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The corpse bride

Nota: Reproduzcan el vídeo mientras leen, si gustan

La gran y hermosa mansión estaba inmersa en una tenue y lúgubre obscuridad, las notas de una funebre y triste, al igual que hermosa melodía, siendo reproducidas por un hermoso piano de cola negro, llenando el ambiente de tristeza y pesar. Un chico completamente vestido de negro era quien manipulaba aquel instrumento con tal agilidad y exactitud que parecía inhumano; tras tocar la última nota de aquella fúnebre melodía, una pequeña lágrima de tristeza rodó por su pálida mejilla, dejando caer sus manos sobre su regazo - por qué?- fueron las únicas palabras que logró articular antes de romper en llanto, dejando escapar de su boca sollozos silenciosos. Todo el malestar del pelinegro tenía una sola explicación, y esa explicación era su amado, que yacía tres metros bajo tierra.

Todo había empezado un año atrás, seis meses antes de la tragedia; el famoso pianista, por ser tan joven y disciplinado ante el instrumento, era siempre contratado para tocar bellísimas melodías en presentaciones de ballet, donde varias de las bailarinas simplemente olvidaba la coreografía por mirar al pianista, que, a ojos de todos era atractivo. Tanto éxito tenía el joven, que empezó a ser frecuentado por una escuela de ballet, donde conoció a uno de los mejores maestros del bello arte de la danza, no importaba que fuera un chico, su apariencia era tan delicada como la de una muñeca de porcelana, todo su cuerpo parecía una de las muchas obras maestras del mismísimo Miguel Ángel; hermosos y grandes ojos turquesa, finas facciones, cabello de un rubio cenizo, curvatura similar a la de la más bella de las mujeres; todos, absolutamente todos, sin importar género, caían rendidos a sus pies, esa era la viva imagen de un ángel caído del cielo y el famoso pianista nunca lo pasó por alto, no había día en que no frecuentara con el bello Doncel, en que no le llevara un enorme ramo de rosas, tantos detalles, a veces tan minúsculos como fijarse en el cambio del peinado o si había algo fuera de lo normal en él, eso fue lo que logró cautivar el corazón del pequeño rubio.

Ambos eran felices, habían conseguido un lugar donde vivir tranquilos, el chico empezó a hacer presentaciones fuera de la academia de ballet, junto a su amado pianista, para poder vivir como querían; todo era color de rosas entre ellos, sus familias no tenían inconveniente en que estuvieran juntos, solo importaba que tanto se amaban; hasta que, seis meses después de su primer encuentro en aquella academia, el pequeño rubio, al hacer un mal paso cayó del escenario en una de sus presentaciones, sacándole un susto al público y provocando un infarto en el pianista.

- Eddy!- grito el pelinegro al despertarse de su horrible pesadilla, que más que ser una pesadilla era un turbio recuerdo de lo que había pasado en ese entonces; las lágrimas rodaban por sus mejillas y su respiración estaba acelerada, solo quería volver a dormir como antes, sin tener que pasar por lo mismo todas las noches, no quería volver a despertar recordando ese trágico día, no quería aceptar que su amado Doncel ya no estaba a su lado para susurrarle que volviera a dormir, que todo estaba bien, que él estaba a su lado.

Al haber caído de metro y medio de altura, el pequeño rubio había sufrido varias heridas internas que, gracias a que en aquel entonces lo avances tecnológicos no eran muchos, nadie sabía lo que ocurría en su interior, en los dos meses que estuvo internado en el hospital, nadie había notado la costilla rota que estaba amenazando su salud; después de dos meses de estar internado, regresó a su hogar junto a su amado pianista, no podía hacer más presentaciones, pero eso no le impedía bailar al donde las notas que su amado le regalaba, tres meses después​ del  incidente, el chico disfrutaba de una hermosa melodía que su amado tocaba, mientas se encontraba sentado a su lado, casi al final de la canción, el pianista pudo sentir como su amado se recostaba en su hombro, viendo este gesto algo tierno de parte del menor, la canción acabó y su voz resonó por el vestíbulo - amor, te gustó la canción?- al no recibir respuesta pensó que su pequeño rubio se había quedado dormido, tomando su mano ,que en ese momento se encontraba helada, se dió cuenta de la tragedia - Eddy...Por favor no me hagas esto- decía desesperado por obtener respuesta, pero sabía que no la obtendría.

En la autopsia​ de su amado le revelaron que todo había sido causa de una costilla rota perforando su pulmón izquierdo, causando un desangrado interno, el pianista lloró día y noche durante todo el mes, culpandose por todo, extrañaba a su amado, como a nada en el mundo y daría lo que fuera por volver a verlo. Su familia estaba preocupada, semanas habían pasado desde la última vez que lo vieron salir de su habitación, o que simplemente habían escuchado que alguien tocara el piano que yacía en el vestíbulo.

Una tarde tranquila para todos, a excepción de Benjamin, el pianista, la familia del pelinegro había salido de paseo, dejando la casa sola, mala idea. Benjamin estaba hundido en un mar de depresión y desesperación, quería volver a ver a su amado Doncel y en su cabeza no estaba otra idea más que esa; después de casi un mes entero de no haber salido de su habitación, abrió la puerta y dió los primeros pasos hacia afuera, caminando sin pensar hacia los establos de la mansión, tomando una vieja rienda para caballo regresa a su habitación, necesitaba a su amado; con movimientos rápidos amarró un extremo de la rienda en un lugar alto y del otro lado haciendo una horca, poniéndola en su cuello, pronunciando lo que serían sus últimas palabras - te amo Eddy, volveremos a estar juntos-, dicho esto se dejó caer, sintiendo la falta de aire, pero no sentía dolor, ni miedo, solo la felicidad de poder volver a ver a su amado rubio; con este pensamiento sus pulmones dejaron de recibir oxígeno y su corazón a bajar el ritmo cardíaco, hasta que no había nada más que el cuerpo del pianista con una sonrisa en su rostro por poder reunirse denuevo con su amado.

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