Conocidos desconocidos
LYRA
Cuando Colle se fue, no perdí tiempo, en una hora fui a buscar a la Srta. Salvador, ella era la trabajadora social y psicóloga de la escuela, una mujer encantadora que nunca dudaba en brindar su ayuda, la necesitaba urgentemente.
Tuve suerte que encontrarla en su despacho quince minutos antes de irse, ella me recibió con amabilidad como era usual en ella.
–Pasa Ly, me encuentras justo antes de irme ¿hay algo con lo que pueda ayudarte? –preguntó servicial.
–Amm si, bueno no a mi, quien necesita la ayuda es Colle.
Noté confusión en su mirada, pero lo entendí, la mayoría iba a quejarse de Colle y su pésimo comportamiento, supuse que era raro el motivo por el que iba yo.
–¿Qué pasó con Colle? – preguntó ella.
–Bueno, creo que tendrá que sentarse, ya que es algo fuerte, y de verdad requiero de toda su ayuda. – le comenté suplicante.
La maestra tomó asiento lentamente, respiré antes de soltar todo aquello que Colle tuvo la confianza de contarme.
Conté todo de principio a fin y la cara de la Srta. Salvador era una combinación entre horror he incredulidad, no la culpo yo estaba igual.
–Muchas gracias por comentarme sobre esto Lyra, tomaré cartas en el asunto, ya que esto no se puede quedar así. – dijo en tono firme.
–Gracias por ayudar a Colle Srta. Salvador, no sabe lo agradecida que estoy y lo agradecido que Colle va a estar.
Me retiré de la oficina satisfecha por lo que había hecho, sabiendo que pronto toda la tortura y el horror que vive la madre de Colle y su hermana acabaría.
Llegué a mi habitación, cansada, sin ganas de hacer algo realmente, acostada en mi cama, pensé en dormirme cuando alguien tocó la puerta.
Abrí sin preguntar quien era. Así que al abrir me llevé una gran sorpresa, pero no sé si decir que fue una buena o mala.
Matt era la última persona que esperaba tener parada frente a mi puerta, pero ahí estaba, tan real que descarté la idea de estar dormida.
Antes de que me diera tiempo de decir algo, Matt se lanzó hacia mi, besándome de esa forma que tanto había extrañado, sus labios se sentían tan bien como la última vez que los besé, su cabello seguía igual de suave que la última vez que lo toqué.
Parecía que nada hubiera cambiado, su tacto, la inclinación de su cabeza, el movimiento de nuestras bocas en conjunto, hasta el latido de mi corazón seguía siendo el mismo que la primera vez que nos besamos.
Pero algo se sentía distinto, no sé como describirlo, simplemente había algo diferente, se sentía como una despedida.
La desesperación de sus besos se sentía como un “necesito hacerlo antes de irme para siempre” como en las películas de guerra cuando el joven soldado debe despedirse de su esposa, la cuál vivirá con el temor de que su amado jamás regrese.
Aunque quise, no tuve la fuerza de apartarlo, es que se sentía tan bien volverlo a tener cerca.
Me sentía como una persona que después de un tiempo de abstinencia vuelve a drogarse, ese éxtasis.
Ese maldito éxtasis que te hace pedir más y más hasta que terminas destruido de nuevo.
Porque sí, así fue como yo terminé después de aquel exquisito beso, destruida, toda la magia que hubo se esfumó de un momento a otro cuando Matt se marchó por la puerta, dejándome tan confundida, ¿Qué significó eso?
Probablemente pensarán que me puse a llorar, pero más que triste me sentía enojada, de verdad muy enojada, me daba impotencia ¿saben? Matt se dio el lujo de huir y encerrarse en una burbuja sin decirme mucho de porqué, luego se aparece frente a mi para besarme como siempre soñé que me besaran y después, se volvió a ir.
Sin decir nada.
Sin importarle mucho lo que yo estaba sintiendo, todo el sufrimiento que estaba causando en mi.
Ese Matt ya no se parecía al Matt del que yo me había enamorado y del que sigo enamorada, solo quedan rastros de él, pero lo demás…
No lo reconocía. Era como un desconocido que conozco a la perfección, eso lo hacía mil veces más raro.
Sentí que me estaba sofocando en el departamento, así que decidí salir para tomar aire, tomé las llaves del coche y me dispuse a salir a la ciudad.
A pesar de ser jueves no había mucho que hacer en la escuela, a veces me ofrecía para ayudar a decorar el gimnasio, la temática de nuestra graduación era “La luz” por lo que estaban llenando todo el lugar de luces, se veía fantástico como estar alrededor de estrellas.
Nuestra graduación era el sábado, o sea en dos días, estaba muy emocionada, porque era mi día, el día que estuve esperando toda mi vida, y no pensaba dejar que nadie me lo arruinara.
Mientras caminaba por las bellas calles empedradas de la ciudad intentando mantener mi mente en blanco, vi a lo lejos un rostro familiar, era Mónica, sentada sola en un parque cercano.
Sin pensarlo demasiado me acerqué a hablarle, no se veía muy animada.
–Hola hola. – la saludé.
Pero lo único que recibí fue un gesto de disgusto al verme, como si yo fuera la última persona con la que quisiera tener algo que ver. Debo admitir que me hizo sentir mal, hace no mucho éramos buenas amigas y ahora parecía todo lo contrario.
–¿Qué quieres? – respondió cortante.
–Solo pasaba por aquí te vi y quise saludarte. – dije con calma.
–Bueno, ya me saludaste, ahora vete.
Eso definitivamente no lo esperaba, jamás pensé que Mónica me fuera a hablar de esa forma, todo en ella ahora era tan distinto.
–No me voy a ir, no hasta hablar contigo.
–Ajá ¿y de que piensas que vamos a hablar? – enunció enojada levantándose del banco donde estaba sentada.
–De ti Mónica, llevo meses sin saber de ti, te veo en la escuela y me ignoras, ya no eres la misma Mónica de siempre, estás tan apagada que eres irreconocible. – dije preocupada.
–Lo que esté pasando no es de tu incumbencia, no entiendo cual es tu maldita necesidad de querer arreglar a todos todo el tiempo, de verdad eres ridícula. – contestó ella.
–Si lo hago es porque me preocupa la gente, y sobre todo si es mi mejor amiga. – dije con calma.
–Tú y yo ya no somos amigas Lyra, Sara tenía razón sobre ti. – enunció ella con desdén dándose la vuelta para irse.
–Así que ella es el problema ¿no es así? ¿es ella la culpable de que estés así? No entiendo como te dejaste manipular por ella, la Mónica que yo conozco jamás se dejaría pisotear con nadie. – dije intentando hacerla entrar en razón.
La cachetada que me dio fue lo que menos esperaba. Dolió demasiado, pero no se si fue por la fuerza o lo que dolía verdaderamente era saber quien me había golpeado.
–Jamás vuelvas a hablar así de ella. – fue lo último que dijo antes de alejarse.
Me dejó tan desconcertada.
Tan adolorida.
Nunca pensé que algo así pasaría entre nosotras.
Lloré mucho, desde hace semanas lloraba tanto que me daba miedo quedarme sin lagrimas, pero me sentía tan desdichada.
Como si la gente que quiero estuviera destinada a irse de mi vida, siempre tuve ese miedo, miedo a ser abandonada por todos lo que amo, sé que puede ser un miedo irracional, pero me afecta tanto, más ahora que Matt no está y mi mejor amiga.
Caminé de regreso a mi auto, con lagrimas en mi ojos que me hacían ver borroso, las luces me desorientaban más, decidí no conducir hasta haberme calmado pero eso tardó demasiado.
Así que aún con lagrimas en los ojos conduje de regreso a la escuela. Por suerte no tuve un accidente que era lo que más me preocupaba, al llegar llamé a Fred y a Emma, pero ambos estaban ocupados, cosa que me hizo sentir peor.
Solo fui a mi cuarto a llorar desconsolada hasta quedarme dormida, eso se sentía horrible, era horrible no tener a alguien a tu lado para abrazarte cuando estás mal.
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Bueno, la cosa se puso triste unu
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