QUINZE.
Giselle gimió cuando sintió que la mano de la menor viajó a su pecho, y notó que ésta rió. Se separó del beso, relamió sus labios, y sonrió, aumentando el agarre en el pecho de la otra.
—¿Te sientes bien? —la mayor asintió al mismo tiempo que volvía acercarse a la menor y volver a besarla.
Sus labios se movían de forma brusca y bruta, pero cuando Yizhuo acunaba su rostro y comenzaba a guiarla, la mayor seguía los pasos y hacía todo más placentero para las dos, pero más para ella. Porque cuando ahora la traviesa mano de la pelilila bajó a su pantalón y palpó un bulto, volvió a reír más fuerte.
—¿Con unos besos ya estás dura? —el tierno sonrojo en la peliazul que vio su miembro y frunció el ceño, hizo un puchero, y se quejó levemente. Y Yizhuo amaba esa virgen, porque por esas pequeñas acciones, le hacían saber que era su primera vez en casi todo que tenga que ver algo sexual.
Así que volvió a acariciar el bulto, vio fijamente a Aeri, y sonrió.— ¿Puedo hacerte sentir bien?
—¿Cómo lo harás? —Yizhuo comenzó a bajar el pantalón de su mayor y sonrió ante esa gran polla que rebotó hasta chocar con su vientre.
Sus garganta se secó, sus labios igual, y tragó saliva para poder ocultar su deseo extremo de volver a chuparla y de sentirla en cualquier hoyo de su cuerpo.
La pelilila admiró la polla de la mayor por unos segundos y después con su índice tocó la punta, haciendo brotar líquido pre-seminal de ella.
Ahora la polla estaba brillando, y Yizhuo tuvo que llevar su mano a su boca para no lanzarse y chuparla.
Sólo tuvo la boca abierta mientras su mano comenzaba a acariciar la punta, con su palma comenzó a hacer círculos y escuchó que la peliazul comenzó a gemir, a apoyarse en sus manos y alzar más las caderas, lo que le vino perfecto a Yizhuo porque tuvo una vista más perfecta de la polla de su mayor.
Con eso se refería a follar sus manos.
La respiración de la menor comenzó a volverse irregular a medida que veía más líquido salir de la punta de la polla de la mayor, su garganta comenzó a arder y su boca, aunque estaba seca, había comenzado a gotear.
La quería en su boca, quería chuparlo.
Pero sería en otra ocasión porque Giselle estaba demasiado entretenida completando estocadas entre sus manos, gimiendo y subiendo su camisa hasta su abdomen, haciendo que Yizhuo tuviera una mejor vista de su cuerpo.
El sudor que había comenzado a caer y cubrir su cuerpo, que estaba comenzando a decorar su rostro de una forma suave.
Las gotas caían por su mandíbula y comenzaban a gotear hasta su cuello, decoraba sus clavículas y dejaba a Ning maravillada por la escena, porque nunca pensó que el sudor podría hacer a alguien sexy, más sexy de lo que era.
Una Aeri tímida que las mayorías de las veces se las pensaba tres veces y calculaba todo, es la misma persona que sujetó su nuca mientras seguía haciendo estocadas entre sus manos, gemía alto y suspiraba.
Dejando a una húmeda Yizhuo que lo único que pensaba era que le estaba gustando demasiado esta faceta erótica de la japonesa.
Esta faceta donde por fin se soltaba y se mostraba como era, porque para la menor, soltarse de manera sexual era soltarse tal y como es, mostrar su verdadera naturaleza.
Cuando notó que el miembro de la mayor comenzó a palpitar, llevó sus labios a la punta para recibir el líquido caliente que comenzó a soltar y que con gusto recibiría en su boca.
Así que se separó, limpió sus labios, y volteó a ver a Aeri con su cabello desordenado y su rostro lleno de placer.
Fue al baño, se lavó los dientes, y volvió con una Aeri que ya estaba jugando con sus dedos mientras se tapaba con su cobija.
Volteó a ver a Yizhuo.
—Me-me gustó mucho, gracias por ayudarme. —La china se sentó a su lado y la besó, siendo correspondida al instante.
Pero la mayor se separó sorpresivamente al sentir la lengua de la menor meterse en su boca, y volvió su Aeri tímida.
La peliazul tomó el control y vio a la menor, esperando por ella, que tomó el mando y comenzó a jugar con ella en su nuevo mundo.
Y puede que Giselle se dio cuenta que Yizhuo realmente sabía jugar, y muy bien.
No dijo nada mientras la veía jugar, pero supo que le mintió.
Pero sonrió.
Le mintió para sentarse en su regazo, y puede que eso la puso feliz porque eso significaba una cosa, no le desagradaba tanto.
Su confianza aumentó un quince ese día por lo que acababa de pasar y lo que acababa de pensar.
Comenzó a mover su cabeza de forma alegre mientras jugaba con la otra, que la volteó a ver, la vio bailar, y ella comenzó a hacerlo.
Yizhuo comenzó a mover su cabeza al mismo tiempo que Aeri, al mismo lado y ambas comenzaron a reír mientras se veían.
La menor se acercó, acunó su rostro y lo acarició.
—Gracias por dejarme quedar.
—Ninggie, nada me haría más feliz que estés aquí, gracias a ti por aceptarme como soy. —la tierna Ningning había vuelto, que sonrió.
—No cambiaría nada de ti, Gigi... ¿Te puedo hacer una pregunta? —la mayor la miró fija, dándole a entender que puede hablar.— ¿Tú cambiarías algo de mí?
Aeri la vio fija, relamió sus labios y frunció su ceño.
—No, honestamente nada, ehm, algunas veces no comprendo porque de un momento a otro ers tierna y luego... quieres tener sexo conmigo, pero debo admitir que no cambiaría nada, me gustas tal como eres.
Lo dijo. La mayor sintió que algo en su pecho se apretó al mismo tiempo que no recibía respuesta de la menor, así que sonrió.
—Pe-
—Tú a mi también me gustas tal como eres, Riri, no cambiaría nada de ti, me gusta que te guste el anime, me gusta que armes tus figuritas, que juegues videojuegos, no me molesta ni asquea nada de ti, ¿está bien?
Sus dos manos apretando sus mejillas obligándola a verla, y Aeri asintió, sonriendo.
Entonces, su confianza con la menor sube un cuarenta, poniéndola más feliz, y celebrando que la pelilila no captó que de verdad le gustaba.
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