Capítulo 19: Te llevo conmigo
Seis meses después...
Con la llegada del verano, el vecindario se convirtió en un lugar mucho más activo. Los niños de las siguientes casas salían a jugar, y nuestros vecinos, Tina y Henry, nos invitaban con frecuencia al lago.
—¿Nunca has andado en kayak? —le preguntó Henry a Kyle, quien miraba aquel largo artificio con desconfianza.
—No, nunca —respondió.
—No es nada muy complicado, se sube uno acá, el otro acá, y reman —explicó, haciendo la simulación.
—¿No es riesgoso? —preguntó, evaluando la situación. Yo reí.
—Lo único que puede pasar es voltearnos y empaparnos —subí, esperando por él.
Kyle miró a la pequeña Made, sentada valientemente entre sus padres.
—¡Vamos! —le dijo ella.
Kyle finalmente accedió y se sentó a mis espaldas con el chaleco salvavidas asegurado. Made se encargó de enseñarle a la distancia cómo debía mover los brazos, hasta que remó lo suficiente para dejar de escuchar sus instrucciones.
—Ves que no es nada peligroso —dije, recostándome sobre su pecho.
—¡Bianca! ¡Perderemos el equilibrio! —me devolvió a mi lugar.
Yo solté una carcajada, volviendo a él.
—¡No pasará nada! Solo abrázame —reí, poniendo sus brazos tiesos a mi alrededor, pero entonces él se acercó para besar mi frente y el kayak no demoró en terminar boca abajo.
—¡Bianca! —gritó desesperado, nadando hacia mí, pero yo estaba bien. Era imposible que algo me ocurriera en un lago de poca profundidad.
—Estoy bien, calma —reí, relajando su expresión de pánico.
—Nos volteamos —dijo.
—Si, puedo verlo —seguí riendo, nadando hasta él para besarlo.
Tina y Henry remaron hasta nosotros y nos ayudaron a volver a nuestro kayak, pero en vista de que el sol se escondería pronto, Kyle insistió en volver a casa para secarnos.
—Quédate aquí, te buscaré una toalla —dijo mientras exprimía su camisa en la entrada de la casa.
Yo retiré una de mis botas para confirmar que la mitad del lago estaba dentro de ella y reí, recordando la escena. Miré hacia mis pies y observé cómo mi camisa se ceñía a mi barriga. En cuatro meses, era poco lo que había crecido, sin embargo, Kyle juraba que estaba creciendo como ballena.
~Recuerdos de Bianca~
Caminé una vez más hacia la ventana de la sala y lo vi, aún en la orilla del lago, conversando plácidamente con Henry.
Volví a la cocina y observé la cena. La había puesto en la mesa más de cinco veces, para luego retirarla y devolverla a la cocina. Había encendido las velas, pero Kyle sospecharía que algo pasaba así que las apagué.
Me senté a esperar un poco más, pero justo cuando pensaba volver a asomarme, la puerta sonó.
—¿Cómo te fue? —pregunté, saludándolo con un beso.
—Bien, fue agradable. Henry pescó tres veces, yo ninguna, pero me regaló uno de los suyos —sonrió.
—Es solo práctica, más adelante podrás hacerlo también —respondí, sin saber a dónde dirigirme —Está lista la cena —me apresuré, antes de que subiera a la habitación.
—¿Está lista? —preguntó extrañado. Ciertamente, era muy temprano para cenar, pero mi ansiedad no aguantaba más.
—Si —sonreí, abriendo la silla para él.
—¿Está todo bien? —preguntó, rechazando mi invitación a sentarse.
—Si, todo bien. Es solo que... —tragué, sentía mi garganta más seca que nunca —Pues...
—¿Qué pasa Bianca? —se preocupó, pero mis ojos se cristalizaron y fue imposible soltar la noticia —¿Estás bien? ¿Pasa algo? —recorrió mi cuerpo con la mirada, como si estuviese herida.
—No, estoy bien, es solo que...estoy embarazada —solté entre lágrimas.
Kyle se paralizó en ese momento, sin poder decir ni una sola palabra. Yo esperé, pero él solo me miraba, como si la vida entera le pasara por la cabeza en ese preciso momento.
—Kyle, di algo —insistí, pero él desvió su mirada y caminó hasta el centro del comedor.
Mis ojos dejaron salir las lágrimas que había acumulado y revolví mis manos. Él no decía nada, ni siquiera me miraba.
—¡Kyle por favor, di algo! —alcé la voz, pero él se mantuvo estático.
Entonces caminé hasta él y lo obligué a mirarme. Sus ojos se habían cristalizado, y la mirada de pánico había desaparecido.
—Voy a ser papá... —susurró.
Yo lloré, aliviada. Intenté decir algo, pero solo lo abracé y él me apretó con sus brazos.
—Voy a ser papá —repitió, un poco mas fuerte. Yo reí.
—Vas a ser papá —dije, besándolo una y otra vez.
—Vamos a ir al doctor, hoy mismo. Toma tus cosas —se separó de mí, en busca de las llaves.
—Kyle, va a oscurecer —reí, limpiando mis lágrimas.
—No importa, iremos a urgencias —tomó su chaqueta, pero yo lo frené.
—Iremos mañana, estaré bien —lo calmé, quitando la chaqueta de sus manos.
Él me miró mientras una sonrisa aparecía en sus labios.
—No dejaré que nada te pasé, jamás. Ni a ti, ni a nuestro bebé, ¿lo sabes cierto? —dijo. Yo asentí.
—Lo sé —me acerqué para besarlo.
~Fin de recuerdos~
Me saqué la otra bota y vertí el agua en el suelo. Kyle se estaba demorando mucho y ya empezaba a bajar la temperatura.
—¡Kyle! —grité hacia adentro de la casa, pero no obtuve respuesta.
Miré mi ropa y la estrujé antes de entrar, sin embargo, estaba dejando un pequeño camino de gotas por donde pasaba. Entré a la habitación y abrí el closet en busca de las toallas secas.
—¿Kyle? —lo llamé de nuevo, tampoco estaba en el baño.
Sonreí, pues algo me decía que de nuevo se había quedado embelesado con la futura habitación de Joanie. Sin embargo, cuando entré y volví a llamarlo, alguien tapó mi boca e intentó acorralarme contra la pared.
Azoté mi codo hacia atrás, golpeando a mi agresor en el estómago y logré liberarme de su agarre, pensando que no me pasaría dos veces.
—¡Kyle! —grité desesperada.
El sujeto aún se recuperaba en el suelo, pero se encontraba justo en la apertura de la puerta y no iba a lograr escapar. Él vestía de negro y podía ver el chaleco antibalas que poseía, sin embargo, parte de su cara estaba cubierta.
—¡Kyle! —grité de nuevo. Tomé lo primero que encontré para defenderme, pero entonces Kyle azotó la puerta y lo vi apuntar un arma contra el sujeto.
Su mejilla estaba enrojecida y tenía sangre en los nudillos, pero cuando el segundo sujeto apareció a sus espaldas lo entendí todo.
—¡Baja el arma! —gritó Ian.
Mi estómago se apretujó y deseé que esto no estuviera ocurriendo.
—¡Baja el arma! ¡Tenemos la casa rodeada! —repitió.
—Déjenla ir primero —soltó Kyle.
Yo lo miré, espantada. No podía haber dicho eso, no lo iba a dejar acá cuando sabía perfectamente a qué habían venido.
—Bianca, sal de la habitación y anda al primer piso —ordenó Ian, mientras apuntaba el arma contra Kyle, concentrado.
—Ian, no hagas esto, por favor —lloré.
—¡Anda al primer piso Bianca! —gritó, pero yo no podía obedecer.
—Bianca, estará todo bien. Anda —habló Kyle, alternando su mirada entre mí e Ian.
—¡No te voy a dejar acá! —grité, intentando hacerles entender, pero entonces el tercer sujeto se acercó a mí y Kyle reaccionó.
—¡Que no la toque! ¡Ella irá sola! —gritó, a lo que el sujeto se detuvo —¡Bianca, por favor!
Yo lo miré, entendiendo lo que debía hacer.
Caminé lentamente por detrás de la escena, temblando y llorando. Tenía intenciones de obedecer, quería salir de ahí y confiar en lo que Kyle me decía; que todo estaría bien, pero sabía que no sería así.
Rodeé a Ian para salir de la habitación, y alcé contra él, el trozo de madera que tenía en mi mano. Entonces escuché el disparo y un silbido resonó en mi oído.
Sabía que esto había sido mi culpa. Le había enviado una carta a Ian para que continuara con su vida, pero con eso, también le había entregado una puerta a la mía, y aquello solo recaía en mí.
Las decisiones que tomamos son las que nos llevan a lidiar con las consecuencias, y a pesar del resultado, los meses que había pasado junto a Kyle, tranquilos en nuestro pequeño paraíso, no los iba a olvidar jamás. Me los llevaba conmigo.
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