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Capítulo 26. La nueva hipócrita


Terminamos nuestros dulces fríos hacía horas, eran poco más de las nueve. Nos entretuvimos hablando de más cosas de estudio y pareció que el tiempo se fue volando. Para cuando nos dimos cuenta nos subimos al auto, pero esta vez yo quedé en el asiento delantero y Michael detrás mientras estaba con su celular. Quedamos en llevarlo primero, ya que su casa estaba de paso hacia la universidad y luego me llevaría a mí.

—¿Y sabes qué hizo Lohan cuando el entrenador le dijo que no se atrevería a meter el gol?

—¿Qué? —pregunté divertida ante la historia que me hacía Michael sobre su propio amigo que iba al volante.

—Que si no lo hacía, él lavaría todas las semanas el uniforme del equipo por un mes —se le escapó una leve risa al moreno desde atrás—. Adivina quién salía a las ocho de la noche casi todos los días con olor a un zorrillo nadando en las alcantarillas.

Las carcajadas no se hicieron esperar de parte de mí y de quien contaba la historia, Lohan solo soltó una leve risa quejosa sin despegar su mirada del camino.

—Bien, creo que llegamos —comentó el que estaba al lado mío cuando se estacionó frente a una casa de gran tamaño.

—Gracias, hermano. Te veo mañana en clases.

Se chocaron de puños y el otro salió del auto para encaminarse hasta su puerta y entrar en ella, entonces cuando la puerta se cerró fue que volvió a arrancar su vehículo con rumbo a la universidad.

—No puedo creer que le hayas dicho eso a tu entrenador, eres muy testarudo.

—Juraba que la entraría en la portería, pero me resbalé. No es mi culpa.

—Sí, pero nunca se está cien por ciento seguro de que las cosas sucederán, siempre habrá un margen de error.

—Créeme que después de ese día lo consideré mucho.

Se hizo un silencio considerablemente largo antes de detenerse frente a un semáforo, Lohan se dispuso a sacar su celular para ver su pantalla durante la espera, yo veía los distintos autos del frente y sus lujosos estilos personalizados. Un chasquido de lengua por parte de él me hizo observarlo y noté como guardó su aparato dentro del bolsillo con cierta incomodidad.

—¿Sucede algo malo?

—No, no pasa nada. —Puso sus manos otra vez en el timón para tamborear sus dedos en espera de que el semáforo cambiara.

—¿Estás seguro?

—¿Mh? —Él frunció el ceño y me miró con duda, le repetí la pregunta y él solo negó con la cabeza—. Está todo bien, no te preocupes. —Dejó ver una sonrisa forzada antes de que la luz cambiara y tomara de nuevo el rumbo a la universidad.

—¿Sabes dónde está tu hermano?

Esa pregunta me sacó un gran susto por lo repentino, ¿y si él...? No, él no podía saberlo. Solo me levanté de hombros como si no me interesara mucho.

—De seguro estudiando o con sus amigos.

—Es extraño que digas eso, se supone que ustedes son bastante unidos, ¿no? —Me quedé en silencio al tensarme—. ¿Pasó algo con ustedes dos?

—No, nada que ver. Solo no he hablado con él hoy.

—Entiendo.

No se siguió en el tema, dejando en silencio el auto hasta que se pudo ver la universidad. Él estacionó en la acera y apagó el motor, miró su teléfono sacándolo un poco del pantalón y entrándolo de una vez.

—Falta media hora para el Haro, así que todavía puedo llevarte hasta la puerta del recinto.

—No es necesario Lohan.

—Tranquila, es algo que quiero hacer, no es justo que te deje a la entrada de la universidad de noche.

—¿Tienes que intentar hacer todo perfecto?

—No perfecto, pero sí lo mejor posible.

Se desmontó del auto y yo le seguí, lo aseguró y me esperó a que diera la vuelta para colocarse a mi lado. Seguíamos callados en el camino, él llevó sus manos hasta los bolsillos traseros.

—¿Aún sigues haciendo eso de limpiar la pintura de tu amiga?

No pude evitar reír al recordar la estúpida excusa.

—Sí, se puede decir que sí.

—¿Por qué no te agrada el decir que eres tú?

—Porque no me agrada recordar el pasado, solo es eso.

—¿Fue tan turbio tu pasado?

—¿El tuyo no? —dije con ironía y él soltó una risotada para dejar ver ese hoyuelo que antes había notado en la primera fiesta de Efren a la que fui.

—Mi infancia fue muy tranquila, como lo fue mi adolescencia y como lo sigue siendo mi vida.

—Tus tatuajes me dicen otra cosa. —Esta vez reímos ambos.

—Una cosa no tiene que ver con la otra. Solo quería hacerme un tatuaje y luego otro, no significó nada de rebeldía ni eso.

—Sí, claro, haré como que te creeré.

Él llevó su diestra a su cabeza y removió su cabello un poco para desorganizarlo, como si pensara en algo que decir.

Esta vez sus mangas eran cortas y su piel estaba bastante limpia, recordé lo del maquillaje y toqué su brazo, justo donde había visto en aquella oportunidad la tinta dibujada.

—Ni siquiera se nota que es maquillaje.

—Como podrás observar mi querida Cooke, mi novia compra lo mejor de lo mejor, debo sacar algo de provecho con eso.

«Mi novia». Me dio algo de repulsión el tener que saber lo que hacía Mara con mi hermano y de paso lo que le hacía a Lohan, él se veía que era tan bueno y no se merecía eso. Podía ser partícipe de la actuación de sonrisas que hacían todos los días como una continua rutina de actuación a la que se les era difícil salir.

Llegamos a la puerta del recinto y él la abrió para mí, para que yo pasara. Yo alcé una ceja.

—¿No se supone que me traerías hasta aquí?

—Tu habitación no está tan lejos, no tardaría ni dos minutos el dejarte, despedirme y volver a mi auto.

—Si insistes.

Entré al edificio seguido de él y subimos las escaleras uno al lado del otro, cuando llegamos a la puerta nos quedamos de frente mirándonos con una sonrisa. No sabía ni como comenzar con la despedida y él parecía estar igual, pero tras estar unos segundos ahí solo mostró sus dientes en la misma sonrisa de siempre perfecta.

—Creo que nos veremos mañana en clases.

—Considero que sí.

—Te vuelvo a agradecer por la ayuda que nos das a mí y a mi amigo, hemos mejorado mucho gracias a ti.

—No hay de qué, solo era un poco de organización lo que necesitabas.

—Espero que en el próximo semestre pueda también tener tu ayuda como lo has hecho hasta ahora.

—Cuenta con eso.

Nos miramos por un largo momento sin movernos, poco a poco dejamos de sonreír solo con la mirada pegada en el otro. El silencio que había en el pasillo y su soledad se sentían más que nunca, uno solo fijo en el otro mirando como si esperara que el ajeno fuera a hacer alguna acción.

Lohan solo tomó mi mejilla con su diestra y se acercó para dejar un suave beso en ella, alejándose casi al instante como si esperara mi reacción, pestañeé por unos segundos y cuando él volvió a sonreír yo también lo hice.

Me pude mover cuando él alejó su mano y acerqué mi mano a la perilla para abrirla, mirando hacia atrás a su persona por última vez. Pero la puerta se abrió antes y me sorprendió no encontrar cerradura para entrar la llave, volví a ver al frente cuando la mirada de Lohan se puso pálida y sentí como la mía también se colocaba igual.

El problema no era que Karter estuviera ahí con su ropa mal puesta mirándonos a nosotros, sino que quien había abierto la puerta...

...Era Mara.

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