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Capítulo 42. Fantasma capturado


Maxwell Sayler

No aparentaba el hecho que mi hermana habría sido enterrada hace menos de una semana. El rumbo de la familia continuaba igual que los demás días y solo me quedaba sobrellevar el vacío de aquella rubia que me hizo ser mejor en muchos aspectos. No se confundan, si me dolía su perdida y lamentaba por completo no tener a mi hermana conmigo, era casi desgarrador despertar por las mañanas y saber que ella no estaría conmigo desayunando, que no hablaríamos o jugaríamos sobre todas las cosas que nos contábamos.

Por primera vez estaría solo.

Pero si expresaba algo de esto, mis padres se harían cargo de enviarme con mi ella a donde sea que estuviera. Reglas eran reglas, si quería continuar con mi vida como la tenía hasta ahora, debía seguir fingiendo que aquello solo fue un mal momento y continuar con mi sonrisa. A algunos le parecería extraño la reacción de mi familia, pero de eso culpen a mi madre. Su frase era sencilla para este tipo de casos.

«Tu sonrisa es la única ropa que debes usar. A la sociedad no le importa alguien triste, lo único que da... Es asco».

Y era cierto. No valía la pena quedarse cabizbajo, solo llorando por perder a un miembro tan importante de nuestro núcleo, lo que importaba ahora era buscar de una manera o de otra el cómo conseguir al bastardo que le hizo aquello a mi pobre hermana. Evidentemente, no me quedaría de brazos cruzados, clavaría en una estaca frente a la universidad la cabeza de quien sea que fuera el culpable.

Estaba en mi habitación colocando unas cuantas fotos en la pared con tachuelas, cada una de estas había una imagen de una persona en particular. La primera y la más segura era Cooke, mi instinto gritaba por todos lados que ella tenía que ver, pero... ¿Por qué? Lo único que tenía era sus pastillas y el posible resentimiento hacia mi hermana por aquella amenaza en el parque de divulgar su secreto. Eso no sería suficiente, tenía que ser frío con la solución, no podía ir acusando solo por hacerlo.

Coloqué la foto de Cooke junto con la de Karter, ¿por qué Karter? Era más que evidente. Karter estaba perdidamente enamorado de mi hermana y ella solo lo usó. Debía considerar que esto pasó bajo su conocimiento, pero aun así no podía quitar las sospechas de un apasionado despechado.

A varios centímetros estaba una foto de Conley, la mejor amiga de Mara. Era una persona detestable a pesar de que la vista de todos era buena fuera de lo arrogante que llegaba a ser, pero sus deseos variaban con mucha frecuencia, podían existir las posibilidades de que tuviera que ver con su desaparición por lo menos. ¿Y por qué esto? Conley podía ser una persona celosa, de forma radical, exigente e intolerante. Pude ser testigo de su presencia muchas veces en el Haro a escondidas de su padre para desaparecer chicas que algún día tuvo su estilo de peinado o una ropa similar. No sabía cómo lo conseguía sin tener que allanar la casa, pero sí lo lograba sin algún esfuerzo.

Luego estaba Amaya. No tendría ni la menor idea de por qué colocarla allí, además de que estuvo presente la noche en que mi hermana y Lohan se pelearon, ella fue de bastante ayuda solo con decir eso, pero no la alejaba de la mira, podía ser cualquiera de ellos el responsable.

Al final estaba Lohan, mi muy buen amigo y cuñado. Ya lo tenía como parte de la familia y, hasta ahora, lo consideraba como lo único que me quedaba. El ojiazules no tenía ninguna maldad, no era alguien que solía decir mentiras o hacer daño, no tenía rayaduras penales y menos podía acusarlo de hacer algo directo. Pero ¡vamos! Lohan no era tan estúpido como aparentaba de vez en cuando. Esa sonrisa resplandeciente similar a la nuestra solo me indicaba que él tenía mucho que ocultar, no le quitaba crédito de lo que sea que tuviese escondido. Si al final, pudo estar tanto tiempo con mi hermana sin quejarse y aguantando sus infidelidades.

Miré por última vez las fotos con un millón de pensamientos rondando, todas esas imágenes las había tomado desde la distancia en un momento en el que los personajes de cada una estuvieran distraídos en alguna actividad. Intenté imaginarme todos los escenarios posibles que podrían llevar a la razón del secuestro y desaparición de mi hermana.

Acaricié mi cabello con una mano solo consiguiendo nada en el intento de obtener alguna información que me llevara más cerca a los sospechosos que tenía presente.

Una punzada de dolor de cabeza cruzó de repente y me trajo de nuevo al presente, debía dejar por un momento aquello, debía descansar para seguir después, quizás tomara unas cuantas fotos con la cámara de mi hermana. Era uno de sus objetos más preciados y ahora yo lo tenía en mi poder.

Mara estudiaba diseños de modas, pero adoraba la fotografía, se esmeraba de vez en cuando en las fotos que tomaba y a veces me las mostraba con orgullo de haber obtenido algo bueno. Sonreí con sinceridad ante un fugaz recuerdo de par de meses atrás, donde ella había tomado la foto a un pequeño perro bastante peludo, le había indicado que hasta yo podía tomar una desde un mejor ángulo a cualquier animal. Ella no dijo nada en su momento, pero tuvo el resentimiento dentro de ella. Esa misma noche estropeó todos los neumáticos de mi auto con una de las cuchillas de papá mientras todos dormían y se hizo la desentendida del caso.

Poco tiempo después me lo confesó entre risas. Sin embargo, era algo que ella había heredado de mamá. Si Mara se enojaba, el diablo podía temer hasta de estar a su lado.

Tomé la cámara que estaba sobre la cama, era de una marca costosa y todo de ella parecía relucir a pesar del tiempo que esta tenía. Oprimí las fotos y comencé a ver cada una de las imágenes digitalizadas capturadas con anterioridad. Incluso pude visualizar fotos de ella con alguien más. Como era con Conley en momentos que visitaba su casa, con Lohan o de este solo mientras hacía alguna tarea, luego estaban conmigo o alguien familiar. Otra vez, esa sonrisa triste pasó fugazmente por mi cara y la garganta se me hizo un nudo que intenté tragar; no, no dejaría que los recuerdos me ahogaran, solo debería considerar la idea de que ella estuviera de viaje y quizás lo podría soportar. Y, aun así, esto era difícil. Era solo recordar su odio a los viajes en cualquier forma para que esto cayera. Odiaba los autos, los aviones, los barcos, todo por los constantes éxodos que hacíamos en el pasado.

Seguía dándole a la flecha de un lado para seguir moviendo los píxeles con intenciones de apagar hasta llegar a una foto en específico que pasé, me detuve un segundo para fruncir el ceño y cambiar el pulgar hacia el punto de retroceder.

Su rostro con una gran sonrisa mientras usaba un labial rojo bastante llamativo se presentó a mi vista. Ese no era el problema. Si no, la fecha.

Quince de junio.

Mara desapareció el catorce.

Saqué mi celular de mi bolsillo sosteniendo el otro aparato con la zurda, al tener el celular fotografié la digital con intenciones de esclarecerla y que se notara la fecha. Seguí dándole hacia los lados y ya lo que se encontraba allí no eran más que las fotos de Kylee de días anteriores a la aparición del cuerpo de Mara. Había utilizado el dispositivo días antes para capturar a los sospechosos y obtener las fotos que estaban enganchadas en la pared.

La apagué y lo coloqué con cuidado sobre la mesa de noche. Una foto de mi hermana el día después de su desaparición me pareció suspicaz, pero era imposible que eso fuera así de tener en cuenta que nadie tenía acceso a ella, nadie además de mi padre, de mí y de... Lohan.

Era imposible. Lohan estuvo en la universidad todo el día, ¿no? No recordaba, estuve tan atento en buscar a mi hermana por mis propios medios esos tres primeros días que no me dediqué a observar mi alrededor, más allá de lo necesario. Otro detalle era que la cámara no había salido de la habitación, la encontré allí por lo menos una o dos semanas después de no tener pistas de la rubia. Entonces, ¿cómo llegó esa foto ahí?


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