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𝟬𝟲

Hace una semana que compraron la ropa para hacer tenis: el vestido, para Yebun y unos zapatos, para Seokjin.

Ahora son las 16:45 p.m de un martes y se encuentran en una cafetería a dos calles de la que, temporalmente, será su casa.

La joven removía el café con desinterés. Llevaban casi dos semanas; exagera solo una semana y tres días, sin haber descubierto nada, ningún tipo de avance en la investigación. Tampoco han logrado acercarse a nadie que viva en el edificio. Solo mínimamente a los Hong, sus vecinos de arriba.

—¿Deberíamos volver a contactar con las chicas?—Pregunta Kim suavemente Yebun para un tanto estresada con el ni poder hacer nada.

La muchacha niega con la cabeza mientras suspira.—No, si ellas supieran algo que nosotros no, nos hubieran llamado, creo—Levanto la mirada del fondo de la taza para mirar a su compañero.—¿Nos vamos? Tal vez consigamos encontrar información.Dijeron que mandarían más informes está semana.— comentó levantándose.

—O podríamos invitar a los Hong a un partido, pero solo si quieres.—Replicó levantándose a la par de ella.

—Esta bien.

Cerca esa cafetería en un callejón una joven rebelde decidió ir a por unos cigarrillos a un callejón.

Durante el corto paseo del café al edificio Yebun, trató de tranquilizarse. Ese caso la tenía un tanto tensa; normalmente no vive en un edificio donde se sospeche de alguien o de que el hijo de alguien esté involucrado. Generalmente, viven enfrente o, como máximo, a dos o tres calles de distancia.

Pero este caso es diferente: cualquiera de los que están ahí, durmiendo bajo el mismo techo que ella, podría ser un ser tan despreciable como un pederasta. Le repugna la idea.

En la pista de tenis solo se encontraba el CEO de los hoteles JW Marriott Hotel Seoul, una gran cadena de hoteles. Era un señor de unos sesenta años que empezaba a perder el pelo y probablemente tenía problemas cardíacos debido a su peso. Pero ahí estaba él, con una joven de no más de veinticinco años.

En el rostro de Bae apareció una fugaz mueca que Kim hubiera pasado por alto, de no ser porque Bae normalmente tiene un aura serena, y desde que el caso no avanza, está molesta. Además, ver a un señor de mediana edad con una joven que perfectamente podría ser su hija en el edificio, donde supuestamente deberían "descansar y relajarse" hasta cierto punto, no es la mejor combinación.

El muchacho iba a colocar una mano en el hombro de su compañero pero enseguida se dirigió a la entrada del edificio para llamar al ascensor.

—¿Quieres descansar un poco? Quiero decir antes de revisar los documentos o después, aunque sea un rato.—Le preguntó Seokjin un tanto inseguro, no quiere parecer entrometido.

—Revisare el correo y si no hay nada iré a la pista.—Respondio sin mucho interés.

—Buen plan.—Se acerca ligeramente para hablar en voz baja, susurrando.—¿Crees que estén los Hong?

Bae lo miro y una de las comisuras de sus labios se elevó ligeramente.—Eso había pensado, tal vez pueda conseguir su número.

—Buena idea. Buen plan.

La idea estaba sobre la mesa. Ya verían como la ejecutarían y como saldría.

En la bandeja de correos de los agentes no había ni un solo mensaje con la información, ni tampoco nadie con un paquete en la puerta de la casa.

Así que como habían acordado irían a la pista de tenis. Eso serviría especialmente para Yebun, necesita hacer algo, un poco de ejercicio no le vendría mal.

En casa Bae se vistió con una falda blanca de los que se usan para hacer tenis y un crop-top verde con escote en forma de V que le envío su amiga, Soowon. No uso el vestido que compro con Seokjin en el centro comercial ya que prefirió guardarlo para otra ocasión donde estuviera cien por cien segura de encontrarse a los Hong y dar buena impresión.

Necesita acercarse a ellos o ella cree que es lo necesario para poder conocer más gente que pueda ser sospechosa. Porque acercarse al señor Choi, el señor que estaba en la pista cuando llegaron, no le hacía especial ilusión y si podía evitarlo lo haría a toda costa.

Él se puso los zapatos que compró también y la ropa que envío la agencia.

Kim por su lado no sabía que más hacer para acercarse a los residentes. No iba a trabajar todavía ya que "está de luna de miel" durante quince días y ya estaba apunto de tener que fingir ir a trabajar o mejor trabajaría desde casa ya que supuestamente es el jefe de una joyería, puede faltar cuando quiera, de manera moderada pero podía así que lo haría.

Además con Yebun tan nerviosa no quería dejarla sola, no porque creyera que los fuera a delatar o no pudiera hacer el trabajo ella sola, no, ella era más que capaz. Pero quiere que se lo tome con cierta calma, que no haga ninguna locura.

A pesar de estar sin aliento y sabiendo que probablemente al día siguiente tendría agujetas Yebun estaba feliz y relajada.

—Gané.

Dejaron las raquetas y las pelotas de tenis a un lado de la pista.
Para después salir de la misma hacia los vestuarios donde Seokjin iría a dejar los zapatos mientras Yebun iba a por un agua de la máquina expendedora que había a unos pasos de los vestuarios.

No entendía realmente porque debería de haberla ya que subes el ascensor y tienes agua y cualquier bebida que se te antoje, pero es en parte más comodo no tener que hacer todo el trayecto.
Claro está que no debes de pagar, solo faltaría. El edificio tiene alta seguridad y aparte de tener una llave o tarjeta para abrir las puertas, debes tener descargada una aplicación, y con la tarjeta o aplicación puedes agarrar el agua o refrescos de la máquina. Aparte de la máquina había un dispensador de agua y tenía la opción de: frío, caliento o del tiempo.

Seokjin volvió del vestuario con dos toallas para cara empapadas en agua, una pegada a la frente y la otro en la mano.

—Ten. Para el sudor y eso... Por si tienes calor.—En cuanto llegó al costado de su compañera le ofreció la toalla.

—Gracias.

La joven comenzó a pasarse la toalla por la frente a toques. Cuando en su campo visual apareció su vecina: Hong Bokyung.
La cual se acerco con un poco de duda a saludar.

—Buenas.

—Hola señora Hong, o la puedo llamar Bokyung.—Hablo enseguida Yebun.

—Como prefiera, pero Bokyung está bien.

En menos de cinco minutos apareció Suho que enseguida rodeó la cintura de su mujer.

—Buena tarde señor y señora Park.—Saludó y se acerco fue a darle unas palmadas en la espalda a Kim.

—Tengo noticias.

—¿Si? Por favor adelante señor Hong.

Aplaudió al aire para después hablar con entusiasmo.

—Voy a abrir otra tienda.

Yebun y Seokjin quedaron un tanto desconcertados. ¿Otra tienda? Acababa de abrir una hace meses. Pero aún así fingieron una sonrisa y lo felicitaron.

—Enhorabuena.

—Felicidades.

—Gracias y lo más importante es que va haber una fiesta de inauguración y están invitados. En dos semanas, viernes dos.

—Hay estaremos.—Contestó el más alto.

Eso demuestra que tan cercanos eran: fiesta de inauguración y tal vez hasta after-party. O mejor: pistas.

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