuánto debe sacrificar la otra parte para que tú te sientas bien? dicho cuestionamiento me mareó bastante, y me hizo gruñir con molestia, ¿porqué siempre debía buscarle las cinco patas al gato cuando de mi vida con Robert se trataba?


— Pues, admito que Robert últimamente llega muy tarde a casa — susurré rascándome la nuca — Y apenas hablamos cuando vuelve, pero... y-yo no me enfoco en eso — mentí, de forma un poco torpe pero logré mentir; realmente trataba de ser fuerte para mi pareja, pero la vida de ensueño que imaginaba con él, pasar día y noche juntos, era una fantasía boba que hacía que mi pecho doliera, y que la frase "afronta la realidad, niño idiota" apareciera en mi mente cada que Robert decía que llegaría tarde, yo estaba consciente desde el princípio de que pasaría mucho tiempo solo en casa, y era frustrante, pero no quería darle más dolores de cabeza a mi pareja.


— Ay cielo — murmuró con ternura, aunque logré notar un ligero tono lastimoso que me causó un escalofrío desagradable — Descuida, me aseguraré de convencer a Robert para que vayan a ese viaje y tengan un tiempo de calidad juntos.


— P-Pero Catherine—


— ¡Uy, lo siento cielo, debo colgar, te veo esta noche! — dicho esto, mi suegra colgó abruptamente el teléfono, dejándonos solos a mí y a mi miedo por saber la reacción de mi prometido, "va a matarme" pensé al imaginar que, al usar mi suegra la artimaña de que él y yo debíamos pasar más "tiempo de calidad juntos" Robert de inmediato creería que yo me estuve quejando de mis largos ratos de soledad, y eso evidentemente haría que Dawson se enojara muchísimo con su servidor, quien no dejaba de temblar mientras miraba a los lados sin saber qué hacer.


— Robert me va a matar — murmuré con frustración mientras me sentaba de vuelta en el sofá, mirando el techo de la sala, techo que yo detallaba cuando mi pareja me follaba en el sofá, pero eso había pasado hace tiempo, ahora solo lo detallaba en busca de alguna solución viable, como si un espacio inmobiliario fuera a resolver mis problemas, el yo del pasado era bastante crédulo, pero creo que ya se dieron cuenta de eso.



Continuará


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- Gema


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