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Capítulo 45. El plan Sayler. Parte 02


Nueve de la noche del tercer sábado de julio.

Estábamos acercándonos a la casa de los Sayler, nos quedamos en la otra esquina para notar que todas las luces estaban encendidas. Lohan minutos antes llamó al teléfono de casa para verificar que estaba en casa, y confirmó cuando este respondió. Al parecer él tuvo razón y no se movería de la casa para no dejarla sola. Luego tuvimos otra idea, Karter le escribió para saber si podía pasar la noche acompañándolo, pero este lo rechazó.

Se nos acababan las ideas y en poco tiempo sería el Haro, tendríamos que ir a un lugar seguro si no queríamos desaparecer antes de cumplir el plan. Pensamos una y otra vez, no nos quedó más que escondernos detrás de un auto hasta que dieran las diez, luego de eso tendríamos que buscar otro lugar.

—¿Qué haremos ahora? —cuestioné algo temerosa y Lohan solo suspiró sonoramente.

—No sé, esta es tu idea, intenta pensar algo.

—Lo intento, de verdad que lo hago.

Lohan sacó su celular y distinguió la hora antes de lanzar una respiración pesada, guardando en su bolsillo trasero el celular.

—Nunca había estado en la calle por encima de las diez.

—Eres un chico malo, felicidades —solté sarcástica levantando un poco la cabeza para mirar hacia la casa, aun las luces seguían encendidas—. ¿Hasta qué hora estaría despierto Max?

—Es posible que pueda amanecer —abrí más los ojos de golpe y él levantó sus manos hasta la altura de la cabeza—, no lo sé Cooke. A veces lo hace.

—¡Por amor a Dios! —casi chillé intentando no subir tanto la voz—. ¿Por qué no dijiste eso?

—¡Porque no me lo preguntaste! No soy adivino —susurró con algo de molestia entre los dientes.

—¿Y ahora qué haremos?

—Esperar a tener suerte, supongo. —Se mantuvo en silencio unos segundos antes de volver a hablar—. ¿Me puedes recordar por qué mierda arriesgamos nuestra vida en El Haro?

—Para descubrir al asesino de tu difunta novia y salir de la lista de sospechosos.

—Creo que, si nos vamos a casa ahora, podemos sobrevivir con ambas cosas.

—¡Lohan!

—¿Qué? Es mejor que estar aquí para servir de cebo para lo que sea que pase a esta hora.

—Solo cállate, ¿quieres? —Dejé de ver a la casa para observarlo con molestia y él rodó los ojos antes de mirar a otro lado jugando con su lengua en la mejilla. Alcé la vista de nueva cuenta y me sorprendí al notar que la casa tenía las luces apagadas—. Apagó las luces.

—¿Qué? —su voz incrédula salió de repente y subió su cabeza un poco para mirar en la misma dirección que yo de manera discreta.

—Al parecer se dormirá. Podemos entrar cuando consideremos-

—¿Considerar qué Cooke? No sabes si está simplemente, no sé, viendo una película, o algo parecido.

—¿Desde cuándo eres tan negativo?

—Desde que me propones en un suicidio para descubrir a un asesino que posiblemente nos corte la cabeza si sabe que estamos dentro de su casa.

—Podemos pensar en-

—Cuidado. —Puso su mano en mi cabeza y la bajó de golpe junto con él. No sabía lo que pasó hasta que sentí unos pasos por la calle. Le miré en pregunta y él me hizo un gesto de silencio. Tras un rato pude notar una sombra de una persona caminar con algo en su espalda—. Entonces es cierto, sale a la hora del Haro para asesinar.

—¿Era Max?

—Parece que dejó la casa sola.

—¿Entramos?

—Esperemos unos minutos más, por si vuelve en breve.

—¡No podemos esperar!

Me levanté de golpe asustando a Lohan y mirando a los lados corrí hacia el jardín de la casa de los Sayler con el otro siguiendo mis pasos. Me detuvo al tomarme del brazo justo antes de pisar el césped.

—No corras como loca, te dije que hay seguridad.

—¿Y qué tanta seguridad debe tener para no poder entrar por una ventana?

—Escucha lo que te digo Cooke. —Me sostuvo con bastante fuerza el brazo como para darme la vuelta—. Max salió por la puerta trasera, significa que la delantera está asegurada.

—Entiendo, ¿en la parte trasera no tiene seguridad?

—Si tiene, pero solo hay una manera de asegurarnos.

Lohan caminó hasta la pared lateral de la casa y buscó algo en el muro junto con los arbustos unidos a la casa. Cuando al parecer encontró algo, se enderezó y me hizo ceña para que le siguiera. Así hice.

Anduvimos hasta la parte detrás de la casa, nunca había visitado el vecindario, mucho menos esa vivienda, pero sí debía admitir que todos los que debían vivir allí tendría bastante dinero como para sacar a África de la pobreza.

Abrió la puerta y me dejó pasar primero, yo crucé cuando él encendió la luz de su celular e iluminó hacia dentro. Dimos pasos lentos que estaban llenos de cautelas, no sabíamos si en realidad Maxwell estaba solo, quizás era la paranoia de ser asesinados durante el Haro o por manos del hijo de los Sayler, pero no queríamos pasar más allá de lo que parecía ser la cocina.

—Las habitaciones están arriba.

—Vale.

Dio pasos lentos hacia delante alumbrando todo a su paso con el foco del móvil, yo le seguía intentando notar lo que había alrededor, luego de eso dio un leve giro para subir las escaleras y yo le imité. Cuando estuvimos arriba, él apuntó una puerta que estaba frente a la escalera.

—Ahí duermen sus padres, hacia el pasillo hay cuatro habitaciones más y el baño.

—¿Por dónde podemos empezar?

—Busquemos la evidencia en la habitación de Maxwell y salgamos de aquí, no podemos perder el tiempo.

Y así hicimos. Entramos en la habitación de Maxwell y encendimos la luz para percibir que el lugar estaba de cabeza por completo, era un caos total. La cama desorganizada y casi todo lanzado al suelo, las paredes parecían golpeadas y nada estaba en su aparente sitio. Lohan parecía igual de sorprendido que yo, al observar a todos lados, entró despacio para detenerse en medio del lugar.

—¿No habías entrado aquí?

—Nunca. Siempre fui a la habitación de Mara —me miró algo avergonzado y se rascó un poco la cabeza—, bueno, ya sabes.

—Oh. Sí, claro. —Me adentré igualmente y me puse a ver por las gavetas. Movimos todo de manera lenta, con intenciones de no dar la apariencia de ser tocadas por personas ajenas a la casa—. ¿Exactamente qué buscamos?

—Un colgante.

—¿Un colgante? ¿Qué tiene de especial un colgante Lohan? ¿Esa es la supuesta evidencia?

—No lo entiendes, el colgante es de Maxwell. Siempre lo usa por debajo de la camiseta porque lo obtuvo de su padre. Es el único regalo que le ha entregado él.

—Quieres decir, que si Mara lo tenía en su puño...

—Es posible que lo arrancara en la pelea para no morir —dijo él para detenerse y mirarme fijamente, yo sentí un escalofrío de solo imaginar lo que podría suceder. ¿Era posible...? ¿En realidad Maxwell sería ese tipo de asesino sin sentimientos ni por su propia familia? —. Al menos es una suposición.

—¿Cómo...? —Me quedé un momento pensando en los sucesos que pudieron haber pasado, para luego solo pestañear y obsérvalo algo más atenta—. ¿Cómo es?

—Dorado, tiene una letra M sin detalles.

—Entendido.

Así seguimos, agitando las cosas de su lugar para encontrar tan dichoso colgante. Pero esa noche tenía un mal presentimiento luego del análisis hecho por Lohan, si Maxwell en realidad fuera el asesino, ¿cuáles serían sus razones para hacer algo tan macabro como esa? ¿Qué tan enfermo podía llegar a ser para hacer ese tipo de cosas?

Por más que buscamos y removimos, no hubo nada en esa habitación y no nos quedó más que detenernos para mirar alrededor.

—Es extraño, juraba que podría guardarlo aquí.

—¿Y si existe la posibilidad de que la tenga guardada en un lugar donde no lo imaginemos? —cuestioné y Lohan lo meditó.

—¿Te refieres a la habitación de Mara o de sus padres? —Asentí ante su pregunta—. En ese caso podríamos revisar.

Sin más que opinar, decidimos abandonar la pieza del mayor tras apagar la luz y encender el foco de nuevo. Caminamos hasta la habitación que dejamos detrás con anterioridad y abrimos la puerta, Lohan encendió la luz y dejó ver todo un sitio aterciopelado hasta el más pequeño detalle. La cama era de seguro una King Size, adornada con sabanas en detalles color oro y rojizos que daban que desear, todo aquel aposento era más grande que la habitación completa en la que vivía en el recinto junto a mi mellizo. Sus paredes adornadas de fotografías a blanco y negro, y el piso estaba cubierta una alfombra blanca muy similar a la nieve hacían que el que la viera tuviera las intenciones de quedarse una temporada.

Tuvimos que quitarnos los zapatos a la salida de la habitación para no manchar tan pulcro suelo y no dejar evidencias, con rapidez nos dividimos en silencio para buscar, mientras que Lohan otra vez atacaba las gavetas y cama, yo me dirigí al armario y a otra puerta que conectaba con la habitación. Cuando no encontré nada en ese perchero, entonces abrí la puerta para llevarme la sorpresa de mi vida. Era una habitación dedicada completamente para la ropa de la mujer de la casa y en un pequeño espacio también para el esposo.

Había tantas texturas, diseños y colores que era como estar en un carnaval de Brasil. Lo que me pareció curioso por parte de ella es que no había ni una sola vestidura de tonalidad oscura o negra con referencia a la muerte de su hija, pero descarté la idea al instante al recordar el viaje y considerar que se había llevado consigo.

Volviendo a lo mío, removí toda la ropa de un lado a otro, rebusqué detrás de ella y no encontré nada. Me agaché y revisé los zapatos, encontré detrás de esto unas valijas y al revisarlas solo hallé cosas que no debí haber visto. Juguetes sexuales, dos armas que al parecer estaban descargadas y fotografías que... Espera un momento. Tomé una de las fotos ignorando los asquerosos y atemorizantes dispositivos, la miré detenidamente, conocía a esa mujer en la foto, pero no recordaba dónde la había visto.

Bueno, no importaba, no era momento para detenerse a recordar. Dejé todo en su lugar y seguí con las pequeñas gavetas que estaban del lado del hombre, pude encontrar cuchillas de afeitar, otra arma y demás joyas varoniles que no me interesaron tomar. Por último, solo ver unos cajones al fondo que no dudé en intentar abrir, los primeros de arriba estaban cerrados con llave al igual que los segundos, los últimos si estaban abiertos, pero solo tenían joyería femenina mucho más costosa que la del hombre al parecer.

Me levanté al instante chasqueando la lengua y me pegué con fuerza en la cabeza en uno de los estantes que sobresalían de la pared, estos también contenían joyas. Me quejé y pasé mi mano por la cabeza varias veces para aminorar el dolor, no había nada en ese lugar, así que decidí salir para comunicárselo a Lohan.

—No hay nada aquí, solo armas, joyas y ropa. —Seguí acariciando la entrada de mi cabellera, justo donde me había pegado y el muchacho me miró con las manos en las caderas, al parecer tampoco había encontrado nada.

—No, no hay nada aquí. Debemos ir a la habitación de Mara, es nuestra única esperanza de... Espera, ¿qué es eso? —Cuando Lohan se dio vuelta hasta mí, frunció el ceño viendo un punto específico en mi cara.

—¿Qué sucede?

—Tu pelo... ¿Por qué tu pelo es blanco?

—¿Blanco? —Dejé de acariciarme y miré mi mano. Tenía manchas negras en la palma y entonces fue que recordé. ¡Mierda! Me había quitado el tinte temporal con el sudor de la mano sin querer. Era una imbécil. Debía pensar una excusa rápida—. Ahm... No. Debe ser un poco de talco que me cayó hace poco.

Maldita sea, mis excusas eran cada vez más patéticas.

—No creo que eso sea talco, Kylee.

—Yo... —Volví a ver mi mano y la escondí, él no pasó desapercibido eso y se avecinó. Observó mi cabello con más detenimiento y acercó sus dedos con suavidad.

—No me parece en absoluto que sea lo que dices, este mechón está naciendo blanco. —Se miró sus dedos y pude notar que también estaban algo teñidos—. Esto es... ¿Tinte temporal?

—Lo puedo explicar —solté sin reflexionar y su mirada azulada se fijó en la mía con cierto recelo.

—¿Tu pelo natural es blanco?

—Lohan, mejor hablemos de esto en otro momento, el tiempo está corriendo y...

—Sí —me cortó él—. Vamos a la habitación de Mara, allí podrás explicarme mientras buscamos.

Pasó por mi lado sin decir más nada y salió de la habitación, suspiré con pesadez al seguirlo. Nos colocamos los zapatos y apagamos la luz para encaminarnos a la tercera habitación del lugar.

Antes de entrar el castaño se detuvo en el lugar y contempló la puerta por un largo rato, entendía a la perfección su sentimiento. Estaba al frente de la puerta donde hubo tantos sentimientos de por medio, frente a la habitación de la joven rubia de ojos azules a la que tanto le juró amor y ahora no se encontraba en el plano físico.

Estaba frente a la puerta de Mara, la chica tan perfecta a la que él no pudo proteger de una muerte tan dolorosa y violenta. Y sabía que eso le marcaba. Más, él tomó la perilla y tras una respiración profunda, la abrió para entrar, yo le seguí y nos quedamos frente a aquel sitio apagado.

Solo hizo encender la luz para dejar ver una área pulcramente ordenada y organizada por una joven adulta que ahora ya no estaría más allí. Un sollozo salió de repente de él y no pude mirarlo, solo pude abrazarlo cuando él se abalanzó a mí para dejar salir el dolor de volver a estar ahí.


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