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Capítulo 68. Llegar a la verdad. Parte 03


Hoy, luego de que se presentaran los testigos, evidencias y apelaciones correspondientes al denominado caso «Sayler», el juez declaró culpable a la principal acusada del asesinato de la joven de veintidós años, Mara Sayler, secuestrada y encontrada asesinada en el campus de su universidad hace más de tres meses. Allyson Vogel De Sayler, apodada por la prensa como «La perfecta asesina» por sus actos en la ciudad de Efren, se sentenció a cadena perpetua con posible libertad condicional.

Mientras que su hijo y esposo siguen siendo prófugos de la justicia, Efren ve otro lado nunca visto. Actos de corrupción se destaparon ante un análisis profundo de la Ley de Haro en dicha ciudad de Wisconsin, hasta ahora se encuentran acusados en este nuevo caso: El alcalde de Efren y su hija menor, Rayce y Conley Somerville, y el director de la universidad, Tyler Sayler, del que aún se desconoce su paradero.



Fui violada por un mes completo, un terror patológico se asomó a mí todo ese tiempo al tener cerca la presencia de aquel hombre mayor al que creía admirar con tanto amor y respeto. Faltaba cuatro semanas más para que mis padres volvieran por mí. Cada vez que llamaban mi abuelo lo tomaba y solo respondía de manera en el que supiera que yo estaba bien, divirtiéndome en otro lado para que no se preocupara.

No podría culparlos. Supongo que nunca pensarían lo que estaría pasando su hija donde ellos consideraban que estaba segura.

—No mereces comer hoy Landa. —Fue lo último que me dijo al cerrar el teléfono mientras yo estaba acostada en el piso, tras otra de sus violaciones—. No considero que te haga falta, has estado bastante gorda últimamente.

¿Gorda? No recordaba el último bocado que había tenido sin tener un arma en mi cabeza. Cada día tenía una nueva experiencia cercana a la muerte, sintiendo como poco a poco mi fuerza mentar se iba con la voluntad.

—¿Qué? ¿No me dirás nada? —un resoplido de risa salió de él—. ¿No me intentarás arrancar los ojos con las uñas?

El sonido del arma activarse detrás de mí y ubicarse sobre mi cabeza, cuando este se acostó a mi lado para aspirar el aroma de mi cabello me dieron ganas de vomitar, retuve mis temblores cuando el arma acarició el lateral de mi rostro hasta llegar a mi boca y sumergirlo allí.

—¿Así lo hacías con los otros, perra? ¿Así se lo hacías?

Las lágrimas silentes bajaron por mi rostro, casi sin poder retener las ganas de gritar cuando sentía como de a poco el gatillo quería apretarse.

—Perdóname. Pero es tu culpa querida Landa —ese cambio de actitud repentina—, solo quiero tenerte para mí. Quiero enseñarte cuanto te amo, de que eres mía.

Mi mente empezaba a convencerse de sus palabras sutiles a pesar de la evidente amenaza del metal en mi cavidad bucal. De seguro era por mi debilidad mental, por el dolor y miedo constante. Pero lo perdonaba. Le iba cediendo la oportunidad cada vez que hablaba, así de darle el perdón y olvidar todo eso, aunque sabía que no lo haría.

—¡Cierto! ¿Cómo se me olvidó? —Se detuvo en su gesto y se levantó de repente para casi correr con el arma en la mano.

Sabía que buscaría aquel maldito frasco de pastillas. Su cabeza estaba en la mierda, y no solo lo decía por las violaciones y constantes amenazas con el revolver. Si no, porque tanto me había confundido con mi abuela por mi apariencia que juraba que era ella, tratándome de vez en cuando como lo hacía cuando estaba viva, siendo tierno y luego arremetiendo con violencia contra mí en sus ataques repentinos de rabia. Volvió a paso apurado con un vaso de agua y el frasco en mano.

No quería tragarla, no sabía lo que era y nunca me dijo que sería. Lo único que sabía era que desde que bebía aquello de manera forzada había engordado, mi piel era más sensible y no podía llorar cuando quería, sino que se retenía hasta algún punto del día.

Dos semanas más. Ya serían siete semanas desde que había llegado y sufrido bastante, y por alguna razón. Me sentía harta. Cansada. Llena de rabia por saber que ese maldito viejo abusaba de mí cuando se le diera gana y me apuntara con el viejo revolver a la cabeza para después dejarme sumergida en el miedo mientras él roncaba en su cama como si nada.

Eran los nueve de la mañana. La marea de la playa frente a la casa parecía agitada con una fuerza que no solo provenía del viento, parecía venir desde las mismas profundidades.

En el umbral de la puerta de la habitación principal, pude ver al hombre profundamente dormido mientras que su objeto de amenaza descansaba a su lado. ¿Por qué no lo había pensado antes?

Un solo disparo sin experiencia. Uno solo en la cabeza bastó para que dejara de estar ahí.

A lo primero consideré que fuera un sueño, que solo había deseado tanto ese día que lo pude realizar en mi mente. Pero, entonces, cuando duré tanto rato viendo la realidad sin despertar, delante de ese cuerpo inerte. Solo pude darme la vuelta y caminar hasta el teléfono de la casa. Marqué los números que tanto conocía, con los dedos temblorosos, con los ojos húmedos y los labios temblorosos, y dejé que el timbre interior sonara.

—¿Hola? —su voz me llenó de calma al instante y pude soltar la pistola que aún llevaba en mano.

—¿Mamá?



Primero de octubre, temporada otoñal en Efren. Once de la noche.

Los gritos de felicidad junto con los aplausos y los flashes no se hicieron esperar. El cumpleañero sopló las velas en el pastel frente a él y todos se alegraron más cuando su sonrisa se amplió de manera divertida.

Era el cumpleaños de Lohan.

—¡Conley! ¡Eh! ¡Mi pastel! —gritó el susodicho cuando el dedo de la rubia se metió en la decoración de su presente.

—Eso te pasa por lento. —Vertió la nube dulce sobre la nariz del de los ojos azules y todos rieron mientras su hermano, Aarón, tomaba una foto con flash.

Nos reunimos en la casa del castaño para sorprenderlo con una fiesta pequeña por parte de todos. Ya teníamos la libertad de andar a todas horas y con el cuidado correspondiente de caminar por las noches como cualquier ciudad de Estados Unidos. Desde que el Estado eliminó ciertas restricciones y el caso Sayler se volvió internacional, muchos se mudaron a otras ciudades, mientras que muchos otros lo hicieron al interior de Efren para ver por sí mismo el lugar o hacer una nueva vida.

—Karter, ¿tienes los regalos?

Mi mellizo me prestó atención con una sonrisa, al igual que la morena de ojos azules frente a él. Últimamente, creía que ellos estaban más unidos de lo normal, pero eso era algo que no me competía, era la vida de mi hermano y, al final, él podía hacer lo que quisiera con ella.

—Supongo que los dejé en el salón, puedo ir-

—No, no —le interrumpí—. Ustedes quédense aquí. Yo iré por ellos, diviértanse.

Les entregué una sonrisa rápida para caminar hasta dónde me había indicado mi hermano y al llegar pude notar las cajas que habíamos preparado para nuestro buen amigo Lohan. Y hablando de él...

—Con que aquí estabas.

—¿Qué haces aquí? Deberías estar disfrutando tu fiesta. —Me di la vuelta para verlo y él se acarició el cabello con una gran sonrisa.

—No es lo mismo si estás aquí solo buscando cajas Cooke.

—Son tus regalos, no solo son cajas.

—Al menos... ¿Puedo abrirlos?

—Lo que quiera el cumpleañero —reí entregándole la que llevaba en mano y él la tomó.

No perdió tiempo para quitar la envoltura y abrir la caja con cierta emoción, a pesar de que la firma afuera era la de Karter. Cuando vio su interior, sus carcajadas se escucharon por toda la casa y yo sabía por qué.

—¿Es en serio? —Miró por sobre su hombro al otro chico y este levantó su vaso plástico de refresco con una leve risa divertida—. Se lo dijiste Cooke. —Ahora me vio a mí.

—Un poco de maquillaje para un hombre que esconde sus tatuajes no es un mal regalo, ¿no?

—Te salvas porque lo necesito, Sorní —intentó parecer serio, pero no pudo y yo reí.

—De nada Lohan.

Tomé el otro regalo para pasárselo, pero él me lo arrebató casi al instante. Lo abrió con más rapidez que el anterior al leer mi nombre en él y cuando observó dentro de la caja su cara se iluminó. Se acercó a mí, incrédulo de lo que estaba en su interior. Lo dejó por unos segundos a un lado en los muebles del salón y me abrazó por sorpresa, yo no pude evitar el reír al corresponderle.

—Eres maravillosa Kylee. Eres... Eres... —Sostuvo mi cara con ambas manos, su sonrisa era genuina, amplia y llena de emoción. Luego me dejó para entrar la mano en la caja que había dejado hace un momento y de allí sacó un lienzo con una pintura de él cuando había ganado su equipo el campeonato de futbol el mes pasado. Siendo él el que sostenía el trofeo—. No tengo palabras Cooke, yo...

—No las necesitas. Me hace feliz con que tú también lo estés.

—¿Eso significa que estoy por encima de tus calificaciones?

—¡Ay! No exageres Trego.

Otro abrazo vino a mí con fuerza, entre risas, y yo no dudé en responderle de nuevo con más fuerza que antes. Cerrando los ojos sentí su perfume masculino y no pude ocultar la sonrisa que sobresalía por encima de todo.

Luego de que saliera del hospital, pude integrarme a la beca sin problemas, recibiendo disculpas por parte de la universidad por los sucesos del caso de Mara e intentando remendar su error, iniciando de nuevo las clases en septiembre, al igual que mi hermano. En el caso de Lohan, también se disculparon por el injusto apresamiento realizado por Maxwell y siendo integrado a clases como si nada sin problemas mayores. En el caso de Conley, su padre y ella estaban implicados en casos corrupción junto con el director Sayler, pero con algo de dinero y movimiento, todo pareció solucionarse.

—Muy bien chicos —vociferó el hermano de Lohan con su celular aún en manos de manera horizontal—. Vamos a tomar una foto para recordar los veintidós de Lohan.

Todos corrimos hacia él para colocarnos detrás, el pelinegro alzó el brazo con la cámara en estado frontal y señalar el botón que tomaría la foto.

—Todos digan: ¡Perfectos!

—¡Perfectos!

Todos gritamos lo último juntos cuando la cámara captó el momento, la sonrisa eran evidentemente originales y llenas de verdad. Detrás de Aarón se encontraba Conley tomándolo de los hombros, a su lado izquierdo Amaya que abrazaba a Karter y detrás él se veía a Lohan celebrado con su brazo en mi hombro mientras yo me apoyaba un poco de él para poder verme.

Efren me había enseñado todo lo que en realidad era.Me había abierto los ojos y hecho crecer como persona a pesar de las eventualidades y extrañezas. Tenía bastantes experiencias llenas de diferentes sentimientos que los montaría por sobre todos los malos que forjé. Lo importante era que todo estaría bien, y de ahora en adelante, los días sí serían ideales



¡AAAAAAAAAAH! ¡YA EL PRÓXIMO CAPÍTULO ES EL FINAL!

INHALA, EXHALA, ¡INHALAAAAAAA!

Ay Dios mío. Tengo miedo, tengo mucho miedo.

Mi cuenta marca un solo capítulo y es el final. Solo puedo decir que... Que... Ay Dios mío. El próximo capítulo ya es el epílogo de este libro y tengo ganitas de llorar. :c

Todo estará bien, solo diré eso.

¡Besitos suspensivos!

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