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Capítulo 62. Retrato familiar



Karter Sorní

Tensé mi mandíbula unos segundos al ver como se acercaba la persona que había decidido visitar y nunca me imaginé hacerlo, quizás por la rivalidad invisible que existía entre nosotros, pero el ser humano estaba compuesto de sucesos que nunca se supusieron pasar, y eso me tenía ahí.

Frente a un cristal de plástico resistente que dejaba ver atrás de él al único joven que estaba en prisión en todo Efrén. O eso decía las noticias. Gracias a El Haro, según lo que me explicó una vez Mara, los delincuentes hacían sus actos en la ciudad en este horario y así mantenían a raya las infracciones, haciendo lo que quisieran, pero con el trato de no extender esto a horarios diurnos. Por eso la cárcel de la ciudad estaba vacía, a excepción de Lohan.

Él tomó el teléfono en la pared a su lado con tranquilidad y yo tomé el mío para hablar con él. Solo quince minutos, eso dijo el policía que tardaría con el prisionero al otro lado.

—Mi primera visita en un mes es la más inesperada, siempre consideré que Kylee vendría. Supongo que si estás aquí es porque ella no pudo.

—Tan astuto como un zorro.

—No me dices nada nuevo —susurró él y movió su lengua por su mejilla como si esperara que siguiera hablando—. ¿Qué necesitas de mí?

—Es sobre Cooke.

—¿Cómo está ella? Tuvo que pasar algo grave para que ella no estuviera aquí desde el primer día.

—Siendo sincero, no lo sé.

—¿No lo sabes? —Él pareció confundido y lamió sus labios por un segundo para acercarse al vidrio—. ¿Cómo que no lo sabes?

—Todo ha sido bastante frustrante últimamente Lohan. Un día todo estaba bien y al siguiente ella desaparece.

—¿Qué? No entiendo lo que balbuceas, habla claro Karter. ¿Dónde diablos está Cooke? —Parecía comenzar a molestarse.

—Maxwell dijo que la interrogaría, ella solo-

—¿Maxwell se la llevó? —me interrumpió con voz severa y sorprendido, luego pareció molestarse más. Yo asentí y el castaño de ojos azules chasqueó la lengua.

—Habló de sus pastillas, creí que-

—Me vale dos palos lo de sus pastillas o lo que pensaste, ¿en serio la dejaste irse con Maxwell? ¿Es que eres imbécil Karter? ¿Sabes de lo que es capaz?

—Juraba que solo sería por lo de sus pastillas.

—Sí. Y tú le creíste —dijo algo irónico para jugar después con su lengua de nuevo, mirando a otro lado. Giró sus ojos a mí al pasar los segundos—. ¿Acaso te sorprende? Estoy comenzando a dudar de tu supuesta inteligencia.

—¿Disculpa? —Apreté el mango del teléfono al escuchar lo último y él soltó una risa burlona.

—¿Qué esperabas que hiciera Maxwell, Karter? ¿Eh?

—No me queda mucho tiempo —interrumpí—, y hay algo más de lo que quiero hablarte.

—¿Qué?

—¿Por qué Kylee tenía el colgante de Mara?

Él abrió sus ojos de repente y sentí su respiración pesada a través del auricular.

—¿Dónde lo encontraste? —cuestionó.

—En su bolso —respondí con sencillez y él apretó su mandíbula tras decirle eso—. ¿Qué hacía mi hermana con eso?

—Es de Maxwell.

—Era de Mara, ella lo usó toda la semana antes de su desaparición Lohan. ¿Acaso no conocías a tu novia? —Levanté una comisura y él hizo lo mismo entendiendo el mensaje que le envié.

—En primer lugar, Karter —tamboreó sus dedos en la mesa de su lado—, ese colgante fue un regalo del padre de Maxwell hacia él años atrás, Mara lo tenía en su mano cuando llegamos al forense. Y segundo, si es porque te cogiste dos o tres veces a mi novia, no te emociones, no eres el único.

—Es imposible. —Fruncí el ceño con molestia—. Recuerdo perfectamente ese colgante en el cuello de Mara.

—No sé el porqué, pero tampoco es mi problema. Sé la historia de ese colgante y te aseguro que es de Max, eso me indicó por completo el hecho de que él tuvo que ver con- ... Espera, dijiste que lo tienes, ¿no? —Al parecer se le ocurrió algo y yo asentí—. Ve a mi casa, lo antes posible, el número de mi hermano está detrás del retrato de mi familia en el salón. Llámalo y dile sobre el colgante.

Su apariencia se vio desesperada al instante y puso su mano en el cristal para verme con seriedad.

—Por favor, si quieres volver a ver a tu hermana, hazlo lo antes posible Karter. Olvida el pasado, debes hacerlo antes de-

—Se acabó el tiempo —la voz del policía detrás de Lohan se escuchó y me hizo dar de cuenta que el otro oficial que me llevó ya estaba al lado mío.

—No hay tiempo, Karter —dijo cuando lo tomaron del brazo y resistiéndose de cierta manera—. Te lo ruego, ve, ¡ahora! —Se jaló con más fuerza y solo pude escuchar como gritaba casi como un desquiciado: Trece cero dos.



Y eso me trajo hasta aquí, frente a la casa de Lohan. Junto con Amaya.

No sabía dónde vivía el prisionero, por lo que tuve que pedirle ayuda a mi única mejor amiga de la ciudad. Ella era amiga de él como también lo llegó a ser de Mara y lo seguía siendo de Conley.

Estábamos detenidos fuera de la casa, solo mirando la fachada de color blanco y detalles bastante caros. El auto de Lohan se encontraba fuera desde el día que lo apresaron, y se notaba el descuido del tiempo caer sobre él, al igual que el césped y otras cosas del lugar.

—Bien, ¿qué más te dijo Lohan?

Después de todo, tuve que terminar de decirle todo a Amaya, ella no quería traerme de no saber lo que pasaba de manera completa. Su sexto sentido de investigadora y criminóloga, según sus palabras, le dio el indicio de que le ocultaba muchas cosas y confesó el no ayudarme si no le decía todo lo que sabía.

—Tenemos que entrar. ¿Sabes si tiene seguridad si casa?

—No, creo que solo en la puerta y ventanas —pensó ella por unos segundos mirando a detalle la casa.

—De acuerdo. Si no es por las ventanas y puertas, ¿por dónde entramos?

—Creo que él tenía un código o algo así para entrar.

—¿Trece cero dos?

—¿Qué?

—Es lo que me gritó Lohan cuando se lo llevaron.

—Bien. Entonces es de suponer que ese es el código.

La morena caminó hacia la puerta para quedarse justo al frente y dirigir su mano hacia un lado, moviéndola como si ingresara algo y la misma cedió para empujarse por la chica. Me hizo una seña con la mano para que la siguiera y yo fui con ella para entrar.

Todo estaba algo oscuro, levanté el interruptor a un lado de la pared y las luces iluminaron todo alrededor. Entonces lo vi, como él había dicho, había una mesa que sobresalía de la pared en la que había retratos. Buscamos entre los mismos el indicado y ella lo encontró, lo levantó con una mano para darle vuelta y encontrar allí el número que Lohan había especificado, llevaba el nombre de «Aarón».

Lo apunté en mi teléfono y cuando estuve listo, salimos de la casa. No dijimos nada más hasta llegar a la universidad. No sabía por qué tenía la sensación de que éramos seguidos desde que salimos del lugar,pero consideré que era paranoia y solo estaba preocupado por hacer algo a lo que no acostumbraba. O al menos eso quise creer.



¡Hello Bbys! Aquí estamos de nuevo con el conteo regresivo de capítulos. :3

Faltan siete capítulos para el final.

¡Besitos suspensivos!


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