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Capítulo 10: Fracasar por amor

El día había llegado y el silencio se sentía en toda la casa.

Imaginé que todos estarían ocupados por el gran evento y por eso no se escuchaba ni un susurro por fuera de mi puerta. Habían dejado el almuerzo, como todos los días, pero después de eso, no escuché nada más.

La llegada de la mercancía era motivo de fiesta en la isla, sin embargo, desde mi ventana no podía ver nada. Solo una parte de la isla estaba habilitada para los invitados y evidentemente, yo permanecía en la zona no habilitada.

—Cualquier cosa que notes diferente, es señal de alarma Bianca —advirtió Kyle la noche anterior.

—¿Cómo sabré que es el momento? —pregunté.

—Irán a dejarte la cena, como todas las noches —dijo.

Estaba en el sofá de mi habitación, esperando por mi comida, pero cada minuto que pasaba sentía que los nervios me carcomían. No soportaba seguir aquí encerrada cuando Kyle estaba corriendo todos los riesgos en la casa principal. Mis pies se movían constantemente y mis manos no dejaban de sobarse entre ellas. Entonces mi puerta sonó y volteé inmediatamente.

Un sujeto que reconocía se acercó para entregarme la bandeja de comida, pero este lucía extremadamente calmado para lo que iba a suceder a continuación. Sin mirarme, cerró la puerta y se retiró. Yo miré la comida, debía contar treinta segundos antes del siguiente paso.

Me levanté, y giré la manilla de la puerta. Estaba desbloqueada.

Una pequeña sonrisa apareció en mi rostro y me asomé por ambos lados de la puerta antes de salir. Kyle había dicho que avanzara decidida sin mirar atrás, pues no habría nadie que pudiera detenerme, pero, aun así, avancé sigilosamente, intentando hacer el menor ruido posible.

Desde la sala de estar escuché el auto encendido afuera de la casa. Abrí la puerta principal y encontré el maletero abierto. Acurrucándome para poder entrar, tomé una gran bocanada de aire antes de que el sujeto cerrara la puerta. Ahora todo estaba oscuro, y había muy poco oxígeno. Solo escuchaba el sonido del auto y saltaba dentro del maletero con cada uno de sus movimientos, pero al menos todo iba de acuerdo con el plan.

Varios minutos después, el auto se detuvo.

—¿A dónde se dirige? —preguntó otro sujeto desde las afueras.

—A la casa principal, estoy con Kyle Moren —respondió el conductor.

Entonces escuché los pasos a mi alrededor; estaban revisando el auto.

—¿Necesitas que lo llame? —insistió el conductor, sin recibir una respuesta del otro sujeto.

Luego de un silencio que pareció eterno, el auto reanudó su movimiento y pude respirar.

Ese había sido el control que había mencionado Kyle. Con tantos invitados en la isla, no podían permitirse que hubiera personas merodeando en la zona no habilitada.

Ahora venía la parte larga, en donde debía ser paciente.

—El auto estará andando por más de treinta minutos Bianca, el puerto de Paul queda un poco lejos de la casa. ¿Puedes soportarlo? —preguntó Kyle.

—Si —respondí.

A pesar de que me faltara la respiración, estaba manejándolo bien. Cerraba los ojos y me concentraba en la respiración de Kyle, inflando mi pecho una y otra vez hasta que volvía a la vida real.

Cuando el auto volvió a detenerse, mi corazón se aceleró y una pequeña esperanza se abrigó en mi cuerpo. Hasta ahora, el plan había salido tal y como Kyle lo había descrito, aquello era una buena señal.

Quería salir de este maletero y correr hacia lo que sea que nos estaba esperando, pero debía aguardar a que Kyle llegara para poder salir de acá.

Diez minutos, veinte minutos...

Habíamos sobrepasado el tiempo de espera y aquello aumentaba mis nervios. Empecé a revolverme dentro del maletero, la incomodidad no ayudaba.

—Espere un poco más señorita, falta poco —me susurró una voz desde afuera. Era primera vez que alguien me hablaba con un tono tan amigable.

¿Quién era? ¿El conductor? ¡¿Dónde estaba Kyle?!

Los recuerdos de aquella vez, donde me encontré en la misma situación, invadieron mi memoria y aquello solo sirvió para alarmarme aún más.

—Necesito salir —susurré acalorada.

—No puedo dejarla salir —respondió —Debe esperar a que llegue el señor.

—No puedo respirar —me quejé, intentando estirar mis piernas.

Después de un silencio, percibí el sonido de un auto. Kyle había llegado.

Desesperada, escuché el clic de la puerta y me preparé para salir del maletero.

—¿Esperas a alguien, dulzura? —preguntó Paul, con una sonrisa siniestra en su cara.

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