Capítulo 5: Juego de niños
La puerta sonó y me extrañé de que alguien avisara antes de entrar, sin embargo, ni siquiera me molesté en decir "adelante".
—El desayuno —soltó Kyle, con la bandeja en sus manos.
Yo lo miré, extrañada. ¿Por qué lo había traído él?
—Ni pienses en volver a hacer algo como lo de ayer, no lograrás llegar a ninguna parte —intentó amenazarme, pero por alguna razón, no sonaba amenazante.
—Estamos en Bunter, ¿cierto? —pregunté, pero él no respondió —Kyle, ¿por qué me tienes aquí? —me miró.
Su demora me hizo saber que, por más que intentara pensar en una respuesta, no se le ocurría ninguna.
—Porque te extrañé, ¿no lo ves? —escogió el sarcasmo.
—Me tienes aquí porque te importo —respondí por él —Por eso me alimentas y te aseguras de que nadie me haga daño; todavía te importo.
Él oscureció su mirada y se acercó a mí para tomarme del brazo.
—Estás aquí porque me traicionaste y me hiciste pasar un puto mes encerrado —susurró de manera siniestra.
—Kyle, no te traicioné. Tienes que escucharme —lloré, pero él se alejó de mí, exasperado.
—Quiero que sepas que acabas de poner tu propia vida en peligro al escaparte. Ahora Paul sabe que estás aquí y no se va a detener —contó.
—¿A qué te refieres? —pregunté. No podía lidiar con una amenaza más.
—No me puedo quedar aquí. Tengo cosas que hacer y no me haré responsable si mi hermano viene a visitarte; te puedo asegurar que no será placentero —advirtió antes de abrir la puerta.
—¡Kyle! —grité —¿Por qué haces esto?, soy yo —dije, intentado buscar aquella mirada que alguna vez estuvo.
Él me miró, y por un segundo creí haber logrado que sintiera un poco de piedad.
—Estás advertida —respondió sin más, retirándose de la habitación.
Aquella mirada no estaba, había desaparecido. Ya no quedaba ni una sola pizca de afecto hacia mí, hacia lo que habíamos vivido. Ahora solo había odio y rencor.
El resto de la semana fue un infierno. Me pasé cada día aterrada de que la puerta se abriera y fuera Paul quien se encontrara tras ella, sin embargo, las únicas tres veces que la puerta se abrió, fueron para entregarme la comida del día.
No sabía por cuánto tiempo se iría Kyle, o si ya había llegado, pero cada día que pasaba, mi paciencia se agotaba aun más.
No fue hasta unos días después cuando volví a escuchar gritos cercanos a la puerta. No reconocía las voces, ninguna parecía ser la de Kyle, pero cuando estos cesaron, no escuché nada más relevante.
Me preguntaba si aquella vez que habíamos viajado a Bunter, Kyle realmente le había cedido una parte del negocio a su hermano. Si era así, ¿entonces Kyle debía obedecerlo? ¿Aún debía trabajar para él? ¿O acaso se retractó en cuanto volvió?
En todo el tiempo que estuve en el terreno, no conocí a una sola persona que se atreviera a desafiar a Kyle, sin embargo, Paul parecía desafiarlo sin miedo alguno, como si de alguna manera supiera que él tenía más poder.
Al cabo de dos semanas, mi plan se había retrasado por completo. Kyle no llegaba, Paul no había aparecido, y los gorilas de Kyle no hacían más que tirarme la bandeja en la cama.
No hablaba ni escuchaba a nadie, más que el sonido lejano de las olas, que antes de mi escape, parecía no haber descubierto.
Le había solicitado a cada sujeto que llamaran a Kyle. Me vi obligada a rogarles más de cuatro veces cuando pasaron los días y Kyle no aparecía, pero algo me decía que los mensajeros no eran el problema, sino que Kyle no se arriesgaría nunca más a entrar en esta habitación; la última vez estuve muy cerca de hacer que me escuchara.
Si con llamados no lo lograría, entonces debía intentarlo con acciones. Si mi vida corría peligro, él aparecería, pero no podía ser tan tonta como para realmente hacerme daño.
Ya acostumbrada a tomar baños diarios «aunque la puerta siguiera sin pestillo», decidí fingir una caída. Incluso simulé un grito y el sonido de mis pies resbalando por la tina. Fue una idea patética, que por lo demás, no funcionó. Creo haber estado en el suelo más de dos horas esperando a que alguien entrara y me encontrara, pero nadie se percató de mi situación, o la habían ignorado por completo.
Con los dedos arrugados y temblando de frío, me vestí y volví a la cama para pensar en algún otro llamado de atención.
Mi segundo plan fue quedarme con el cuchillo de una de las bandejas de comida. Ya me había quedado con un tenedor y no se habían percatado, pero tal vez, desde que herí al otro sujeto, tendrían más cuidado de mis pequeños robos.
No pretendía lastimarme, por supuesto, pero si le reportaban a Kyle que me había quedado con un cuchillo, tal vez él pensara que sí era capaz de hacerlo y vendría a impedirlo, o a gritarme, en su defecto.
No había notado que mantener mi mente ocupada en aquellos planes absurdos me distraían más de lo que ninguna actividad lograba hacerlo. Al cabo de la semana, había sentido que pasaron apenas un par de días, pero cuando las comidas siguieron llegando «con cuchillos nuevos», entendí que no podía llamar su atención con juegos de niños, tenía que actuar de verdad.
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Capítulo doble de regalo porque es cortito 💙
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