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Capítulo 06. Un inicio ideal


Tomamos nuestras pertenencias tras quedar en la acera frente al recinto, Karter llevó lo más grande y pesado mientras yo llevaba los objetos de mano. Nos adentramos a pasos firmes por la parte encementada de manera céntrica en el jardín, llevándonos a una gran puerta de madera cerrada, se le notaba de gran grosor y lo pesado que sería empujarla, así que mi hermano hizo los honores y pasó hacia adentro.

Despertó mi curiosidad el gran contraste que había del interior con el exterior. Desde fuera, el lugar tenía muy poco flujo de personas y con la semejanza de estar cerrado, eso sin contar con la magnitud de su tamaño, con su fachada rustica y destacable desde la distancia. Pero dentro, había mucha gente caminando de aquí para allá y hablando de diversas cosas, pero todo se entendía. Todo era un caos, pero era un tipo de caos... ¿Organizado?

La universidad estaba construida de ladrillos fuera, pero el interior era completamente blanco, iluminado por unos grandes candelabros de luces amarillentas que le daban una tonalidad oro alrededor. Todo parecía caro, ostentoso y frágil. Karter y yo no habíamos dado un paso más luego de entrar, y al parecer nadie se iba a detener de rumbo para darnos alguna bienvenida o por lo menos ayudarnos.

Observé una chica que usaba unos grandes lentes caminar con su celular en manos y le saludé, pero esta me ignoró por completo. Lo mismo pasó con mi mellizo cuando se acercó a unos tantos chicos y a pesar de ser amistoso, estos también se hicieron de la vista gorda.

Nos dimos una mirada apenada al no tener ni idea de a donde ir o por dónde empezar, qué era lo que seguía o donde pondríamos nuestras pertenencias. Esto fue así, hasta que una chica se apareció de repente a un lado de nosotros.

—Hola —saludó ella de repente con su vista atenta, sacándonos un pequeño susto ante lo repentino de su aparición.

—Hola —Karter correspondió el saludo al estabilizarse.

—¿Se les ofrece algo? ¿Son extranjeros? —La voz de la chica era bastante suave, su pelo castaño con detalles dorados caía al lado de su hombro, su piel era de una tonalidad oscura, pero sus ojos era de un azul particular que me hizo curiosear con la mirada a no ver tal contraste antes. Llevaba en brazos una serie de libros y un bolso sobre su hombro.

—Sí. Sucede que somos de nuevo ingreso.

—¿De dónde vienen?

—Somos de España, mi nombre es Karter y ella es mi hermana Kylee. —Él extendió su mano para que la chica respondiera, pero ella solo nos siguió observando en silencio haciendo que él bajase su mano—. Bueno, el punto es que necesitamos ir a orientación estudiantil.

—Se encuentra a unos pasillos a la derecha. —Ladeó su cabeza para indicar la dirección—. El nombre está fuera.

—Gracias por tu ayuda... este...

—Amaya. Amaya Mir. —Sus ojos azules eran escrupulosos, podría jurar que no había pestañado en ningún momento desde que entabló la conversación.

—Un gusto Amaya, pero ya tenemos que irnos. —Una corta sonrisa se dibujó en el rostro de mi hermano para volver a tomar las maletas y dirigirse a donde nos había indicado la castaña. Ella asintió en respuesta.

Caminé detrás de él cuando se alejó. Karter se hacía paso entre el bando de personas y dobló por donde nos había indicado la morena. Ya en ese pasillo el flujo de personas era más corto y aparentaba ser un lugar poco transcurrido. Para suerte de nosotros, tras cruzar algunos tres pasillos, logramos encontrar una oficina que llevaba nombre de: «Orientación y facilidades».

Mi hermano dudó entre tocar o simplemente entrar, yo por mi parte decidí darle unos cuantos topes algo fuertes con los nudillos para que escuchara quien sea que estuviera dentro. Una voz femenina se alzó desde dentro dándonos el paso. Tomé la perilla y empujé hacia dentro para pasar junto con el equipaje, seguida por Karter.

Lo próximo que sucedió fue una charla de unos diez minutos y sin pausas de todo lo referente a la universidad. Hubo cosas que no entendí del todo por lo veloz que la mujer emitía las palabras, pero cada vez que quería detenerla para que repitiera, ella ya había cambiado de tema. Karter se veía aturdido y yo bastante confundida.

Cuando pareció haber terminado, se levantó de su asiento de imprevisto y caminó a la salida de la oficina sin decirnos nada, hizo un gesto rápido para que la siguiéramos al dejar el lugar mientras que nosotros solo pudimos levantarnos apresurados para ir detrás de ella. La mujer era pequeña y rellena, con pelo canoso y ciertas arrugas en partes expresivas de su rostro, era notable que tenía unos cuantos años encima y su actitud indicaba que solo quería hacer todo lo más pronto posible. Sus pasos eran veloces a pesar de ser cortos. Se encaminó por los pasillos con algún destino que desconocíamos mientras nosotros estábamos persiguiéndole el paso casi a la carrera.

—Tengan sus horarios —dijo cuando llegamos a su lado pasándonos a cada uno un cartón junto con un papel—. También les paso el registro de asignatura a tomar por los siguientes cuatro años de carrera y así puedan llevar su propio control.

—Bien —susurré leyendo todo lo que pude sin perder de vista el camino.

—Las clases nunca se detienen, ni siquiera en vacaciones, así que si desean clases de esta manera lo deben informar con tiempo. Dentro del plantel no se utiliza ropa no adecuada, llámese: Pantalones o faldas cortas, rotos, desgastados de manera desalineada o deteriorados por descuido, no tatuajes ni perforaciones en lugares indebidos, no todas las modas son permitidas, el pelo siempre debe estar organizado y no se permiten sandalias.

Giramos por una esquina y allí salimos hasta otro jardín que podía jurar, era cuatro o cinco veces más grande que un campo de futbol, seguimos la ruta hacia uno de los tantos edificios que decoraban el lugar con el mismo exterior que el principal. Por todos lados había jóvenes y adultos de distintas edades realizando múltiples actividades, algunos estaban practicando un deporte o simplemente leyendo.

—Tampoco acepto irrespetos ante cualquier entidad o persona de la universidad. No insultos, no palabras obscenas, no problemas, educación y ética, sobre todo. ¿Dudas, preguntas o algún comentario de su parte? —Ella se detuvo de repente frente a nosotros y se dio la vuelta para alternar la mirada en ambos, los dos negamos con la cabeza y luego ella asintió para seguir el rumbo por el que iba—. Cabe destacar que los edificios del campus que se utilizan para estadía están divididos por hombres y mujeres, pero como ustedes son hermanos y además becados en el mismo momento, decidimos que lo dejaríamos en una misma habitación.

Mi hermano y yo nos miramos con una sonrisa de oreja a oreja y chocamos las palmas como mini celebración por aquella decisión. Debía jurar que uno de los temores que tenía era ese, que nos dividieran y solo poder encontrarnos en unas que otras clases o momentos libres.

Entramos a una de las tantas construcciones y subimos las escaleras hasta llegar al cuarto piso. Allí, en la habitación número doscientos cincuenta y cuatro, abrió con una llave y se adentró a continuación de nosotros y nuestras pertenencias. La habitación estaba pintada de blanco por completo y no tenía más que dos camas y dos ventanas de vidrio, una miraba por donde justo habíamos pasado mientras la otra miraba a la otra residencia del lado. También había una pequeña sala a un lado tras una cocina, un área de lavado que se veía casi al final de uno de los pasillos y lo que, presumimos, era un baño.

—La pintura es reciente y las modificaciones que puedan afectar de manera grave a las paredes no están bien vistos.

—¿No podemos poner carteles? —interrogué llevándome una mirada de ceja alzada de la orientadora.

—¿Tienes carteles o cosas por pegar? —Asentí—. En ese caso, deben usar adhesivos que no afecten tan severamente la integridad de la pared.

—¿Las paredes tienen integridad? —susurró mi mellizo mientras yo cubrí mi boca de golpe para aguantar una carcajada.

Dejamos las pertenencias alrededor para ver a detalle todo el lugar. Antes de irse, la orientadora terminó con uno que otros detalles por destacar y tras una cara seca durante tanto rato, mostró una sonrisa para pasarnos una llave a cada uno y salir, cerrando la puerta detrás.

Aunque estuviera en silencio, solo podía pensar que todo aquel sitio parecía ser más un recinto devocional que una universidad, con tantas restricciones era imposible sentirse como tal.

—Estamos en Efren, Cooke. —El entusiasmo contenido en la expresión de mi hermano me hizo morder levemente mi labio antes de sonreír como si hubo una travesura hecha por los dos.

—Lo sé, lo sé —miré al techo—. Esto es increíble.

—Y tú que decías que no podríamos lograrlo.

—Entiéndelo, hermano. —Caminé hasta la cama a la izquierda desde la vista de la entrada—. Era solo nuestro esfuerzo y un milagro lo que nos haría estar aquí. Es casi imposible que-

—Ey, ey. —Su voz me sacó de diálogo—. Esa será mi cama.

—¡Ey! Claro que no, ¿quién decidió eso?

—Yo lo decidí.

—¿Y quién es Karter para decidir la mejor cama que está al lado de la mejor vista?

—¿Y quién es Cookie para decirme que no puedo?

—Soy tu hermana mayor.

—Yo soy el hombre.

—Estúpido. —Rodeé los ojos mientras él soltaba una leve risa—. Hagamos una competencia de fuerza y veamos quién se queda con la mejor cama.

—No, siempre ganas por tramposa.

—Mentiroso. —Me crucé de brazos—. Mejor llamemos a mamá y papá, así le decimos que ya estamos en la universidad y de paso nos ayudan a elegir.

—De acuerdo tramposa.

Sabía que al final existiría la posibilidad de dejarle la cama si no quería verlo haciendo berrinches cada vez que viera la litera, pero a veces me gustaba molestarlo.

¿Quépodía decir? Era un placer culposo de hermana mayor que no dejaría en España,por más que haya cambiado mi vida.

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