-Los lobos son una raza salvaje, les encanta matar por el mero placer de ver y sentir el sabor de la sangre en los cuellos de sus presas... joven Jake, ¿podría seguir la lectura? - hablaba la profesora frente a la clase, todos los alumnos miraron al chico que solo se encogió en su lugar y dejo de reír- yo... no sé dónde vamos maestra- dijo el chico con tono avergonzado, bajando la cabeza- Bien, entonces guarde silencio y ponga atención en la clase, este tema es importante para su supervivencia y más usted, joven Jake, no querrá encontrarse con un lobo salvaje saliendo de la escuela... o sí? -el sonido de la campana anuncia el termino de las clases, todos los alumnos se levantan y comienzan a recoger sus cosas para regresar a sus hogares- mañana seguiremos con este tema, espero que pongan atención- mencionó la mujer, dedicándole una severa mirada al chico pelirrojo.

Al salir del instituto, Jake, empezó a caminar rumbo a su hogar, poniéndose la capucha de su sudadera, junto a sus audífonos; su pequeña casa quedaba a medio kilómetro del bosque, el camino era largo y aburrido. sus compañeros siempre le hacían bromas, diciendo que parecía caperucita roja yendo a la casa de su abuela en el bosque, dándole doble sentido a aquella broma, ya que Jake no tenía padres y mucho menos abuelos, era huérfano desde hace tres años, cuando sus padres fueron atacados por un lobo; vivía solo en su pequeña casa, solo él y su soledad.

Pasados treinta minutos de caminata pudo divisar la pequeña cabaña que tenía por casa, notando algo inusual – ¿la puerta...está abierta? - murmuró el chico aumentando el paso, llegando enseguida a la casa; apenas abrir la puerta un olor férreo infesto sus fosas nasales y la imagen del desastre en la sala le produjo una fuerte sensación de vértigo, había alguien en su casa.

Al entrar en la casa, pudo escuchar claramente como algunos jadeos y gruñidos lastimeros, al igual que el sonido de cosas rompiéndose provenía de su cocina, sabiendo lo que había en su casa- un lobo- susurra el chico y escucha como el sonido de cosas rompiéndose para- demonios- sale de la casa corriendo al cobertizo, tomando lo primero que tenía en frente, siendo una pala su arma elegida. Corre de regreso a la cabaña, pero una criatura llena de pelo que se desplazaba a cuatro patas, con colmillos afilados y los ojos de un rojo carmesí le quitaron el valor, tropezándose con una rama y cayendo de espaldas al tratar de retroceder; el lobo se acercaba a paso lento y Jake al fijarse bien en la bestia noto que tenía una enorme herida en la pata izquierda, lo que hacía que el animal produjera quejidos y jadeos por el dolor que sentía. Al estar distraído notó que la criatura estaba completamente sobre él, hasta que sintió su gélido aliento sobre su cuello, viniendo a su mente un montón pensamientos: "estoy acabado", "no tenía que morir así", "soy muy joven para morir", "que alguien me salve"; su ultimo pensamiento pareció haber sido escuchado por alguna fuerza suprema, ya que el animal cerró los ojos de golpe y de igual manera cayó sobre el chico, dejando que todo su peso lo aplastara – que demonios!?- gritó el chico asustado, tratando de quitarse al lobo de encima, lográndolo y alejándose lo más posible del cuerpo inconsciente, con la respiración agitada y el corazón latiéndole frenético en el pecho- que demonios acaba de pasar?.

Después de haber pensado por casi veinte minutos que hacer con la criatura inconsciente se decidió a curarla, yendo por el botiquín y empezando a curar la herida, aprovechando la inconciencia del animal y suturando la herida; al terminar de curarlo, lo dejó en la sala, no sin antes atar su hocico para que no le hiciera daño cuando despertara, empezando a limpiar el desastre que este había causado, ya casi terminando de limpiar la cocina, empezó a escuchar gruñidos provenientes de la sala, pero se acallaron, despertando la curiosidad de Jake.

Jake, sigilosamente camina a la sala y se esconde detrás de un sofá, viendo el lugar donde antes se encontraba el lobo, siendo ocupado por un muchacho castaño, que parecía de su edad, tomando entre sus manos su cabeza con fuerza y siento atacado por leves temblores, pero lo que más llamaba la atención era que el joven "lobo" había murmurado un "volvió a pasar" con tono de lastima y además se encontraba completamente desnudo, lleno de heridas en la espalda, brazos y piernas, y estaba hecho un ovillo en el suelo; ante la curiosidad, Jake, se acercó sigilosamente, pisando por accidente un vidrio de algún florero roto que olvidó recoger, captando la atención del castaño que miraba a todos lados completamente aterrado- ¿quién está ahí?- decía el castaño con miedo a que fuera una de las personas que le habían hecho aquellas heridas. –Tranquilo, no te haré daño- Jake salió de su escondite levantando sus manos en son de paz y acercándose lentamente- yo curé tu pierna y si me dejas hacerlo, puedo curar tus otras heridas- hablaba lento y calmado al notar la desconfianza y el terror del chico en sus ojos- l-la pérdida de sangre por la herida de tu pierna hizo que te desmayaras- el chico castaño solo retrocedió y Jake aprovechó eso para sentarse en el sofá frente a el- t-tienes algún nombre, el mío es Jake- le dedica una tierna e inocente sonrisa, ganándose algo de confianza por parte del lobo – Dixon, mi nombre es Dixon- dijo el castaño en voz baja.

Después de esa corta pero significativa presentación, Jake invitó amablemente a Dixon para que tomara algo de ropa de su padre para que no estuviera desnudo por la casa y le ofreció algo de comida,el castaño aceptando casi de inmediato al escuchar comida, causando una pequeña risa en el menor, ya que Jake tenía diecisiete y Dixon diecinueve; y así pasaron los días, empezando a conocerse y volviéndose cada vez más cercanos,tanto que los compañeros de clase al ver llegar a Jake junto al castaño e irse juntos empezaron a esparcir rumores de que eran pareja, que bien podrían ser ciertos, pero esa es otra historia.