Capítulo 1: ¿Dónde estoy?
El aroma de la habitación era fresco. El aire acondicionado estaba programado en el mínimo y yo moría de frío.
Intenté abrir los ojos, pero sentía pesadez en ellos. No podía ver nada.
Moví mis piernas con dificultad, mi cuerpo estaba extrañamente adolorido y no respondía a mis intenciones de levantarme.
Miré mis manos, pero mi vista nublada no me dejaba detallarlas. Restregué mis ojos y busqué a mi alrededor; una sombra se movía frente a mí, pero no lograba diferenciar lo que era.
Algo molesto me picó en el brazo y lo revisé. Tenía un algodón con una cinta, había recibido una inyección.
—Fueron los sedantes —dijo una voz conocida. Retumbó en mi cabeza como si llevara una semana con migraña.
Entonces subí la mirada y descubrí que la silueta era de una persona.
—¿Dónde estoy? —pregunté con dificultad. No recordaba muy bien lo que había ocurrido.
Él rio.
Esa risa...
—Bienvenida de nuevo —dijo, provocando un vuelco en mi estómago.
Kyle estaba frente a mí, mirándome fijamente mientras luchaba por ponerme de pie. Entonces la puerta se abrió y entró alguien más.
—¿Qué me hicieron? —pregunté, arrastrando las palabras.
Volví a mirar a mi alrededor, y logré distinguir un poco más.
La habitación era blanca, demasiado blanca. La cama en la que me encontraba era de solo una plaza y frente a mí había un pequeño sofá blanco.
—Haz lo que quieras con ella, sólo evita que haga mucho escándalo —dijo Kyle antes de retirarse.
Volteé hacia ellos, pensando si había escuchado correctamente.
—¿Te vas a portar bien? —preguntó Robert, aquella voz no la podría olvidar jamás.
Se acercaba a mí lentamente, casi temiendo que fuera a atacarlo.
¿Lo había imaginado? ¿O realmente Kyle le había dicho que podía hacerme lo que quisiera?
—Aléjate de mí —susurré, pero estaba segura de que mi voz no se escuchaba.
—Pórtate bien preciosa —repitió, acariciando la parte superior de mi cabeza. Como si fuera un perro...
—¡Aléjate de mí! —grité esta vez, sacando fuerzas de dónde no las tenía.
Mi patada le llegó en el estómago, pero poco después me arrepentí de aquello.
—¡Maldita sea! —exclamó, volviéndose a mí con furia.
—Me tocas un pelo y te mato —dije desde la esquina de la cama, pero Robert soltó una carcajada.
—Despertaste amenazante, me gusta.
Entonces se abalanzó sobre mí para inmovilizarme. No había manera alguna de zafarme, mi cuerpo aún no recuperaba el total de su fuerza.
Iba a hacerlo. Realmente iba a violarme...y Kyle se lo había permitido.
Ante la amenaza de arañazos, Robert tomó mis manos y las retuvo arriba de mi cabeza. Pude ver en su cara las ganas que tenía de poseerme. Sus ojos se habían oscurecido y la vena de su cuello estaba exaltada.
—Soy muy inteligente como para hacerte algo preciosa. No me conviene —Entonces abrió mi boca con su mano libre y metió una cápsula hasta el fondo de mi garganta —Toma agua —dijo al levantarse.
Mi corazón latía a mil por hora y la capsula en mi garganta me generaba ganas de vomitar. Tomé el vaso de la mesa y bebí toda el agua.
—¿Qué me diste? —lloré.
—Dormida te ves mucho más bonita —respondió, antes de relajarse sobre el sofá.
No quería dormir frente a él. No quería dormir sabiendo que podía hacer lo que se le plazca conmigo, pero pocos minutos después, mis ojos comenzaron a ceder.
~Recuerdos de Bianca~
—¿Bianca? Me parece que Rodo tiene una emergencia. No sé muy bien qué ocurrió, pero me pidió que fueras al vestidor —rio el señor Lonel.
—Rápido —ordenó el hombre que me llevaba en sus brazos.
—¡¿Acaso no te dijeron que fueras directo al puerto?! —gritó otro hombre, retumbando mis oídos.
—Déjenme con ella —habló Kyle mientras bajaba en cierre de mi vestido, en lo más profundo de mis sueños.
~Fin de recuerdos~
No podía distinguir la realidad de la imaginación. No sabía cómo había llegado acá ni dónde estaba.
Recordaba haber buscado a Rodo. También recordaba haber subido al elevador con dos hombres, pero después de aquello, todo estaba nublado.
¿Acaso estaba en el terreno de nuevo? No podía ser, no serían tan tontos como para mantenerse en aquel lugar. ¿Estaba en un nuevo terreno entonces? ¿Estaban las chicas acá?, ¿Beatriz?
Un ronquido me despertó de golpe y vi a Robert en el sofá.
Podía mover mi cuerpo. Mis piernas respondían esta vez, pero mi cabeza palpitaba como si fuera a estallar.
Puse la punta de mi pie sobre el suelo y descubrí que ya no llevaba el vestido puesto. En cambio, tenía una camisa holgada y unos pantalones de hombre.
¿Entonces lo que recordaba había sido real?
Con ambos pies sobre el suelo, caminé con máximo cuidado para no despertar a Robert. Sabía que tenía pocas probabilidades de encontrar la puerta sin llave, pero debía intentarlo todo.
En el segundo ronquido, giré la manilla. Estaba abierta.
Con la apertura necesaria para salir, asomé primero mi espalda para asegurarme de que Robert no se despertara en el proceso, pero antes de poder continuar, un gorila me tomó de los brazos y me devolvió a la habitación.
—¡Suéltame! —grité, lanzando patadas a todas partes.
Robert se levantó de un salto y soltó un gruñido en cuanto entendió la situación.
—¡Me cansaste! —me tomó del brazo, como solía hacerlo antes, pero esta vez no se la haría tan fácil.
Haciendo aún mas daño a mi brazo, me solté de su agarré y corrí hacia la primera señal de luz que encontré, pero el gorila anterior se me adelantó y caí de bruces al suelo.
—¡¿Qué demonios está pasando aquí?! —gritó Kyle.
—¡Intentó escaparse de nuevo y no pienso cuidarla todo el día! ¡No es mi trabajo! —respondió Robert.
¿De nuevo?
—Te recuerdo que sigo siendo yo el que dice cuál es, o no, tu trabajo —amenazó Kyle, mirándolo fijamente.
Yo, en el suelo aún, tocaba mis rodillas adoloridas en busca de sangre, pero solo había sido el golpe.
Cuando subí la mirada, Kyle mantenía su vista fija en mí. Cruzamos miradas por un segundo y creí ver preocupación en sus ojos, pero entonces se dirigió hacia el guardia.
—Llévenla a la oficina y espérenme ahí —soltó antes de irse.
Me levantaron uno de cada brazo y me llevaron a la puerta mas cercana.
Esta casa no era nada parecida a las casas del terreno, esta era abierta. Al final de la sala de estar podía ver el ventanal que daba hacia un jardín verde y floreado, todo abierto, sin miedo a que escapara.
No había escaleras. En el intento de escapar no lo había notado, pero había salido de la habitación en la que me encontraba y había corrido directamente hacia donde estaba Kyle. No estaba segura de que hubiera un segundo piso.
—Si te portas mal, te va a ir mal. Es tan simple como eso —dijo Robert, sentándome a la fuerza en una de las sillas de la oficina.
—¿Qué vas a hacer? —pregunté alarmada cuando lo vi tomar una soga de la mesa.
No respondió. Tomó mis brazos y los forzó para atarlos a la parte de atrás de la silla.
—Estás disfrutando de esto —solté con asco. Robert rio.
—Más de lo que crees —confesó, lamiendo mi mejilla antes de separarse de mí.
Mi cabeza seguía palpitando con cada sonido a mi alrededor, era insoportable.
Pocos minutos después, Kyle entró decidido a la oficina, sentándose tras la mesa.
—Salgan —ordenó mientras ordenaba unos papeles sobre su escritorio.
Robert lo miró unos segundos y después de voltear los ojos, salió de la habitación. Nunca lo había visto desafiarlo tanto como hoy.
Cuando estuvimos solos, Kyle me miró fijamente. Tal vez tenía una oportunidad de explicarle lo que había sucedido. Tal vez si era sincera con él, confiaría en mí nuevamente.
—¿A qué hora crees que vendrá tu noviecito a sacarte de acá?, llevo toda la tarde esperándolo —preguntó, con una mirada de desprecio irreconocible.
Intenté decir algo, pero tuve miedo. Esa persona no era el mismo Kyle que había dejado, había vuelto a ser el de antes, e incluso peor.
—Kyle —mis ojos se llenaron de lágrimas, pero no quería llorar —¿Cómo pudiste permitir que Robert...
—Yo hablaré ahora —me calló.
Se levantó de su silla y caminó hasta mí. Su mirada estaba llena de odio y rencor. No tenía ninguna posibilidad de ser escuchada.
—Esto no es el terreno de antes, aquí no tienes mucama, ni atención todo el día. No saldrás de tu habitación, ni tampoco tendrás televisión. Esta será tu cárcel —concluyó. Mis lágrimas terminaron de desbordarse.
—Kyle puedo explicarte... —sollocé, pero él rio.
—¿Explicarme? Entendí todo a la perfección —dijo.
—Por favor, tienes que escucharme —insistí.
Él acercó su cara a la mía, pero su expresión era siniestra.
—Espero que hayas disfrutado de la poca libertad que tuviste, porque aquí no te encontrarán jamás. Yo me encargaré de eso —sentenció antes de acercarse a la puerta.
—¡Kyle! ¡Suéltame por favor! —lloré, pero él ni siquiera reaccionó ante mi súplica. En cambio, se dirigió hacia el guardia y volvió a dar órdenes.
—Enciérrala en la habitación. Con llaves —recalcó antes de retirarse.
—¡Kyle yo no fui! —grité entre lágrimas, pero tampoco le importó.
No lo reconocía, y lo peor de todo es que cierta parte de mí sabía que este era el verdadero Kyle. El Kyle cruel, despiadado, vengativo y violento.
Lo supe desde el primer día, pero él me hizo olvidarlo con sus manipulaciones.
Yo no le importaba, nunca le importé. Lo que Kyle sentía por mí era una extraña obsesión que lo llevó a desquitarse en cuanto se sintió traicionado.
Eso no era amor.
**
¡¿Qué les parece el primer capítulo?! 😱😱
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