Ice coffee (2): Caligrafía bonita
Eran las seis de la mañana cuando la alarma de Tzuyu empezó a sonar, esta se sentó en la cama y se tomó el tiempo para estirarse, luego fue hasta el baño para hacer sus necesidades y bañarse.
Luego de terminar, salió y se cambió, para luego bajar a desayunar.
— Buenos días, señora Lee. — Saludó a la ama de llaves, quien hizo una pequeña reverencia al verla.
— Buenos días para usted también, señora Chou, enseguida le traigo el desayuno.
Tzuyu se sentó en la mesa, segundos después la señora Lee apareció con su desayuno, dejándolo enfrente de su jefa.
— Gracias. — Agradeció mientras tomaba los palillos.
— Que lo disfrute.
Se tomó el tiempo de comer mientras veía la serie que ayer por la noche no pudo terminar.
— ¿Qué madre podría hacerle eso a su hijo? — Susurró para sí misma mientras se metía la última cucharada a la boca y recogía los platos para llevarlos a la cocina.
Tomó sus cosas y salió de la casa.
Su empresa no quedaba muy lejos de su casa, por lo que decidió irse esta vez a pie y aprovechar para comprarse un café de paso.
Caminó unos minutos hasta que vio un café abierto, no pensó más y entró.
— Buenos días, ¿Qué va a pedir? — Le preguntó amablemente una omega con una sonrisa.
— Buenos días, quisiera un café helado, por favor. — La chica asintió, vio como tomaba un vaso y un marcador y se volvió hacia ella.
— ¿Cuál es su nombre? — Le sorprendió un poco que la chica no supiese quien era, pero decidió no decir nada.
— Chou Tzuyu.
— Tzuyu. — Vio como escribía su nombre en vaso, con una muy bonita caligrafía a su parecer.
Vio como la chica le preparaba el café y se tomó el tiempo de analizarla.
No era muy alta, tenía un cabello rubio muy lindo a su parecer y ni hablar de la hermosa sonrisa que tenía.
Muy linda. Había dicho su alfa, y ella estaba de acuerdo con él.
La chica le dio su café y pagó, no sin antes decirle que tenía una letra bonita, luego se fue de allí para seguir en camino a su empresa, y por alguna extraña razón, su café estaba dulce esa mañana.
…
— ¿Chou Tzuyu de buen humor a estas horas de la mañana? — Preguntó incrédula su mejor amiga y secretaria, Jeongyeon. — ¿Te golpeaste la cabeza?
— Seguiré con mi buen humor si dejaras de ser tan preguntona.
— No me cambies el tema.
— Fui a comprar un café.
— Ajá.
— Y la chica que me atendió era una omega.
— Ajá.
— A mi lobo le interesó, y a mi también, además tiene caligrafía bonita, ¿ves? — Le dijo mostrando el vaso.
— Ay Dios, no pensé vivir este momento. — Se puso una mano en el corazón con dramatismo. — Chou Tzuyu, la alfa del momento y una de las empresarias más jóvenes de Corea se enamoró.
— Calma, no estoy enamorada, sólo me pareció bonita. — Aclaró la alfa mientras entraba a su oficina.
— Así empiezan. — Aseguró la beta.
— Sí, sí, ¿ya tienes la propuesta de los nuevos platillos?
— Sí, en diez minutos tienes una reunión.
— Está bien, verifica que todos estén en la sala, estaré ahí en un momento.
La beta asintió y salió de la oficina, Tzuyu dejó su maletín y dejó el vaso de café en el escritorio, no quería botarlo.
Tomó unas carpetas que había dejado el día anterior y fue a la reunión.
…
— Dios, dame paciencia porque si me das fuerzas te los mando. — Exclamó Nayeon al ver el desastre que habían dejado un grupo de jóvenes.
¿Qué acaso no leían aquel letrero que decía que por favor evitaran ensuciar las mesas? De no ser así, tendrían que comprar otro más grande.
— Mira el lado positivo, ya cerramos. — Intentó animar Sana mientras ayudaba a limpiar, claro que no funcionó.
— Es injustificable, la gente se pasa a veces. — Apoyó Jihyo.
— Ni modo, toca soportar. — Finalizó la omega, aceptando su triste realidad.
Cuando limpiaron aquel desorden, terminaron de limpiar las demás mesas y guardaron los postres que habían sobrado.
— Terminamos por hoy, gracias por su esfuerzo. — Dijo Sana cuando cerraron el local. — Y disculpa por los inconvenientes de hoy, Nayeon.
— No fue tu culpa, Sana, ha habido días peores.
— Nayeon tiene razón.— Apoyó Jihyo —Estúpidos clientes, que vayan y se ma-
— Entiendo, gracias por tu sinceridad. — Interrumpió Sana antes de que la beta terminara de hablar.
— Bueno, ya me tengo que ir si no me quiero ir a pie. — Se despidió la omega.
Las otras dos chicas también se despidieron de la omega y se fueron en dirección contraria.
Esta era la parte favorita del día de Nayeon, cuando se encontraba yendo a la parada y solo eran los pocos locales que se quedaban abiertos, las luces de la calle y ella. Agradecía mucho que Corea fuera un país “seguro” en cuanto salir por las noches siendo mujer y/u omega, aunque tampoco es que se confiase mucho.
— Mhm, me duelen los pies. — Se quejó cuando se sentó a esperar el autobús, se mantenía de pie la mayoría del tiempo y siempre terminaba con los pies hinchados, colocándose la crema que su mamá le había mandado y dándose masajes.
Cuando el autobús llegó, pagó su respectivo pasaje y se sentó en uno de los asientos, colocándose los audífonos y viendo la misma ruta de siempre por la ventana.
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