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Capítulo 37.5: Reglas podridas



Regla uno. Mantente al margen de lo que diga mamá.

Cumpleaños número seis de Maxwell, Mara solo tenía tres años. Mamá les dijo que no tocaran el pastel. Como niños curiosos lo hicieron y arruinaron la decoración.

Consecuencia: Los niños fueron obligados a sumergirse en el agua helada de la piscina de la casa por varios minutos intermitentes durante una hora. En invierno.

Regla dos. Contener nuestras emociones sin importar lo que pase.

Verano, diez años atrás. Mara tenía doce años, Maxwell quince. El hermano mayor tuvo una pelea con un chico de más edad.

Consecuencia: Su padre le pegó hasta que quedó inconsciente. Todo porque, además de dejarse llevar de sus emociones adolescentes, había perdido.

Regla tres. No salir a El Haro. De hacerlo, solo para ayudar a su padre.

Un año atrás. Maxwell se escapó de casa con la pistola favorita de su padre para ir a la casa de una chica. Mató a la familia porque ella no quería tener relaciones con él y escondió todos los cuerpos por él mismo. Al final su padre lo descubrió.

Consecuencia: Sonreír cada vez que su padre le dispare a la cara con amenaza de volarle los sesos. Dependiendo de su sonrisa, hará que el tiro sea más cercano o lejano a su cabeza.

Regla cuatro. Nadie entra a la casa.

Primavera, seis años atrás. Mara tenía dieciséis, Maxwell diecinueve. Uno de los espías del enemigo de su padre invadió su casa y encañonó a Allyson, la madre de los Sayler, sin intención de soltarla con todas las intenciones de matarla. Tyler lo mató importándole bastante poco si su esposa estaba de por medio.

Consecuencias: Nadie puede entrar a la casa sin pasar por los sistemas de seguridad inteligente colocados de manera estratégica por toda la cada. Solo puede pasar el que sobreviva.

Regla cinco. No tener debilidades.

Mara tenía ocho años. Maxwell tenía once. Actuación escolar del cuarto grado. La presión que sintió la niña rubia de ojos azules hizo que comenzara a llorar al ser la protagonista del acto y olvidársele su línea. Tuvo miedo de todos aquellos adultos y compañeros observándola atentamente y se quebró.

Consecuencia: Esa misma noche, justo cuando llegaron de la actuación escolar. La niña fue obligada a participar en todos y cada uno de los cursos y talleres existente o que cruzaran por la mente de sus padres. Tenía que ser perfecta en cada uno de los ámbitos, fuerte de emociones, de físico y de mente. Tenía que ser como su madre.

Regla seis. No dejes de sonreír.

Treinta años atrás. Allyson, madre de los Sayler, tenía nueve años. Su madre era la mujer perfecta de su localidad, con un esposo galán e hija única en su categoría al ser el semblante idílico de su madre, una señora envidiable en su totalidad. Pero ese día, su hija cometió un error sin querer. Un error que le costaría toda su vida.

Allyson amaba a su padre militar. Amaba que él llegara de las practicas militares y la cargara en su pierna mientras simulaba ser un caballo. Su padre era un hombre admirable, y por él heredo toda su adoración por los trabajos concernientes a la perfección y el orden. Su madre era una mujer correcta en el hogar sin mucho esfuerzo, su padre era un hombre absoluto en su labor.

Tan perfectos, que nunca se imaginó un momento en el que viera a su padre encañonar a su madre a la cabeza, listo para jalar el gatillo sin importar que su hija estuviera viendo el suceso al bajar de su habitación tras la discusión acalorada que se escuchaba por parte de ambos. Pero la sorpresa vino cuando en un giro inesperado de los hechos él se apuntó la sien y no dudó en explotar sus sesos, bañando las paredes puramente blancas de un carmesí intenso.

Entonces, cuando justo iba a gritar. Cuando iba a reaccionar ante el acto suicida presenciado a su inocente edad. Su madre la calló con la mano y puso el dedo índice sobre sus labios pintados del mismo tono que ahora adornaba las paredes.

«Papá está de viaje. Ese solo es un hombre malo que estaba triste».

Una mueca de dolor de surgió a esa niña llamada Allyson Vogel, la que nunca olvidaría lo que le dijo su madre cuando quitó la mano de su cara aun con el cuerpo de su progenitor tumbado en el piso, bañando todo el tapiz.

«Tranquila cariño, ya pasó. No dejes de sonreír».

Allyson tuvo que durar años actuando igual que su madre, aprendiendo de cada una de sus reglas.

«Solo somos tú y yo contra el mundo».

«Papá está trabajando, en cualquier momento volverá».

«Las sonrisas perfectas son para personas perfectas, como tú».

«¿Por qué lloras? ¿Quieres que los demás sepan que eres una inútil?».

«Tu padre estaría decepcionado si supiera lo imbécil que eres. Se supone que eres perfecta como él. ¡Como nosotros!».

«Una familia perfecta tendrá una hija perfecta. Tyler es el único hombre con el que te debes casar».

«¿Lloras por ese pedazo de muerto de hambre? Dime, ¿él te dará la vida perfecta que tanto te mereces?».

«Te casarás mañana mismo, no dejaremos perder la oportunidad. No tenemos dinero».

«Si huyes con él, olvídate que soy tu madre».

«Tu sonrisa es la única ropa que debes usar. A la sociedad no le importa una mujer triste, lo único que da... es asco».

«No dejes de sonreír».



«Mi madre siempre dice que el fruncir el ceño de esa manera te sacará arrugas, Kylee, debes sonreír más». —Mara Sayler Vogel.

«Deja de fruncir tanto, te arrugarás pronto. ¿Por qué mejor no sonríes? No sabes lo mucho que te podría ayudar». —Maxwell Tyler Sayler Vogel.

«Hay sonrisas que no son de felicidad, sino de un modo de llorar con bondad».

— Gabriela Mistral. Poetisa chilena. 


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