Parte Única
¡Hola a todos!
En celebración a que conseguí 150 seguidores aquí (no sé de dónde salen tantos, pero bueno) decidí hacer un sorteo para ellos. Los interesados se inscribieron y el ganador tenía oportunidad de ganarse un fic, podía ser de la pareja que quisieran y de la trama que quisieran. Mi idea era dárselo a chofiskis (nuestra ganadora) para que lo publicara en su perfil, pero me dijo que prefería que lo dejará aquí con una notita. Así pues, aquí está.
Su deseo era una historia dónde Izuku no estuviera rogando por cariño hasta que Katsuki se rinde y finalmente se deja querer. Quería un Izuku más seguro de sí mismo, un Katsuki frustrado, y que fuera él quien diera el primer paso... así que vamos a intentarlo.
Género: Romance
Número de palabras: 2298
Sinopsis: Fue / Es / Será / un placer coincidir en esta vida contigo. Tal vez no siempre sea brillante, pero sin duda es inolvidable.
I / You / We
Roquel
En el principio fue...
—Kacchan, espera.
—Eres muy lento, deku
—Kacchan, espera.
—Camina más rápido, deku.
Después fue...
—No hagas eso, Kacchan.
—¡Largo de aquí, deku, quédate atrás!
—¿Por qué haces esto, Kacchan?
—¿Por qué no te metes en tus propios asuntos, deku?
Descendió hasta convertirse en...
—Voy a ser un héroe, Kacchan.
—¿Crees que eres mejor que yo? ¡No eres nada! ¡No tienes nada!
—Voy a ser un héroe como tú, Kacchan.
—¡Desaparece y déjame en paz!
Y cuando llegó al fondo...
—¿Por qué te escogió a ti? ¿Estaba mal? ¿Mi sueño estaba mal?
—Tu eres la imagen que siempre he perseguido, Kacchan.
—¿Qué vio él en ti?
—No me rendiré, a mis ojos, tú eres el símbolo de la victoria.
Empezó a mutar...
—¿Te has vuelto más fuerte?
—Te venceré, Kacchan.
Hasta transformarse en...
—Mírame.
—Mírame tú.
Conocidos, compañeros, desconocidos y solo hasta ahora rivales.
¿Qué ha cambiado?
Si la pregunta se la hicieran a Izuku su respuesta sería: Nada.
Porque para él, Katsuki es la imagen de la victoria, la fuerza devastadora capaz de arrasar el mundo. Katsuki sigue siendo Kacchan, amigo, rival, la estrella brillante que marca el paso e ilumina el horizonte.
Si la pregunta se la hicieran a Katsuki su respuesta sería: Todo.
Porque para él, deku se ha transformado en Deku, héroe, rival, competidor. Es la figura que camina detrás, pero no atrás, ya no es un lastre del que no puede escapar, ahora es el combustible que lo hace moverse más rápido y mejor. Ya no es la sombra que genera ira, desazón y repudio, ahora es el rival que promete superarlo y que hace rugir la sangre en su interior.
¿Él ha cambiado?
Si la pregunta se la hicieran a Izuku su respuesta sería: No... sí... sigue siendo Kacchan.
Porque Katsuki sigue siendo el luchador incansable, obsesionado con la victoria y el reconocimiento. Abrasivo, altanero, ruidoso y orgulloso, Kacchan sigue poseyendo esa energía explosiva que promete el triunfo y el esplendor... pero ya no estalla cuando oye cumplidos, ni desprecia las victorias anodinas.
Si la pregunta se la hicieran a Katsuki su respuesta sería: Sí... no... aún es Deku.
Porque Izuku sigue siendo ese niño de fácil asombro que sueña con ser un héroe a cualquier costo. Necio, obstinado, incansable, Izuku sonríe con determinación y nunca titubea para salvar a quien sea, aun a costa de su propia seguridad... la única diferencia es que ya no rehúye su mirada y sonríe cuando lo escucha retarlo.
¿Cambiarías algo más?
Y la respuesta de ambos sería la misma: No
Y ambos estarían mintiendo.
&
El último año en Yuuei es un conjunto de proyectos, eventos, competiciones, papeleo, largas sesiones de estudio, fiestas, risas y muchísimo más. Katsuki ni siquiera intenta seguir el ritmo, se limita a ignorar la mayoría de los eventos sociales mientras hace cuadros comparativos con las agencias que le han enviado una carta de admisión.
—¿Es un panfleto de la agencia de Endeavor?
Ni siquiera ha terminado de formular su pregunta cuando Izuku ha tomado asiento en el sillón junto a él para de inmediato arrebatarle el folleto. Katsuki ni siquiera se inmuta, acostumbrado a la manía de Izuku de invadir su espacio.
Eso no significa que la manía no le moleste, aunque no es molestia en el sentido literal de la palabra. Si tuviera que llamarlo de alguna forma Katsuki diría que es incomodidad.
Es incomodo tenerlo sentado a un codo de distancia, oliendo a jabón, con la piel fresca por la ducha que acaba de tomar, las pecas brillantes en sus mejillas redondas y el cuello de la camiseta húmedo por el agua del pelo. Es incomodo tenerlo a un codo de distancia vistiendo bermudas que dejan ver rodillas y parte del muslo. Es incomodo verlo arrugar la nariz mientras lee el folleto como si fuera la cosa más interesante del mundo.
En términos breves es incomodísimo y si Katsuki tuviera otra vez diez años estaría gritando y maldiciendo y poniendo cinco kilómetros de distancia entre él y la persona que tiene junto él. Por suerte para el mundo Katsuki ya no tiene diez años y si le diera por estallar la persona que tiene junto a él se limitaría a sonreír mientras le hace un ademán para que se calme, porque aparentemente Izuku no solo ha adquirido la manía de invadir su espacio personal, también ha adquirido una inmunidad contra su mal humor.
—¿Estás considerando su agencia?
Le arrebata el folleto haciendo chasquear la lengua.
—No tendría el maldito folleto si no la tuviera en consideración.
En lugar de apartar los ojos, disculparse, y marcharse como el Izuku de hace unos tres años hubiese hecho, este nuevo Izuku desvía la atención hacia los otros folletos y comienza a revisarlos.
—En lo personal me gusta la agencia donde trabaja Kamui.
—¿Y trabajar con Mt Lady? No
—¿Aún sigues enojado porque te toco el trasero?
Calor, bochorno, agruras. Katsuki se atraganta de ira y le arrebata el resto de los panfletos.
—Cállate.
—No seas así, Kacchan.
—Déjame en paz, Deku.
Se aleja con su paquete de folletos rumbo hacia su habitación, pero Izuku en lugar de alejarse lo sigue sin callarse. Lo peor es que Katsuki puede oír la sonrisa en su cara.
—Ella dijo que fue un accidente.
—Accidente si te arrolla un coche, no es un accidente cuando... ¿por qué sonríes, eh?
—Lo siento, Kacchan, me estaba acordando.
Intenta cerrarle la puerta en las narices, pero Izuku se cuela en su cuarto sin permiso, se sienta en el suelo y le hace señas para ver el resto de los panfletos.
Tras un gruñido Katsuki deja caer los papeles en el suelo y se sienta frente a él.
—Ni se te ocurra mencionar la agencia de Hawks—dice Katsuki arrancándole un panfleto de color rojo—lo convertiría en pollo frito en mi primera semana ahí.
Izuku se ríe y se pasa quince minutos leyendo otro tríptico. Katsuki se distrae mirando la porción de piel que sobresale de las bermudas mientras finge que lee un panfleto de color azul.
&
Para un espectador externo la dinámica parece ser la misma, pero Katsuki sabe que no es así.
No se trata solamente de que Izuku haya perdido el miedo, de que se ría y desestime su volatibilidad, se trata del hecho de que ahora nunca está solo.
Durante la secundaria los amigos de Katsuki eran compañeros que solían seguirlo como una panda de polluelos con su madre, ninguno era especialmente inteligente, ocurrente o interesante, y Katsuki no tuvo reparos en olvidarse de ellos apenas abandonaron la escuela. En cambio, Izuku no tuvo amigos porque la gente solía tenerle lástima, y tampoco ayudaba que Katsuki -el mejor y más volátil- le tuviera una antipatía declarada, así que se paso toda la escuela solo y aislado. Hasta ahora.
En lugar de retraerse Izuku se ha convertido en una fuente inagotable de sonrisas, consejos, buenas intenciones y felicidad. Su naturaleza solícita y dócil le ha garantizado un grupo devoto de amigos, seguidores y compañeros. Un grupo que crece sin ritmo ni forma.
La cuestión está en que Izuku siempre ha orbitado en el mismo espacio que él, mirando, aprendiendo, estudiando, pero ahora va y viene a voluntad, independiente y enérgico como un polluelo que acaba de aprender que el mundo es inmenso.
Así pues la dinámica no es la misma de cuando tenían diez años, no es Izuku detrás mientras él huye, ahora ambos transitan el mismo camino con la misma meta en mente, y si en ocasiones uno va detrás del otro no es porque hayan vuelto a las viejas costumbres, simplemente sucede cuando dos personas compiten por alcanzar el mismo objetivo.
Y la mayor diferencia es que ahora la atención de Izuku no es enteramente suya, ahora tiene que compartirla. Tiene que buscarla.
&
—¿Estás listo, Kacchan?
Izuku lo mira con una sonrisa y Katsuki devuelve el gesto sin poder evitarlo. La sangre ruge y su hambre estalla.
—¿Para hacerte morder el polvo?
La sonrisa de Izuku crece y el corazón de Katsuki lo imita.
&
Kirishima y Kaminari discuten, Katsuki ni siquiera presta atención sus ojos se desvían hacia el punto donde Izuku sonríe mientras charla con sus amigos. Atiende con una atención absoluta a lo que Uraraka está contando, ella parece encantada, su cara se ilumina y Katsuki entiende por qué. La atención de Izuku posee ese algo que te hace saber que te oye, te mira y atiende.
—Eh, Deku
Ojos verdes que posan en él con una expresión brillante y clara. Katsuki le devuelve la mirada sin titubear.
—¿Qué pasa, Kacchan?
La excusa que da es débil pero no importa, porque cuando Izuku te escucha lo hace con una intensidad escalofriante y se vale recurrir a cualquier pretexto para conseguir que te mire.
&
—Esta victoria es mía así que el marcador está a mi favor.
Desde el suelo Katsuki resopla mientras se levanta. Izuku ya está de pie con las manos en las caderas y una expresión ligeramente agotada.
—No sabes contar, Deku.
—¿Eres un mal perdedor, Kacchan, o tienes mala memoria? La victoria del lunes también fue mía.
—Esa victoria debería descontarse, hiciste trampa.
—Mal perdedor, Kacchan.
Se lo dice en tono juguetón y Katsuki tiene que reprimir las ganas de barrerle las piernas y sujetarlo contra el suelo, en su lugar se levanta de un salto y se estira.
—¿Dos de tres?
La respuesta de Izuku es sonreír y alistarse.
&
Lo ve sentado en el sillón leyendo una de sus revistas de héroes; su primer instinto es dar un paso en su dirección, detenerse, sacudir la cabeza, avanzar hacia las escaleras, dar media vuelta y caminar hacia la sala común.
—¿Qué lees?
—Hola, Kacchan.
—¿Es interesante?
Una simple pregunta que lanza a Izuku a una explicación de veinte minutos sobre un artículo que Katsuki leyó tres días atrás y que se sabe de memoria, pero eso no importa. Lo que importa es sentarse en el mismo sillón a escucharlo.
&
Izuku no es suyo, nunca lo ha sido, pero al mismo tiempo se pertenecen mutuamente. Se han moldeado para ser lo que son ahora. No ha sido grato, no ha sido fácil y la tumultuosa relación los ha llevado hasta ahí: Perseverando codo con codo, incentivándose y empujándose para mejorar.
En las buenas, en las malas, en lo difícil.
Uno junto al otro.
Tú, yo, nosotros.
&
Katsuki puede soportar muchas cosas, la mayoría de ellas implican dolor y huesos fuera de lugar, pero hay otras que se van acumulando hasta que desbordan el vaso.
La tensión es una de esas cosas.
Y es que Katsuki no esta muy seguro de si las señales que está recibiendo son señales propiamente dichas o si algo dentro de él se ha torcido irremediablemente y ahora está sufriendo las consecuencias de un mal desconocido.
Porque es raro, rarísimo, que ahora este al pendiente del espacio que ocupa Izuku, de la piel que lo envuelve, de su voz y sus ojos y todo lo que lo conforma. No es posible que no pueda quitarle los ojos de encima, que tenga que seguirlo y oírlo y buscarlo.
Y al mismo tiempo parece ser que es lo único que tiene sentido.
&
Al final no se aguanta.
—Eh, Deku.
Lo arrincona en las escaleras, lejos de la atención de la gente. Salta los escalones de dos en dos hasta alcanzarlo y se detiene dos escalones por debajo, alza los ojos y su discurso cuidadosamente preparado se derrite junto con el resto de sus neuronas.
—¿Qué pasa, Kacchan?
Un cobarde escogería la salida fácil, un cobarde daría media vuelta, inventaría una excusa y saldría con la cola entre las patas. Katsuki se traga la vergüenza, obliga a que su estomago se asiente y toma aire.
—Mañana a las ocho, te veo en la puerta principal.
—¿Mañana sábado?
—Y haz el favor de arreglarte el nido que llamas pelo, me niego a dejarme ver con alguien que parece una bola de algodón.
—Espera, qué.
—Pagaré por las entradas, tú escoges la película, pero me niego a ver nada que involucre a All Might.
—Kacchan.
—Y no te vistas demasiado casual, iremos a la exhibición de héroes en Shibuya y no quiero que andes en short.
Respira y una vez satisfecho comienza a subir.
El problema está en que este nuevo Izuku no es la bola de nervios que solía compartir clase con él, no es el Izuku que se encoge y se deja arrastrar. Este nuevo Izuku tiene una sonrisa confiada, un orgullo inmenso, y una seguridad deslumbrante.
Este nuevo Izuku lo agarra en cuanto pasa a su lado y de alguna forma lo inclina sobre sus brazos.
—Kacchan—dice este Izuku con ojos verdísimos y una sonrisa decidida—si vas a invitarme a salir, tienes que preguntar primero.
Y como si la situación no fuera lo suficientemente vergonzosa este nuevo Izuku se inclina y lo besa en la mejilla. Suave y delicado.
Antes de que Katsuki pueda reaccionar, ha recuperado la vertical y tiene a Izuku frente a él.
—¿Y bien?
—Voy a matarte.
—Bueno, pero antes de eso, ¿hay algo que quieras preguntar?
Sigue sonriendo y es su expresión -felicidad pura- la que arranca la pregunta de sus labios.
—¿Quieres salir conmigo, Deku?
—Vaya, Kacchan, esto es tan repentino, tengo que pensármelo.
—¿Qué?
—Ya te diré.
Izuku echa a correr por las escaleras y Katsuki tarda un segundo en registrar su risa. Una risa que es una respuesta en sí misma, así que ahora es el turno de Katsuki para perseguirlo. Salta las escaleras de dos en dos y corren por los pasillos como dos adolescentes normales.
Porque así son ahora, uno tras otro y luego de vuelta, siempre encontrándose a mitad del camino.
Tú, yo, nosotros.
&
Y se acabó.
Muchas gracias a todos mis seguidores que hicieron posible el concurso, gracias a quienes se animaron a participar y gracias a chofiskis por la idea.
Pasen una excelente semana y que la navidad les traiga el regalo que más deseen. Nos leemos.
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