Bajo la superficie
Sofía no estaba segura de qué esperar al entrar en la casa de Cillian. A pesar de haber estado investigando sobre él durante días, había algo en esa tutoría que no podía prever. Respiró hondo antes de tocar el timbre. Cuando escuchó el sonido de la puerta abriéndose, no pudo evitar sentir un nudo en el estómago. Había algo inquietante en la atmósfera, como si una parte de ella estuviera a punto de cruzar una línea que no podría deshacer.
Cillian la recibió con la misma expresión tranquila, casi distante, que solía tener en clase. Sus ojos azules, fijos en ella, no mostraban nada más allá de una amable formalidad. Sin embargo, Sofía no pudo evitar notar un leve destello en su mirada, como si estuviera evaluándola de una manera más profunda.
—Sofía, bienvenida. Adelante, siéntate —dijo con una voz suave, pero cargada de un tono que era difícil de interpretar.
Ella se sentó, intentando no dejar que sus manos temblorosas traicionaran su nerviosismo. Había algo en la manera en que él la observaba que la hacía sentirse incómoda y fascinada al mismo tiempo. Cillian no era un hombre común, y su presencia imponía un tipo de tensión que ella no había experimentado antes.
—Vamos a continuar con lo que estuvimos discutiendo en clase —dijo él, abriendo un cuaderno y empezando a hacer preguntas. Pero Sofía no podía concentrarse por completo en el tema.
A medida que la tutoría avanzaba, las preguntas de Cillian parecían ir más allá de la ética académica, tocando algo más personal, aunque sin cruzar ninguna línea directa. Él le hablaba de las decisiones, de cómo las personas justifican sus acciones, de los límites que cada uno decide respetar. Pero había algo en la manera en que formulaba las preguntas que la hacía sentir como si él estuviera buscando algo más de lo que ella estaba dispuesta a revelar.
—¿Qué piensas, Sofía? ¿Es correcto que alguien actúe de acuerdo a lo que siente, aunque eso signifique romper una regla?
Sofía lo miró, sorprendida por la profundidad de la pregunta. Estaba acostumbrada a la ética como una cuestión de teorías, pero esto parecía más bien un reto personal. Dudó antes de responder.
—Depende de las consecuencias. Si lo que sientes va en contra de lo que es correcto, entonces tal vez no deberías actuar en base a ese sentimiento.
Cillian asintió lentamente, sus ojos fijos en ella, como si estuviera analizando cada palabra que decía, cada gesto. Su presencia comenzaba a sentirse más densa, más intensa. Sofía sintió que la conversación no era solo sobre ética o reglas; había algo más en juego, algo que no quería comprender.
A medida que la tutoría continuaba, Cillian comenzó a hacer preguntas más personales, sin siquiera mencionar su vida privada, pero el subtexto era claro. Había una tensión en sus palabras, como si tratara de ver cómo Sofía reaccionaba ante ciertos límites.
—¿Alguna vez has sentido que alguien cruza tus límites, Sofía? —preguntó de repente, mientras anotaba algo en su cuaderno.
Sofía lo miró fijamente, intentando comprender si la pregunta tenía un propósito más allá de lo académico. La forma en que él la miraba parecía ir más allá de una simple tutoría.
—No lo sé —respondió ella, su voz vacilante—. Creo que mis límites son... claros para mí.
Cillian la observó un momento, sin decir nada, como si estuviera evaluando su respuesta. Sofía sintió que su piel se erizaba bajo su mirada. La tensión era palpable, como si hubiera algo entre ellos que no se podía nombrar.
Sofía comenzó a preguntarse si Cillian sentía lo mismo. Había momentos en los que su mirada parecía más penetrante, más incisiva. ¿Acaso él notaba sus inseguridades, sus dudas? ¿O solo estaba jugando un juego intelectual con ella, sin importar lo que realmente sentía?
En su mente, Cillian comenzaba a cuestionar también. Mientras la escuchaba, pensaba en las dudas que ella no se atrevía a compartir. “¿Qué estarás ocultando, Sofía? ¿Qué es lo que realmente piensas cuando te enfrentas a tus propios límites?” Se sorprendió a sí mismo al darse cuenta de cuánto le interesaba descubrir la respuesta. Había algo en ella que no podía entender, algo que lo atraía a un nivel más allá de lo profesional. Pero, al mismo tiempo, se mantenía distante, sabiendo que cruzar esa línea sería peligroso, no solo para ella, sino también para él.
La tutoría continuó, pero el ambiente en la habitación había cambiado. Cillian comenzó a formular preguntas cada vez más complejas, pero todas parecían tener un toque personal, como si quisiera sondear algo dentro de Sofía. Su tono era suave, casi cálido, pero había algo en sus ojos que parecía mucho más profundo.
—Sofía, ¿alguna vez has sentido que la ética no es solo una cuestión de reglas? ¿Que a veces las emociones, las personas, las circunstancias, cambian las respuestas que damos?
Sofía lo miró, completamente confundida. Estaba tan cerca de comprender lo que él quería decir, pero al mismo tiempo, algo le decía que había algo más detrás de esas palabras. Algo que no podía entender completamente.
—Sí —respondió finalmente, su voz más baja, insegura—. A veces las reglas no son suficientes.
Cillian la observó en silencio, sin decir nada más. Su mente estaba trabajando a toda velocidad, evaluando sus propios pensamientos, sus propios límites. Había algo en esa conversación que lo había tocado, algo en Sofía que lo mantenía atrapado. Pero se lo prohibió. No podía pensar en eso. No podía cruzar ese límite.
Finalmente, después de unos momentos de silencio tenso, Cillian sonrió suavemente, como si todo estuviera bajo control, como si nada hubiera sucedido.
—Bueno, Sofía, creo que eso es suficiente por hoy. Gracias por venir.
Sofía se levantó, con la sensación de que algo había quedado sin resolver, como si la conversación estuviera incompleta.
—Gracias, profesor.
Al salir, una sensación de incertidumbre la invadió. Sabía que algo había cambiado, pero no podía identificar qué. Cillian se quedó sentado detrás de su escritorio, observándola irse, sin revelar nada más de lo que pensaba. Algo en él había comenzado a cambiar, y no podía evitarlo.
Cillian se quedó unos momentos más en su escritorio, el sonido de la puerta cerrándose detrás de Sofía resonando en su mente. No podía evitarlo; algo en la dinámica de la tutoría había cambiado algo en él. Pero se obligó a dejarlo de lado, concentrándose nuevamente en los papeles que tenía sobre la mesa. Sin embargo, su mente seguía regresando a la conversación, a la tensión, a las preguntas que había formulado sin siquiera darse cuenta de cuán personal se estaban volviendo.
En un intento por distraerse, sacó su celular y desbloqueó la pantalla. Sin pensarlo demasiado, deslizó hacia abajo para revisar las notificaciones. Pero fue una que lo hizo detenerse por completo.
Alguien ha visto tu perfil varias veces.
Un poco desconcertado, levantó una ceja y tocó la notificación. La pantalla cargó rápidamente, mostrando el nombre de usuario que se había interesado en su cuenta. Cillian frunció el ceño al reconocerlo: Sofía. Su primer impulso fue negar la idea, pensar que se trataba de una simple coincidencia. Pero algo en él, una curiosidad que no había experimentado antes, lo hizo entrar al perfil sin pensarlo dos veces.
El primer vistazo lo dejó sin palabras. Las fotos que Sofía había subido mostraban una faceta de ella que él no conocía. Había una mezcla de imágenes serias y otras en las que se mostraba más relajada, divertida incluso. Pero algo en sus ojos, en su expresión, captaba su atención con cada nueva imagen.
Cillian no podía evitar preguntarse por qué Sofía se había sentido atraída por su perfil. ¿Realmente estaba interesada en él de esa manera? La idea parecía absurda, pero la pequeña chispa de duda seguía encendiendo su mente. Entonces, por una razón que no lograba comprender del todo, decidió ver más a fondo.
Deslizó hacia abajo, revisando más fotos, cuando de repente algo lo detuvo. Una historia destacada de Sofía. "Fiesta de Halloween", decía la etiqueta. Cillian, curioso, tocó en la foto y esperó a que cargara. La imagen que apareció ante él lo hizo tragar saliva. Sofía estaba vestida con un atuendo de vampiro, pero no era cualquier disfraz. El vestido, oscuro y ajustado, dejaba poco a la imaginación. Sus ojos estaban cargados de una mirada seductora, la misma que Cillian había notado en sus breves interacciones en la tutoría.
Una oleada de calor recorrió su cuerpo, y, por un momento, Cillian se sintió completamente fuera de lugar. Sus dedos temblaron ligeramente al mantener el teléfono en sus manos, como si estuviera haciendo algo que no debía. Era una imagen provocativa, pero lo que lo desconcertaba aún más era el impulso que sentía al mirarla. Su respiración se hizo más lenta, casi pesada, mientras intentaba racionalizar lo que estaba experimentando.
Esto no está bien —pensó, forzándose a apartar la mirada de la pantalla. Se recostó en la silla y se pasó una mano por el cabello, dejando escapar una risa nerviosa. ¿Por qué ahora? ¿Por qué Sofía? Su mente comenzaba a confundirse, y la razón por la cual se sintió atraído por esa imagen se volvió un enigma aún mayor.
Pero se controló. Sabía lo que estaba en juego. No podía dejarse llevar por esa sensación. La línea entre lo profesional y lo personal era demasiado delgada en su mente, y cruzarla sería un error del que podría arrepentirse. Además, había una distancia, una barrera que no debía romper, no con una alumna. Su autocontrol, que siempre había sido su punto fuerte, comenzó a resquebrajarse, pero Cillian no permitió que ese pensamiento lo dominara.
Apagó el celular con rapidez y dejó que el silencio en la habitación lo envolviera. Cerró los ojos por un momento, tratando de recuperar la calma. Es solo una imagen. Solo una curiosidad.
No podía permitirse más. Se levantó de su silla, caminó hasta la ventana de su oficina, y miró hacia fuera, al vacío de la ciudad que se estiraba ante él. Intentó aferrarse a algo racional, algo que lo mantuviera alejado de ese impulso repentino que había sentido.
"Sólo es una tutoría", se repitió mentalmente. Pero sabía que las emociones no se podían controlar tan fácilmente, que el deseo y la atracción a veces iban más allá de la razón. Sin embargo, tenía claro que no iba a caer en eso. No con Sofía. No con una alumna.
De repente, su teléfono volvió a vibrar sobre el escritorio, y, aunque pensó en ignorarlo, algo le dijo que no lo hiciera. Al abrir la pantalla, vio que era un mensaje de su ex esposa.
La notificación apareció con un simple "¿nos veremos hoy?", acompañado de una serie de emoticones. Cillian no sabía si reír o maldecir. Sin embargo, al leer el mensaje, su mente comenzó a ser aún más consciente de las cosas no resueltas que había dejado atrás, de los recuerdos que lo seguían a cada paso. Esto no hacía más que añadir una capa de confusión a sus pensamientos ya desordenados.
Sofía. Su imagen. La tutoría. El mensaje.
Se frotó la cara y se tomó unos segundos para aclarar sus pensamientos. Necesitaba centrarse, mantenerse firme. Había líneas que no debía cruzar. Tenía que enfocarse en lo profesional, y eso era lo único que podía permitirle.
Sin embargo, algo en el fondo de su mente seguía retumbando, una duda, una inquietud.
Claro, aquí continúa el capítulo, profundizando más en Cillian y su relación con su ex esposa:
Cillian miró la notificación del mensaje de su ex esposa por unos segundos más, sintiendo un ligero peso en su pecho. Con un suspiro profundo, tomó el teléfono entre sus manos, sabiendo lo que tenía que hacer. Al principio dudó, pero luego se convenció. No quería caer en el ciclo que siempre terminaba repitiéndose. Aunque su vida con ella había llegado a su fin, las responsabilidades no se disipaban tan fácilmente. Especialmente ahora, después del doloroso final de su matrimonio.
Con una sensación de frustración, tecleó rápidamente la respuesta:
Lo siento, estoy ocupado con trabajo. No podremos vernos hoy.
No esperaba que su ex esposa aceptara esa respuesta sin más. Había aprendido con el tiempo que, con ella, cualquier distanciamiento desencadenaba algo mucho más complicado de manejar. En su mente, aún mantenía vivos los recuerdos de la última vez que le pidió el divorcio. La mirada suplicante de ella, la desesperación que le atravesó por completo. Su rostro lleno de lágrimas. La angustia palpable cuando, al final, ella había intentado quitarse la vida.
No podía evitar sentir una mezcla de culpa y responsabilidad cada vez que pensaba en aquel momento. Sabía que no fue su culpa directa, pero el peso de haber sido la causa de su dolor lo perseguía constantemente. Había tomado una decisión difícil, pero sabía que ya no podía seguir arrastrándose en una relación que ya no tenía futuro.
Después de aquel intento de suicidio, todo había cambiado. Cillian había decidido que debía ponerle fin, no solo a su matrimonio, sino también a los sentimientos de dependencia que ella parecía tener hacia él. Lo que comenzó como amor se había transformado en una pesadilla de incertidumbre, emociones no resueltas y, en cierto modo, en una manipulación emocional que él había ignorado durante demasiado tiempo.
Pero, aunque su corazón ya no sentía nada por ella, la situación nunca fue sencilla. Había intentado ayudarla a sanar, a encontrar algún tipo de estabilidad, pero todo eso se había vuelto cada vez más pesado para ambos. Ella, con su trastorno depresivo, necesitaba atención constante, y a veces parecía que no podía vivir sin él. Cillian se había sentido atrapado en la red emocional que ella había tejido a su alrededor, un juego del que no podía escapar tan fácilmente.
Sabía que, en parte, sus encuentros y las veces que se veían eran una forma de mantenerla "segura". A veces, sentía que si no respondía a sus necesidades emocionales, la situación podría volverse aún más peligrosa. Era una carga, pero también una obligación. Aunque sus sentimientos hacia ella se habían desvanecido por completo, su sentido de responsabilidad seguía intacto. Era algo que lo mantenía atado a ella, y aunque su razón le decía que debía cortar todo vínculo de una vez por todas, su conciencia le susurraba que no podía dejarla completamente sola.
Cillian dejó el teléfono sobre la mesa y cerró los ojos por un momento, respirando con dificultad. El sonido de su propia respiración le parecía insoportable. Ya no había amor entre ellos, pero eso no significaba que la situación fuera fácil de manejar. Cada vez que pensaba en su ex esposa, en lo que podría pasar si cortaba el contacto de una vez por todas, sentía un nudo en el estómago.
Se obligó a levantarse de la silla y caminar hacia la ventana, mirando el horizonte vacío. El trabajo, sus estudiantes, las tutorías, todo eso parecía insignificante cuando las emociones que lo atenazaban seguían ahí, a pesar de sus esfuerzos por ignorarlas. No podía permitir que sus sentimientos se entrelazaran con todo lo que había decidido dejar atrás, pero al mismo tiempo, no podía sacarse de la cabeza lo que había hecho, lo que había causado.
Al final, Cillian sabía que su ex esposa seguía necesitando algo de él. Una parte de él, por más que intentara negarlo, seguía sintiendo que debía cumplir con un papel en su vida, aunque esa conexión ya no fuera más que un eco de lo que alguna vez fue.
El sonido del mensaje de nuevo, interrumpió sus pensamientos. No quería mirarlo, pero, aún así, su dedo movió la pantalla del teléfono. "¿Podemos vernos mañana? Necesito hablar de algo importante." La respuesta de su ex esposa estaba llena de esa misma súplica que lo había perseguido durante años. Cillian suspiró, su mente ya llena de dudas, de esa incertidumbre que siempre lo envolvía al tratar con ella.
Él sabía que tenía que ir, aunque no quería. Era un compromiso que no podía dejar de cumplir, por más que deseara liberar su mente de todo eso. Le respondió con rapidez, sabiendo que su decisión ya estaba tomada.
"Está bien. Mañana, a las 6 p.m."
Al enviar el mensaje, Cillian sintió un peso más sobre sus hombros. Una vez más, tendría que enfrentarse a su pasado. Un pasado que parecía que nunca se iba a desvanecer completamente.
Nota autora
fuaa, este capitulo de verdad me encantó hacerlo, de verdad que profundizar en el personaje de cillian es algo que tengo pensado desde el inicio y espero poder hacerlo de la mejor manera, no queria dejarlo solo cmo el interes romantico hot dilf que es , KQKWK.
Él tambien es una persona con problemas de adulto y es muuy testarudo con sus sentimientos, además que como enseña etica...., ¿no esperarán que acepte algún sentimiento "inapropiado" por Sofi, su alumna, de manera super rapida, no? 🤨
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