03: alborotadas
Era otro día de trabajo para la omega Minatozaki, uno de esos días donde no había mucho movimiento más que los clientes habituales y uno que otro nuevo, sí, era uno de sus días favoritos, dónde se podía sentar en una silla unos minutos y esperar que llegara un cliente.
O una alfa alta, pelinegra y millonaria, para ser especifica.
Y es que desde que aquella mujer había llegado esa mañana a pedir ese café helado, su omega no había parado de pensar en ella.
No me eches toda la culpa a mí, tu también has pensado en ella, hasta búscate fotos de ella en internet.
Le recordó su loba algo indignada, pero no es algo que Sana estuviese dispuesta a aceptar.
Saliendo de sus pensamientos, vió como una pareja entraba al local.
Este día había sido muy bueno para ser real. Pensó, odiaba atender parejas.
── Buenas tardes, ¿Qué van a pedir? ── Les preguntó, mirando a la omega.
── Queremos dos cafés y una rebanada de pastel red velvet, el pastel es para llevar. ── Informó el chico alfa, la omega asintió y se puso manos a la obra.
── ¿Me podrían dar sus nombres? ── Pidió mientras tomaba dos vasos y un marcador.
── ¿Para qué quieres saber su nombre, mmm? ¿no ves que tiene pareja? ── Preguntó con enojo la omega.
── Es para colocar sus nombres en los vasos. ── Explicó mostrando los dos vasos y el marcador. ── Si gustan puedo no ponerlos.
── No, no hace falta, mi nombre es...
El alfa le dió el nombre de ambos y Sana se apresuró a terminar los pedidos, estaba bajo la mirada de una omega celosa y su experiencia le decía que eso no era nada bueno.
─ Aquí está su pedido, que lo disfruten. ── Les dió el pedido, normalmente se los diera con una sonrisa, pero eso significaba peligro.
── Gracias, vámonos. ── Se despidió el alfa, mas la omega se acercó a Sana por encima del mostrador.
── Ese alfa que ves ahí, es mío, más te vale mantener distancia. ── Amenazó, Sana asintió algo incómoda.
── Amor, vámonos. ── El alfa tomó el brazo de la omega y la sacó del local, Sana pudo respirar.
── Dios, aún no puedo creer que existan novias así. ── Exclamó Nayeon, Sana asintió.
── El calor anda endemoniado a las personas. ── Concluyó la omega.
La campanita del local volvió a sonar, anunciando un nuevo cliente.
Es ella. Pensó al ver a la alfa bonita de hace unos días, pero esta vez no venía sola.
── Buenas tardes, ¿Qué van a pedir?
── Quiero un café helado. ── La alfa se volteó para ver a su acompañante. ── ¿Qué vas a querer tú?
── Un frappuccino está bien.
La omega tomó dos vasos y un marcador.
── ¿Me podrían decir sus nombres? ── Pidió aunque ella ya supiera el nombre de la alfa.
── Ella es Tzuyu y yo soy Jeong. ── Respondió la beta, Sana asintió con una sonrisa e informó que ya les prepararía el pedido.
── Uhh, me están llamando, ya regreso. ── Jeongyeon salió del local.
── Aquí tiene su pedido. ── Le extendió los dos vasos a la alfa.
── Gracias. ── Agradeció tomando los vasos. ── ¿Cuál es tu nombre? ──Se atrevió a preguntar.
── Sana, Minatozaki Sana. ── No sabía porque sintió la necesidad de responder, anteriormente le habían pasado situaciones iguales, con la diferencia que siempre evitaba responder.
── Tienes un nombre muy lindo, muy propio de ti. ── Alagó la alfa, sonrojando a la omega.
Antes de que Sana pudiese decir algo la beta llamó a la alfa.
── Me tengo que ir, espero verte pronto. ── La alfa le guiñó un ojo antes de irse, dejando a Sana y a su omega alborotadas.
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