—¡Oh, vamos JungKook! ¡Ya te he ofrecido todo lo que tengo! —exclama resignado en su asiento, mientras ambos chicos esperan la orden con su comida—. ¿No te interesa nada de lo que te estoy diciendo?

—No mi amor, yo puedo comprarme eso si quisiera —dice, de manera burlona hacia el menor.

—¡Pero te ofrecí la edición limitada del cómic que tanto amas! ¡Y ese no lo tienes!

—Pues lamento informarte que lo puedo obtener en un chasquido de dedos —y mientras dice aquello con cierto ego, TaeHyung arruga su nariz con molestia—. Puedo llamar al gerente de la empresa para que me diese todas las copias que tenga, si es que quisiera.

—¡Eso no es justo! —dice de nuevo el menor, mientras se siente victimizado—. ¡Hasta te ofrecí mi peluche de kumamon favorito!

—Puedo pedirlo a YoonGi, no es necesario que me des algo tuyo —dice tranquilamente, mientras agradece a la mesera que ha depositado sus platos de comida en el mesón.

—¡Pero tiene mi aroma!

—No es necesario, con que estés aquí, ya puedo olfatearte, si eso es lo que quieres.

TaeHyung se ruboriza, y arruga sus cejitas. En definitiva, JungKook no quería ceder. ¡Y hasta se estaba portando casi indiferente por culpa de sus ruegos!

Él se propuso un objetivo pero, ¿por qué era tan difícil de obtenerlo?

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