Una nueva mañana empezaba en la ciudad de Zootopia. Se puede ver a todos los mamíferos caminando por las calles o en sus autos rumbo a sus trabajos ya los más pequeños camino a la escuela para hacer sus tareas diarias. Mientras tanto, en un pequeño apartamento de una habitación despertaba un zorro de pelaje rojizo y ojos verde esmeralda. Estaba agotado, ya que no pudo dormir realmente bien, pero debía levantarse. Sus pensamientos no podían parar, haciendo que en su mente pasaran imágenes de lo vivido junto con la coneja, Judy Hopps. Pero también algunas imágenes que eran realmente creadas por su imaginación y una muy pervertida mente. Así fue en la noche, y para poder parar tuvo que satisfacer sus deseos más carnales. Deseaba que eso no volviera a pasar, más ahora que estaba junto a Judy todo el día. Era su mejor amiga, y de otra especie no podía permitirse hacer algo así. Dejando esos pensamientos de lado salió de su pequeño departamento para ir a la estación de autobuses y tomar uno directo a la comisaria central de la ciudad. 

El viaje no le tomó mucho tiempo, y al llegar saluda a Benjamin antes de ir directo a su oficina. Al entrar ve a Judy leyendo algunos documentos de la carpeta que el jefe Bogo les había dado antes de empezar el caso. Relajando su cuerpo y con ello sus pensamientos fue con ella y se sentó a su lado. 

—Buenos días zanahorias —saluda como siempre lo hacía el zorro—. Veo que hoy madrugaste, lo que realmente no es raro. 

—Lo realmente raro es esto, Nick —dice dándole el documento al zorro. Se podía leer perfectamente que los cachorros no había salido del lugar, pero algo que Nick ya sabía. 

—¿Qué es lo raro, pelusa? —Cuestiona el zorro—. Sabemos que las cámaras no captaron la salida de ellos, y el dueño mencionó que no hay más salidas. 

-No. Los padres y las personas que dicen estar ese día dicen que ellos nunca salieron, y si es verdad que no hay más salidas ellos deben seguir dentro —infiere la conexión al tener esa información—. Deben seguir allí dentro. 

—Eso es casi imposible, zanahorias. No pueden seguir allí dentro, los empleados notarían eso —dice Nick bastante confundido—. Pero es la única solución lógica para tener una respuesta de porqué no se han visto por las cámaras. 

—¿Ves lo que te digo? —Pregunta la coneja—. Deben seguir allí dentro. Hay que buscarlos. 

—Los dueños no dejarían algo así en mitad del día. Sería llamar la atención del lugar y su reputación bajaría —dice el zorro—. Busquemos más pistas. Llama al dueño y le avisas que vamos a ir en la noche, yo voy a buscar algo sobre esa empresa de rebotica que tiene el señor Deerton. 

La coneja asiente y saca su teléfono para hacer la llamada que le había pedido el zorro. No tarda mucho, ya que al ciervo no importarle eso. Después de eso pasan la tarde en busca de información sobre la empresa de Androids Fur Corp. 

Se trataba de una empresa creada hace un par de años por dos amigos. Uno de ellos era Wiliam Deerton, ingeniero mecatronico especializado en la producción de mecanismos automáticos y animatronicos. La compañía se especializa en la realización de planos para robots de todo tipos, sin importar el tamaño, o lo que se desea hacer con él. Después de unos meses empezaron a hacer los robots y se vendían a un buen precio al no ser algo realmente grande. Al menos hasta que llegó la idea de montar un restaurante donde estos eran la atracción principal. La empresa tuvo un gran crecimiento gracias a un restaurante ubicado en un pueblo llamado Ciervilla, de donde eran originarios ambos dueños de la compañía. Ahí sus animatronicos han sido la sensación mucho tiempo, y eso también llamó la atención de más empresas que en un intento de imitarlos no encontraron un buen resultado. Eso tal vez a que los animatronicos creados por Androids Fur Corp se podrían considerar de mucha calidad y la mejor tecnología patentada por ellos mismos. Al llegar a Zootopia hace meses algunas de las empresas de restaurante más conocidas decidieron hacer contratos con la compañía ya mencionada para hacer a sus mascotas en androides y la atención de niños y hasta algunos adultos a los que le emocionaba esta tecnología. 

No hay nada sospechoso en la empresa —menciona Judy al terminar el informe hecho por la policía, como también algunos otros encontrados en internet sobre la empresa y el restaurante. 

—Hay que encontrar todo lo posible ... —dice el zorro con seriedad—. Me parece que hay algo raro. 

La habitación se hace silencio, un silencio que permite a ambos pensar con más calma y tranquilidad. Aunque esto no funciona en realidad. No había muchas más ideas en mente, no había pistas a seguir y estaban en un caso totalmente estancado. Justo en ese momento se escuchan algunos pasos en el pasillo antes de que la puerta se abriera sin más, dejando ver que del otro lado estaba el búfalo con seriedad viendo a la pareja de oficiales. No era para menos, estaban en un caso realmente muy pesado, y no había recibido noticias de nada, aunque tampoco es que hayan encontrado algo importante. Lo único que sabían eran que las grabaciones no habían servido para nada ya que además de no grabar a los chicos su calidad era demasiado mala como para poder hacer un retrato. Pero ahora esto no importaba. 

—¿Algo nuevo? —pregunta el jefe manteniéndose serio. 

—No señor —responde el zorro ante la duda de su jefe mirando a este con la misma seriedad. Parecía que ahora no tenía las ganas o la mente en hacerle bromas o hablar de forma burlona como normalmente lo hacía—. No hay ninguna pista, estamos atorados. 

—Las grabaciones del local no sirvieron para nada —añade Judy mirando al jefe de igual manera—. Pero esta noche vamos a volver para seguir investigando en el local. Creo que los cachorros no salieron del lugar. 

—¿Y eso cómo seria posible? —le cuestiona el jefe—. Ya revisamos el lugar, y no hay nada. No pierdan el tiempo con estupideces. 

—Señor, es para buscar pistas. Sabe que cualquier pelo podría ayudar —responde la coneja manteniéndose firme con su idea de ir al restaurante en busca de pistas. 

—Tenemos dos cachorros en peligro, recuerden eso. Y si no damos con el responsable puede pesarla a más —le recuerda Bogo y suspira levemente algo frustrado—. Supongo que ustedes deben de saber lo que hacen. Espero noticias pronto. 

El más grande tanto en lo físico como en edad se va del lugar manteniendo la calma. Nick y Judy suspiran levemente cuando ven que se va y  ahora se miran unos segundos antes de que el zorro le ofreciera un café a su compañera y al escuchar que acepta van a la zona de descanso de la comisaria. 

—Judy, creo que este caso es más que nosotros —comenta el zorro mientras tomaba un café y soltaba un suspiro algo frustrado. 

La coneja se ve realmente sorprendida ante el comentario que dijo su compañero. Aunque podría verse como una broma por su baja estatura, en realidad sabía que era muy serio, más que todo por como la llamó. Le dijo su nombre, y no por algún apodo que siempre decía. 

—No, podemos con esto —responde firme Judy—. Ya hemos resuelto casos grandes, podemos encontrar a esos dos pequeños y devolverlos a sus familias. 

Nick se mantiene en silencio. No quería discutir contra la actitud tan segura de la coneja y su optimismo. Eso hace que Judy se dé cuenta de lo que en realidad pasaba, notando que tal vez el zorro podía estar en lo correcto. Pero no podía rendirse tan rápido. Debía seguir con la investigación y encontrar a los pequeños así tarde semanas o meses.  

Pasan las horas, y no había gran cosa encontrada por los oficiales. Parecía que el caso estaba estancado en ese punto. La única forma de hacer algo era encontrar algo en el restaurante en la noche. De resto, no había mucho que hacer.  

Ya en la noche, la pareja de oficiales iban rumbo a la heladería para empezar su trabajo. EL viaje es tranquilo hasta llegar al local donde venden helados y estaciona frente a este para poder bajar. 

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Recuerden que tengo otro perfil donde estoy publicando nuevas historias originales mías. Me encuentran como danferoso. Les agradecería que fueran a seguirme y leer mis historias.

Muchas gracias, y hasta la próxima.