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Capítulo 2: Sin rastros

«No te encontrarán jamás. Me encargaré de eso», dijo Kyle. Y le creía.

Ian, estando lejos de la ciudad, no tendría cómo seguir las pistas de mi desaparición.

Me preguntaba qué habrá pasado en la galería cuando notaron que ya no estaba, ¿habrán cancelado el evento? ¿Se habrá enterado Ian inmediatamente? El señor Lonel debió haberlo notado cuando, después de horas, no volví a bajar del segundo piso. Rodo también.

¿Cuánto tiempo había pasado desde el evento? ¿Horas? ¿Días?

Me desesperaba no saber qué había ocurrido. Robert dijo que había intentado escapar de nuevo, pero yo no lograba recordar nada desde el elevador hasta la habitación de esta casa. ¿Cómo era posible eso?

Cada vez que intentaba recordar, la angustia se apoderaba de mí. ¿Acaso Kyle había estado planeando esto desde el día en que escapó? Si era así, era muy probable que me hubiera visto siempre con Ian.

No solo lo había traicionado entregándole las pruebas a Ian, sino que también me había involucrado con él, haciéndole pensar que lo nuestro no había significado nada, que había sido solo un plan.

¿Por qué me preocupaba lo que Kyle pensara? Sentía impotencia de no poder explicarle lo que había sucedido, pero ¿qué ganaba? ¿su amor? No estaba segura de querer recuperarlo ahora que sabía de lo que él era capaz.

Escuché voces afuera de mi puerta y volví a arrinconarme en la cama.

No había entrado nadie a la habitación en todo el día. No había desayunado, ni almorzado y ya había perdido las esperanzas de cenar.

Mi estómago sonaba, pero a la vez no quería que alguien entrara por esa puerta si aquello significaba un maltrato más. Mucho menos de parte de Kyle.

No podía distinguir lo que hablaban los hombres afuera de mi puerta, pero pocos minutos después, las voces se alejaron y mi cuerpo volvió a relajarse.

Sintiéndome débil, cerré mis ojos y logré dormir. Al menos hasta que la puerta se abrió de golpe la mañana siguiente.

El sujeto soltó una carcajada cuando pegué un salto a la esquina de la cama nuevamente. Debía parecer un animal salvaje amenazado, solo que no tenía la fuerza suficiente para defenderme.

Él tiró una pequeña manzana al centro de la habitación y volvió a cerrar la puerta con llave.

Algo me decía que esa iba a ser mi única comida del día.

~Recuerdos de Bianca~

—Quiero que compares su comportamiento en el tiempo. Me comentaste que en las últimas semanas era una persona completamente distinta, que era cariñoso, protector, sincero, pero al inicio era una persona agresiva, posesiva y demandante —dijo Mónica. Yo asentí —La primera vez que te besó fue en contra de tu voluntad e incluso te maltrató, ¿no es así? —volví a asentir —Entonces para ti, ¿quién es Kyle en realidad? ¿El que conociste primero o el de las últimas semanas?

Yo no sabía la respuesta, pero ella me miraba como si fuera la más obvia.

~Fin de recuerdos~

Mi mirada estaba pegada en un punto fijo de la habitación cuando descubrí la respuesta.

Siempre fue ese Kyle. Nunca cambió, nunca quiso ser mejor.

No quería llorar, pero era inevitable sentirme como una estúpida por todos esos días en que me sentí culpable por encerrarlo.

No quise creerle a Ian cuando me decía que era un monstruo, no le creí a Mónica cuando me repetía que lo que sentía era producto de su manipulación, pero ahora lo sabía. Él mismo me lo había demostrado.

Cuando sentí ganas de ir al baño, pensé más de cinco veces en lo que haría si alguien llegara a entrar a la habitación justo cuando me encontraba adentro. No sabía si podría defenderme allí. La esquina de la cama se había convertido en mi zona de confort y me aterrorizaba abandonarla.

Intenté reprimir las ganas, pero solo lo logré por tres horas hasta que el dolor se hizo insoportable. Entonces me levanté con cuidado y mi piel se erizó al sentir el frío del suelo.

No había mucha distancia entre la cama y la puerta del baño, pero esta no tenía manilla ni mucho menos seguro. Suponía que Kyle recordaba aquella vez que decidí encerrarme en el baño.

Di pequeños pasos intentando agudizar mi oído, pero no se escuchaba nada fuera de la puerta. Mi corazón se aceleró cuando intenté apoyar la puerta y esta permaneció abierta. De solo pensar que alguno de estos cerdos podía entrar, y verme, se me revolvía el estómago.

Bajé el pantalón que tenía puesto e hice fuerza abdominal para acelerar el proceso. Mi vientre dolía de haber tenido que esperar tanto y mis manos, inconscientemente, temblaban al sostener la camisa por delante de mis piernas.

Yo miraba la puerta, para percibir cualquier mínimo sonido que proviniera de afuera.

Apenas terminé, subí mi ropa y tiré la cadena.

Mi corazón latía a millón y creo haberme demorado menos de dos segundos en volver a la cama.

Nadie había entrado, y nadie iba a entrar. Al parecer, querían verme morir de hambre aquí adentro, y Kyle estaba de acuerdo con eso.

A la misma hora del día anterior, otra manzana rebotó sobre el centro de mi habitación. Era otro sujeto, esta vez mi reacción no le causó gracia.

Llevaba dos días, de los que me acordaba, comiendo una manzana al día. Estaba segura de que ya había perdido algunos kilos y me temía que empezaran a olvidarse de la manzana y terminara pasando un día entero sin comer.

En las noches, mi estómago sonaba, y lo único que me hacía olvidar el hambre, era dormir.

Miré mi habitación e intenté idear algún plan para escapar, pero mi puerta se mantenía siempre con llave y mi ventana estaba protegida con una reja por la parte de afuera. Era imposible.

Después de cinco días, mi miedo se hizo realidad. No sabía qué hora era, pero sí sabía que llevaba más de veinticuatro horas sin comer y mi estómago podía sentirlo. Se les había olvidado mi manzana, probablemente hasta lo habían hecho a propósito porque "El jefe" quería darme una lección, pero dos días después, estuve completamente segura de que querían matarme.

Cuando abrieron la puerta de mi habitación, escuché las voces a lo lejos. Estaba arrinconada en la cama y mis brazos cubrían mi abdomen, solo así podía apaciguar el dolor que sentía.

—Bianca —susurró Ian.

Intenté abrir los ojos, pero lo veía todo muy borroso.

—Ian —respondí, con lágrimas cayendo sobre mis mejillas.

Él se alejó de mí, mirándome.

—¡¿Qué le hicieron?! —gritó Kyle. Ian no estaba.

—Nadie ha entrado aquí señor —reconocía a aquel hombre, se había reído de mí con la primera manzana.

—¿No le dieron comida? —preguntó, estaba furioso.

—Si, todos los días —respondió.

¡Era mentira!

—Le dieron comida, pero nadie ha entrado aquí —repitió Kyle, acercándose a él. El sujeto estaba aterrorizado —¡Lo único que les pedí es que la alimentaran mientras no estaba y ni siquiera eso pueden hacer bien! —gritó entonces —¡Búscale comida! —ordenó.

No pude ver quién quedaba en la habitación, estaba a punto de perder el conocimiento y ya no escuchaba ninguna voz a mi alrededor, sin embargo, pocos minutos después, una bandeja apareció frente a mí.

Kyle sostenía un vaso humeante, olía a sopa.

—Toma esto —dijo.

Yo me acerqué para beberlo. Ya no tenía hambre, en cambio, mi estómago dolía y tenía la sensación de no poder ingerir nada sin que fuera a vomitarlo.

Tomé un sorbo de golpe, pero Kyle me detuvo.

—Lento —soltó, casi como un gruñido.

De a poco, bebí el vaso completo, pero mi estómago seguía doliendo. Volví a mi posición fetal en la esquina de la cama, sin mirar a quien me alimentaba. No quería hacerlo.

Él se separó de mí y caminó hasta la puerta.

—Cómelo todo, con calma —volvió a gruñir, antes de cerrar la puerta con llave.

En cuestión de minutos, volví a dormirme. No desperté sino hasta dos horas más, cuando escuché que la puerta se cerraba nuevamente.

Vi la comida a mi lado y esta vez, sentí hambre.

Había pan, otro vaso de sopa caliente, jugo, ensalada y un pequeño postre. Lo comí todo.

Kyle no volvió a aparecer en los próximos cuatro días, pero esta vez, recibí mis tres porciones de comida al día. Aunque los sujetos que entregaban la bandeja no estuvieran muy felices con aquello.

No podía quedarme de brazos cruzados y esperar por mi comida cada día. Sabía que tenía que salir de aquí cuanto antes y como fuera. Aunque tuviera que romper algunos vidrios de la ventana para poder escabullirme entre los barrotes de afuera.

Intenté crear una imagen de la casa en mi cabeza. Recordaba el pasillo que me llevó hasta Kyle en la sala de estar, pero no sabía si aquellos recuerdos serían suficientes como para escapar. No sabía dónde estaba la puerta principal, y no sabía si el jardín me llevaría a alguna parte. Pero debía intentarlo.

**

¿Qué opinan de la actitud de Kyle? 🤔

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