Capítulo 15. Baila para mí. Parte 01
¿Qué tan ostentosa, suntuaria y majestuosa tenía que ser una casa para albergar toda una ciudad? En realidad, cuando Karter me dijo que iría toda la ciudad, nunca imaginé que sería literalmente.
Mi boca se mantuvo abierta y con la vista hacia la mansión... No, el palacio que estaba frente a mí. Karter, por otro lado, estaba asombrado observando hacia arriba como si intentara distinguir el último piso del edificio.
Aún nos encontrábamos fuera del lugar en compañía de Amaya y dos amigos más. Decidimos ir en grupo para no sentirnos tan solo y, además, para que nos acompañaran a nosotros en nuestra primera fiesta.
—Aquí vive el alcalde Rayce Somerville junto con su familia —habló uno de los chicos del grupo. Su nombre era George, y pertenecía al club de natación, al igual que el otro que estaba a su lado. De los cinco, al parecer yo era la única que no pertenecía al círculo.
—Ya no sé a qué venimos —soltó de repente el otro chico, llamado Steven—. Si siempre hacen la fiesta, condecoran a los Sayler y luego ponen la fiesta en honor a ellos. —Se puso las manos en las caderas haciendo una mueca de disgusto.
—Lo mejor que hacemos es venir. Al menos podemos conocer a los que son nuevos como Kylee y Karter, e integrarnos más a la comunidad.
Ambos bufaron.
Pero eso no nos detuvo para entrar al lugar. Parecía una plaza comercial por el tamaño del lugar, era imposible que eso fuera una casa con esa fachada tan increíblemente enorme y de apariencia bastante cara. La puerta era de cristal y pasamos por ella uno por uno, nos acercamos a donde la música se hacía cada vez más fuerte y el ruido de la gente parecía ensordecedor.
Entonces fue que estuvimos ante esa multitud de personas en lo que parecían un gigantesco salón de fiesta. Todos usaban ropas de llamativos colores y escandalosas estructuras, era como si quisieran llamar la atención entre ellos y aparentar una perfección casi inexistente. En algún punto recordé a las aves cuando estaban en temporada de celo.
Entonces fue que los ojos se enfocaron en nosotros al entrar. Acallándose por un segundo para estudiarnos de arriba hacia abajo.
«¿Notaste que la chica no tiene ningún pendiente a pesar de sus agujeros?»
«Yo con esa nariz me hago una operación»
«Esos lentes azules de la chica negra son falsos, es obvio»
«¿Y por qué el chiquito usa esos pantalones?»
«¿Otro peinado mejor no pudieron tener?»
«¿De dónde sacaron esos zapatos? ¡Por amor a Dios!»
«Parecen marionetas mal vestidas»
De mi parte poco me afectaba las palabras de alrededor conjunto con una que otras risas, pero a Karter parecía incomodarle. Me acerqué a él un poco más y le acaricié el brazo para llamar su atención, cuando me observó, acerqué mis labios a su oído.
—No te preocupes, ellos parecen que no tienen espejo. —Sonreí y cuando él se alejó le salió un resoplido de risa, algo bastante divertido.
Al parecer mi comentario le hizo sentir mejor, porque su sonrisa permaneció por un largo tiempo.
En nuestro andar por el salón, Amaya nos guiaba como toda una experta, abriéndose paso entre la gente, y éramos seguidos por los otros dos acompañantes. Ella se detuvo para quedar frente a una gran mesa llena de comida y bebidas de una manera bastante interesante. La morena de ojos azules acaparó dos de los vasos plásticos y los pasó a nosotros, George y Steven tomaron los de ellos antes de que se les ofreciera.
La música subió de manera repentina, así que ella se acercó a nosotros para vociferar.
—¡No se separen del otro! ¡Y si lo hacen, intente ubicar la mesa para reunirnos al final de la fiesta!
Todos asentimos y levantamos los vasos para chocarlos en el aire antes de beber un buen sorbo. Los tragos tenían un tenue sabor a alcohol mezclado en un coctel de frutas picadas en su interior.
No supe en qué momento la luz fue bajando hasta quedar en un ambiente tenue, algunos rayos láser salieron, y el lugar se notó más entretenido que cuando habíamos llegado. Justo en ese momento, las personas se acumularon en un punto en específico y, según la nueva experiencia practicada por Amaya en el camino a la fiesta, era indicio de que habían llegado los Sayler. La familia más popular de la ciudad.
Justo en el clavo.
Se encaminaron por el salón con fuerza, abriéndose paso entre la cortina de personas como lo habían hecho Mara y su novio en los pasillos de la universidad. A pesar de la leve luz se les notaba el brillo de una que otras prendas a distancia.
Al parecer la emoción se relajó cuando la música subió de volumen y la mayoría empezó a disfrutar de la fiesta. La canción recién puesta la conocía y podía cantarla con algo de movimiento, llevé mi mano al pantalón y saqué el celular para ver cualquier cosa que me entretuviera. Entré a las redes sociales, leyendo las notificaciones y mensajes en visto.
Cuando terminé de beber el vaso, lo dejé en la mesa y justo en ese momento la voz de Karter llegó a mi oído entre el fuerte ruido. Él habló algo más fuerte para que lo escuchara.
—Estaré en el área de selfies junto a George, si me necesitas me escribes. —Asentí de forma efusiva y tras una sonrisa rápida este se fue.
Cuando me di cuenta, Amaya hablaba con otra persona que no reconocía y el que se llamaba Steven se alejó con una chica pelirroja.
Algo me decía que esta balada sería entre mi celular y yo hasta que sucediera algo interesante.
Seguro era por el nivel de licor que se dispersaba en mi cuerpo, pero no había notado que por primera vez Karter se separó de mí para divertirse por su lado. Antes seguramente me habría preguntado que si quería ir con él. Sin embargo, esto pareció no pasarle por la mente.
¿Qué me pensaba? No estábamos en España, no íbamos a la escuela, y no se trataba de un niño de quince años. Ya era prácticamente un adulto responsable, ¿Por qué debía estar siempre cerca de él? ¿Para defenderlo? ¿Defenderlo de qué? Solo debía entender una cosa.
Él podía hacer lo que quisiera. Y yo no podía intervenir... O, mejor dicho, no debía.
Estaba respondiendo un mensaje de mi madre cuando alguien se detuvo a mi lado. Un perfume bastante varonil vino a mi olfato y llamó mi atención, desde abajo pude percatarme de unos lustrados zapatos negros seguidos de un pantalón de tela oscura algo ceñido a las piernas del que lo portaba. Una chaqueta a juego del pantalón por encima de una camisa aparentemente celeste y entonces... Esa mirada. Seguro fue por el alcohol, pero veía bastante guapo a aquel joven que enterraba sus manos en los bolsillos al notar como lo analizaba desde abajo hasta arriba. Apreté el celular en mi mano cuando su sonrisa de superioridad se dibujó por la impresión que dio en mí.
—¿Me queda tan mal lo que llevo? —preguntó y yo negué con la cabeza—. Me alegra saberlo. Mi hermana es que decide estas cosas, pero a mí no me es cómodo del todo.
Me quedé en silencio al no saber si responder o seguir la conversación con otra cosa. Sin embargo, él pareció reparar en mi incomodidad al no saber qué hacer y se acercó un poco a mí.
—¿No estás acostumbrada a este tipo de lugares? —Él pareció auténticamente preocupado y yo solo hice una mueca. Por un segundo pude creer que sería gentil y que era una persona que jamás haría daño—. Si quieres puedo llevarte a un lugar más tranquilo.
«Más tranquilo. Claro, ¿acaso así engañaste a ese chico para amartillarle la cabeza?». Pensé mirando a otro lado.
—¿Por qué siempre cuando hablamos permaneces callada? ¿Acaso te incomodo?
—No, no es el caso. —Le observé con algo de pena.
—Solo comienzas a hablar justo cuando notas que tu silencio no me es muy fácil de lidiar. —Una leve risa escapó de él.
—Lo lamento.
—No sé cuál es la cultura de los españoles, pero al parecer se disculpan demasiado.
—No es el caso. —Me alcé un poco de hombros—. No eres tú, es que este ambiente, este lugar...
—Es cuestión de acostumbrarte. Entiendo que al estar lejos de tu hogar debes querer buscar un tipo de refugio. Pero solo debes dar tiempo para que te adaptes Kylee. —Su mano viajó a mi brazo y... No sé qué fue lo que sentí, esa tensión eléctrica en su toque me hizo mirarlo de golpe y sentir mi respiración más pesada.
¿Qué es este calor tan repentino al verle? Pestañeé un poco antes de sentir que volvía a la realidad, su sonrisa se amplió cuando pasó su pulgar por mi piel.
—Sí, creo que... —Me alejé un poco del agarre y su sonrisa se desvaneció de golpe—. Creo que es cuestión de tiempo solamente.
—Exacto. —Su mirada pareció buscar el por qué me había separado, bajó su mano y respiró profundo para luego volver a sonreír—. Bueno... ¿Al menos quieres bailar una pieza conmigo?
Extendió su mano y yo la observé detenidamente.
Seguro era el alcohol. Seguro era la soledad. Seguro era las intenciones de saber el porqué de esa sensación de calor a pesar de la temporada amaneradamente tibia. Seguro era el deseo de hacer como mi hermano y crear mi propio lugar en el mundo.
Pero tomé su mano.
¡¿Esponja, enloqueciste?!.jpg D: ¿Cómo pudo tomar la mano de Maxwell? Sí, está más guapo que pollo a la braza, pero hay que ser valiente para tomar su mano.
¿Qué crees que pasará ahora? En lo personal, yo tengo miedo :')
¡Besitos suspensivos!
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