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Capítulo 12: Cueste lo que cueste

La mañana siguiente, Paul volvió a solicitarme en su oficina. Su estado de ánimo era distinto, ya no hablaba con tanta simpatía como el día anterior.

—¿Disfrutaste del paseo? —preguntó frente a mí. Me miraba fijamente, como si quisiera intimidarme.

—Si, muchas gracias por dejarme hacerlo con Jules —respondí, intentando ser condescendiente. Él asintió, sin dejar de mirarme.

—¿Te agrada Jules? —preguntó. Algo andaba mal.

—No hemos hablado mucho, pero agradezco su compañía —respondí, él esperó unos segundos antes de responder.

—Verás, estoy dándote mi confianza aquí. Te dejo pasear por mi casa, te dejo vivir en mi isla, te lleno de atención y cuidados. Lo mínimo que espero a cambio es obediencia, ¿entiendes? —esperó por mi respuesta.

—¿Hice algo que...?

—No juegues conmigo Bianca, soy mucho más inteligente que mi hermano como puedes darte cuenta —sentenció, antes de apartarse de mi —Llévatela —le ordenó a Robert.

No sabía qué había ocurrido. ¿Robert me había escuchado haciéndole preguntas a Jules? ¿Acaso ella me había delatado? No podía hacer nada en este lugar sin ser observada, aquello me aterrorizaba. ¿Cómo iba a siquiera averiguar el paradero de Kyle si Paul me vigilaba en todo momento?

Llegué a mi habitación y permanecí la mayor parte del día con la vista pegada en el suelo, intentando pensar en algún plan que me permitiera salir de acá, pero no había ninguno. No podía sola, necesitaba la ayuda de Jules, pero primero debía confirmar que no hubiera sido ella quien me acusó con Paul.

—Buen día —saludó ella, entrando a la habitación. Yo la miré, sin responder —¿Quieres almorzar? Iremos al jardín posterior con las demás chicas.

La miré. Era tercera vez que nombraba el jardín posterior, pero tal vez mi cabeza daba demasiadas vueltas y lo intentaba relacionar con algo cuando en realidad no significaba nada.

—¿Dónde está Robert? —pregunté.

—Debería estar afuera, ¿vamos? —guiñó el ojo. Había sido sutil, pero yo lo había notado. Jules estaba actuando extraño.

Dudosa, me levanté de la cama y caminé detrás de ella. Parecía nerviosa, pero a la vez se movía con la mayor naturalidad posible.

—¿A dónde...

—Vamos al jardín posterior, estoy segura de que te van a agradar las demás chicas, ya las conocerás —me interrumpió.

Permanecí en silencio hasta que cruzamos el lobby de la casa. Había un gran ventanal transparente que separaba la casa principal de la parte posterior, pero aquello parecía todo menos un jardín.

—¿Por qué le dicen jardín posterior? —pregunté cuando atravesamos el ventanal.

—Oh...no hemos llegado. Esta es solo el ala posterior y las escaleras del ala posterior — las señaló con la cabeza sutilmente, pero cuando vio que no me había percatado de su movimiento, volvió a mi lado y lo repitió.

Ahora lo entendía; intentaba señalar las escaleras, pero su cara era tan inexpresiva que me hacía dudar acerca de si lo había imaginado o no.

No me dejó voltear por mucho tiempo, sino que tiró de mi brazo con la excusa de que íbamos atrasadas para el almuerzo grupal, sin embargo, intenté memorizar el camino que habíamos recorrido, en caso de necesitarlo alguna vez.

Cuando cruzamos el gran arco de madera, visualicé a las chicas al final del jardín. Este era más pequeño y mucho menos impresionante que el jardín principal, pero recordaba haber escuchado a Jules decir todo lo contrario.

No quería ilusionarme, pero empezaba a creer que Jules enviaba mensajes ocultos en cada palabra que decía. ¿Acaso la estaban escuchando? ¿O solo estaba asegurándose de que no fuera a delatarla?

—Ellas son...

—¡Bianca! —gritó Robert a nuestras espaldas.

Las chicas de la mesa voltearon ante el grito y Jules soltó mi brazo. Su expresión había cambiado por completo.

—¿¡Qué están haciendo acá!? —le preguntó, pero ella tartamudeó antes de responder.

—Vamos a almorzar —dije.

—Bianca no puede salir sin mi supervisión y lo sabes muy bien —la tomó del brazo, llamando la atención de las demás chicas.

—Yo...pensé que no habría problema si la traía a almorzar con las chicas. No lo sabía, perdón —respondió apresurada.

—Nos vamos —ahora se dirigía a mí.

—Pero...

—¡Dije que nos vamos! —tomó mi cabello esta vez, casi arrastrándome por el camino anterior hasta mi habitación.

—¡Suéltame! —lloré, intentando alcanzarlo con mis manos, pero mientras más peleaba, más dolía.

—No tienes permitido salir sin mi supervisión, espero que ahora no te olvides de eso —amenazó.

Intenté defenderme, pero en menos de dos segundos había cerrado la puerta de mi habitación en mi cara. Mi pecho se alzaba descontroladamente y sentía unas ganas inmensas de gritar. Golpeé la puerta en respuesta de mi ira, pero esta era tan gruesa, que fue mayor el daño que le hice a mano.

No podía parar de llorar. Quería golpear a cada uno de los sujetos que se habían atrevido a ponerme una mano encima, pero sabía que aquello no me llevaría a ninguna parte. Me senté en la orilla de la puerta y cubrí mi cara con mis rodillas. Intentaba calmarme, pero las lágrimas no paraban de salir.

El movimiento de la puerta golpeó mi espalda y retrocedí rápidamente, alejándome de ella.

—¿Estás bien? —preguntó Jules. Yo asentí, confundida —No quería meterte en problemas, lo siento —Alcanzó mi mano en un gesto rápido de cariño, pero cuando la soltó, sentí lo que había dejado adentro.

Intenté decir algo, pero mi cerebro luchaba por descifrar lo que estaba ocurriendo.

—No sabía que no tenías permitido ir al jardín posterior, de verdad. No quiero que...

La puerta volvió a abrirse antes de que terminara la oración.

—Jules —Paul la miró —¿Nos dejas solos por favor?

Ella lucía alarmada. El rostro tranquilo y excesivamente pacífico había desaparecido y se apresuró en salir de la habitación. Me angustió el miedo que reflejaba su rostro, aquello solo me hizo pensar en lo que Paul le pudo haber hecho a las chicas de esta casa.

Moví mi mano, intentando encontrar un lugar para esconder la evidencia, pero no tenía nada a mi alrededor.

—Bianca, quiero disculparme por el comportamiento de Robert —comenzó Paul —Muchas veces, la frustración se apodera de nosotros y como dije antes...no nos gusta que seamos desobedecidos —explicó, acercándose.

—Está bien, lo entiendo —dije, rogando porque se fuera. Él me miró y se detuvo frente a mí.

Estiró su mano y apartó el mechón de pelo que tenía a un costado.

—¿Te hizo mucho daño? —preguntó cínicamente. ¿Qué intentaba?

—No —respondí, dando un paso hacia atrás.

—No quiero que esto intervenga en nuestros planes Bianca, estás aquí con un propósito, ya lo sabes —explicó. Yo asentí.

—Si, y...te agradezco, por venir hasta acá —dije.

Él me miró, no a la cara precisamente. Era la primera vez que Paul entraba a mi habitación y me aterrorizaba el hecho de estar a solas con él.

—Quiero que cenemos juntos mañana —dijo entonces, con una clara expresión de deseo.

—Bien —respondí.

—Le diré a Jules que te prepare —se alejó por fin, con intenciones de retirarse.

Cuando cerró la puerta, esperé al menos un par de segundos para asegurarme de que no volvería. Entonces corrí hasta el baño y estiré el papel arrugado que Jules había dejado en mi mano.

«Nos escuchan y nos ven, estoy de tu lado. Sé dónde está Kyle»

Volteé el papel, con la esperanza de encontrar algún otro mensaje, pero no había nada más. Mis ojos se llenaron de lágrimas y golpeé en mesón del baño con la misma mano que había golpeado la puerta. El dolor no me importó, sentía unas ganas inmensas de golpear todo lo que tenía a mi alrededor.

Jules estaba de mi lado, eso era bueno, pero no tenía el tiempo suficiente para esperar pacientemente a que decidiera ayudarme, si ella sabía dónde estaba Kyle, tenía que llevarme con él inmediatamente, de lo contrario, lo haría yo sola. Cueste lo que cueste.

**

¿Creen que Bianca hará alguna locura? 🫢

¡Capítulo dedicado a @geraldinebrice por sus comentarios y motivación!

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