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Capítulo 21. Más sabe el diablo por viejo que por diablo


El chiste se contó solo cuando Karter volvió junto a Amaya y George al muelle. Me encontraron toda empapada y con leves espasmos de frío, sentada en una de las grandes piedras de la orilla. Un abrazo repentino vino a mí a pesar de estar en esa condición, mi mellizo me apretaba contra él, era unos centímetros más alto que yo y por eso mi cabeza había quedado en su hombro.

—No sabes lo preocupado que estuve cuando no vi que llegabas, no debí dejarte atrás. —Se separó para mirarme a detalle—. ¡Dios mío, Cooke! ¿Estás bien?

—¿Cooke? —La voz de Maxwell detrás de mí pareció sorprender a los tres, por alguna razón no se habían dado de cuenta que estaba ahí.

—También estás mojado —susurró mi hermano y se fue acercando al otro afectado—. ¿Qué pasó?

—Caímos en el lago como podrás notar —comentó con algo de ironía el joven más alto mientras llevaba sus manos detrás de su espalda—. Kylee solo tuvo un poco de frío por la temperatura del agua, pero no creo que tenga más que eso.

—Karter, estoy bien —dije poniendo mi mano en su hombro y él se volteó para mirarme.

—Ese no es el único problema, te dejé sola atrás y me confié de que no podría pasarte nada malo. Por suerte que Maxwell estaba ahí.

Yo miré al mencionado y este hizo lo mismo sin dejar aquella sonrisa confiada, se lamió los labios inhalando con algo de diversión y suspiró antes de hablar.

—No es nada Karter, sabes que lo habría hecho con cualquiera. —Sus ojos no se apartaban del mío—. Es mi deber al ser policía.

Alejé mi mano de mi hermano sintiendo aquella tensión que se había provocado en ambos. Apreté mi mandíbula a notar que seguía sosteniéndole la mirada por tanto tiempo, así que decidí dar la vuelta para hablarle a Amaya y a George.

—Mejor vámonos, si cae el sol podría resfriarme con facilidad. —Observé de reojo a mi hermano y después al otro castaño sonriente—. Y también Sayler.

—Eso es cierto, Cooke.

Fruncí el ceño y su sonrisa pareció ampliarse. Claro, como si eso era posible, ya creía que su gesto estaba en el límite. Además, ¿quién le dio el permiso de llamarme por mi apodo?

—Si quieren los puedo llevar. Hoy vine en mi auto personal y es más espacioso que la patrulla. —Recordé el auto policial en el que nos había traído. Iba a negarme rotundamente al sentir que la universidad estaba lo suficientemente cerca como para llegar a pie, pero alguien se me adelantó.

—Claro, si no es mucha molestia por la condición de Cooke.

¡Maldita sea, Karter!

—No te preocupes, si yo estoy en las mismas.

Todos parecieron sentirse cómodos con la presencia y palabras de Maxwell, era como si fuera la única que notaba lo que podía hacer ese hombre si se lo proponía.

Todos empezaron a avanzar por las escaleras de madera que habíamos llegado y no me quedó más que seguirles. Llegamos al parqueo más adelante en la calle, justo después de la curva donde nos habíamos detenido cuando compramos los boletos.

Entonces vimos un auto blanco bastante reluciente y llamativo que, en lo personal, me pareció de juguete a primera vista. Amaya tampoco le vio el mayor interés más que la linda carrocería y el color, según lo que comentó, pero Karter y George parecieron sorprenderse. Se acercaron a Maxwell para preguntarle cosas relacionadas con lo mecánico e hidráulico, entre otras cosas. Tampoco era como si me interesara mucho el escuchar sobre piezas con nombres aparentemente inventados.

Tras la investigación de los chicos, se le quitó el seguro al auto y yo decidí el caminar junto a Mara para sentarnos en la parte trasera. Para mi sorpresa, mi mellizo y George ya estaban dentro cuando la morena se montó, así que solo me quedó el...

Me lleva el diablo.

Intentaría convencer a mi hermano de cambiar de asientos si no fuera porque ya había encendido el motor con intenciones de avanzar. Entonces solo hice el adentrarme al lugar del copiloto.

Con unas ganas de dañar esa sonrisa del conductor de tan lujoso auto, me removí en el asiento para mojarlo lo más posible. Mi hermano y su amigo se quejaron al notar mi gesto.

—¡Ups! —fingí inocencia—. Lo siento, solo me quería acomodar, no quería mojar toda tu linda tapicería —el sarcasmo no pudo ser más que evidente. Pero esa maldita mueca alegre seguía ahí.

—No te preocupes, como quiera mañana lo mandaría a lavar.

Me recosté de golpe cruzándome de brazos, ¿acaso no podría sacar de quicio a aquel estúpido cara de payaso?

Avanzamos con rapidez en la comodidad del carro, una suave música salía del radio. Era obvio que llegaríamos en menos de cinco minutos tomando en cuenta lo tranquila que estaba la calle al haber pocos vehículos.

Llegamos a la universidad y él se colocó en uno de los parqueos exteriores apagando el motor.

—Bien, creo que hasta aquí los puedo traer.

Los demás agradecieron comenzando a desmotarse, yo abrí la puerta sin decir una palabra para también bajar. Pero Maxwell parecía tener otros planes. Me haló de la muñeca con bastante fuerza hacia dentro otra vez y me observó con cierta incomodidad a pesar de seguir sonriente cuando busqué una explicación en su cara.

—Que sea la última vez que te restriegues en mi auto como gata en celo, esta piel costó más que todo lo que has conseguido en tu miserable vida, «Cooke».

—Entonces si te molestó. —Una sonrisa ladina se dibujó en mis labios y él la miró por un segundo, imitándome con tensión en su quijada.

—No te confíes, puedo quitarte esa pequeña sonrisa si se me pega la gana.

Arrebaté mi mano con fuerza, pero él siguió con su vista fija en la mía.

—Quiero ver como lo intentas... «Max».

Terminé por salir y cerré la puerta con fuerza, caminé por delante del auto y me detuve justo en el medio para verle por el vidrio delantero. Sus manos sostenían el manubrio, su índice tamboreaba la goma como si tarareara una canción.

De nuevo nuestras miradas se cruzaron sin razón aparente y me miró de arriba hacia abajo como si me detallara. Por otro lado, yo le sonreí con toda la inocencia del mundo y llevé mi cabello mojado hacia atrás mientras retomaba el rumbo junto a mi hermano y nuestros amigos.

Era cierto que el diablo sabía más por viejo que por diablo. Pero esta vez, el diablo pareció dejar su experiencia ante el enfrentamiento de un demonio aficionado.

«¿O no es así, Max?». Pensé con una leve risa mientras oía a George hablar. 

Maxwell aparentemente está empezando a sacar su verdadero ser, lo que no sabe de lo que es capaz Cooke, ¿Cuál crees que es más peligroso de los dos? ¿Crees que Maxwell será tan malo como está empezando a aparentar o Cooke solo se está conteniendo? Déjalo en los comentarios.

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¡Besitos suspensivos!

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