Capítulo 29. A volar cabezas
Maxwell Sayler
Entonces ahí estaba yo, buscando a la castaña de ojos grandes por los alrededores de la universidad, no podía estar tan lejos si se daba cuenta de que no estaba en horario familiar para andar de paseo por la calle. Tuve que volar algunas cabezas en la búsqueda para avanzar, por suerte tenía las municiones extras, era como si todos los delincuentes había decidió salir justo esa noche para jugar con su suerte.
Luego de un corto rato de exploración, escuché el rugir de un motor a un lado. Cuando giré mi cabeza la pude ver, estaba delante del auto parada como una estúpida sin hacer nada.
«¿Qué haces inútil? Muévete de ahí». Con los dientes apretados, mis pensamientos hablaron por sí solo. Pero no, ella seguía ahí detenida a pesar de que el auto amenazaba con irse arriba de ella.
Me acerqué deprisa y tuve suerte de estar lo bastante cerca del auto para disparar cuando este arrancó. Como por obra de Dios, el carro giró a un lado, chocando en el árbol más cercano a la orilla de la calle. Era obvio que ella estaría asustada luego de esos sucesos, pero si tenías dos dedos de frente o una gota de ganas por querer vivir, lo menos que harías sería quedarte inmóvil en una situación como esa.
Observé a la chica y esta no parecía notar quien era. Esto sería divertido. Me acerqué despacio al cargar la escopeta con unas cuentas balas y la levanté hacia ella para asustarla. Podía decir que estaba lográndolo, ella retrocedía hasta que estuve debajo de la luz de la lámpara a la que ella se había apoyado al sentirse en peligro.
—Maxwell —suspiró mi nombre con más repulsión que alivio.
—¿Te asusté? —pregunté sonriente y ella solo rodó los ojos, me gustaba cuando ella hacía ese gesto, podía imaginármela en... bueno, prefiero guardarme comentarios.
—¿Tú qué crees? ¿Qué haces aquí?
—Vine a buscarte, tu hermano me llamó porque te escapaste de la casa por una discusión, ¿acaso no te acordaste del Haro?
—De hacerlo no habría salido de la casa.
—Veo que temes a un auto a punto de atropellarte, pero no a un asesino que tiene una escopeta en su mano.
Su sonrisa fue bastante atractiva, a decir verdad, se acercó segura de sus pasos y se mantuvo frente a mí para levantar su mentón con algo de orgullo.
—¿Crees poder hacerme algo?
—¿Por qué no deberías hacerlo?
—¿Por qué querrías hacerlo? —Maldita sea esta mujer cuando se me enfrentaba a mí de esa manera. Los deseos de callarla me invadían.
—¿Quién eres y qué hiciste con la Cooke del lago aquella vez?
—¿La ahogué?
No pude evitar reírme del chiste, era obvio que si no la rescataba aquella vez en el lago se habría ahogado, pero hacerlo así era igual de turbio que cuando le había dicho que maté al estudiante frente a su edificio en la fiesta.
—Mejor vámonos, no podemos estar mucho tiempo aquí.
—Vale.
Caminé delante de ella y Kylee me siguió en silencio. Tras un rato de caminata, ella volvió a hablar.
—Tú... Aquella noche en el campus, ¿lo mataste? —Ahora tenía que venir con este tema, en serio que era bastante infantil.
—¿Hablas de la vez en tu ventana? —Ella afirmó—. ¿Tú qué crees?
—Eso no tiene sentido. ¿Por qué matarías a una persona porque sí?
—Ese es el problema Kylee, calculas mucho —bajé la intensidad de la caminata para verla de reojo por sobre mi hombro—, y en Efren nada tiene sentido.
—Significa que asesinas, ¿por gusto?
¿Asesinar por gusto? Si quieres llamarlo así... Era más por placer que por gusto. Era delicioso el solo notar como a una persona se le puede fundir la cabeza pesando que no eres capaz de hacer algo y presenciar cómo se va su vida con la duda en ellos, la delicia de verlos descansar al no ser como nosotros era algo que me llenaba hasta más no poder.
—¿Qué es lo que específicamente se hace en el Haro? ¿Por qué la gente desaparece?
Hice una mueca para mí ante su estúpida pregunta, ¿acaso no veía que asesinaban? El Haro solo era un momento en que podíamos ser como queríamos, sin tener que ocultarnos de la luz. Sin tener que disfrazarnos de buenas personas como hacíamos de día, en el Haro podías ver lo que podía ser en realidad la persona.
Ella me sostuvo del brazo y me detuve respirando profundo. Se puso a un lado de mí y le observé atentamente.
—¿Puedes responderme?
—Rema. —Su confusión me divirtió un poco y sonreí.
—¿Qué?
—Es la respuesta que me dabas cuando estábamos en el lago, ¿no?
—Eres insoportable cuando quieres, ¿verdad?
—Es lo mismo que me dijiste en el lago, al parecer no ahogaste por completo a esa Cooke.
Una figura corriendo llamó mi atención a la distancia, alguien nos estaba vigilando y no le iba a dar la oportunidad de joderme la vida. Tomé a Cooke de brazo y la tiré a piso, me coloqué sobre ella cargando la escopeta para apuntar y dispara una tras otra vez a la persona que se escondía. Pude aprovechar cuando subió la cabeza para, al parecer, revisar si estaba recargando y le disparé. Respiré profundo terminando por sacar los últimos casquillos a otro lado, miré debajo de mí y noté a Kylee estar prácticamente temblando con las manos cubriendo sus oídos.
¿Qué le pasaba? ¿Le daba miedo las armas?
La intenté sostener, pero ella gritó como si la hubiesen lastimado, ¿qué mierda? Sea lo que sea que le pasaba, parecía ser un trauma bastante fuerte, porque ella se mantenía murmurando algo muy bajo, sus músculos estaban contraídos a pesar de los espasmos. La sostuve y otro grito salió de ella, pero esta vez la removí intentándola restablecer. La llamé por su nombre varias veces y a la última fue como si de un trance se trataba, ella me miró algo perdida, luego lo hizo alrededor como si no sabía lo que pasaba. Ya para terminarla de levantar la agarré por tercera vez y esta se sostuvo de mí para esconderse en mi cuerpo cuando la levanté.
No parecía poder caminar, no sabía qué hacer porque si la cargaba no podría responder cuando uno de los del Haro me sorprendiera. Tenía que pensar rápido, la universidad estaba a dos calles, pero su recinto era algo más alejado.
—Kylee. —Ella afirmó en que estaba escuchando—. ¿Crees que puedas caminar por ti sola?
Ella pareció reflexionarlo por un momento y luego asintió separándose de mí, se tambaleó y luego se mantuvo de pie sosteniéndose la cabeza, al parecer le dolía. Le indiqué que caminara a mi lado y ella lo hizo de manera con parsimoniosa, haciéndome más difícil el avanzar sin ser un blanco perfecto.
No me quedó de otra.
Me detuve y Kylee hizo lo mismo unos pasos después, me coloqué frente a ella para agacharme y tomarla por detrás de las rodillas, cargándola sobre mi hombro con un solo brazo y avanzar más deprisa. Ella no protestó.
En pocos minutos estábamos cruzando por el campus de la universidad, teniendo suerte de no encontrarme a nadie por el que debía volarle la cabeza. Entré al que sabía que era su edificio y subía las escaleras cada dos peldaños.
Toqué la puerta cuando estuve frente a ella, siendo abierta casi al instante por el mellizo de quien llevaba en mi hombro y entrando sin importar que él no había dicho nada. La dejé caer encima de una de las dos camas, ella se había dormido en algún punto del camino. Me aparté para acomodarla luego de dejar el arma a un lado.
Cuando terminé con la chica regresé a tomar mi pertenencia y me encaminé a la puerta, antes de salir me di la vuelta, reparando en que el chico observaba rifle en mi mano para después verme a mí. Yo solo señalé a la que estaba acostada.
—La próxima vez, hagan sus discusiones de día.
Cerré la entrada, bajé las escaleras ya más tranquilo y me marché con rumbo a mi casa. Empecé a recargar las municiones de nuevo para enfrentarme al que sea que tenga bastantes huevos como para intentar tocarme.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro