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Advertencia

El sol se había ocultado cuando Cillian llegó a su casa esa tarde. La decisión estaba tomada. Había pasado todo el día luchando con lo que había sucedido entre él y Sofía, esa extraña conexión que se había formado, ese sentimiento que no podía negar. Pero hoy, eso iba a terminar. Él no podía seguir alimentando lo que sentía, ni permitir que ella pensara que esto podía convertirse en algo más. Después de todo, él era su profesor, y ella era su alumna. Nada más importaba.

Cillian abrió la puerta de su casa, un pequeño loft moderno y minimalista que había decorado a su gusto. Sin grandes adornos, solo lo necesario. En el pasillo, vio anotado en el calendario que hoy tenía una tutoría con la menor. Una tutoría que debía servir para aclarar las cosas. Para cortar de raíz cualquier tipo de malentendido.

La luz de la lámpara en la sala de estar iluminaba suavemente la habitación. Él estaba nervioso, pero no lo admitiría. No podía permitir que Sofía pensara que tenía algún tipo de debilidad. Ella debía entender que las cosas debían mantenerse dentro de los límites.

Al escuchar el timbre de la puerta, Cillian se levantó rápidamente, respirando hondo para calmarse. Sofía entró con su mochila, su expresión aún algo reservada, pero su actitud tranquila, como siempre.

— Buenas noches, profesor.— dijo Sofía, con una sonrisa nerviosa, antes de que Cillian la invitara a pasar.

— Buenas noches. Gracias por venir. Te he preparado todo para la tutoría.— Cillian intentó sonar lo más profesional posible, pero algo en su tono delataba el esfuerzo.

Sofía entró y se sentó en el sillón, mirando alrededor con un poco de incomodidad. Cillian se sentó frente a ella, colocando unos papeles sobre la mesa. Sin embargo, no podía quitarse la sensación de que algo iba mal. El silencio que se había formado era más pesado de lo que debería.

Finalmente, Cillian se levantó y rompió el silencio:

— Mira, Sofía, creo que debemos hablar primero antes de continuar con la clase.—Su voz era firme, aunque algo vacilante. — He estado pensando en lo que ocurrió en la última tutoría y… creo que es mejor que sigas con otro profesor para tus tutorías. Este tipo de relación entre nosotros no es apropiada.

Sofía lo miró, sorprendida, confundida. Sabía lo que estaba pasando, y no le gustaba. Sentía cómo su estómago se tensaba, cómo el nudo en su garganta se hacía más grande con cada palabra que Cillian decía.

— ¿Qué? ¿Por qué?— preguntó, su tono un poco más fuerte de lo que ella misma esperaba.

— Porque… — Cillian respiró profundamente, luchando por controlar sus emociones. — Porque las cosas se han complicado, y no puedo seguir haciendo esto. No es profesional, y no es justo para ninguno de los dos. Tú eres mi alumna, Sofía, y yo soy tu profesor. No hay espacio para nada más.—

Sofía lo miró por un momento, su mente llena de pensamientos contradictorios. ¿Por qué estaba tan molesta? Sabía que tenía que ser la correcta. Era lo lógico. Pero por alguna razón, su corazón se sentía presionado, lleno de una angustia que no podía entender.

— No quiero otro profesor. — dijo finalmente, levantándose del sillón. —

Cillian la miró con los ojos entrecerrados, sintiendo cómo la tensión se volvía más densa entre ellos. No podía hacer esto. Se acercó a ella, un paso, luego otro, hasta que se encontraba frente a ella, y la miró con seriedad.

— Sofía, no puedo permitir que sigas pensando de esta manera. No podemos seguir viéndonos de esta forma. Es incorrecto. — Su voz sonaba más cansada ahora. — Este tipo de sentimientos que estas teniendo… son solo un error.

Pero justo cuando Sofía intentaba responder, algo extraño ocurrió. Sin previo aviso, Sofía tropezó, intentando retroceder mientras se acercaba a él, tal vez queriendo escapar de la cercanía de sus palabras. Perdió el equilibrio y, en un segundo, se encontraba cayendo hacia él.

Cillian reaccionó rápidamente, pero no pudo evitar que ella cayera sobre él, sus cuerpos colisionando con una suavidad tensa. Sofía quedó encima de él, atrapada por el impulso de la caída, su rostro tan cerca del suyo que Cillian sintió el calor de su piel contra la suya. La situación era incómoda, pero también extraña, tentadora.

Sofía se apartó rápidamente, disculpándose mientras intentaba recobrar la compostura, pero Cillian no pudo evitar mirarla. ¿Qué estaba pasando entre ellos?

— Lo siento, no quería… no sé qué pasó. — Sofía tartamudeó, sintiendo el calor subir a su rostro.

Cillian se levantó, dejando que la distancia volviera a tomar su lugar entre ellos. Su mente estaba hecha un caos, pero no podía ceder a la atracción. No debía hacerlo. No importaba lo que sentía, no podía.

— Sofía, por favor.— dijo con voz baja, casi en un susurro. — Lo que estas haciendo no está bien. Necesitas entender que esto no puede continuar.

Sofía lo miró a los ojos, y por un momento, no dijo nada. Pero en su mente, estaba en guerra consigo misma. Sabía que todo esto no debía pasar, pero una parte de ella no podía evitar sentirse atraída por él. Por la forma en que la miraba, por la forma en que la hacía sentirse especial, aunque fuera solo por un instante.

— Pero yo lo quiero. — murmuró, sin pensar demasiado en sus palabras. Sorprendiendose hasta ella misma de lo que dijo, ¿ acaso acababa de admitir que sentía algo por cillian?

Cillian cerró los ojos, sintiendo cómo el peso de la situación lo aplastaba. Esto no podía ser real. No podía permitir que las cosas llegaran tan lejos.

— Lo siento, pero no puedo. — La voz de Cillian era firme, aunque por dentro se debatía entre sus propios deseos y la ética que debía seguir.

Sofía, confundida y frustrada, no dijo nada más. Se levantó lentamente, tomando su mochila, su mirada vacía pero llena de emociones que no quería mostrar. Al salir por la puerta, Cillian la observó con tristeza, sabiendo que esto era lo correcto, aunque le costara admitirlo.

Esto tenía que terminar.

Pero aún así, cuando se cerró la puerta, su mente seguía atrapada en ella, en su rostro, en ese momento en que casi cayeron juntos. Algo dentro de él temía que este no fuera el final, sino solo el comienzo de una historia que ninguno de los dos podía evitar.

La menor llegó a su casa esa noche, con la cabeza llena de pensamientos conflictivos. Había algo en el aire esa tarde, algo que no podía entender, una tensión que no se desvanecía con la distancia. Al llegar a su habitación, cerró la puerta con suavidad, y de inmediato se dejó caer sobre su cama. Su rostro estaba empapado en frustración, las lágrimas cayendo por sus mejillas sin que pudiera detenerlas. ¿Por qué estaba llorando?

La rabia la invadió por completo, pero estaba acompañada de una sensación de vacío. Cillian le había dicho que lo que pasaba entre ellos no estaba bien, que debían mantenerse alejados, que nada podía ser más que una relación profesor-alumna. Y, sin embargo, una parte de ella no podía aceptar eso. ¿Por qué lo deseaba tanto? ¿Por qué sentía ese nudo en el estómago cuando pensaba en él, en sus ojos azules, en la forma en que la miraba?

— Soy una idiota… — murmuró entre sollozos, apretando las sábanas contra su pecho. "No tengo derecho a sentirme así. No puedo estar enamorada de él."

Se levantó de la cama, quitándose la chaqueta con rapidez, y se acercó a la ventana, mirando la oscuridad de la noche. Trató de calmarse, de entender por qué su mente no dejaba de darle vueltas a lo ocurrido. ¿Por qué esa atracción, por qué esa necesidad de que Cillian la viera, la notara de una forma especial?

Finalmente, en un intento de distraerse, Sofía tomó su teléfono móvil y lo desbloqueó. Navegó por las aplicaciones sin mucho interés hasta que, sin pensarlo demasiado, abrió Instagram. El brillo de la pantalla iluminó su rostro y sus ojos comenzaron a recorrer las publicaciones. Revisó historias y fotos de sus amigas, pero, de repente, algo la detuvo.

Había una notificación en la parte superior de su pantalla. Un nuevo visualizador en su historia de Halloween. ¿Quién podría ser? Sofía deslizó el dedo hacia abajo, abriendo la historia. Sus ojos se clavaron en el nombre de la cuenta que había visto su historia.

Cillian.

Su corazón dio un vuelco, y un estremecimiento recorrió su cuerpo. ¿Cillian había visto su historia? El simple hecho de que él estuviera mirando sus fotos la hizo sentir una mezcla de sorpresa, confusión y algo más que no quería reconocer.

En ese momento, una idea empezó a formarse en su mente, aunque no quería darle demasiada importancia. ¿Y si él también sentía algo por ella y no fue solo una simple tentación lo que pasó? , Si había visto la historia, tal vez había algo más en él que solo una relación de maestro-alumna, tal vez… tal vez si ella hacía algo, pudiera llamar su atención de otra forma.

Con esa idea en la cabeza, Sofía sintió una determinación inesperada. Si él había visto esa foto de Halloween, quizás podía hacer algo para que volviera a verla, algo que lo hiciera pensar en ella, en una forma diferente. Un plan. Algo provocador, algo que lo tentara a mirarla de nuevo.

No podía dejar que se fuera así tan fácilmente. Si Cillian pensaba que lo que había entre ellos era solo una cuestión de ética, estaba a punto de demostrarle que podía ser mucho más que eso.

Con la mente acelerada, Sofía comenzó a revisar las fotos que tenía en su galería. Una foto provocativa. Sabía exactamente qué tipo de imagen debía subir, algo que lo descolocara, que lo hiciera pensar en ella de manera diferente, sin la barrera de la distancia profesor-alumna. Una foto en la que estuviera más desinhibida, más segura, más ella misma. Algo que lo hiciera dejar de pensar en los límites.

Tomó una selfie en el espejo, se arregló el cabello y se colocó un top ajustado, algo que dejaba ver su figura con más claridad, pero sin ser demasiado obvia. Con un toque de seducción en su rostro, Sofía subió la foto a su historia. Su dedo temblaba ligeramente al tocar el botón de "publicar", pero lo hizo.

Sofía dejó el teléfono sobre la mesa y se recostó en su cama, mirando al techo, sin saber qué pasaría después. Sin saber si Cillian vería esa foto o si reaccionaría de alguna manera. El nudo en su estómago volvió, pero ahora estaba acompañado de algo diferente: la curiosidad.

¿Qué haría él?

Mientras tanto, Sofía cerró los ojos, pero no podía evitar pensar en la mirada de Cillian, en cómo se había sentido esa tarde en su casa. El calor de su cercanía, la tensión en el aire, todo lo que había dejado entrever y lo que ella había deseado, sin poder evitarlo. No podía seguir ignorando lo que sentía. Y si Cillian también lo sentía, tal vez ella podía hacer algo para demostrarlo.

El reloj marcó la medianoche, pero Sofía no podía dormir. Cada segundo que pasaba, sus pensamientos volvían a esa historia de Halloween. Volvían a la figura de Cillian, a la forma en que había actuado, a su mirada. Y en algún lugar, un sentimiento de esperanza, aunque retorcido y algo aterrador, empezó a nacer en su pecho.

Mientras tanto Cillian todavía estaba en el living de su casa, después de la tensa tutoría con Sofía. Había intentado mantener la calma, pero la tensión que había surgido entre ellos esa tarde lo seguía atormentando. Había sido un día pesado, y la culpa se había instalado en él como una sombra inquebrantable. La situación con Sofía, sus deseos reprimidos, y la realidad de que ella era su alumna lo hacían sentirse más confundido que nunca.

Se encontraba solo en la cocina, la luz cálida de la lámpara iluminando débilmente la habitación. El sonido del agua cayendo de un grifo roto era lo único que se escuchaba, mientras Cillian intentaba relajarse con una copa de vino en la mano. Pero sus pensamientos no se detenían, y su mente seguía girando en torno a Sofía. ¿Por qué tenía que ser ella?

De repente, su teléfono vibró en la mesa. El sonido lo sacó de sus pensamientos, y sin pensarlo demasiado, Cillian lo tomó. Una notificación de Instagram apareció en la pantalla. Era de Sofía.

"Historia de Sofía".

Cillian miró la notificación, y, a pesar de su intento de mantener la compostura, no pudo evitar abrirla. ¿Qué estaba haciendo? Pero lo hizo. La imagen apareció frente a él, y allí estaba Sofía, luciendo un top ajustado oscuro con una expresión desafiante.

Pero había algo en ella, algo diferente en la mirada que ella tenía en esa imagen. Era como si estuviera jugando con él, como si buscara algo. Algo que él no podía entender, pero que, de alguna manera, lo atraía. La provocación era evidente, pero sutil. Sofía parecía saber lo que hacía, y eso lo desarmaba aún más.

Cillian tragó saliva. Algo en su estómago se revolvió. ¿Por qué se sentía así? No podía dejar de pensar que ella lo sabía. ¿Por qué subió esta foto?

El pensamiento lo desconcertaba. Su mente empezó a llenarse de imágenes de Sofía, de su rostro, de su cuerpo, y una sensación de incomodidad se apoderó de él. "Maldita sea...".

Los celos comenzaron a surgir en su interior. ¿Cuántos otros hombres estarían mirando esa foto? La idea de que Sofía pudiera estar recibiendo la atención de otros le llenaba de frustración. La verdad era que la estaba observando con los mismos ojos que cualquier otro hombre, y eso le revolvía las entrañas.

Cillian soltó un suspiro profundo, como si la presión en su pecho fuera demasiado grande. Puso el teléfono sobre la mesa, pero no podía dejar de pensar en lo que acababa de ver. "Esto no está bien...".

Con rabia, levantó la copa de vino y la dejó caer contra la mesa con un golpe seco. El cristal se rompió, y el sonido resonó en toda la casa. "No puede estar pasando esto." Se pasó la mano por el rostro, sintiéndose incapaz de controlar lo que estaba sucediendo dentro de él.

Se levantó de un salto y comenzó a caminar por la casa, de un lado a otro, mientras sus pensamientos se desbordaban. "Soy su profesor. Ella es mi alumna. Esto no puede seguir...". Pero a pesar de todo, la tentación seguía creciendo, y lo odiaba por ello. Se detuvo frente a la ventana, viendo las luces de la ciudad brillar a lo lejos, pero no encontraba consuelo en eso. No encontraba consuelo en nada.

"Soy un maldito hipócrita." Pensó con amargura, la culpa envolviéndolo completamente. Nunca había sido así. Siempre había sido tan profesional, tan racional, pero la menor lo había hecho cuestionarse todo. "Estoy fallando. No soy quien pensaba que era."

Con desesperación, se agarró la cabeza con ambas manos y la presionó contra la pared. La frustración lo envolvía por completo. "Esto no debería estar pasando."

Cillian se sintió como un hombre roto, incapaz de encontrar su lugar. La idea de que Sofía estuviera jugando con él, de que la situación entre ellos estuviera tan fuera de control, lo llenaba de una mezcla de rabia y deseo. Pero la culpa lo aplastaba.

Por un momento, se quedó allí, apoyado contra la pared, con el cuerpo tenso, respirando profundamente, mientras las emociones lo desbordaban.

Pero la verdad era clara. No podía seguir así. No podía dejarse arrastrar por algo tan peligroso, tan destructivo.

"Soy un asco..."

Cillian se giró bruscamente hacia la mesa, donde el teléfono aún mostraba la foto de Sofía. Sintió un repentino impulso de destruir todo a su alrededor, pero lo detuvo antes de actuar. Sabía que eso no lo ayudaría. La única respuesta posible era alejarse de ella, mantener la distancia, y no permitir que el deseo se apoderara de él.

"Tienes que hacer lo correcto." Se repitió a sí mismo. "Debes mantener la distancia."

Pero, al mismo tiempo, sabía que eso no iba a ser fácil. La atracción que sentía por Sofía era demasiado fuerte, y la lucha interna que estaba viviendo solo acababa de comenzar.

Nota autora.

Creo que hasta el momento esta ha sido el momento mas intenso que he escribido entre estos dos, ¿que opinan de la situación?, me importa mucho su opinion.♡

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