Capítulo 64. Odio congeniar contigo
Maxwell Sayler
Quizá podía entender el por qué estaba encadenado a la pared, algo de lo que mi madre no se sienta orgullosa me trajo hasta aquí. Pero, no entendía por qué Kylee lo estaba, ¿qué había hecho ella? ¿Acaso no le gustó que me acostara con ella y quería cobrárnosla a los dos? No tenía sentido, mi madre no era así. Si yo hacía algo malo, yo lo pagaba, era así de sencillo.
Llevaba rato despierto con somnolencia, no podía dudar la idea que habría drogado el agua para poder traerme, no podía imaginarme cómo no me di de cuenta de esto y lo molesta que estaría de saber que había caído con tanta facilidad en su plan.
Escuché un resoplido venir del cuerpo desnudo de Kylee, ella se removió con suavidad en el piso mientras intentaba despertar. Cuando se vio consciente se enderezó hasta quedar sentada y solo miró a los lados para descifrar en dónde se encontraba. Yo levanté mi mano con una sonrisa.
—Hola doncella durmiente, ¿qué tal tu sueño?
—¿Qué? —Frunció el ceño al mirarme y tomó lo que parecía ser mi camiseta para cubrir parte de su cuerpo con sutileza—. ¿Qué es esto? ¿Dónde estoy?
—Estás en mi casa, ¿te olvidaste tan rápido de lo que hicimos?
—Déjame en paz Maxwell, ¿qué hora es? —Estrujó uno de sus ojos con la palma de su mano y al moverse la cadena en su tobillo sonó, esto la hizo detener la acción para mirar la atadura—. ¿Y esto?
—Es un colgante para tobillos. —Ella me miró con duda y yo chasqueé la lengua al notar que no se dio cuenta del chiste—. Es una cadena tonta, ¿no lo notas?
—Sé lo que es —rodó sus ojos de esa manera que me comenzaba a gustar—, lo que pregunto es por qué la tengo.
—Tú dime —señalé la misma atadura en mi tobillo—. Mi madre es la causante de esto como podrás ver.
—¿Por qué ella haría algo así?
Me alcé de hombros restándole importancia y ella pareció sorprenderse de mi gesto, suspiré cuando sentí su insistente mirada sobre mí.
—Debe ser uno de sus castigos, no tardará mucho. Tiende a ser más apresurada que mi padre.
—¿A qué te refieres Max? ¿Tus padres hacen este tipo de cosas?
—¿Los tuyos no? —Solté con ironía, pero pareció tampoco entender—. Lo hacen cuando es necesario.
—¿Cuándo podría ser necesario usar cadenas para atar a tu hijo? ¿Es que acaso en Efren todo están locos?
—¿Lo pregunta la chica que me cogió como loca anoche?
—Idiota, sabes de lo que hablo. —Pareció incomodarse a pesar de que sus evidentes nervios—. Maxwell, ¿te han hecho esto antes?
—¿Y eso por qué te preocupa? ¿Acaso ahora te intereso?
—Me interesa más el daño que te hicieron. De seguro es lo que te tiene tan...
—¿Tan...?
—Tan tú.
—Es un alago viniendo de ti, querida —Le lancé un beso al aire y ella hizo un gesto de asco—. No hacías esa cara anoche cuando te lo-
—¡¿Puedes callarte con eso?! Maldita sea. Actúas como si nunca has tenido sexo.
—Sexo y coger bien son distintos.
—Paso el tema —concluyó para colocarse la camiseta sobre la cabeza. Cuando terminó de colocarse la prenda, aparentaba ser más un blusón para ella, no podía negar que me encendía tener esa imagen frente a mí, lástima que se encontraba a la distancia. Luego, continuó hablando—: ¿puedes contarme lo que nos hará?
—Quizá nos corte los dedos. —Su semblante cambió por completo y una leve risa salió de mí, era todo un poema—. Es broma. Mi madre es muy impredecible.
—¿Qué te ha llegado a hacer en estos casos?
—¿Qué tú crees que pudo hacerme?
—¿Por qué siempre esquivas mi pregunta cuando te estoy por descifrar?
—¿Por qué tendría que responderte? —Fruncí el ceño sin dejar de sonreír y ella chasqueó su lengua rodando los ojos.
—Has lo que quieras Maxwell.
—Lo haría —alcé más mi sonrisa—, si no estuvieras tan lejos.
Un bufido salió de ella para cubrirse la cara con ambas manos y yo solté una risa al notar su frustración. Como me encantaba sacarla de quicio. Kylee deslizó sus manos por su rostro para terminar mirando la ventana de vidrios oscuros que era nuestra única iluminación.
—¿Por qué la ventana está tintada de negro?
—¿Por qué lo crees?
—Si no quieres contestarme, solo dilo.
—Lo diría si no fuera tan divertido molestarte. —Alcé mis cejas con diversión y otro bufido salió de ella.
—Ahora entiendo cómo se siente Karter cuando lo molesto.
—Entonces este es el karma, querida Cooke. —Pensé unos segundos en ese apodo, hasta que me salió el preguntarle—. Por cierto, ¿por qué Cooke?
—¿Por qué lo crees? —hizo una leve imitación de mi mecanismo y eso me hizo acentuar mi gesto. Conmigo eso no funcionaría.
—Porque eres como una galleta, ¿tal vez?
—¿Me consideras como una galleta?
—Es lo que significa tu apodo, ¿no?
—No lo sé, ¿tú que opinas Max?
—Aprendes rápido Kylee.
La mencionada hizo un leve ademán de victoria para terminar alzando varias veces las cejas con una leve risa. No sé por qué, pero fue agradable escucharla a pesar de la situación. No necesitamos hablar más al quedar mirándonos por un largo rato, la risa continuaba en ella mientras que yo la admiraba.
—¿De dónde dices que eres?
—¿Desde cuándo te intereso tanto, Max?
—Desde siempre, Cooke. Solo que... Quise conocerte por mí mismo, pero no me funcionó.
—Soy de Andalucía. En España —algo de chispa salió de ella al mencionar eso y yo solo asentí.
—Y... ¿Cómo es Andalucía?
Tampoco tuve que entender del todo lo que decía, solo escucharla. Por alguna razón, desde el primer momento en el que llegó a la ciudad, su voz era cómoda para mí. Sentía esa calidez que nunca había tenido. Y por alguna razón, cuando estaba con ella, era como si todo lo que había hecho en mi pasado estuviera mal y su presencia me hiciera bien. Así pasó el resto del tiempo, hablando un poco de todo, hablando de ella y su lugar, de su hermano, de su familia.
Y mientras más la oía, a pesar de estar a metros de ella, la sentía cada vez más cerca de mí.
Estaba cayendo la tarde cuando su estómago rugió e hizo que lo tomara como si quisiera retener el sonido. Era posible que no haya comido desde la noche que la dejé en mi auto. Su mirada suplicó que ignorara eso, pero me era divertido molestarla y no dejaría pasar eso.
—¿Tienes hambre Kylee? ¿No te bastó con todo lo que comiste anoche?
La sorpresa en su rostro se transformó en vergüenza al entender lo que me refería.
—¿En serio no puedes pensar en nada más que no sea en sexo?
—Puedo pensar en ti desnuda, ¿te funciona?
—No podría esperar nada más de un lunático asesino.
—¿Asesino?
—¿Tienes la osadía de aún hacerte el desentendido?
—Si no hay pruebas, no ha sucedido nada para mí. —Me apoyé de la pared para cruzarme de brazos—. A diferencia de alguien más que admitió haber entrado a mi casa cuando no estaba.
—Eso te pasa por salir en El Haro.
—No es tu problema a dónde vaya.
—Tampoco es tu problema a dónde me meta.
—Esa no es excusa para irrumpir en una casa ajena.
—Tampoco lo tuyo es mucha excusa como para matar personas.
—Amo cuando me contradices.
—Yo odio cuando congeniamos —fue directa.
Algo si tenía Kylee que me atraía y era que no me tenía miedo, no importaba cuantas veces me viera hacer algo como lastimar o cuanto fingiera no querer acercarse por todo lo que había hecho. Ella seguía enfrentándose, mirándome a los ojos sin una pizca de miedo. No bastó con sumergirle en El Trazo con mi auto, ella surgió de allá con más fuerza para desafiarme en la universidad, sin importar lo que dijeran los demás.
Quién lo sabe, quizá lo que me atrajo a ella fue exactamente sus deseos de alejarme con todas sus fuerzas. Sus incesantes ganas de mantenerme a línea y seguir su vida. Su infigurable manera de atraer el peligro.
¡Hi Bbys! Cuenta regresi-¡va! Cuenta regresi-¡va! Okno Jajajajajaja
Discúlpenme, soy una autora emocionada por el final, y díganme, ¿cuales son sus teorías hasta ahora?
En lo que meditan sus teorías conspirativash (?), les digo que el conteo va por cinco capítulos para llegar al final.
¡Beshitosh idealesh y suspenshivosh! (?) XD
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro