Capítulo 57. Terminar lo que empezó
Kylee «Cooke» Sorní
Mi hermano sostenía mi brazo para hacer el intento de detenerme, seguía mis pasos, pero estos no me llevaban a ningún lado por estar sostenida.
—¡Véanlo! ¡Es un asesino! ¡Un psicópata absuelto!
—Cooke, ¿qué te pasó? Estás-
—Este imbécil es un asesino —le interrumpí de mala manera—. Lanzó su vehículo al lago conmigo dentro luego de golpearme la cabeza contra el cristal de la ventana. ¡Es un homicida!
—Cálmate Co-
—¡¿Cómo quieres que me calme cuando veo a un asesino frente a mí, sonriendo como si nada?! Está delante de esta bola de inútiles fingiendo demencia mientras yo pierdo la cordura. ¡Es un asesino y no tengo la menor duda de que es el culpable de la muerte de Mara!
Karter me tomó con más fuerza y me jaló para que me alejara de la escena, pero yo evité que me lleve con él, quiero enfrentarme a ese imbécil cínico que tenía a unos metros.
—Cooke —empezó Amaya con una voz dulce—, mejor vámonos, nosotros-
—Juro por mi vida que te haré pagar —escupí con rabia cuando sus comisuras subieron más—. Y cuando lo haga, no te olvidarás de mi nombre.
—Cooke, deja el maldito espectáculo y vámonos a la habitación. —Karter me movió por impulso, pero yo caminé en contra de la dirección a la que él iba—. Cooke, la beca.
—¡Me importa una mierda la beca! ¡Karter, maldita sea, pude morir ahogada, hermano! ¡Pude morir como Mara! —Me enfrenté a él para gritarle aquello, para volver a girarme otra vez al castaño.
Todos soltaron sonidos, atónitos por lo que había dicho, los murmullos se levantaron a nuestro alrededor. A mí no me importaba en absoluto, quería volarle esa maldita sonrisa como fuera, quería desaparecer a ese infeliz. A pesar de eso, Maxwell seguía en silencio con sus manos dentro de sus bolsillos, como si no sucediera nada.
—Karter. —Me di la vuelta para tomar por los hombros a mi hermano, él se sorprendió por el giro repentino—. Karter, tienes que creerme. Te lo ruego, Karter. Por lo más santo que tenemos te pido que me creas, yo nunca te mentiría con esto.
—¿No lo harías? ¿Así como lo del ácido fólico? ¿O lo de tu pelo blanco?
Abrí los ojos con sorpresa, el sudor se me hizo frío al saber que hablaba en serio, que me sabía descubierto. Entendía que era cuestión de tiempo, pero no tan rápido. Pero luego le aclararía las cosas, ese no era el momento.
—¡No! ¡No! Esto es real, esto es un intento de asesinato. —Señalé al chico detrás mientras sostenía a mi mellizo—. Podemos ir al lago, su auto sigue debajo del agua. Te lo juro por el abuelo. Créeme por el amor de Dios, ¡créeme!
Aunque no fuera mi plan, dos lágrimas corrieron por mi cara con lentitud, no pude contener las que siguieron y tuve que pasar el dorso de mi mano para apartarlas con rabia. Nunca había llorado frente a mi hermano, nunca lo había hecho hasta ahora.
—Ahora podría estar muerta, pero sobreviví. Pude huir de la muerte dos veces en una noche. Pude salir de El Haro y llegar hasta aquí. Karter... Yo...
Todos los presentes de nuevo se sorprendieron al escuchar la palabra «Haro». Se suponía que nadie volvía con vida si estaba fuera en esas horas y yo estaba ahí, herida, pero ahí.
—Mentirosa. —Una chica delgada de pelo negro habló de la nada y dio un paso delante—. Eres una mentirosa. Ninguno de los que anduvieron por El Haro antes han regresado, ¿qué te hace a ti tan especial para volver con vida?
Iba a contestar y antes de que abriera la boca, alguien más de alrededor salió para acusar.
—Es cierto. De seguro envidia tanto a los Sayler como para inventar todo esto. —El moreno que se expresaba frunció el ceño—. Solo para hacerles quedar mal. —Otra vez los estúpidos murmullos alrededor, ahora juzgando la escena.
—¿Cómo te atreves a engañarnos de esa manera? —Inquirió otra chica.
—Maxwell perdió a su hermana, de seguro tú fuiste la imbécil que la mató. —Salió otra más—. Das asco.
La oleada de insultos se alzó sobre nosotros y me hicieron alejarme de mi hermano, sentiría que en cualquier momento me golpearían. Entonces levanté la mirada hacia el joven por el que peleábamos, y ahí estaba él. No había movido un dedo, no cambiaba su gesto divertido y menos dijo una palabra. Su mueca alegre permanecía, como si nada, intacta hasta el último segundo.
Él sabía lo que pasaría, Maxwell conocía muy bien a la gente de allí y estaba preparado para esa respuesta. Parecía haber planeado todo desde el principio. Era como si había hecho la escena perfecta para que yo perdiera los estribos en cualquier oportunidad delante de la gente.
—¿Karter? —llamé a mi hermano para volver mis ojos hasta él. Sin embargo, él estaba ahí, con la cabeza agachada, mientras que su amiga solo miraba a otro lado para no ver lo que sucedía.
—Kylee —la emisión de mi nombre desde la voz de Maxwell me hizo girarme a él de forma lenta—. Creo que me confundiste. —Su calma me daba mala espina—. ¿No será que alucinaste?
Él lo sabía.
Dejé de escuchar cualquier cosa a mi alrededor cuando el mundo pareció romperse para caer pedazo por pedazo hacia un abismo. No, de seguro había sido coincidencia, era posible que... que...
«Porque ambos eran el confidente del otro, ninguno se guardaba secretos entre ellos y eso no excluía ese tipo de cosas». La voz de Lohan la tarde en que Mara había aparecido muerta vino a mi mente.
Aquella vez en el parque, Mara me amenazó con decirle a todos sobre mis medicamentos si ventilaba algo sobre su relación con Karter. Eso significaba que...
Mierda.
Maxwell lo sabía, lo supo desde siempre. Ahora entendía por qué ese acercamiento incesante, esas intenciones de mantenerse a todo tiempo conociendo dónde estaba. ¿Acaso ese era su verdadero plan? ¿Volverme loca para exponerme ante todos?
Me insultaban, abucheaban e intentaban empujarme cuando me enderecé en mi lugar. Su sonrisa había sido la misma desde siempre, porque desde siempre supo que pasaría esto... él había ganado. Me giré sobre mis talones y di unos pasos lentos para pasar por el lado de mi hermano con dirección a la habitación. Estaba cansada. Agotada de todo lo de esa noche anterior. Necesitaba alejarme para organizar todo en mi cabeza y poder mantener mi mente estable después de los sucesos que estaban seguidos uno del otro.
Estaba al borde del colapso.
Alguien me lanzó una bebida a mi cabeza, pero solo me percaté cuando esta se derramó sobre mi cabello, vertiéndose y escurriendo por todo mi cuerpo sin delicadeza alguna.
La humillación, la impotencia y la ira se mantenían intactas bajo mi máscara de serenidad. De esa supuesta calma que no tenía y escondía mucho más que lo que sentía. Y aun con esa mentira a flote en mi rostro, ni siquiera mi disfraz era tan bueno como el de Sayler. Se acabó. Y él lo sabía.
No podía mostrar mis armas y enfrentarme a un monstruo, no podía pelear contra un demonio en todo su esplendor cuando los inocentes los defendían a ciegas.
—¿A dónde crees que vas, Kylee? —Las palabras de Maxwell hicieron callar a todos, y me detuve—. Sabes que me acabas de acusar de algo muy delicado, ¿no? Además, tienes mucho que aclarar de tu desaparición y las pastillas que tanto has escondido. No creas que pasaré por alto esto.
Cuando menos lo pensé, él estaba al lado de mí para empujarme por la espalda con suavidad. Suspiré.
—Vale —fue mi última palabra, cansada y desesperada porque terminará aquello cuanto antes.
—Espera. —Karter surgió del silencio y nos hizo mirarlo por unos segundos—. Mi hermana está muy lastimada, ¿no deberíamos-...?
—No te preocupes Karter. —La mano del más alto se posó sobre mi hombro, y un escalofrío corrió por mi espina dorsal—. Yo me encargo de que no le pase nada.
No sé cómo los demás tomaron esas palabras disfrazadasde amabilidad. Sin embargo, para mí solo sonó de una manera: «Terminaré lo quehe empezado».
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro