Capítulo 23. La sutil música del Jazz
Ahí estaba esa rubia perfecta de tacones de punta fina y sonrisa imborrable en su rostro, conversando con un grupo de personas que se habían hecho círculo para escucharla atentamente o preguntarle cosas. El comedor era bastante ruidoso a cualquier hora, esto porque personas comían en el mismo lugar luego de buscar algo, yo por mi lado prefería solo buscarlo y comerlo en mi habitación. Hacía algunos días que almorzaba sola, Karter tendía a hacerlo con sus amigos de natación u otros de clases, se había vuelto bastante amistoso y popular en poco tiempo.
Yo prefería mantenerme como estaba, tranquila y pasando desapercibida. Mis calificaciones eran lo único que destacaban al parecer, pero nadie más me reconocía por algo que no fuera «La becada» «La que hizo perder a Mara» o «La melliza de Karter».
Tomé el alimento que se me entregó en una bolsa para llevar, di un vistazo rápido a Mara nuevamente y a su lado me di cuenta de que estaba Lohan, con la misma sonrisa que llevaba su novia para reírse de algo que le habían comentado. No entendía como podían mantenerse así, sonrientes todo el tiempo y aparentemente perfectos ante las vistas de los que le rodeaban. Sus miradas, sus sonrisas, sus ademanes, sus palabras, todo parecía calculado antes de ejecutarse para el agrado de las masas, como si supieran lo que a las personas les gustaba ver o como si estuvieran en constante promoción de un producto que eran ellos mismos.
Yo continué mi camino con rumbo a mi habitación. Un grupo de chicas me pasó por el lado en el pasillo entre risas y cruce de palabras, sin querer les presté atención cuando avanzaban sin darle importancia a su alrededor.
—Hoy podemos ir a escuchar el concierto de Jazz que harán en el parque de cruzando la calle detrás de la universidad. Dicen que es una actividad gratuita en homenaje a que los Sayler ganaron su estatuilla número cincuenta a la familia perfecta. —Una pelinegra de piel bastante clara comentó a una pelirroja, esta pareció afirmar con un leve sonido.
—Me parece bien, será bastante divertido, de seguro. Además de ayudarnos para estudiar el examen del martes.
Siguieron hablando de cosas triviales del supuesto examen mientras se alejaban, ¿dijeron que darían un concierto de Jazz en el parque? Nunca había ido al parque que ellas decían y ni siquiera sabía que existía uno. Tampoco me agradaba del todo esa música, pero ese día no tenía nada mejor que hacer, mi clase no comenzaba hasta dentro de cuatro horas y solo me quedaba almorzar un poco para pasar el resto de la tarde estudiando. Seguro que estudiar en el aire libre no me haría mal y menos con sonido de fondo algo relajante.
No lo pensé mucho, al llegar a mi habitación comí con tranquilidad y al sentirme lista me duché. Me coloqué algo de ropa suelta como unos pantalones anchos azul oscuro de tela bastante liviana con una blusa manga corta de tono blanco, unas zapatillas cerradas de color negro y un bolso pequeño para llevar mis pertenencias de estudio, agua en una botella y mi billetera. Me recogí el pelo en una coleta alta y le di volteretas al cabello para terminar por enroscarlo sobre mi cabeza en un moño.
No era mi mejor vestimenta, pero si la más relajada. Tomé mis llaves cuando creí que estaba completa, cerré la puerta con la llave para guardarla en mi bolso y sacar mi celular al bajar las escaleras. Cuando estuve en el primer piso me detuve antes de salir para dejarle un mensaje a mi hermano.
«Estaré en el parque detrás de la universidad»
«Hay un concierto de Jazz»
«Estudiaré por hoy allá. Me escribes si pasa algo»
Entonces lo guardé en el bolso y salí del edificio para encaminarme al referido lugar. Tras preguntar unas cuantas personas, las que sí me respondieron, me ubicaron el parque y como llegar a él. Ahora había entendido a Amaya cuando dijo al principio que a pesar del tiempo las personas de Efren a veces continuaba cerradas a entablar una conversación con un extranjero.
Miré a los lados de la calle para poder cruzarla cuando no viniera un vehículo, el parque de Efren era más pequeño de lo que creía, pero se le notaba muy bien cuidado y trabajado. Tenía muchos bancos y mesas rodeadas de distintos albores, además del pino que tanto cubría la ciudad, una brisa fresca me arropó cuando me acomodé en uno de los tantos asientos bajo la sombra de lo que parecía ser un manzano. Muy pocas personas estaban allí, la mayoría con sus amigos y otros leyendo o en su celular para pasar el tiempo.
Decidí comenzar al instante con mi plan de estudio al sacar unos libros y complementos, también había llevado la laptop que compartía con mi mellizo, pero sabía que este no la estaría utilizando en el día de hoy, por lo tanto, decidí traerla.
Había pasado casi una hora cuando vi que los músicos empezaban a llegar con una indumentaria e instrumentos, instalándolos en su lugar para empezar el concierto. Cada vez más personas llegaban al lugar para subir el nivel de murmullos que antes había y tras otro rato más noté la llegada de dos personas tomadas de la mano que alertó a los presentes.
Las había visto en las fiestas, pero esas veces siempre era desde la distancia. Ahora, podía ver a esa mujer de vestido elegante que llegaba por debajo de la rodilla en una tonalidad rosa muy llamativa, de ojos azules y cabello rubio rizado en las puntas que se dejaban caer por sobre sus hombros, unos tacones altos que la hacían ver esbeltas sus piernas, y en su rostro se distinguía aquel emblema de esa familia: La sonrisa espléndidamente amplia que relucía por todos lados. A su lado, un hombre alto de cabello oscuro, al igual que sus ojos, llevaba traje elegante con una corbata azul lóbrego, en su mentón se podía notar una barba algo poblada pero bastante cuidada.
Sus hijos parecían copias de sus padres. La llegada de los Sayler fue lo que alzó más murmullos positivos del público expectante, ellos parecían brillar por encima de todo el que estuviera alrededor. Estos caminaron hasta llegar a la orquesta que tocaría dentro de poco, dijeron unas cosas siendo respondida por los artistas y tras eso, la mujer de ajustado vestido se separó de su esposo para acercarse hasta el micrófono ya instalado en la tarima algo improvisada.
—¡Buenas tardes, vecinos! —saludó con un tono de voz chillona que fue respondida casi al instante por el entusiasmo, yo alcé una ceja ante tal suceso—. Gracias por compartir con nosotros este gran momento en el que el alcalde decidió exaltar la última premiación otorgada en su humilde hogar.
«Humilde hogar mis ovarios». Rodeé los ojos al comentar eso en mi cabeza. Bajé el libro para prestarle más atención.
—Espero que disfruten con nosotros esta actividad que es más para ustedes que para nosotros, porque si somos elegidos los mejores vecinos es porque ustedes nos hacen ser cada vez mejores.
Los aplausos no se hicieron esperar por todos mientras su sonrisa abierta permanecía encabezando su actitud activa. Su esposo detrás también chocó sus manos entre sí mientras veía a la mujer de gran presencia.
—Vuelvo a agradecer en nombre de mi familia por todo el amor que nos tiene Efren, todo lo hacemos por bienestar de la ciudad. Mil gracias. —Otra vez se expresaron con las palmadas el contento de los escuchantes y ella se despidió con la mano al volver al lado de su esposo al bajar.
Era algo de familia, era obvio. Esa mueca permanente en sus caras era algo hereditario, porque juraba que si la mujer seguía con esa sonrisa por mucho tiempo más estaría rompiendo un musculo en su cara por lo menos.
La música empezó suave y yo volví en lo que estaba luego de mirar la hora, aún me quedaba tiempo para seguir y tenía la ventaja de que llegaría más rápido al salón desde donde estaba.
Seguiría siendo así de no ser porque alguien puso su mano en mi hombro y llamó mi atención.
—Hola Kylee, ¿estás disfrutando la música? —Mara y su hermano estaban parados detrás de mí, ella era la que me había tocado y se sentó en el espacio libre a mi lado, mientras que su hermano se colocó en el otro frente a nosotras.
—Sí, me es de mucha ayuda para estudiar. Gracias por preguntar. —Levanté las comisuras de mis labios intentando corresponderles—. Por cierto, felicidades por lo de su merecido premio.
—Nos alegra escuchar eso Kylee, y muchas gracias —habló Maxwell llamando mi atención—. Esto es más para la ciudad que para nosotros, así que esperamos que sea de su agrado nuestra elección de la música para esta actividad.
De nuevo esa batalla de miradas, pestañeé para prestar atención a la rubia de ojos azules a mi lado.
—En realidad, es más agradable de lo que pensé, Efren es una ciudad perfecta. Todos son amistosos y ustedes son el mejor ejemplo de ello. Mi hermano y yo no tardamos en acostumbrarnos al estilo de vida tan agradable.
«Sí, una ciudad sospechosa con un toque de queda sin sentido. Con una gente totalmente cerrada y con una familia ejemplo de perfeccionismo forzado que asesina por gracia».
—Eso es muy tierno Kylee. —Ella miró a su hermano y este le vio igual, asintió tras unos segundos y otra vez me observaron. Algo me dio una mala espina—. Y qué bueno que menciones sobre eso, porque estábamos conversando hace poco de algo que queremos hacer para los becados.
—Sabemos lo difícil que es a veces para ustedes acostumbrarse a algunas cosas de la ciudad —continuó el joven castaño de ojos bastante similares a los de su padre—. Consideramos empezar una nueva tradición de un evento en el que, al llegar un nuevo becado, podamos presentarlos para que todos puedan conocerlos y no solo verlos por una noticia.
—¿Cómo? —No había entendido el punto al que querían llegar.
—Tú y tu hermano nos hicieron ver que las personas de Efren aún siguen cerradas al extenderse a otras que no sean de aquí. Por lo tanto, queremos erradicar eso. —Maxwell parecía bastante convencido de lo que decía, y con sus ademanes me había hecho entender sus puntos.
—Por eso te consultamos antes de implementarlo, ¿te hubiese gustado eso cuando llegaste meses atrás? —Concluyó con la pregunta Mara.
Yo asentí alternando la mirada entre ambos e intenté forzar una sonrisa, ¿de dónde venía esto tan de repente? Amaya nos había especificado a mi hermano y a mí que eso era normal todos los años, ¿qué le había llamado tanto de Karter y de mí como para notarlo por encima de los otros becados que llegaban cada año?
Pero no debía hacer notar mi duda, de seguro solo había llegado la idea a ellos en este momento. Todo era posible.
—Qué bueno. Entonces se la presentaremos a nuestro padre para que lo tenga en cuenta para el próximo semestre. —La rubia lanzó su cabello hacia atrás, volviendo su vista a su hermano con su blanca dentadura.
Algo no me cuadraba, ¿por qué tuvieron que venir los dos para hablar de eso? Podía solo hacerlo uno. Las miradas que se daban entre ellos me daban a indicar que algo más los había traído hasta mí.
—Por otro lado, querida Kylee —Mara se acercó un poco más a mí y me tensé—, me estaba preguntando algo muy interesante con mi hermano, y notamos que tanto tú como Karter son bastante unidos.
—Creo que es porque somos mellizos, es lo normal, ¿no? —Apresuré en decir y alterné la mirada entre los dos jóvenes. Tomé el lapicero que estaba sobre el libro.
—Debe de ser. Eso significa que se cuentan muchos secretos.
Consideraba el saber por dónde quería ir con aquella mueca cerrada de felicidad.
—No siempre, cada uno tiene su espacio y su propia vista, hay cosas que mantenemos para nosotros.
—¿Eso incluye las pastillas que te tomas?
Espera...¿Qué?
¿Cómo? ¿Pastillas? ¿Cuáles pastilla? ¿Entonces es verdad que Cooke nos escondía más cosas? D: ¡Oh Dios!
¿De qué creen que serán las pastillas de las que habla Amaya? ¿O acaso será un tipo de chantaje? Deja tu comentario.
No olvides el dar me gusta/estrellita, comentar y compartir si te gusta la historia.
¡Besitos suspensivos!
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