Preludio
La vida en Busan no era tan complicada como creía. Las personas eran agradables y hospitalarias, lo fueron desde que puso un pie en aquel lugar.
Podía no ser el rostro de alguna marca famosa o ser el magnate más reconocido en los medios, pero tenía voluntad. A sus 26 años era un chico decidido y trabajador. Él era estudiante de enfermería y pasaba la mayor parte del día salvando vidas desconocidas fuera de su desarreglado y vacío piso alquilado.
Amaba su trabajo, estaba claro. Pero si alguien le preguntara qué es lo que disfruta más de este, él diría sin titubear su respuesta: los niños. Él los amaba y ellos a él. Era un afecto completamente recíproco.
"Jodida vida." Oyó decir a su amigo y compañero de trabajo. Le dio un codazo en el abdomen. "¡Auch!"
"Los niños pueden oírte, Taehyung." Rezongó, ordenando los últimos medicamentos en la estantería oxidada y dirigiéndole una sonrisa amigable.
"Eso suena exactamente igual a lo que un esposo diría." Se burló el rubio y el mayor quiso lanzarle la credencial del hospital en su perfecto rostro. El más alto sonrió pícaro y meneó sus caderas, como si estuviera en medio de algún baile moderno. "¡Mi pedacito de azúcar con miel!" se lanzó a los brazos del otro chico, dramatizando el acto. "Los niños descansan arriba, ¿podemos jugar al papá y al papá ahora?"
Yoongi se atragantó con su saliva, volviéndose rojo de pies a cabeza. Taehyung pudo jurar que incluso uno de los cabellos de su mejor amigo se había tornado aún más rojo debido a la inesperada intromisión.
"Cállate." Espetó avergonzado, formando una línea recta con sus labios. "Le diré a Hoseok que intentas seducirme con tus..." se quedó en blanco. "... con tus sucios encantos de enfermero sexy."
Los enormes ojos de Taehyung se abrieron de par en par y tomó al mayor del cuello, colgándose de él.
"No harías eso." razonó. Conocía al pelirrojo como la palma de su mano. Yoongi era un alma tan pura que nunca podría atreverse a acusarlo de esa manera. "Y... ¿crees que soy sexy?" lo miró juguetón antes de darle un sonoro beso en la mejilla, tiñéndola de rojo escarlata. "¡Te atrapé, Min!"
"Eres insoportable." Dijo como pudo, tratando de zafarse del agarre del rubio. Su uniforme blanco terminaría arrugado después de tanto forcejeo.
"Si sirve de algo, yo creo que eres sexy también." Taehyung halagó. "Y más cuando haces esa mueca de concentración, tus ojos se vuelven oscuros y muerdes tu labio cuando..." se detuvo solo para verlo observar en su dirección. "¡Ajá, justo como la misma cara que tienes ahora!"
"¡Esa es mi cara diciéndote que te mataré a golpes si no dejas de avergonzarme!"
"¿Por qué no a besos?" bromeó. Acercándose peligrosamente al mayor.
Yoongi en serio quería odiar a Taehyung en esos momentos.
Lástima que no podía.
La voz de una pequeña de ojos saltones y sonrisa angelical detuvo su momento de diversión.
"¿Enfermero Min?" preguntó, abrazando su osito de felpa. Ambos jóvenes se separaron al verla de pie frente a ellos, con la ropa del hospital.
Yoongi fue el primero en reaccionar, acercándose a la menor.
"Jihyo ¿qué haces aquí? ¿no deberías estar en tu cama?"
La castaña sonrió y negó, bostezando.
"No podía dormir y escuché su voz, así que la seguí." Expresó. Con total inocencia y trasparencia en su actuar que al pelirrojo se le comprimió el pecho de tan solo verla. Taehyung soltó un sonidito muy parecido a un suspiro enamorado atrás.
Era algo que tenían en común, su amor por los niños. A diferencia del hermano de Yoongi, Hoseok, pues los infantes parecían tener algo en contra del pelinegro bailarín.
"Oh, pequeña." le tendió la mano y la chica lo aceptó gustosa. Taehyung les sonrió a ambos a modo de despedida y desapareció por la puerta, murmurando algo que Yoongi no pudo oír. "Bueno, ya que me encontraste ¿no crees que es mejor que volvamos a tu habitación?"
La niña pareció pensarlo durante un rato y al final terminó negando nuevamente, pero avanzó hacia la puerta; tirando al mayor con ella. Yoongi tuvo que ponerse en cuclillas para estar a la altura de la menor.
"Primero tengo que mostrarle algo." Susurró, como si estuviera contando el más grande y peligroso secreto. "Pero no le puede decir a nadie." Condicionó y Yoongi casi rio al ver la notoria seriedad en su rostro joven. "¿Puedo confiar en usted?"
El mayor asintió sin dudar. Ella solo tenía cinco años. No es como si fuera a llevarlo directo a la escena de un crimen sangriento ¿cierto? Era inofensiva.
"Por supuesto. Será nuestro secreto." Jihyo dudó un poco.
"¿Nuestro nuestro?" preguntó indecisa. Yoongi le extendió su meñique a modo de promesa.
"Nuestro nuestro." Confirmó y ella sonrió, satisfecha con la respuesta. Se acomodó la bata que vestía y salió dando brinquitos del cuarto, con Yoongi de la mano y sonriendo de ternura por la pequeña.
Jihyo lo llevó hasta su habitación y Yoongi frunció el ceño. Echó un vistazo al lugar y no encontró nada inusual en este. Estaba perfectamente limpio, como se lo había dicho Jennie en la mañana. No entendía para qué lo había llevado allí.
"Pequeña, ¿estás segura que...?" Jihyo chilló y cubrió los felinos ojos del enfermero con sus propias manos, sujetándolo por encima de las mismas.
"¡No puede mirar aún!" avisó. Una burbujeante risa salió del fondo de su garganta. "¡Por favor, no haga trampa!"
"Vale, vale." Le concedió. "No veo nada, lo prometo."
Escuchó pasos alejándose y luego unas pequeñas manos permitiéndole volver a ver.
Lo primero que vio fue dorado. Brillando como oro recién descubierto y tan pulcro que pudo ver su propio reflejo en él.
Una lámpara. La niña tenía en sus manos una pequeña lámpara dorada y por la mueca que cargaba en el rostro, esta no era muy liviana.
Ella fue rápida y en un abrir y cerrar de ojos era él quien sostenía la dichosa lámpara.
"Usted nos leyó la historia de Aladino antes de ayer." La castaña empezó a contar. "Dijo que él tenía una lámpara." Sus ojitos brillaron al hablar. "¿Esta se parece?"
Yoongi asintió perplejo. La situación era casi irreal. Nunca había visto una lámpara de ese tamaño y color. Era pequeña, pero pesaba como si todos los elefantes del mundo estuvieran allí escondidos. Se preguntó cómo habría hecho la niña para cargar con tal artefacto.
"¡Entonces se la regalo!" dijo por fin, entusiasmada. Yoongi dejó su mandíbula en el suelo. "La encontré ayer jugando con Dahyun, pero a mamá no le gustará encontrarme con algo que no es mío cuando venga por mí." Hizo un leve puchero. "Por favor, cuídela cuando me vaya."
Eso descolocó al enfermero.
"¿Quieres que me la quede?" preguntó consternado. "Pero es tuya, cariño. No tienes por qué dármela."
Ella negó a modo de reproche. Un sonrojo cubriendo sus mejillas a oír el calificativo con el que había sido llamada.
"Yo no la necesito. No quiero ningún genio para mí."
Esta vez Yoongi no pude reprimir su risa. La castaña frunció el ceño.
"Nena, no hay ningún genio aquí." Señaló la pesada lámpara. "Es solo un adorno olvidado."
Tan pronto terminó de decirlo, los ojos de la menor se cristalizaron.
"¿N-no hay genio? ¿D-de verdad?" Yoongi vio su labio inferior temblar y el pánico lo inundó.
"Bueno, ahora no." Se rectificó, a sabiendas de que se arrepentiría de su mentira pronto. "Pero lo habrá."
Unos ojos marrones brillaron ante él. Yoongi maldijo internamente, la ilusión de los niños era algo que odiaría romper por cualquier motivo.
"¿Recuerdas lo que hizo Aladino?" preguntó, endulzando sus palabras, dándole un toque de magia al asunto. "Él tuvo que frotar la lámpara para que el genio apareciera."
Jihyo se palmeó la frente y asintió comprendiendo. ¡Cómo pudo olvidarse de aquel detalle!
"Así que si queremos que el genio aparezca tenemos que..." Yoongi continuó, haciendo el amago de querer tocar la lámpara. Jihyo chilló y atrapó sus manos antes de que pudiera completar la acción.
"¡No puede hacerlo aquí!" dijo, con una mueca de horror. "El genio de Aladino era muy ruidoso y se supone que estoy durmiendo." Explicó un poco asustada. "La doctora Kim podría regañarme si descubre que estoy despierta." Yoongi le dio la razón en silencio.
"En ese caso, lo haré cuando llegue a casa, ¿te parece?" ofreció con simpatía. Jihyo asintió sonriendo.
"¿Mañana me dirá cómo le fue con su genio?" preguntó, mientras era llevada de la mano hasta la cama. Yoongi se encargó de subirla y acomodarla, cubriendo su pequeño cuerpo con las mantas azules del hospital.
"Desde luego." Respondió finalmente, cuando se aseguró de que ella estuviera cubierta. Se acercó y depositó un tierno beso en la frente de Jihyo. "Ahora, tienes que descansar."
"Mmh." Respondió, entrecerrando los ojos. "Buenas noches, enfermero Min. Cuide bien de su genio."
Yoongi quiso decir que no era necesaria tanta formalidad, que podría tutearlo y llamarlo por su nombre, pero vio los párpados de la chica caer y suspiró.
"Buenas noches, pequeña." Se despidió y ejerció mayor presión de la lámpara con su cuerpo, para evitar que se cayera.
Cuando salió del cuarto un jadeo salió flotando de sus labios y usó su mano libre para acomodarse el cabello que se había deslizado por su frente.
Miró hacia la lámpara y exhaló, sonriendo.
"Los niños tienen una imaginación muy grande." Se dijo a sí mismo. "¿No es así, genio?" bromeó, antes de seguir caminando hacia el almacén para continuar con su trabajo e irse finalmente a casa.
Él no lo oyó, pero una suave voz respondió desde adentro de la lámpara; sonando entusiasta.
No podía esperar a llegar a casa.
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Si alguien ve esto, ¡gracias por leer! ♡.
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