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Capítulo 07. Muñeca hueca


Al día siguiente de instalarnos en la residencia decidimos salir a dar una vuelta para conocer un poco más de la universidad. Algo me decía que luego de comenzar las clases no tendríamos tiempo para ver nada y eso era dentro de dos días. Así que nos colocamos ropa cómoda. Pero respetuosa, según los estándares de la orientadora, para no tener problemas desde el primer día. Salimos tras cerrar la puerta con seguro.

El primer lugar por querer indagar para mi hermano fue la biblioteca, quiso preguntarles a algunos de los que nos encontrábamos por el pasillo, pero estos nos ignoraban nuevamente, justo como el día anterior. Un fastidiado Karter decidió buscarlo por sí mismo, aunque nos perdiéramos por el trayecto.

Encontramos el área de natación, de tenis, algunos jardines bastante alejados de la universidad y con una tranquilidad casi celestial, algunos laboratorios, la cancha de basquetbol, la oficina de maestros, los baños públicos y tuvimos que detenernos justo en la cancha de Soccer tras el cansancio de caminar. Seguramente llevábamos dos horas buscando dichosa biblioteca, pero lo que habíamos conseguido era llegar a una parte que evidentemente no conocíamos. Estábamos sentados en una de las tantas butacas de las gradas de la cancha, mirando a cualquier destino que nos distrajera del cansancio por unos segundos.

—Esto es enorme, y solo hemos visto una parte —comentó Karter mientras sacaba su celular del bolsillo del pantalón y tras ver la pantalla suspiró para dejarlo donde lo había encontrado—. Llevamos una hora y media caminando.

—Por otro lado, conocemos parte de la universidad.

—Sí, pero no las partes que queremos saber —refunfuñó él cruzándose de brazos.

En la cancha pude notar de que, mientras hablábamos, algunos chicos entrenaban, al parecer solo estaban corriendo de un lado a otro para calentar.

—Veamos algo del entrenamiento en lo que decidimos que hacer.

—Buscar la cocina o el comedor sería una buena decisión Cooke.

—Lo sé. —Miré a un lado por inercia y distinguí a dos chicos al otro lado del pasillo de las gradas—. Quizás si les pregunte a ellos puedan decirme donde se encuentran la biblioteca y la cocina. —Mi hermano miró en la misma dirección e hizo un sonido de duda.

—¿Segura? Si todos nos han estado ignorando desde que llegamos.

—Nada pierdo con intentar.

—Puedes perder la dignidad —bromeó mientras me levantaba del asiento y le sonreí.

—Muy chistosito, ¿eh?

Caminé hacia los individuos con las mismas chaquetas azules con tonalidades naranjas que parecían ser de la misma universidad. Ellos se percataron de mi presencia antes de llegar y me miraron algo curiosos.

—Hola.

—Hola —respondieron ambos sin apartar su mirada de extrañeza.

—Me gustaría que me indicaran la cocina y la biblioteca, mi hermano y yo queremos comer algo —me hice un lado para que lo vieran sentado en las gradas y este saludó cuando los dos chicos también lo hicieron—, pero nos hemos perdido, es nuestro primer día.

Ellos se quedaron en silencio por unos segundos y yo arrugué el entrecejo al notar que no respondían, pero luego, el más alto de los dos apretó los labios un poco y terminó por hablar.

—¿Tú eres Kylee?

—Sí.

—¿Tú y tu hermano son los que vinieron de España?

—Sí, somos españoles, ¿hay un problema con eso?

Sin más, ellos se levantaron y se giraron para irse sin ningún otro comentario.

—Ey, esperen.

Ellos caminaron más rápido y se alejaron de las escaleras, dejándome con un mal sabor en la boca luego de esa corta pregunta. Hice una mueca de disgusto antes de volver con mi mellizo y este mostraba una sonrisa juguetona mientras me sentaba a su lado.

—Cállate.

—No dije nada —inquirió algo divertido y volvió su vista hacia los chicos que ahora pateaban pelotas entre ellos al azar en un círculo—. No te preocupes, conseguiremos ubicarnos lo antes posible, solo tenemos que conocer más y tener referencia.

—Es posible que eso nos tome todo el día Karter.

—Tenemos todo el día para hacerlo Cookie.

Suspiré con pesadez.

—Bien. Primero consigamos un lugar para comer, luego veamos lo demás.

Nos levantamos y dejamos atrás el campo de soccer, llegando otra vez al jardín que habíamos pasado antes y en este se encontraba la joven que el día anterior nos ubicó la oficina de la orientadora, leyendo un libro. Amaya creo que era su nombre. Me acerqué a pesar de que la mirada de Karter me indicó que no lo hiciera. Cuando estuve lo bastante cerca, ella levantó la mirada de la lectura.

—Hola Amaya.

—Hola Kylee. —Ella dio una fugaz sonrisa—. ¿Sucede algo?

—Sí, necesitamos ayuda para conseguir algo de comida. Pero nadie nos quiere ayudar en decirnos donde podemos encontrar. —Sus ojos azules parecieron brillar tras su nueva sonrisa que casi se volvía una risa leve.

—Eso es normal. Todos los de Efren tienden a ser así con un extranjero. Son muy cerrados. Incluso conmigo lo son un poco.

—¿Cómo es eso? ¿No eres de aquí? —Karter se acercó a nosotras mientras preguntaba y ella lo observó por unos segundos para volver a mirarme.

—No, soy cubana. Soy becada de tres años atrás.

—Interesante. —Alzó una ceja mi hermano y luego sonrió cuando dio un paso adelante para estar a mi lado—. ¿Y cómo hiciste para que te hablaran?

—Aún no lo hacen del todo. Por lo menos me miran cuando voy con Mara.

—¿Mara? —cuestioné y ella arrugó las cejas como si fuera lo más extraño del mundo.

—¿Aún no han visto a Mara Sayler? Es la chica más popular de la universidad. Además, es hija del director.

Negamos luego de mirarnos al no entender el por qué debíamos conocerla solo por ser la más popular.

—No importa, seguro lo harán cuando comience el nuevo semestre. —Ella se levantó tras cerrar el libro y acomodó su cabello a un lado de su hombro—. Los llevaré al comedor el segundo edificio, ya que el del primero casi siempre está lleno, de paso podría darles un tour.

Sonreímos ampliamente al oírla y aceptamos la oferta sin pensarlo dos veces. Ella comenzó a caminar para que la siguiéramos y nos fue mostrando los lugares que pasamos conjunto a lo que se hacía en ese lugar, de si era una carrera o un curso extracurricular. Pasamos por el club de ajedrez, teatro y cultura, luego por los edificios correspondientes a medicina que estaba al lado del edificio de las clases de derecho y criminología, pasamos por los pasillos de las oficinas administrativas y luego por los salones de ciencias.

Así también cruzamos por el aula de música en el que estaba ocupado y salían una que otras melodías, bajamos la escalera y pasamos al siguiente edificio que, según lo explicado por Amaya, era el de artes y diseño. Este suele ser el más concurrido al ser donde estudiaba mayormente la tal Mara.

Y como si fuera coincidencia, un gran cúmulo de personas se hizo presente frente a nosotros. Detuvimos nuestro andar solo escuchando los susurros que se daban unos a otros para solo volverse una gran bola de murmullos.

«Hoy trajo esa blusa que le queda tan bien», «Es obvio que sus ojos son lentillas, solo mira como brillan», «¿Su cabello será natural? Lo dudo», «Ella es estupenda, escuché que ayer ayudó a cruzar a otra anciana», «Quisiera ser como Mara, ella es simplemente perfecta».

Como si se tratara de una cortina, las personas se iban haciendo a un lado para dejar ver poco a poco una cabellera rubia junto con otra de tono castaña por encima de todos. Cuando la mayoría se retiraron, Amaya nos indicó que hiciéramos lo mismo para dar espacio. Entonces fue cuando pude ver a aquella joven de alta estatura en brazos de un joven con gran sonrisa.

La rubia tenía unos ojos azules cielo y sus labios en un tono rosa fucsia despampanantes, su piel parecía porcelana decorada de las cadenas doradas en su cuello que hacían juego con sus pendientes. Su ropa se veía bastante costosa a pesar de ser una camiseta manga larga y pantalones jeans, complementados de unos altos tacones de punta fina en un rosa pálido que le daba ese aire de inalcanzable.

El castaño a su lado era de unos ojos de un azul más intensos que la chica que iba a su lado, usaba una camisa de cuadros rojos y negros bastante ajustados hasta sus muñecas, la izquierda siendo decorada de un Rolex que brillaba más que mi futuro, completaba con unos jeans ajustados que terminaban justo en donde comenzaban unos zapatos deportivos bien blanqueados.

Sus sonrisas opacaban todo a su alrededor y parecían ser una pareja famosa que caminaban por la pasarela o la alfombra roja de un gran evento, al ver como saludaban a los presentes de manera tan positiva y enérgica.

—Acostúmbrense —susurró la castaña de tez oscura que estaba al lado de nosotros con su libro en brazos—, esto es todos los días.

Justo estaban pasando por nuestro lado cuando noté a una chica más pequeña caminar detrás de ellos con el mentón en alto en una evidente arrogancia, su pelo rubio estaba sostenido en una cola alta dejándose caer a un lado de su hombro, era adornada por unos pendientes de aro algo grandes que le quedaban bien y combinaban con sus ojos castaños claros. Llevaba puesto un vestido que juraba haber visto alguna vez en algún comercial o en otro lado, y sus tacones eran igual de altos que la chica que iba delante, pero aun así no le alcanzaba.

Cuando creímos que seguirían de largo, Mara se detuvo de repente y giró su vista hasta nosotros. Se le notaba muy confiada, y sin pensarlo mucho se acercó sin dejar de sonreír por un minuto.

—Amaya, querida. ¿Dónde estabas?

—Leyendo —comentó la mencionada al levantar el libro un poco en brazos.

—¿El código Da Vinci? —Amaya asintió ante la pregunta de Mara—. No esperaría menos de ti. —Luego nos miró a nosotros, específicamente a mi hermano—. Y ustedes de seguro son los Sorní, ¿no?

Asentimos. Ella fue alternando su mirada en los dos por un momento.

—Es evidente que son mellizos, sus características son bastante similares.

—Gracias por notarlo —respondí con sarcasmo y esos ojos azules se clavaron en mí, al igual que los de todos alrededor. Creo que no debí decir eso.

—Tú de seguro eres Kylee. —Dio un paso para ponerse frente a mí.

Sus orbes de color cielo mantuvieron mi mirada, y podría jurar que vi una sola cosa.

Nada.

Era como si ella estuviera vacía, como si no transmitiera su ser, era como si... fingiera. Ella ladeó una sonrisa de boca cerrada de repente y me hizo fruncir el ceño, algo de ella no me convencía, nada de lo que veía de ella me parecía genuino, era como si otra persona invadiera un cuerpo ajeno o como si se tratara de un fantasma que vagara por su interior, moviéndose en silencio.

Ella no era lo que estaba frente a mí.

Y como si escuchó mi pensamiento, decidió esta vez mirar a mi hermano por un instante y entregarle un mensaje con sus ojos que me fue difícil interpretar. Sin más que hacer, solo se volvió a acercar al chico que la acompañó por los pasillos y terminó por alejarse sin decir más nada, solo retornando a su burbuja con aquella gran sonrisa.

¡Epa! ¡Epa! Ya hemos conocido a la famosa Mara. Se ve muy simpática, ¿no? Ojalá y no le pase nada malo. *Se recuerda del inicio de la historia*

... Mejor olvídenlo. :'D

Por otro lado, ¿Crees que Cooke y Mara se vuelvan "besties" o no? Me da curiosidad de las dos versiones, una de ellas pasará, evidentemente. Pero, la que no pasó, me da bastante curiosidad.

Bueno, espero que hayas disfrutado la historia que es lo más importante, que no olvides darle me gusta/estrellita, comentar las partes divertidas o que te guste y compartir si es de tu agrado para que la comunidad pueda crecer más.

Me despido, ¡Besitos suspensivos!

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