1; Lee Yoo-mi
El sonido del timbra retumbó en los oídos de los presentes en aquella escuela, todos suspiraron satisfechos al ver que la jornada había terminado.
Ella se sienta en los últimos lugares de su clase, observa su celular y rara vez presta atención a clases. No habla con nadie, resulta ser la extraña del instituto; aún así no es manipulable y menos una chica débil. Su paciencia comenzaría a agotarse en cualquier momento si los crédulos se atrevieran a continuar con sus burlas sobre ella. Se siente cansada de escuchar aquellos insultos sobre su persona; zorra, rarita, bruja.. y demás sobrenombres que la caracterizaban según ellos, ya que ni siquiera su nombre sabían.
Se levantó de su lugar, tres minutos después de haber escuchado el timbre, ¿por qué esperó ese tiempo? Le enferma las aglomeraciones, por lo que decide esperar a que esa montaña de idiotas –como ella los llama– salgan del salón para así poder caminar tranquilamente, sin rozar ninguna piel.
Agarra su mochila y coloca una manga sobre su brazo izquierdo, este objeto es el responsable de parte de las críticas sobre ella, ya que presenta un color oscuro y se encuentra adornada además con carabelas y figuras satánicas. Realmente no tenía esas creencias religiosas, simplemente le gustaba ese estilo. Luego estaba el color y corte de su cabello; este teñido de púrpura oscuro con betas negras, y completando aquel estilo macabro un flequillo que casi cubría sus ojos. Amaba su estilo y nadie cambiaría eso, aunque fuera criticada por todos a su paso.
Con sus auriculares puestos reproduce una canción de Falling In Reverse –una banda americana que adoraba desde muy temprana edad– y opta por salir del salón, bajo la mirada del profesor, quien la observaba asqueado, concordando con sus alumnos con que era rara.
Los pasillos ya estaban vacíos, todos se habían marchado velozmente. Simplemente no tenía apuros en regresar, aunque tampoco tenía ganas de continuar en la institución educativa.
Finalmente se retira completamente del lugar y suelta un suspiro de alivio, sintiendo aquel placer de haber salido de su prisión. Pero aún la pesadilla no acababa..
Doblando la esquina la estaban esperando una pandilla de alumnos catalogados como los más peligrosos según los anormales con temor a defenderse. Ella alzó la mirada para verlos por un momento, y decide ignorarlos y continuar caminando. Esto altera a un perteneciente de aquella banda y reacciona retirando un auricular de su oído bruscamente, captando la atención de la chica.
—¿Qué música escucha la rarita?— dice burlonamente y estira el auricular sin importar que podía romperse y asqueado lo aleja de su campo auditivo— ¿qué es esa mierda? ¿Acaso entiendes qué hablan ellos en sus canciones? Ah, cierto, que ellos hablan tu idioma.
Todos los presentes reían de su chiste malo, menos la ofendida quien respiraba profundamente buscando paciencia para no dirigirle la palabra, porque no sabía qué maldición podía salir por su boca. No habló, sin embargo, tampoco bajó la mirada.
Este chico, frustrado por no haberla molestado lo suficiente, arrebató sus auriculares, tomándolos entre sus manos y apretándolos con intención de romperlos.
—Devuélvemelos— susurra la chica.
Todos quedaron asombrados, no la habían escuchado hablar nunca.
—¿Tú puedes hablar coreano?— indaga fingiendo asombro— chicos, la bruja es bilingüe— continuaban riendo estúpidamente mientras que ella continuaba con su mano extendida esperando su pertenencia.
—Te dije..— se acerca un paso más— que me los devolvieras— su mirada se vuelve asesina sobre el muchacho y este llega a sentir temor por su escalofriante manera de observarlo, aún así no demostraría miedo delante de sus amigos.
—¿Y si no qué?— reta.
—No me hagas enojar y devuélvemelos— advierte mientras niega levemente con la cabeza.
Este lanza el objeto al suelo y lo pisa, haciendo que se rompan. Los presentes rieron una vez más ante su acción. Ella sintió dolor al ver cómo su refugio acababa de ser destruido por un anormal, la rabia comenzaba a apoderarse de su persona y en cualquier momento explotaría, no sólo por sus auriculares, sino por todo lo que ha tenido que sobrellevar en ese lugar, que más que una institución, es una cárcel para ella.
—¿Ahora qué? ¿Llorarás? ¿Otra sorpresa para nosotros?— se acerca burlonamente y pretende acariciar su cabello fingiendo consuelo.
Eso consiguió hacerla explotar.
Tomó su brazo y lo hizo tronar al girarlo bruscamente, el chico dió un grito ensordecedor producto del dolor que le hizo sentir; le había arrebatado sus fuerzas y el deseo de continuarla molestando. Una chica de la pandilla se acercó con la intención de golpearla, pero no lo consiguió, más bien recibió un puñetazo en la nariz que la hizo sangrar y además golpeó uno de sus senos, haciéndola retorcerse del dolor en el suelo. Los demás no se atrevieron a tocarla, se sintieron aterrados ante sus habilidades de defensa personal, más su escalofriante expresión de sed de sangre.
—Largo— ordena, sin despegar su mirada de ninguno de ellos, lo cual logró hacerlos estremecer. Inmediatamente se retiraron, luego de recoger del suelo a los dos agredidos.
•
—¿Por qué llegaste a estas horas? ¿Ahora qué?— pregunta su madre apenas entra por la puerta principal.
—Acabo de llegar, no me jodas.
—No hables conmigo usando palabras prohibidas, eso no es sano.
—Tú y tus costumbres para allá, no me vengas con tus estupideces— alzó su mano, haciéndola callar y subió hacia su habitación.
Lanzó su mochila en el suelo y corrió hacia su cama, le dió mucha rabia perder sus auriculares, ya que para ella era algo más que sólo un objeto. El único amigo que una vez tuvo se los había regalado hace unos años, este perdió la vida en un incendio donde nadie pudo salvarse, su muerte le dolió tanto que se juró a sí misma no volver a querer a alguien de la misma forma, al final quien más sufrió fue ella.
Consideraba que su vida era desastrosa, a pesar de no ser resaltante, sí ha cometido un montón de errores, ha pecado demasiado, y todos la odian; hasta su madre lo hace. No le importa mucho la opinión de los demás sobre ella, pero sentirse sólo y odiado no es agradable.
Lee Yoo-Mi, un total desastre.
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