Capítulo 16: Bianca
¿Cómo ama una persona que nunca aprendió lo que era el amor? ¿Cómo siente una persona que nunca recibió ni una sola muestra de afecto? Las cuatro horas que estuve esperando noticias de Kyle, me sirvieron para concluir algo que había estado negando hace mucho tiempo; él me amaba, tanto como yo lo amaba a él. Pero... ¿cómo era eso posible?
Intenté buscarle una explicación. Intenté pensar en lo que Mónica me diría después de todo lo que había pasado. No podía ser tan ciega como para no verlo, Kyle había dado su vida por mí, una y otra vez, y ahora que me encontraba sola en la habitación, esperando noticias de su estado de salud, me daba cuenta de que cada minuto que pasaba era un verdadero infierno. Ya no podía fingir más, ya no podía volver a mi vida y convencerme de que Kyle era algún trauma que debía superar.
—¿Señorita? —entró el sujeto anterior. Yo me levanté de un salto.
—¿Cómo está? —pregunté.
—Está bien, fuera de riesgo —respondió.
—¿Su...vida corría peligro? —inquirí. ¿Cómo pudieron tenerme cuatro horas esperando si la vida de Kyle estaba en juego?
—Pues, el señor tiene heridas graves, requiere de reposo y cuidados, pero el doctor se está encargando de eso. Él está bien —repitió.
—Quiero verlo —caminé hacia la puerta, pero él bloqueó mi paso con su cuerpo.
—No va a poder ser posible—dijo.
—¿Por qué? —pregunté, no me gustaba esto.
—Porque el señor Moren está descansando en este momento, y usted debería hacer lo mismo —retrocedió, acercándose a la puerta.
—No podré descansar hasta que lo vea, quiero saber cómo está —insistí.
—No se puede, señorita —concluyó.
Yo lo miré, pensando en lo que pasaría si me abalanzaba sobre él para escapar de mi habitación, pero él, adivinando mis intenciones, se apresuró en salir y bloquear la puerta nuevamente.
¡¿Cómo carajo lograría descansar después de todo lo que había pasado?! Aún ni siquiera sabía con certeza si nos encontrábamos libre de peligro. Paul no descansaría hasta vengarse de todos aquellos que osaron a traicionarlo, y como él había dicho: nos encontraría en cualquier parte del mundo. ¿Acaso Kyle no había pensado en eso?
Debía hablar con él, debía saber que el objetivo de nuestro plan no lo había cegado lo suficiente como para no pensar en aquellos detalles.
La luz del día se reflejaba en mi habitación, y en ventanal dejaba ver la espaciosa terraza que tenía para mí. Corrí sus puertas y me asomé por la barandilla. No había nadie en cubierta, no había nadie a mi alrededor. Miré al océano y no vi nada más que agua. En cuatro horas, ya nos habíamos alejado lo suficiente de la isla como para perderla de vista, pero no sabía a donde nos dirigíamos ahora.
Mi estómago hizo un sonido extraño y recordé que el día anterior, Paul me había privado de todo alimento con tal de observarme. Resignada, entré a la ducha y me vestí con la ropa limpia del closet, al menos eso se sentía bien.
Esperé pacientemente a que alguien más entrara a mi habitación, rogando porque esa persona fuera Kyle, pero me llevé otra decepción cuando el mismo sujeto llegó para ofrecerme un banquete de comida, abogando que no podía dar información alguna acerca del estado de Kyle, pero que, nuevamente, su vida se encontraba fuera de peligro.
La mañana siguiente seguía manteniendo las esperanzas. Creí que en cuanto se sintiera mejor, Kyle cruzaría la puerta de mi habitación aclarándome la situación, pero días después, cuando atracamos en un muelle completamente desconocido, la incertidumbre aumentó.
—Necesito que se ponga esto —habló el hombre que se había encargado de mí. En su mano traía una chaqueta negra y gruesa.
—¿Dónde estamos? —pregunté.
—No tenemos mucho tiempo, debe ponerse esto y seguirme —insistió.
Yo obedecí, con la esperanza de que me llevara junto a Kyle, sin embargo, caminamos hasta el auto que nos esperaba y ninguna de las caras a mi alrededor me parecían familiares. Entendí entonces para qué era la chaqueta; el frío que hacía afuera te afectaba hasta los huesos. ¿Cómo habíamos pasado de un clima tropical a otro completamente gélido?
—¿Dónde está Kyle? —frené antes de subir al auto, a pesar de que mis dientes castañearan.
—Él la esperará en el destino final —el sujeto abrió la puerta, impaciente por lograr su misión.
Yo volví a mirar a mi alrededor, comprobando que no estaba siendo engañada.
Ya no podía seguir con esto. Estaba cansada de huir, de esconderme. Mi cuerpo actuaba por inercia, mi cabeza no dejaba de dar vueltas, imaginando siempre lo peor. Había adquirido un instinto de supervivencia que, aunque no lo necesitara, iba a estar siempre ahí.
En el camino, miré por la ventana del auto y comprobé mis sospechas, hacía tanto frío que había empezado a nevar.
«¿Te gusta el frío o el calor?», recordé la pregunta de Kyle. ¿De eso se trataba? ¿Íbamos a la casa que Kyle había prometido?
**
¡Se acerca el final! ¿Están preparados?
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