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02. Autocontrol


El entrenador Guillermo es fanático de realizar actividades al aire libre y sus estudiantes no siempre se muestran felices por ello, ya que prefieren clases en el gimnasio o en la piscina, pero hoy no es de esos días en los que se quedan bajo techo.

—Segundo día en la academia y ya debo hacer ejercicio —murmuró Olivia a Donatella—. Estoy segura de que debo estar pagando un mal karma.

—No es para tanto, creo que es bueno respirar un poco de aire fresco de vez en cuando.

Dante llegó hasta ellas al divisarlas. Los tres visten el uniforme de gimnasia que para las chicas consiste en zapatillas blancas, falda deportiva corta color rojo y camiseta blanca con el logo del lugar. Para él son zapatillas blancas, short deportivo negro y camiseta blanca también con el logo del lugar.

Olivia admiró un par de segundos los anillos de Dante, estos son diferentes a los de ayer, lucen más llamativos ya que tienen diseños llenos de colores.

—¿Cómo amanecen, señoritas?

—Me confundí tres veces en los pasillos cuando cambiaba de clases —respondió Olivia—. Hay muchos corredizos.

Dante rió.

El entrenador Guillermo hizo resonar el silbato para que todos le pusieran atención.

—Un breve recordatorio: al empezar no deben desviarse de la fila. ¡Y sí, te estoy hablando a ti, Jacobo! No quiero tener que darte rastreo como la última vez.

Olivia rió al ver la cara preocupada del tal Jacobo.

—¡Olivia! —Eli elevó su mano cuando vió a su vecina de habitación. A su lado también está Thania.

—Hola, chicas —Olivia devolvió el saludo—. Parece que en gimnasia estamos todos juntos —comentó a los gemelos.

—Sí... —susurró Donatella viendo un punto fijo detrás de Olivia—. Todos.

Olivia se giró y observó con atención a los hermanos Márquez haciendo su camino hasta el grupo.

Scorpio viste todo de rojo. Desde sus zapatillas hasta su camiseta, el único toque diferente en su atuendo es la bandana negra que ha puesto en su frente. Bird viste toda de negro. Desde sus zapatillas hasta su camiseta y al igual que su hermano lleva una bandana, pero es color roja y está sobre su cabello cómo un accesorio.

Sus compañeros de clase se alejan de ellos en cuanto llegan. En una sincronía perfecta Scorpio y Bird sacan del cuello de sus camisas las gafas de sol que combinan con sus atuendos y se las colocan.

—Gimnasia es la única clase que une a los Dominantes y a los Guardianes porque en realidad el deporte no representa mucha distinción —respondió Thania y elevó su mano a Jacobo que al verla procedió a caminar hasta ellos—. Chicos, este es nuestro amigo Jacobo, es un Guardián y a pesar de lo despistado que puede ser, es bastante tolerable.

—Gracias por la introducción, Thania —Jacobo rodó los ojos y posó su vista en los nuevos—. Soy más que tolerable, no hagan caso de lo que dice.

Todos rieron.

Olivia miró sobre su hombro a los hermanos Márquez nuevamente.

—¿Por qué ellos pueden vestir así y nosotros no? —indagó Olivia.

—Los colores de la academia son el rojo, el blanco y el negro —le explicó Eli y se quitó los lentes para limpiarlos un poco mientras habla—. Lo que llevamos el resto de nosotros, es el uniforme clásico.

—¿O sea que podemos también usar un solo color si queremos? —Olivia la miró expectante.

Eli se colocó sus lentes y dejó salir un suspiro.

—Nadie nunca ha dicho algo, si quieres vestir de un solo color supongo que puedes hacerlo, pero te recomendaría que no.

—¿Por qué? —se adelantó a preguntar Dante.

—Porque según los rumores los hermanos Márquez vienen imponiendo ese estilo desde que entraron a la academia y... Querer copiarlo... Bueno, no creo que sea lo más sensato.

—Eli, ellos no son los dueños de los colores —Olivia extendió las manos a sus costados, exasperada—. ¿Me estás diciendo que nadie aquí puede vestirse de la manera que quiere solo porque les tienen miedo?

Eli subió los hombros.

—Eso es terrible —susurró Donatella.

—14, 15, 16... Sí, ya están todos. ¡Andando! —exclamó el entrenador Guillermo—. Tenemos suerte de que no haya amanecido lloviendo y nos espera una larga caminata.

—Déjalo pasar, Olivia. Tampoco es como que importe mucho, solo son uniformes de gimnasia —Thania le dió una palmada al hombro y se alejó para ir junto a Eli y Jacobo, y así comenzar a caminar detrás del resto de estudiantes.

❁❁❁

Bird se cruzó de brazos y elevó la vista mientras caminaba recibiendo aire fresco en sus mejillas.

—¿Disfrutas de la naturaleza, avecilla? —preguntó Scorpio al observarla de reojo.

—Las voces suelen callarse cuando estoy en climas cálidos.

—Irónico, ¿verdad? Uno supondría que entre más calor más es el desorden que ocasionan, pero es todo lo contrario.

—Prefieren el frío —ella lo miró—, igual que tú.

Scorpio ladeó una sonrisa de lado.

—Con lo ardiente que soy, puedo notar la ironía, avecilla.

Olivia va a una distancia marcada de ambos, pero aún así Bird puede notar que cada cierto rato la castaña volteaba a verlos.

—No me agrada esa chica nueva y que se nos quede viendo sin disimular ya me está fastidiando —dijo con un tono calmado, uno que solo usa cuando intenta controlar todo para no estallar en ira.

—¿Qué te hace pensar que nos está viendo? En realidad puede que solo me esté viendo a mí —Scorpio sonrió, burlón.

—A veces se me olvida que eres demasiado egocéntrico, incluso para mí. Te estoy diciendo que nos está viendo a los dos.

—Qué lo haga. Estamos muy buenos —pasó un brazo por los hombros de Bird y la atrajo a él para susurrar en su oído—: Yo te daría como a un cajón que no cierra si por una vez decidieras ignorar la sensatez.

Bird rodó los ojos, cosa que por las gafas Scorpio no notó.

—Uno de los dos tenía que quedarse con la madurez y el otro con la idiotez, hermano mío.

—Lastimas mi ego cuando dices cosas así, draga mea.

—Tu egocentrismo es tan alto que dudo mucho que alguien pueda llegar a tocarlo, Scorpio.

—Soy mejor que el resto, está en mi naturaleza.

Bird no dijo nada y él alejó su brazo de ella para quitarse las gafas cuando sus ojos se encontraron con los de Olivia porque entonces se dió cuenta de que su hermana tenía razón, no lo veía solo a él, los veía a ambos con mucha atención.

—Te lo dije —Bird susurró al ver a Scorpio ahora poner más cuidado en la situación.

—¿Quieres que me encargue de ella? —Scorpio dejó de lado todo su coqueteo previo, sacando a relucir su lado protector, uno que solo emplea cuando se trata de Bird.

—No. Aún no me ha fastidiado lo suficiente como para que te ensucies las manos.

—De acuerdo —el chico volvió a ponerse sus gafas y decidió cambiar de tema.

❁❁❁

Casi sin respiración, Olivia llegó a la cima de la montaña viendo con atención la hermosa vista que le brinda la elevada altura. La academia se veía diminuta desde allí, y el dorado con marrón que bañaba su alrededor es tan brillante como fascinante.

—Nuestra antigua academia en Guinea Ecuatorial no tenía una vista así —comentó Dante al pararse junto a ella.

—La mía tampoco. Siempre supe que esta por ser la primera que fue creada era la mejor de todas las que hay repartidas el mundo, pero nunca imaginé que un día sería parte de ella.

Olivia no estaba lista para confesarlo, pero aquí fue donde su madre estudió en su juventud.

—Digo lo mismo —Donatella asintió—, todo se siente tan refinado aquí; desde las clases, los pasillos e incluso las personas —volteó a ver a los hermanos Márquez que no parece que han derramado ni una sola gota de sudor en todo el trayecto.

Al ponerles atención Olivia se preguntó internamente que tan buena idea era el querer saber más sobre Scorpio y Bird. Ser curiosa por naturaleza jamás le ha traído más que problemas. La experiencia siempre le ha hecho saber que si hay un letrero rojo con letras grandes que dice «Prohibido el acceso» debe retroceder, pero nunca lo hace.

❁❁❁

Hora más tarde las clases del día finalizan y al ir recogiendo sus libros Olivia vio a Scorpio salir con paso imponente de la clase de Reflejos Mentales que comparten juntos.

—Deberías disimular un poco —Thania, que también se encuentra en la misma clase, llegó hasta ella y señaló la puerta por dónde salió Scorpio segundos atrás.

—¿Disculpa? —intentó disimularlo, en vano.

Thania suspiró.

—Tienes curiosidad, lo entiendo, todo el que llega por primera vez a esta academia y conoce a los hermanos Márquez se muestra muy atraído por querer saber más de ellos, pero Olivia... Eso no es una buena idea. Lo que Scorpio y Bird tienen de lindos se iguala a lo que tienen de macabro.

—¿Por qué todo el mundo parece tenerles tanto miedo? Sí, son Idem's, la existencia de gente como ellos en nuestra sociedad es muy inusual, pero eso no los hace por descarte mejor que el resto de nosotros.

—De hecho, lo hace. Por siglos la historia hace referencia del «Idem» como un cruce erróneo e irreversible de algunos puntos genéticos entre los Dominantes y Guardianes, y por ello son demasiado peligrosos, su poder de control es mayor al que una Dominante como tú o como yo puede resistir.

—¿Qué dices? ¿Que ellos son como una bomba y por ello no debemos estar cerca?

—Más bien como un daño nocivo. No te olvides que en 1923 casi hubo una extinción de nuestra sociedad por causa de uno de ellos. Hay muchos libros en la biblioteca que hablan de la naturaleza de los Idem's, si tienes dudas puedes leerte alguno y de seguro responderá varias de ellas. Mi consejo es que dejes de mirarlos tanto, Scorpio es muy vanidoso y eso le da igual, pero a Bird le enfada.

Olivia tragó todo lo que quería decir y Thania acomodó mejor los libros en sus manos para salir del salón dejándola sola.

Con la idea de aceptar el consejo de Thania sus pasos la llevaron a la mencionada biblioteca que no estaba tan lejos de donde se encontraba.

En silencio observó el gran lugar, había un par de estudiantes distribuidos por algunas mesas del primer piso y la señora detrás del mostrador le sonrió amable cuando llegó hasta ella.

—Hola, me gustaría sacar un pase bibliotecario.

—¿Eres transferida? Soy buena recordando rostros y el tuyo no lo había visto por aquí.

—Lo soy, es mi segundo día —Olivia sonrió y la mujer acomodó sus gafas viéndola también con una expresión alegre.

—Pues bienvenida...

—Olivia —se apresuró a decir—. Mi nombre es Olivia Noel. Estoy en undécimo, grupo Dominante #4.

—Un gusto, Olivia. Yo soy la señora Ming —Mientras hablaba comenzaba a rellenar el formulario en su computadora para sacar el pase bibliotecario de Olivia—. Soy Guardiana del Tiempo y en periodo de clases la vigilante de la biblioteca 24/7, a excepción de feriados.

—¿24/7? ¿De verdad?

—Sucumbí a mi inmortalidad como Guardiana hace quinientos años, querida.

—Wow, bueno.. Es genial saber que puedo venir a cualquier hora y estará abierto —sonrió y la señora Ming la imitó.

—¿Hoy te interesa buscar algún libro en particular?

—Me gustaría todo lo que tenga que ver con la naturaleza del Idem.

La mujer dejó de teclear y ajustó bien los lentes sobre el puente de su nariz.

—Curiosa elección, Olivia.

—Sí, esa soy yo: curiosa por naturaleza —se encogió de hombros.

—Sección cinco del primer piso, final del pasillo —extendió su pase.

Sin dejar de ver el miedo en los ojos de la señora Ming, Olivia tomó el pedazo de cartón y avanzó a dónde se le indicó. Con la yema de sus dedos tocó los lomos de los libros leyendo por encima sus títulos y con su telequinesis los mantenía flotando a su lado, en total eligió tres.

En silencio la señora Ming ahora menos alegre que minutos atrás marcó en el pase el préstamo de los libros y la fecha. Olivia sintió su estómago contraerse, jamás ha sido parte de una dictadura, pero el miedo que irradian los hermanos Márquez solo con su mención o el nombre del estatus que los distingue ya se siente como una.

—Gracias, señora Ming.

—De nada, Olivia.

Al meter los libros en su maleta y salir de la biblioteca vió a Bird a lo lejos caminar con la vista fija en su celular.

Oportunamente detuvo el brazo de Jacobo que venía también saliendo de la biblioteca con varios amigos de él.

—¿Sabes dónde quedan los dormitorios de Scorpio y Bird?

—¿Qué? —Jacobo la vio como si una cabeza extra le salió de repente a la castaña.

—El dormitorio de los Márquez —repitió—. ¿Sabes dónde quedan?

—Sí, Scorpio en la Torre Master. Es la única habitación que hay en el piso seis. Bird en el primer piso de la Torre Eclipse igualmente es la única habitación de ese piso. ¿Por qué?

—Gracias, Jacobo —lo soltó y salió del lugar dejándolo con la pregunta en la boca.

Al salir caminó al lado derecho de la academia y se paró en la torre del centro, esa que arriba de la entrada principal tiene plasmada en una placa grande «Torre Master». Lastimosamente no hay un ascensor así que le toca subir seis pisos de grandes y acaracoladas escaleras hasta llegar casi sin aire hasta la única puerta al final del largo pasillo.

Tocó tres veces la madera oscura y con el pecho casi ardiendo vió a Scorpio arquear una ceja con expresión confusa. Ya no lleva el blazer negro puesto, pero si la corbata y las mangas de su camisa blanca están dobladas hasta los codos.

—Tengo un par de cosas que decir —dijo Olivia al recuperar el aire.

—¿Y me las vas a decir a mí?

—Sí, estoy en tu puerta, ¿no?

—No recuerdo haber insinuado en el recorrido de ayer que puedes hablarme o venir a mi dormitorio.

—Pues que mal... Porque me oirás de todas formas.

Scorpio se recostó del marco de la puerta y con una mano en su bolsillo recorrió el cuerpo de Olivia desde las raíces castañas de su cabello hasta la punta de su zapatos negros.

—Tienes suerte de que tenga una fascinación algo enfermiza con las chicas que parecen ser testarudas —Se paró erguido y al sacar la mano de su bolsillo la extendió al interior de su habitación—. Adelante.

La ráfaga de fragancia hace que Olivia sienta una especie de embriaguez al irla absorbiendo mientras más se adentra a la habitación de Scorpio.

—¿Por qué está tan frío aquí? —tiene que cruzarse de brazos cuando su cuerpo comienza a pedir algún tipo de protección por lo helado que se encuentra la habitación.

—Mente fría, pensamientos claros, nena.

—No me llames nena, no soy tu nena.

Scorpio mordió su labio inferior, el rojo en ellos hace que Olivia desvíe la mirada y observe con atención todo a su alrededor.

Por encima puede ver un telescopio que apunta al cielo justo frente a la ventana, en una esquina varios instrumentos musicales como: batería, piano, chelo y guitarras eléctricas. También un kit completo de arquería. Tiene un closet walk in, baño personal y un área designada para invitados con sillones de cuero y minibar, cerca de su enorme cama un escritorio con varios libros y lápices de colores regados.

El estilo de la decoración lo podría describir en tres palabras: gótico, millonario, extravagante.

Rojo en las cortinas que cubren el ventanal y almohadas, mezclado con negro en las sábanas y muebles. Vió varios posteres de películas de terror como: Carrie (1976), The Shining (1980) e It (2017). Historias que Olivia leyó porque son de su autor favorito y por ello dedujo que Scorpio de seguro también es fan de Stephen King. Todos los detalles hacen ver la habitación como la cueva que usaría un vampiro excéntrico.

Scorpio sacó de su minibar dos latas de Coca-Cola y comenzó a servirlas en dos vasos de cristal llenos de hielos.

—Tienes carácter, eso me gusta mucho.

Le extendió un vaso y con suma desconfianza Olivia lo aceptó mientras él tomaba asiento en el sofá de cuero de una persona viéndola con atención de pie frente a él.

—Te vengo a dejar una sola cosa muy clara, Scorpio Márquez: No soy la clase de chica que se deja intimidar fácilmente. En las 24 horas que llevo aquí he recibido más de una advertencia de lo mal que me irá si me acerco a tu hermana o a ti y ya estoy harta de ello. De donde vengo hay un nombre para gente como ustedes y es bravucones. ¿Se creen de la exquisita realeza porque la suerte les pegó y son Idem's? ¡Hola! La última vez que vi la historia y alguien se creyó así de especial y superior a una comunidad hubo genocidio en masa de muchos judíos por toda Europa.

Scorpio arqueó una ceja, ¿acaso lo comparó con Hitler? Le pareció impresionante.

Olivia dejó el vaso con liquido negro burbujeante sobre la mesita de centro y vio a Scorpio sonreir fascinado con labios cerrados.

Él con las piernas extendidas y su dedo índice jugando con el borde el vaso de cristal la observó con detenimiento al estar recuperando la respiración para continuar.

—Soy un libro abierto —Olivia dió dos pasos más al frente ignorando por completo la regla de un metro de distancia—. No me importa que tú o tu hermana se metan en mi mente, no tengo nada de qué avergonzarme. Y con todo esto dicho, olvídense de que me arrodillaré y bajaré mi cabeza ante dos niños caprichosos y engreídos justo como todos lo vienen haciendo por quién sabe cuánto tiempo. No me asustan y no huiré de ustedes. Listo, lo dije.

Scorpio subió el vaso a sus labios y tomó un sorbo sin dejar de verla con atención. Olivia está allí, con el corazón a punto de salir por su garganta viendo al que quizás sea el chico más hermoso e intrigante que ha conocido en su vida.

Siente los ojos grises de Scorpio casi desnudarle el alma y cuando se levantó del sofá marcando su elevada estatura y quitando toda distancia de ambos los labios de Olivia temblaron, tanto por el frío como por la expectativa.

—Primero que nada, si te arrodillas ante mí no por devoción, pero sí por lujuria te juro que no me molesto —el tono seductor y el acento europeo en su voz sacó de su cuerpo a Olivia. Scorpio llevó su mano libre a la nuca de la chica y la atrajo más a él, tanto que el espacio personal es cosa del pasado—. Segundo, yo no persigo, así que no digas que vas a estar huyendo, aunque si lo llego a hacer no es para asustar, es para cazar y lo haré sin tener que derramar una sola gota de sudor. Y tercero, las reglas existen para proteger a personas ingenuas como tú qué pretenden ser tan feroces como un lobo y terminan siendo débiles ovejas asustadas.

En sus ojos grises Olivia no puede ver nada, es como si el alma que se supone que todos poseen no existiera en el chico frente ella y su tacto es tan frío que su piel se erizó por completo.

—No me asustas, Scorpio —susurró.

Él observó los labios de Olivia bañados con un brillo color rosa y se inclinó acercando sus labios fríos a su oreja.

—Sal de mi habitación ya mismo y no subestimes mi autocontrol, Olivia. Quienes lo han hecho no han podido contarlo.

La liberó.

Dejó su vaso a medio beber a un lado del de ella en la mesita de centro y pasó de Olivia para ir a su ducha quitándose con desespero la corbata en el proceso hasta que la puerta se estrelló con fuerza.

El pecho de Olivia subía y bajaba con frenesí y sus piernas sacaron fuerzas de dónde no había para salir dejando atrás el frío y el aroma a perfume caro de la habitación de Scorpio Márquez.

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