two
su corazón se revoloteó cuando vió a sion sentarse a su lado. se veía espectacular ese día, una sonrisa deslumbraba en su cara, y sus ojos brillaban.
la imagen de aquello fue tal para que yushi se enamorara un poco más de sion.
¿pero quién no?
sabía dibujar, además de bailar, y cantar, hacer reír a cualquiera, es alto, su voz es hermosa, es guapo; por dios, ¿quién no caería ante los encantos de oh sion?
— estoy tan feliz, yu. — se recostó en su asiento viendo hacia el techo.
— puedo verlo. — ya tenía una pequeña idea de lo que sería, pero aún así preguntó. — ¿por qué?
— ayer, dios, yushi, fue la mejor tarde de toda mi vida. — sus ojos cayeron en yushi, quien al escuchar aquello, se confundió.
— ... ajá, pero, ¿qué pasó?
sion lo miró mal. — tuve una cita con-
yushi lo calló, antes de que pronunciara aquel nombre. — sí, sí, ya recordé.
su vista pasó de sion a su cuaderno, tratando de apartar su vista y que sion no notara su tristeza, y un poco de envidia.
pero claramente, el mayor no pasaría desapercibido, notó el bajón de su mejor amigo.
aún así, no pudo decir mucho pues el profesor ya había llegado.
— sí, te veo en casa. adiós.
yushi hablaba con su primo, diciéndole que llegaría tarde ya que sion lo había invitado a su casa a pasar la tarde.
pero que no se preocupara, de todos modos llegaría a dormir, y no llegaría tarde.
— ¿qué dijo? — preguntó comenzando a caminar para su casa.
— que no me preocupara, que está bien. — sonrió a lo último. — ¿por qué es que voy para tu casa?
— porque quiero pasar tiempo contigo.
de no haber sido porque sus pies estaban tocando el suelo, podría haber jurado sentirse flotar en las nubes.
él y sion pasaban juntos los siete días de la semana, básicamente, e ir a sus casas no era nada fuera de lo común.
lo que lo hacía diferente, es que cuando iban a la casa de yushi (que prácticamente era el punto de reunión), siempre estaba su primo.
pero en las pocas ocasiones que yushi iba a la casa de sion, quedaban solos.
y al menor se le venían a la cabeza tantas cosas que no podía hacer, que incluso llegaba a sentirse culpable.
aunque el concepto de sion de "pasar tiempo contigo", era comer, jugar videojuegos y más que todo, hablar.
sus zapatos quedaron en la entrada de su casa, y el perrito de sion, llegó a recibirlos, ese animalito amaba a yushi.
— ¿tienes hambre? — preguntó el mayor cuando
yushi se tiró en el sillón.
— no... aunque.... sabes, sí tengo hambre,
¿pedimos de comer?
subiendo las escaleras, sion le respondió — el teléfono está en la cocina, pide lo que quieras.
caminó hasta la cocina, ¿y si mejor esperaba que
sion bajara?
por favor, su nivel de pereza no podía convencerlo cada que podía, entonces, haragán se levantó hasta la cocina.
vió los diferentes números de restaurantes en comida que había en la biblioteca telefónica del teléfono de su casa.
y entonces, el teléfono de sion sonó, dejando ver un mensaje en su pantalla de bloqueo.
yunseo ♡:
"sion ~, olvidé devolverte tu suéter. me lo puedo dejar?"
yushi rodó sus ojos y suspiró.
de pronto se le quitó el hambre.
de verdad no soportaba a esa chica, y no es porque fuera básica y posiblemente la futura novia de su mejor amigo. bueno, un poco sí.
pero principalmente era porque tenía un leve y mal presentimiento de la pelinegra, algo no le cuadraba de ella.
se devolvió hasta la sala, caminando con el celular en su mano para querer desviar su atención, pero en el transcurso, las pisadas en la escalera lo hicieron voltear a sion.
el mayor le extendió una de sus camisas a
yushi, y el otro casi se va de espaldas.
— toma, cámbiate ese aburrido uniforme.
y ni siquiera pudo decir nada.
sion colgó la camisa en su hombro y se dirigió a tomar su teléfono.
yushi lo siguió con la mirada, viendo que cuando lo encendió, una sonrisa rápida apareció en los labios de sion.
había visto el mensaje de la chica.
y fue ahí que despertó y caminó a cambiarse la parte de arriba de su uniforme.
la camisa de sion se le veía tan bien, por obvias razones de altura, le quedaban una o dos tallas más grandes, y lo hacía sentir cómodo, y además, tenía el perfume de sion.
quizá se la llevaría puesta y le escribiría luego diciéndole "hyung, me llevé tu camisa, ¿me la puedo dejar?", pero no, era ridículo.
salió y vió a sion aún en el teléfono, pero lo dejó cuando se dió cuenta de la presencia del menor.
— ¿pediste comida? — le preguntó dirigiéndose hasta él. el otro negó.
— se me quitó el hambre.
sion frunció su ceño, extrañado, pero igualmente él tampoco tenía tanta hambre.
— ¿control blanco o negro? — preguntó encendiendo la pantalla de la sala — no, ni respondas, amas el blanco.
yushi sonrió, su mejor amigo lo conocía tan bien.
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