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Capítulo 51. Todo un caso


Kylee «Cooke» Sorní.

Vacaciones. Era agosto, pleno calor de verano y descanso total hasta el nuevo semestre que comenzaría en septiembre. Como era de esperarse, mi hermano y yo aprobamos nuestros exámenes, nuestros índices no podían estar mejores.

Era cierto que para este verano tenía en observación el visitar a mis padres, pero lo decline para tomar clases extras por encima del siguiente semestre. El sistema de la universidad Efren te daba la oportunidad de empezar algunas asignaturas para adelantarlas en tiempo y esto le pareció muy bien a nuestra orientadora. Karter decidió lo mismo con tres clases por encima a mí, por lo tanto, para él no existían las vacaciones.

Pasaba por mi cabello húmedo una secadora mientras me miraba al espejo del baño. Pude teñírmelo sin ningún problema y ocultar aquellas líneas blancas que ya eran muy notables. Pasé un buen rato hasta que mi celular timbró encima de la mesa. Apagué el secador para dejarlo en el lavamanos y tomar el celular, era una llamada de Maxwell.

Ustedes dirán algo como: «Oye, odias a Maxwell, ¿cómo tienes su número agendado?» y no había más respuesta para eso que «soborno». Él se aprovechó por completo del beso en mitad de la universidad, y no solo tomó ventaja para que dejara de hablar con Lohan, sino que también lo utilizó para acercarse más a mí y hacer que quedáramos en contacto.

No sabía por qué tan de repente ese deseo de que estuviera siempre a su lado cuando era obvio lo tanto que lo detestaba. Era cierto, me dejé llevar de esos dos besos, pero eso no significaba que sería su mascota a su antojo y cuando quisiera. Aun así, estaba sometida a cumplir sus deseos para que no abriera su boca y tener que dar explicaciones, sin incluir que al fin Karter y yo nos estábamos llevando mejor, ¿qué pensaría él de que estaba con el hermano de la que era su amante cuando especifiqué bastante bien mi disgusto con los Sayler?

Dejé el celular sin responderle y caminé al baño para seguir en lo que estaba, aunque quisiera no podía escribirle, mi celular seguía siendo el mismo que se había roto aquella vez y tenía problemas para aún. Encendí la secadora otra vez para mover mi cabello en dirección de la fuerza del viento. Por la habitación solo estaba el ruido de la máquina, puesto que Karter estaba en sus nuevas clases, ahora le había tocado dos seguidas y cuando volvía lo hacía tan agotado que ni quería hablar.

Mi momento de soledad llegó a su fin cuando tocaron la puerta, gruñí de incomodidad al notar que no podría secarme el pelo a gusto por tantas interrupciones. Otra vez la apagué para colocarlo en el lavamanos y arrastré los pies hasta llegar frente a la madera, girando la perilla para abrir.

La suerte existía, el problema era que yo no la tenía.

Ahí estaba el estúpido Sayler sonriente, con su mano prepara para tocar otra vez si no le abría a tiempo. Mi gesto de aburrimiento cambió a uno de «vete de aquí», pero pareció importarle de poco para pasar sin permiso y caminar hacia la mesa, vio el celular y lo tomó.

—¿Por qué no respondiste?

Me crucé de brazos alzando una ceja.

—¿Por qué debería?

—Porque te escribí algo importante.

—Luego de que me destrozaras el celular no puedo responderle a nadie y no tengo dinero para comprar otro —sonreí—. Así que es muy lamentable que no puede responder tu tan maravilloso mensaje que, por cierto, no cumpliré.

—No es lo que tú quieras, debes hacerlo.

—¿Por qué diablos crees que iría a algo tan estúpido? Y menos contigo.

—Mañana tengo que ir a ese lugar con alguien.

—Entonces ve con Conley. —Levanté las manos como si encontrara la más evidente respuesta.

—¿Me ves cara de que quiero ir con esa...? Olvídalo. Ella también estará ahí. —Había dibujado una mueca cuando mencioné el nombre y luego volvió a sonreír. Ladeó su cabeza cuando cerré la puerta—. Por cierto, te quedaba mejor estar con el mechón blanco. Te hacía lucir más interesante.

—Métete en tus asuntos Sayler.

—Eso hago, ahora tú eres mi asunto.

Rodeé los ojos volviendo a abrir la puerta para terminar por verlo algo molesta.

—Vete si ya terminaste de molestarme con tu existencia.

—Debo hacer eso por lo menos quince minutos al día, así que me queda tiempo.

—Maldita sea Maxwell —cerré de un portazo—, no iré a esa mierda. Ni contigo ni sola. Vete con una del campus, que sé perfectamente que morirían por ir contigo sin ningún problema.

Maxwell me había enviado un mensaje indicando que tenía que ir con él a la cena que tendría su familia con los Somerville en conmemoración de la fundación que se celebraba cada quince de agosto en la casa de los últimos mencionados. No entendía por qué quería que fuera con él si no tenía ningún sentido.

—¿Estás celosa Kylee?

—¿Eres idiota Max?

—¿Crees que soy idiota?

—¿Crees que estaría celosa?

—Eres todo un caso Kylee.

—Tú eres el que quiere joderme.

—Y de cuantas formas quisiera hacerlo. —Su sonrisa se volvió algo más pícara y mis orejas se sintieron calentarse al entender su doble sentido.

—Lárgate.

—Oblígame.

—¡Agh! ¡Bien! Iré, pero ya lárgate.

—¡Perfecto! —Su sonrisa se abrió para mostrar sus perfectos dientes blancos—. Vengo por ti a las seis.

Su sonrisa de oreja a oreja me incomodó bastante. Juraba que algún día le arrancaría esa estúpida mueca, costara lo que costara, él abrió la puerta y me dio una última mirada para lanzar un beso y cerrar la entrada detrás de él. Intenté contener la compostura como fuese, mantenerme intacta de sus estupideces, pero no podía contener las ganas de patearle las bolas.

Paciencia Kylee, es solo un imbécil, de alguna manera saldrás de esta ilesa y solo podrás enfocarte a tu universidad de una vez por todas. Fui a buscar mi bolso hacia el armario y entré mi mano en su interior. Allí saqué el colgante que se supone le pertenecía a Maxwell, el mismo que se suponía que tenía Lohan y, por suerte, al último momento cambié de opinión.

Resulta que era cierto que Lohan llamaría a su hermano en Texas para tener ayuda, pero tomé en cuenta algo. Maxwell sabía que alguien había entrado a su casa, ¿quién creería él que sería el que lo allanó cuando no estaba? El único que sabía de la condición de Max porque este último se lo había confesado días antes, que sus padres no estaban, el único que sabía de la seguridad y por dónde entrar, el único que podría buscar algo en aquella casa para su defensa, incluyendo el hecho de ser el principal sospechoso, era Lohan.

Solo era cuestión de tiempo para que llegara a esa conclusión y me hizo confesárselo al chico de ojos azules que a estas alturas seguía detrás de las rejas por investigación. Lohan entendió al instante y me dio la razón, regresándome el colgante para que lo cuidara. Maxwell quizás sabría que Lohan estaba en su casa, pero nunca se imaginaría que eran dos personas.

El problema surgió cuando atraparon a Lohan antes de lo esperado y que Maxwell me enfrentó antes de llegar a él para establecer una mejor táctica. No sabía cómo podría comunicarme con su hermano.

Volvía a guardar el colgante en el mismo lugar y cerré el armario. Caminé hasta el baño por tercera vez y encendí el secador para continuar, mis ojos se miraban en el reflejo mientras meditaba toda la situación. Tenía que encontrar alguien que me sirviera de puente o ayuda para ir con Lohan, también tenía la opción de buscar a alguien más, pero era casi imposible confiar en otra persona que no fuera el chico que me acompañó a la misión suicida. Debía planear algo y rápido, todo se nos estaba yendo cuesta bajo lentamente y eso me hacía posible sospechosa de nuevo si se encontraba con qué inculparme. 


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