Recuerdo el cuento que mi tío me contaba todas las noches antes de dormir; este dice así:

"En un mundo donde humanos y seres llamados Mahōjin, con habilidades únicas catalogadas en ese entonces como "magia elemental" o "magia" para abreviar, vivían tranquilamente. Decir que había paz sería exagerar un poco las cosas, ya que siempre había uno que otro conflicto, pero nada que no se pudiera resolver. Fuera de esto, eran medianamente felices, o bueno, eso hasta que un día, de la nada y sin aviso, el cielo se tornó negro, las corrientes de viento se detuvieron y el ambiente se volvió pesado. Todos se preguntaban: «¿Qué demonios está pasando?» y la respuesta literalmente les cayó del cielo: una fuerte nube de oscuridad se manifestó, y ese fue el inicio de una pesadilla para ellos. De esta nube surgieron seres formados por sombras, con habilidades idénticas a los Mahōjin, pero estos seres no tenían buenas intenciones. Todo lo contrario, pues al ver a los habitantes empezaron a atacar sin piedad..."

En este punto, mi niño de siete años estaba llorando. Mi tío, claramente al percatarse de esto, me limpiaba las lágrimas y me decía con suavidad: "No llores, copito, la historia aún no termina".

"La lucha fue intensa. Los humanos y los Mahōjin lucharon codo a codo, pero a pesar de sus esfuerzos, las sombras predominaron y empezaron a tomar terreno, destruyendo territorio y arrebatándole la vida a más de un alma inocente. Todo era un completo desastre, pero como siempre te digo, pequeñito, donde hay sombras siempre hay luz, así sea esta muy pequeña". A esta luz se le llama "esperanza", y la esperanza apareció en el cielo: un fuerte rayo de luz, el cual debilitó a las sombras significativamente. Los Mahōjin aprovecharon la oportunidad y encerraron a las sombras en un bosque, el cual, después de ese día, llevaría el nombre de "el bosque prohibido". Todos se preguntaron: «¿Qué fue esa luz?», pero a su vez estaban agradecidos, pues sin ella no hubieran logrado ganar esa batalla.

Una linda historia, pero incompleta, con fragmentos aún no contados. Pues la guerra estaba lejos de terminar; al contrario, eso solo fue el inicio y quién diría que yo estaría envuelto en ella, como la persona que le pondría fin al conflicto, como la solución, el chico de cabello blanco, el que es capaz de controlar el hielo.