Querido Walt:
Han pasado muchos años, cien años han pasado desde entonces. Recuerdo aquellos días en que eras solo un joven con muchos deseos más grandes que tú mismo, y yo, era un afortunado de verte plasmar tus ideas en mis historias. Las circunstancias nos separaron, pero me alegra ver que no te diste por vencido. Te fui arrebatado, pero te supiste levantar. Creaste a Mickey, y él te pudo llevar a todos los lugares a los que no pude llevarte yo. Sí me duele el hecho de que hoy son muchas las historias maravillosas que se han creado en tu nombre, y son muchas las personas que con nostalgia y alegría recuerdan los momentos mágicos que pasaron gracias a tus ideas; y yo, nunca tuve la oportunidad de formar parte de eso. Quizás fue necesario, quizás si no nos hubiéramos separado nunca, jamás hubieras creado a ese ratón que te hizo darte a conocer al mundo. Me siento un afortunado, de que tú, mi querido y eterno amigo, con tus deseos más grandes que tú mismo, lograras conquistar la Tierra, aún cuando fuera sin mí.
        Con cariño, Oswald, el conejo afortunado.