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Capítulo 46. El plan Sayler. Parte 03


El chico delante de mí pareció titubear en tocar cualquier cosa. Puse una mano en su espalda cuando me coloqué a su lado y le acaricié para que entendiera que se podía tomar su tiempo. Él me observó por el rabillo del ojo y al devolverle la mirada él mostró una sonrisa tan marcada que su hoyuelo se hizo notar.

—Vale, ¿por dónde empezar?

—Suponiendo que era el cuarto de Mara, buscaremos en los lugares que ella escondía las cosas, de seguro Maxwell quiso usar los mismos.

—Entendido.

—Mientras tanto, tú cuéntame de tu peculiar cabello.

— «Peculiar». Siempre odié esa palabra.

—Solo es una palabra, no veo nada de malo en ella. —El chico se alejó y se agachó para ver debajo de la cama—. Pero no importa, tú solo habla.

—Es hereditario. Tengo algunas ramas de «canas» en el cabello.

—¿Canas? ¿A tu edad? —dijo quedando de rodillas para sacar una caja que había tomado al extender a su mano.

—Repito, hereditarias. Las comencé a tener desde los quince. Las teñí por... Bueno, ya te imaginas.

—La universidad —aclaró y yo asentí—. De seguro se te ve bastante bien.

—No exactamente. Tener el pelo de dos colores tan distintos puede ser muy llamativo e incómodo para una persona como yo.

—En ti lo entiendo, pero de seguro a tu hermano le duele ocultar esa característica.

Suspiré mirando a otro lado mientras él abría la caja para buscar dentro, mordí el interior de mi mejilla mientras se extendía la falta de palabras en la habitación. Él me observó cuando notó que no le contesté.

—¿Qué pasa?

—Mi hermano no las tiene, solo soy yo.

—¿Y él lo sabe? —Negué de nuevo con la cabeza y él bajó la caja—. Me estoy dando cuenta que le ocultas bastantes cosas a Karter. Creía que los mellizos no hacían ese tipo de cosas.

—No sé otros mellizos, pero lo de Karter y yo es algo diferente. Hay cosas que posiblemente no entendería por más que se lo explique.

Lohan se levantó del piso al dejar la caja otra vez en su lugar, parecía no haber encontrado nada. Se sacudió las manos y rodillas sobre la tela de su pantalón para acercarse a mí unos segundos.

—¿Por qué no contarle las cosas a tu hermano mellizo? ¿No son tan cercanos?

—No es eso. —Vi cómo se movía a otro lado, en específico una de las gavetas de la mesa de noche—. Tampoco lo entenderías.

—¿Opinas que tu hermano no es lo suficiente listo para entender?

—Todo lo contrario, Karter es un intelectual por completo. Sin embargo, es por eso por lo que no le quiero decir.

Rebuscó por un momento, pero no encontró nada, él siguió hacia su armario y miró en el interior, volviéndose a agachar para tomar una caja de zapatos que estaba un poco más dentro, la abrió para mover sus cosas dentro.

—¿No crees que, si es tan inteligente, se dará cuenta de todo? —Rasqué un poco mi cabeza, esa pregunta me pareció algo incómoda. Aun así, decidí contestarle.

—Lo sabrá. Pero no por mí. No quiero afectar más su perspectiva de lo que ya está.

—Quiero pensar que sabes lo que pasará cuando se entere de lo que sea tengas escondido, además de lo que me has contado. —Él me observó sobre el hombro antes de dejar la caja y tomar otra.

—Solo digamos que estoy postergando lo inevitable.

—¡Eureka! —gritó para cubrirse la boca casi al instante, mi mirada se detuvo en él de repente.

Dejó la caja en su lugar para cerrar el armario y levantarse con algo en manos que, supuse, era el colgante. Cuando llegó frente a mí me la mostró en su mano, era un colgante algo delgado, pero bastante elegante. La letra M parecía escrita en cursiva. Pero distinguí de inmediato que la ligera cadeneta estaba rota, al instante reflexioné en lo que dijo Lohan. Era cierto, lo más lógico es que fuera arrancada en una lucha por vivir.

—Ya podemos irnos.

No pude contestar, la sonrisa que se me formaba fue borrada por un sonido en el exterior. Me acerqué a la ventana de Mara, estaba cubierta por cortinas, algo transparentes, que dejaban ver hacia fuera. Un hombre se vislumbró frente a la puerta trasera, arrastrando sus pies y dejando un rastro en su paso.

Mi pulso se aceleró al instante y me separé del lugar casi corriendo, chocando con Lohan en su paso y este tropezándose un poco, pero no cayendo.

—Está aquí —susurré y él se sorprendió, para desfigurar su cara en el miedo. Intentó pensar. Solo hizo tomarme de la mano con su diestra y con su zurda obtener algo que no logré ver, para terminar, sacándome de la habitación. Aparentemente, no le importó dejar la luz encendida tras cerrar la puerta detrás de él.

Caminamos fuera, nuestros pasos soltaron un sonido ligero en el piso de madera mientras llegábamos a la escalera. Nos colocamos en la pared al lado de estas, él dejándome detrás de él. Quien subiera no notaría nuestra presencia, al menos que mirara hacia el lado.

—Cooke —murmuró para que le prestara atención—. Haré una distracción para que él suba lanzando esto —no pude ver lo que mostraba, pero aun así continuó—, cuando Maxwell vea la luz encendida, él irá hacia allá y nosotros bajaremos lo más rápido que podamos.

—Sí.

—Estando abajo —continuó en voz menguada—, encenderás la lámpara de tu celular e irás a la puerta del frente, yo iré a la de atrás para cerrarla otra vez, él creerá que alguien salió por detrás y podremos correr a la de adelante.

Asentí a pesar de que él no podría verme, pero pareció entender que escuché todo. Lohan lanzó el primer objeto hacia el pasillo del segundo piso. Esperamos unos segundos hasta escuchar algo debajo. Al notar que nadie subía, él lanzó algo más al pasillo, este rompiéndose y asustándome de paso. En el piso de abajo algo parecido a un arma se escuchó, mi corazón latió con fuerza por adrenalina surgida de mi cuerpo.

Entonces los pasos se sintieron asomarse, faltando unos peldaños para llegar a donde estábamos, el policía que estaba en el Haro corrió en subida para ir rápidamente hacia la puerta como dijo Lohan. Ante esto, él me volvió a tomar de la mano y bajamos las escaleras con presura, cuidando de no hacer ningún sonido o caernos.

El castaño se separó de mí y yo tomé mi celular para encender la lámpara, caminando por el salón hasta la puerta. Justo cuando tomé la perilla, hubo un portazo al otro lado de la casa, era mi señal. Abrí la puerta y salí al sentir que alguien corría en mi dirección. Me importó en lo más mínimo El Haro, solo corrí hasta algún punto de la calle. Solo me detuve detrás del auto en el que habíamos estado antes de entrar a la casa de los Sayler.

Intenté calmar mi alterada respiración como pude, pensaba en todas las posibilidades de haber sido descubiertos y de cómo nos mataría de solo encontrarnos. Sentí una mano en mi brazo y me asusté al mirar al lado, para reparar en que era Lohan. Mi cuerpo gritaba pánico hasta por los poros.

—Tranquila. Ya estamos afuera. —El chico levantó un poco la cabeza por sobre la parte delantera del automóvil y se agachó otra vez—. No ha salido, debemos correr ahora.

No fue una pregunta. Tomándome de la muñeca, corrimos por la calle oscura en sentido contrario de la casa que habíamos invadido. Todo parecía pasar en cámara lenta, el cabello de Lohan flotaba con cada paso que daba, mi respiración era irregular al intentar seguir sus pasos, el sonido de disparos a la distancia nos alertó al creer que podría ser Maxwell. Aceleramos la carrera hacia algún punto lejano.

Como si se tratara de un mal juego del destino, pasos a nuestros lados a la misma velocidad alimentaron nuestro temor, aunque corriéramos más fuerte, alguien parecía seguir el paso por los oscuros arbustos de la calle principal. Saliendo de su escondite de repente para enfrentarnos.

Era un hombre de apariencia mayor, portaba en sus manos un arma grande que no sabría descifrar por la oscuridad. Él nos apuntó al frenar y Lohan no dudó ni un segundo para colocarse delante de mí, sentía que temblaba al igual que yo, pero eso no pareció ser impedimento para usarse como escudo.

—Un solo movimiento, niños y conocerán a Dios. —El arma cargada sonó en sus manos y me hizo tragar grueso.

Estábamos perdidos. Moriríamos por culpa de El Haro eneste plan suicida, ¡y todo era mi culpa!


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