Capítulo 53. Auto sumergido
Maxwell Sayler
Qué bella se podía ver Cooke cuando estaba durmiendo. El problema había sido como la pude dormir de esa manera.
No creía que ella sola se confesaría sin querer, era cierto que tenía mis sospechas de su efecto en Lohan, pero no a ese punto. Ella se puso a la defensiva al instante e intentó inventar excusas, aunque ya el daño estaba hecho. Detuve el auto cuando apenas faltaba una calle para llegar a la casa de los Somerville y llegar a la cena de conmemoración. Cambié de planes.
Kylee le dio pánico mi acción, intentó salir al instante, pero aseguré todas las puertas con el botón maestro del piloto. Entonces fue que la miré, el miedo se reflejó en sus ojos oscuros al notar lo que había hecho, el temor subió por su cuerpo hasta su rostro cuando acerqué mi mano a su rostro. Lo acaricié con la yema de los dedos, sintiendo su ligero temblor intensificarse, era tan lamentable ver y saber lo que le haría a ese bello rostro, tan delicado como una muñeca de porcelana. Tomé su mejilla acercándome un poco y cuando ella pareció entender que la besaría como las otras dos veces, arrojé su cara contra el vidrio cerrado a su lado, haciendo que el impacto quebrara el mismo y la joven afectada se desmayara al instante.
Una línea de sangre brotó de la parte superior de su frente y corrió por su cara al volverla a tomar. Ahora se veía tan dulce, así calmada, con esa tinta cruzando por su rostro de forma tan delicada que parecería una pintura renacentista para el que la viera. Besé su mejilla con suavidad para después dejar su cabeza descansar en el respaldar del asiento.
Arranqué el auto por segunda vez y avancé, pero ya no a camino de la casa del alcalde de la ciudad, sino para El Trazo. Para aquel lago que se asomaba a menos de un kilómetro de donde estábamos. Encendí la radio en la emisora de la ciudad, escuchándose el coro de mi canción favorita de la temporada, como si todo fuera un plan encomendado por alguien desde el inicio.
Me detuve en un semáforo en rojo y solté el guía por un momento, meditando lo que haría al llegar al lugar. Observé a chica a mi lado y no pude evitar recordar los acercamientos anteriores, el cómo ella se enfrentaba a mí aun sabiendo que podía estar en peligro como lo estaba ahora, el cómo había respondido a mí cada vez que la tomaba de rehén en mis caricias, su voz molesta al insistirle en algo o solamente estar a su lado. El cómo me debilitó y me hizo romper todas las reglas de mi familia solo por tenerla a mi lado. No sabía cómo lo lograba, ella se volvió un imán para mí, se convirtió en la luz de esta mosca llena de sangre que solo quería lastimar sin razón aparente. Y de repente, sentía la necesidad de lastimar para que no la lastimaran a ella.
Qué irónico.
El semáforo se puso en verde y continué el camino solo sintiendo las últimas notas de la canción «Fed Up» de Ghostemane, llegando a pensar en que estaría en problemas si descubrían lo que haría. Sin embargo, esa era la ventaja de ser el jefe policial, todo pasaba por mis manos y se quedaba donde yo quisiera, no podía tener mejor control en Efren que el mismo que tenía. Todos los imbéciles ciudadanos solo cerraban la boca ante las palabras de mi familia, y la muerte de Mara solo afianzó eso más.
Quizás luego de terminar con Cooke, podría visitar por unos minutos el cementerio, aunque ya estaba cayendo la noche. La investigación con Lohan me había quitado tiempo, cada vez que intentaba sacarle la información al infeliz ex de mi hermana, él se negaba a cooperar conmigo. Supuse que tenía que ser algo o alguien muy importante para no querer decírmelo con tanta insistencia, puse en duda a cada uno de sus amigos, conocidos y familiares. Sin embargo, la más evidente de ser partícipe de esto era Kylee.
Y los dos estaban dentro de mi casa, solo indicaba que querían buscar evidencia que ocultar. Aún no tenía pruebas de que tuviera que ver con la muerte de mi hermana y antes de que se le escapara el argumento anterior, tampoco tenía pruebas de que ella sabría sobre lo de Lohan en mi casa. Todo era pura suposición.
Me estacioné justo en la playa que conectaba a la masa de agua dulce, ya el sol estaba terminando de descender por las montañas en el horizonte, dándome una vista espectacular antes de lo que haría. Los rayos se hacían cada vez más delgados hasta que definitivamente la luz dejó de verse, dándole paso a una leve capa de oscuridad que solo constaba de tiempo para tener la noche por completo.
Dejé el motor encendido y me salí del auto, la puerta se mantuvo abierta y di la vuelta hasta el lugar de copiloto de Kylee. Abrí la hoja de metal para cargarla, tuve la idea de solo lanzarla al agua cuando estuve por levantarla, pero al tenerla en brazos algo mejor se me ocurrió.
Volví a caminar por delante del auto con parsimonia y me coloqué frente al asiento del conductor, depositando a la chica dormida por el golpe en el asiento delantero frente al timón. Ella se dejó hacer al recostarse del mueble aun con sus ojos cerrados.
Respiré profundo y le di a la palanca de cambios hacia delante, salí de allí para terminar por cerrar las puertas del auto abiertas. La máquina se empezó a moverse con lentitud hacia delante con dirección al agua, yo solo observé como este se iba adentrando sin detenerse.
Y pensar que imaginé tantas veces a Kylee debajo de mí mientras gozaba de su cuerpo como lo había hecho con sus besos, era una lástima que ahora estaría debajo del agua para reportarse como víctima del Haro. El automóvil no me preocupaba de nada, estaba a punto de cambiarlo, así que había hecho dos favores en uno.
Cuando la caja de metal se vio hundirse por completo fue cuando coloqué mis manos en los bolsillos de mi pantalón para suspirar.
—Fue un gusto conocerte Kylee. —Ladeé mi cabeza—. Me enseñaste que... Bueno, no me enseñaste nada más de lo que ya sabía. Si ves a mi hermana en el infierno, dile que le mando saludos.
Me di la vuelta y caminé hacia la calle, sería una caminata muy larga hasta la casa de los Somerville, observé mi reloj y noté que de seguro ya habían comenzado sin mí. No valdría la pena llegar a deshora cuando mis padres me reprocharían de cualquier manera, ya sea por llegar tarde o por no llegar. Iría mejor a casa, así tendría mucho tiempo para crear un plan de cómo descubrir al asesino de mi hermana en caso de que no fuese la misma chica que ahora estaba bajo agua.
Vaya, eso se merecía un cigarrillo al llegar a casa.
Tenía cuatro sospechosos por analizar al dirigirme por las calles de Efren, las personas me saludaban al reconocerme y yo les sonreía por inercia con un movimiento de manos. Nadie se imaginaría que acababa de ahogar a una extranjera en el lago, tampoco esperaba que lo hicieran.
Siguiendo con el análisis, Lohan aún se mantenía como principal sospechoso por encima de cualquier persona, fue el último en verla y pelear con ella, además de que poco tiempo después entendí de que había descubierto a Mara con Karter, ¿quién diría que no mataría por celos? O Por egoísmo de tenerla solo para él. El amor podría convertirse en algo enfermizo y mal intencionado si se reaccionaba de mala manera, esa sería una excusa perfecta para hacer tal daño.
Los otros tres sospechosos tenían razones más leves que él, Conley podía ser por celos casuales, a Amaya no la conocía del todo más allá que lo revelado el día del interrogatorio y Karter... Vaya, pobre Karter, sufriría al igual que yo al no encontrar a su hermana, lloraría y le dolería seguir adelante sin ella. Sabía perfectamente que, de los dos, Kylee era la cabeza y él confiaba demasiado en ella, así como yo hacía con Mara.
Oh, qué triste. Acababa de recordar el celular que le regalé a Cooke y ella se había sumergido con él antes de abrirlo. Bueno, pero ese no era mi problema. Si me detuviera a pensar en las familias de todos los que había matado y pequeños detalles como esos, era muy posible que me volviese loco. Ya estaba hecho y no podía dar marcha atrás, solo quedaba continuar con la investigación hasta el último punto.
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