Capítulo 2
La mañana era perfecta en la ciudad de Zootopia. El sol brillaba, y habían pocas nubes en el ciudad. La gente ya caminaba hacia sus trabajos, tomando el tren, metro, o el autobús. La hora pico fue pasando hasta dejar a una ciudad tranquila, con algunas personas pasando y comprando en negocios.
En un departamento no muy lejos de la estación del metro, una coneja se vestía con tranquilidad al tener bastante tiempo para que su amigo llegara. Con una blusa rosa, y un pantalón negro ajustado a sus piernas muy entrenadas se miraba en el espejo que tenía en una de las paredes. Sonríe ampliamente al verse y luego va a comer algo. Zanahorias instantáneas.
Las horas pasan, y pasado un minuto las 11 alguien toca la puerta del lugar. Se trataba del zorro el cual vestía como siempre, una camisa verde hawaiana y un pantalón café de mezclilla.
—Buenos días, zanahorias —le saluda el zorro con una amplia sonrisa pícara, como siempre. Se quita las gafas viendo el lugar dentro unos segundos—. Deberías buscar un apartamento nuevo para vivir.
—¿Y me ayudarás a buscar uno, zorro astuto? —pregunta Judy divertida sonriendole igual.
—Pelusa, tengo una habitación por si deseas cambiar este… —se ve como piensa sus palabras, aunque se le notaba divertido—. Esta habitación, si es que se puede llamar así.
—Vamos, no es tan malo.
—¡Vayan a alquilar una habitación de hotel! —grita uno de los vecinos ruidosos de Judy.
—¿Malo? —ríe levemente—. Eso se queda corto, zanahorias. Mejor vámonos antes que piensen que voy a comerte, y no el sentido que te gustaría.
Eso hace sonrojar a la coneja, provocando que Nick ría levemente. Le hace un pequeño gesto con la pata para que fuera con él y salen del edificio para empezar el recorrido por la ciudad.
Visitan varias zonas de la gran ciudad que era Zootopia. Desde el centro de la ciudad donde estaban gran parte de negocios, las húmedas calles del distrito forestal, aprovechando para visitar a su amigo manchas, luego los monumentos en la calurosa plaza Sahara, y para finalizar la nieve caer en Tundratown. Todo había sido maravilloso para ellos, se divirtieron hablando, bromeando y paseando por toda la ciudad. Judy había conocido bastante mejor el lugar y sus distritos. Aún había más, pero por el momento era más que suficiente.
—Ya se hace tarde —comenta la conejita de ojos violeta mientras miraba el cielo estrellado que, gracias a la poca luz que había saliendo de Tundratown se lograba ver—. Je, se ve que va a ser una linda noche.
Error.
Corriendo entraba a su apartamento la coneja que en un principio pensó que sería una linda noche. Con algunas gotas cayendo de su empapado pelaje, en especial de sus orejas que las tenía bajas por el peso del agua. Segundos después entraba también el zorro con la respiración algo agitada e igual de empapado. Ambos se miran unos segundo y se empiezan a reír a carcajadas. A mal tiempo buena cara, ¿no?
—Vamos, hace poco compre una cafetera para días fríos como este —dice la coneja dejándolo pasar manteniendo esa sonrisa divertida. Como sabemos, el lugar no era muy grande, por lo que Nick se queda sobre el tapete de bienvenidos para no empapar el lugar. Mientras, Judy se quita el abrigo que tenía y lo tira a una cesta que tenía con ropa sucia. Pronto tendría que llevarla a la lavandería. Nick la miraba, aunque temblaba con algo de frío debido al agua que tenía en su ropa y pelaje. Alcanzaba a ver por la ventana como grandes gotas caían del cielo sobre la ciudad, para segundos después un rayo caer iluminando por un segundo la habitación y milisegundos después hacer un estruendo, como lo haría cualquier relámpago que cayera. Eso causó que la coneja se asustara un poco.
—No… —dice divertido el zorro—. ¿Judy Hopps asustada por una lluvia? — comenta Nick con burla y se ríe—. La mejor policía le teme a un relámpago, eso no me lo creo.
—Hey, no me asustan los relámpagos —justo en ese momento otro cae, esta vez más cerca lo que hace que la iluminación y el ruido sean casi al mismo tiempo, provocando así un pequeño grito de miedo por parte de la coneja. Obviamente Nick no aguanta y se ríe a más no poder.
—Tranquila, yo te protejo —dice el zorro divertido y se acerca para abrazarla, y al hacerlo hace que su blusa se moje por lo empapado que estaba el zorro y su ropa. Al sentirlo, ella lo aleja empujandolo y luego viendo su blusa frunciendo el ceño. Aunque, Nick parece algo sorprendido. Sabía de la figura que tenía su amiga, pero esa blusa al mojarse se ajustó muy bien al cuerpo de ella, dejando así poco a la imaginación.
—Genial, ahora tendré que cambiarme —suspira frustrada ella—. Torpe zorro.
Camina hasta su pequeño armario y lo abre. De allí saca su pijama, una blusa y un pantalón holgados, bastante cómodos para moverse. Deja todo sobre la cama y mira al chico.
—No tengo habitaciones, así que mira la puerta, por favor —le pide ella amablemente.
El zorro parecía en un pequeño trance, pero al escuchar su petición reacciona y asiente algo nervioso volteando a ver la pared. Escuchaba como la ropa mojada de la chica caía al suelo, pues se escuchaba lo húmeda que era. Era su amiga, además de diferentes especies, no podía voltear y verla, sería demasiado incómodo. Pero, quería hacerlo, quería rectificar lo que vio hace unos segundos. Ese hermoso cuerpo, digno de una diosa. Una de sus orejas se mueve levemente atento a los ruidos que hacía ella, escuchando como daba algunos pasos, seguramente para ir al armario a sacar algo más. Instintivamente giró un poco su cabeza y poder ver algo por el rabillo del ojo, pero es recibido fuertemente por una toalla en la cara que le tapa la vista de inmediato.
—¡Dije, mira a la pared! Estúpido zorro —dijo Judy—. Secate y quítate la ropa, no quiero que te enfermes.
A la primera se asustó el zorro, pensó que lo había atrapado, y que se haría incómodo para ambos. Más al escuchar ese insulto. Antes le había dicho cosas, pero no así. Tomo suavemente la toalla viéndola, y al escuchar lo que dice se relaja un poco, quitando la parte donde tendría que desnudarse frente a la coneja.
Mirando aún la pared se empieza a quitar la ropa, viendo que donde estaba parado había un gran charco de agua por su pelaje y ropa escurriendo esta. Segundos después se quita la ropa quedando en su ropa interior y se tapa con la toalla. Ya así espera hasta recibir la orden de la coneja de poder voltear. Cuando la escucha decir que puede hacerlo, es recibido por ella en su pijama y una taza de café bien caliente. Así le invita a sentarse en la cama un rato mientras iba a buscarle algo de ropa.
—¿Dónde vas a encontrar ropa para zorros? —le pregunta el chico muy confundido.
—Tranquilo —le le dice ella con una sonrisa tranquila y saca de su armario uno de los uniformes del zorro—. Siempre guardo uno por alguna emergencia. Conociéndote seguro la necesitaría.
Ríe levemente la coneja y se lo pasa. El chico resignado se lo pone. Era eso, o caminar desnudo a su casa.
—Me tomo el café y voy a tomar el autobús. Seguramente para cuando acabe ya habrá acabado de llover.
Otra suposición errónea, esta vez del zorro. Charlaron unos minutos mientras acababan los cafés, pero al hacerlo la lluvia seguía igual de fuerte, y parecía no parar.
—¿Tienes un paraguas? —pregunta el zorro viendo la lluvia.
—No —le responde Judy.
—Bueno, puedo irme bajo algunos techos mientras llego a la parada —comenta el chico algo pensativo. Iba a decir algo más pero es interrumpido por un trueno que suena con fuerza.
—¿Sabes? ¿Y si mejor te quedas aquí? —sugiere ella algo preocupada por la seguridad de su amigo.
—Pero no tienes cuarto de invitados de nada… —dice este pensativo—. ¿Segura?
—Claro, puedo hacer una cama en el suelo improvisada con sábanas y dormiré allí.
—Espera, ¿qué? —pregunta el chico confundido—. No, yo duermo en el suelo. Es tu casa.
Después de unos minutos discutiendo, uno de sus vecinos interrumpe con un fuerte grito.
—¡Duerman ambos en la cama!
Pasan unos segundos de silencio donde ambos se miraban y terminan asintiendo. La coneja agradece a su vecino y acomoda algunas sábanas y sus peluches para que ambos quedarán en la cama. Era grande, como para dos conejos, pero el tamaño del zorro haría que estuvieran algo juntos.
Las horas pasan, y ambos estaban acostados a un lado de la cama. La coneja al rincón y el zorro al otro lado. Para estar cómodos y tener espacio, ambos se daban la espalda. Pero, después de un fuerte trueno Nick siente como le abrazan la espalda, haciendo que se diera la vuelta para confirmar sus sospechas y ver a Judy abrazandolo con algo de fuerza mientras temblaba un poco. Este sonríe levemente y le mira.
—Perdón —pide ella con las orejas bajas y muy apenada soltandolo—. Es que en serio odio los rayos.
Nick sólo ríe levemente y corresponde el abrazo apagandola a su pecho para que estuviera tranquila y que ambos durmieran cómodos. Ella sonríe al ver lo que hace y se acurruca en él quedándose dormida fácilmente, igual que su compañero.
Espero les guste, si es así voten y comenten
Gracias y hasta la próxima
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