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Capítulo 6: ¿Le importaría?

Sentada a la orilla de la ventana, con el cuchillo entre mis manos y la vista pérdida en las palmeras, pensé: Si me pasa algo, ¿le importaría a alguien?

Ya habían pasado casi dos meses desde que me retuvieron aquí, y no culparía a Ian si decidiera darse por vencido y recuperar su vida. Él todavía tenía a su padre, a la señora T y también a Leila. ¿Yo a quién tenía? ¿Quién me buscaría?

Tal vez a Kyle le importaría, pero no estaba segura de cuanta diferencia haría si me iba o me quedaba en este mundo. De igual manera, Kyle nunca podría escapar de su pasado, ni siquiera en el rincón más remoto del mundo. Y yo...nunca podría olvidar el mío.

—Mi hermanito no estaría muy contento con lo que planeas —soltó Paul a mis espaldas.

El cuchillo que tenía entre las manos resbaló y cayó al suelo. Él me miró divertido.

Vestía con una camisa elegante a medio abotonar y unos pantalones ajustados. Era mucho más joven que Kyle y no había notado su parecido hasta ahora, aunque hubiese agradecido notarlo en el auto.

—No te asustes, solo vine a ver cómo te atienden en el palacio —sonrió. El sujeto me causaba escalofríos.

—¿Qué quieres? —pregunté, pero él cambió su mirada a una más seria.

—¿No te han dicho que debes tratarme con respeto? —se acercó. Intenté mantener la calma, permaneciendo en mi lugar —Yo te permito estar aquí, ¿lo sabes?

—Yo no quiero estar aquí —respondí, pero él soltó una carcajada.

—Dulzura, eso es algo que tienes que discutir con mi hermano. Me parece que no te dejará ir tan fácil —se volteó, dejándome espacio para respirar —Me impresiona eso; la capacidad que tienes de volver loco a Kyle.

No respondí. Él quería provocarme y yo debía evitarlo a toda costa; algo me decía que Paul no lo pensaría dos veces antes de hacerme daño.

—¿Sabías que estuvo a punto de abandonarlo todo por ti? —continuó, mirándome esta vez —Me parece comiquísimo. ¡Y que justo hayas decidido entregarlo a la policía! —rio exageradamente —Te va a costar trabajo que te perdone dulzura. Tal vez cuando se canse de torturarte pueda quedarme contigo, tengo...curiosidad.

Metió las manos en sus bolsillos y se detuvo a mirarme, como si quisiera evidenciar lo mucho que le gustaba observarme indefensa. ¿Cómo saldría de aquí si decidía hacerme algo?

—Tranquila, tengo cosas más importantes qué hacer hoy —dijo, como si leyera mis pensamientos —Solo quise pasar a saludar, espero que la próxima visita estés un poco más conversadora. Me encantaría descubrir qué tienes que cautiva tanto a mi hermanito.

Cuando cerró la puerta, mi cuerpo se relajó. Paul era verdaderamente siniestro. Más que cualquier hombre que haya conocido en este nido de cerdos.

Tenía que hacer algo. Estaba sentada entre estas cuatro paredes esperando que llegara el día en que uno de estos hombres me hiciera daño, sin posibilidad alguna de defenderme, pero no quería eso. No podía permitirlo.

Desde la cama observaba el cuchillo brillando en el suelo. Había oscurecido, pero no había logrado conciliar el sueño.

No podía dejar de pensar en que, tal vez, Kyle también era un prisionero, como yo. Era evidente que los hermanos no se llevaban bien, y aunque Kyle seguía teniendo cierto poder aquí adentro, se encontraba en una isla que le pertenecía a su hermano.

¿Era solo porque la justicia lo buscaba? ¿O porque Paul quería vigilarlo de cerca?

Mientras pensaba en recoger el cuchillo para que nadie más lo viese, escuché pasos acelerados afuera de mi habitación.

La puerta se abrió de golpe, haciéndome saltar.

—¡¿Estás bien?! —se acercó Kyle. Estaba sudado y exaltado, de nuevo.

—¿Qué ocurre? —pregunté asustada.

—¡Dime si estás bien! —alzó la voz.

—¡Si! ¡Estoy bien! —respondí, sin entender.

Él recorrió mi cuerpo con la mirada, verificando que dijera la verdad. Entonces intentó calmar su respiración.

—¿Vino Paul? —preguntó, entonces lo entendí todo.

—Si.

—¿Qué hizo?

—Nada, habló —lo miré.

Si me pasaba algo, a Kyle le importaría.

—Kyle —intenté decir.

—¡Maldición! —gritó, golpeando el sofá de la habitación antes de sentarse.

Yo me levanté y me senté a su lado.

—Kyle, estoy bien —repetí.

—No puedo más, no puedo soportarlo más —dijo, negando con la cabeza.

—¿Qué cosa? —me arriesgué.

—¡No puedo protegerte acá! ¡No puedo hacer nada bien si estás cerca! —gritó.

—¿Protegerme de qué? Fuiste tú quién decidió traerme para acá —respondí. Kyle parecía realmente perturbado.

Intentó levantarse para huir nuevamente, pero entonces tomé su mano y lo devolví a su lugar.

—¿Por qué estoy aquí, Kyle? —insistí. Él me miró, pero sus ojos no tardaron en oscurecerse.

—¿Por qué lo hiciste? —preguntó. Estaba dispuesto a escucharme.

—Yo... —le había rogado porque me dejara explicar, y ahora no sabía por dónde empezar.

—Di la verdad —exigió.

—Yo sabía que Ian era policía, él dijo que me ayudaría a encontrar a Jo si yo le conseguía los documentos que necesitaba para acabar con todo el negocio —confesé, antes de tomar aire. Kyle no me miraba —Antes del viaje, conseguí los documentos, pero los escondí bajo mi cama. Pensaba entregárselos cuando regresáramos, pero..., pero Beatriz se los entregó primero.

Lo miré, esperando su reacción. Él no parecía sorprendido.

—¿Ya lo sabías? —pregunté.

—Sigue —dijo. Sí, lo sabía.

—Cuando regresamos, todo era distinto. No iba a entregárselos porque él me había mentido y yo...iba a huir contigo.

—Te dije que Tim había desaparecido y no me dijiste la verdad, te lo pregunté —dijo.

—Lo sé, pero pensé que ya estaríamos lejos para cuando Ian volviera, no sabía que él tenía las pruebas en sus manos —podía ver en su mirada cuánto le dolía que le llamara Ian en vez de Tim.

—Dijimos que no habría más mentiras entre nosotros —insistió.

—Lo sé —respondí.

—Dejaste que se metiera en tu vida, en tu cama, te lavó el cerebro como quiso y te convenció de que el malo de la historia era yo —se alteró.

—Kyle yo... —no sabía muy bien lo que estaba ocurriendo, él parecía estar dolido, necesitado de una disculpa, pero yo no creía tener la culpa en todo este asunto —Si, lo dejé entrar a mi vida, también fui a terapia, aunque supongo que eso ya lo sabes, y lo único que logré descifrar de todo este desastre es que jugaste conmigo hasta que no me quedó otra opción que necesitarte —me alteré también.

—¿Jugar contigo? —me miró —¡Estaba dispuesto a arriesgar mi vida por irme de este maldito negocio y escapar contigo! ¡¿Acaso eso es jugar?! —gritó.

Las lágrimas se acumularon en mis ojos y me fue imposible hablar.

—¡Te amé como nunca he amado a nadie en mi vida y no te importó en lo absoluto! —continuó.

—¡Esto no es amor Kyle! ¡Me sacaste de mi vida! ¡Me secuestraste y me trajiste a este lugar por nada más que un capricho! ¡Peor aún, por venganza! ¿Acaso eso es amor para ti? —solté, al mismo tiempo que mis lágrimas caían descontroladamente.

Él apretó su mandíbula y se puso de pie en menos de un segundo, iba a irse de nuevo.

—¡Te vas porque sabes que tengo razón! —grité, antes de recibir el estruendo de la puerta tras su salida.

No lo había notado, pero mis uñas habían dejado marcas en mis manos por empuñarlas con tanta fuerza. Mis piernas temblaban de la impotencia y mi pecho se alzaba una y otra vez para satisfacer la necesidad de aire.

Al igual que él, golpeé el sofá en donde me encontraba sentada.

¡Después de todo lo que había hecho! ¡¿Cómo podía seguir creyendo que sentía amor por mí?!

Sabía que le había fallado a mi plan de ser condescendiente y obedecer a todo lo que ordenara, ¡pero Kyle me sacaba de quicio!

No podía dejar que me manipulara, no esta vez.

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