Reto 7: La misteriosa mansión del bosque
Palabras: 500
Era 31 de octubre y mis amigas y yo habíamos planeado una noche de miedo muy especial. Íbamos a ir a casa de mi mejor amiga, la cual era la que mejor decoraba su casa en Halloween.
Como ya no éramos tan pequeñas, nuestros padres nos dejaban quedarnos a dormir e ir a pedir chuches por todo el pueblo solas y decidimos hacer una fiesta de pijamas para Halloween.
***
Eran las 8:00 y habíamos quedado en casa de Elisa. Fui la primera en llegar, seguida de Ainhoa, luego Celia y después Eva. La casa estaba más bonita que otros años y todas nos quedamos alucinadas, teníamos muchas ganas de pasar unas cuantas horas juntas.
Primero dejamos todas nuestras cosas en el salón, donde íbamos a dormir, y después, estuvimos dando varias ideas para pasar la noche.
— Podemos contar historias — dijo Celia.
— Si, y no os olvidéis de que hay que recoger caramelos — aclaré yo.
— Hablando de comida, ¿alguien más tiene hambre? — dijo Elisa mirando de reojo las deliciosas pizzas que había preparado su madre.
Nos levantamos del sofá corriendo y fuimos hasta la cocina. No eran pizzas normales, una tenía forma de fantasma y la otra de calabaza.
Cuando nos terminamos todo era hora de ir a recoger las golosinas.
Nos pusimos los disfraces, cogimos nuestra cesta y salimos.
***
Ya teníamos casi toda la bolsa llena y decidimos no coger más porque la bolsa ya pesaba bastante. Íbamos a regresar cuando de repente vimos un bosque que nos llamó la atención.
Nos adentramos en él y vimos una vieja casa en ruinas, parecía una de las típicas mansiones embrujadas que aparecían en las pelis de terror. Realmente daba mucho miedo.
— ¿Entramos? — dijo Eva en tono valiente.
Como todas apoyaron su idea yo no me podía negar y las seguí.
Por dentro, la casa era igual que por fuera y estaba repleta de polvo, telarañas y demás.
La gente decía que esa casa estaba embrujada porque oían a los fantasmas susurrar. Yo nunca les creí, hasta ahora...
— Uuuu — dijo de repente una voz que salía del cuarto de arriba.
Subimos las escaleras, donde estaban unos cuadros que llevarían como 100 años en esa casa y de repente empezaron a mover los ojos.
— ¡Chicaaassssssss! — grité yo muy asustada.
Mis amigas también se asustaron y las cinco empezamos a correr subiendo las escaleras hasta quedar rendidas en el piso de arriba.
— Bufff, que susto nos has pegado Lily — dijeron mis amigas tumbadas sobre el suelo.
— Por cierto, ¿de que te has asustado tanto? — dijo Celia
Íba a responder hasta que una voz desconocida me interrumpió.
De repente una señora mayor salió de la oscuridad
— ¿¡Se puede saber quiénes sois vosotras?! — dijo ella
— ¡Ahhhhh! — respondimos asustadas.
— No os asustéis, sólo soy una viejecita que no habla con nadie gracias a que su casa está en ruinas.
— Entonces esta mansión no está embrujada — dijo Ainhoa tranquilizándose.
— No se preocupe, mañana nosotras vendremos y le ayudaremos a reformar esta casa — dije
— Siiii — contestaron todas.
FIN
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