Capítulo O1
Cuando llegó a su departamento, su cuerpo estaba hecho trizas. Eran pasadas las 3 de la madrugada y tendría que levantarse a las 7 para ir a ayudar a Seokjin en su floristería. Menuda vida la suya.
Y había tenido que cargar con esa molesta y pesada lámpara todo el tramo de vuelta a casa. Se preguntó todo el tiempo cómo había hecho Jihyo para levantarla sin mucho esfuerzo.
El sol no brillaba de su lado ese día, se dijo con pesadez, cuando dio por perdido el primer bus y, contra su voluntad, tuvo que sentarse a esperar el siguiente casi refunfuñándole a la vida.
No había llevado nada más que su abrigo y una bufanda roja. Al parecer había hecho una buena elección, pues el frío no perdonaba a nadie y Yoongi, como el témpano de hielo que era, siempre llevaba alguna prenda de lana que pudiera cubrirlo del frío inminente.
Cuando terminó de cerrar la puerta con llave pensó en mandarle un mensaje a Taehyung para preguntarle cómo había llegado y desearle un buen descanso.
Sacó de su bolsillo trasero la reliquia que tenía como celular y cuando estuvo a punto de enviar el mensaje, lo borró.
Él no tenía que hacer eso. Era deber de su hermano, no el suyo.
"Desearía que todo fuera más fácil." Susurró con la mirada caída, dejando la baratija dorada sobre el mueble gastado. Justo a tiempo.
"¿Ese es tu primer deseo?" Yoongi gritó apenas lo escuchó.
Los nervios recorrieron su organismo como un torbellino. Se detuvo un segundo a observar a su alrededor, con el miedo a flor de piel, su respiración agitada llenaba el ambiente. Había sido un día tan cansado que seguramente era solo su cerebro jugándole una broma de mal gusto.
Lástima que no lo era.
Un chico rubio estaba aparentemente recostado sobre la pared, mirándolo con una sonrisa.
Una polera roja cubría su torso y el jean negro que tenía puesto estaba un poco apretado para su gusto. Solo un poco.
El pelirrojo escaneó la sala en busca de algún objeto que pueda servirle de defensa en caso de ser requerido y exhaló con nerviosismo al percatarse que no contaba con más que un simple cojín sobre el mueble. Excelente.
El intruso se elevó por los aires avanzando hacia él. Yoongi retrocedió como un cervatillo reaccionando al peligro, terminando por chocar contra el sofá, cayendo sentado.
Apenas unos segundos de silencio, pero el tiempo suficiente como para analizar el rostro contrario. El flequillo del rubio se movió y tuvo que acomodárselo con prisa. Yoongi se sintió atrapado por esos orbes marrones, profundos y cautivantes mirándolo desde arriba. Se sintió pequeño por un momento, bajo las redes del miedo y sin poder articular una sola sílaba.
"Soy Jimin." El chiquillo volador empezó, mirándolo de frente y frunciendo sus labios. "¿Y tú?"
Yoongi no respondió. Su instinto le decía que se mantuviera calmado y en silencio. Algo que le estaba resultando difícil pues el tal Jimin movía sus pies en el aire, como si fuera totalmente divertido levitar en frente suyo.
"¿Q-qué haces en mi departamento?" cuestionó, tratando de sonar firme, aunque el timbre inseguro llegó hasta los oídos de menor.
"Salí de la lámpara, ¿no me viste?"
Yoongi rio y la ironía reinó en sus acciones.
"Muy gracioso." Acusó sin pensar. "¿Dónde están las cámaras escondidas?"
Jimin lo miró y alzó las cejas, balanceándose en su lugar.
"¿Cámaras? No hay cámaras. Tú me llamaste y aquí estoy, ¿por qué te quejas?" refutó, deleitándose al ver la reacción contrariada del chico.
"Yo no hice tal cosa." Yoongi dejó su peso caer sobre el mueble, relajándose un momento al recordar su vuelta.
"Lo hiciste. Abrazaste la lámpara en el bus mientras dormías." Explicó con normalidad. Yoongi se sintió colorear al imaginarse abrazando el objeto sin vida y bajó la mirada. "También babeaste un poco, pero eso no..."
"¡Hey, yo no babeo!" exclamó, defendiendo su honor.
Jimin abrió los ojos entretenido con la actuación del mayor y se rio antes de contestar.
"No dejaré que pienses lo contrario, cherry. Lo notarás eventualmente." Su sonrisa de suficiencia terminó con los nervios de Yoongi y se irguió para responder con firmeza.
"Soy Yoongi. No cherry." Farfulló.
Jimin notó la incomodidad en su persona y decidió ser más discreto.
"Lo que sea. Hay un par de asuntos que tratar antes de que pierdas la cabeza." El pelirrojo iba a responder cuando Jimin continuó. "Los deseos son irreversibles, es lo primero que debes saber."
"Pero yo no..."
"Tienes 20 deseos en total, ya que esa es mi edad." Detuvo su charla y miró a Yoongi ladino. "Hoy estás de suerte." guiñó el ojo en su dirección. "Puedes pedir lo que sea: una ballena, un auto, una novia o novio, por mí no hay problema. Ya sabes, happy pride y todo eso. Puedes tener lo que quieras, excepto más deseos." viró los ojos con aburrimiento. "Eso es muy estúpido, no lo hagas." Yoongi lo miró sin expresión. "Tienes que ser específico con tus pedidos, he tenido experiencias no muy gratas debido a que..."
Yoongi carraspeó, interrumpiéndolo.
"Lamento oír eso. Porque yo no deseo nada que no tenga ahora."
Jimin descendió levemente, bajo el efecto de la sorpresa su mandíbula cayó un poco. Yoongi estudió su expresión y empezó a sentirse nervioso. ¿Acaso había sido muy directo? Taehyung decía que a veces era muy directo para ciertos temas, quizá lo había sido ahora.
"T-tú... ¿no quieres nada?" Yoongi negó, poniéndose de pie y haciéndose más alto. Jimin perdió la capacidad del habla.
"Eso acabo de decir... Hey, ¿estás bien? No fue mi intención ofenderte."
"No quieres nada." Repitió, mirándolo estupefacto. "¿Nada?"
"Pues ¿sí? Eso dije, no te lo tomes a mal. No es como si esto fuera lo más normal del mundo tampoco, pero no quisiera que te ofendieras por haber..."
"Eres el primero en decirme eso." confesó. Yoongi agrandó sus ojos. "Debo estar soñando."
"¿Nunca te dijeron que no querían nada?" Jimin negó.
"Nunca. Siempre pidieron dinero, joyas o fama." la voz de Jimin sonó tranquila. Vagamente recordando a los antiguos dueños de la lámpara y lo egoístas y ambiciosos que se habían vuelto luego de obtener lo que deseaban. Miró entonces al pelirrojo de aspecto desaliñado y se preguntó cómo demonios había llegado la lámpara a un chico tan... extrañamente pobre e inocente.
No tenía mucha experiencia con personas de carne y hueso. Las pocas que había conocido no habían sido las mejores. La mayoría eran chicos codiciosos o chicas que nunca llegaban a conformarse con la cantidad de tesoros adquiridos. Jimin nunca preguntó qué podrían hacer con tanto oro o dinero cuando él desapareciera, pero no hacía falta.
Era horrible ver cómo alguien caía ante el deseo de seguir obteniendo más y más, sin hartarse, como si se estuvieran consumiendo a sí mismos. Jimin odiaba ello, pero era su trabajo. Él no podía interferir en los deseos de nadie, su única misión era cumplir al pie de la letra lo que le pedían. Nada más.
Rememorando su reducida experiencia con personas y analizando al tal Yoongi en frente suyo, nada tenía sentido.
Jimin sabía que juzgar a alguien antes de conocerlo no era lo más idóneo en casos así, pero era algo que no podía evitar. Bastaba con dar un vistazo alrededor suyo para darse cuenta de la vida que llevaba el muchacho asustadizo. Muebles gastados y paredes mal pintadas.
Yoongi podía empezar por eso, pidiéndole un nuevo lugar donde pudiera vivir a gusto; sin embargo no lo había hecho.
Jimin quería saber por qué.
"¿Seguro que no quieres nada?" volvió a intentar. "¿Sabes? Tu piso no es el mejor de todos, tú podrías..."
Yoongi brincó en su lugar, poniéndose a la defensiva.
"Es el mejor para mí." refutó, sus labios en línea recta. "Pago la renta con dinero que gano honradamente, eso es suficiente."
"¡Vale, está bien!" Jimin alzó sus manos en señal de rendición. "Yo solo decía, una ayuda nunca está de más." el pelirrojo lo miró ceñudo y sacudió su cabeza, bostezando cuando se detuvo.
"La único que necesito ahora es dormir. Mañana tengo una lista de cosas por hacer y debo reponer fuerzas." Yoongi no sabía por qué estaba explicándose ante un desconodido fantasma con complejo de genio, pero no se arrepintió de lo que dijo.
El rubio pareció tenerle compasión por unos momentos y asintió.
"¿Deseas que te ayude a dormir entonces?" preguntó burlón, ganándose un cojín en su dirección, el que traspasó su cuerpo y cayó directo al suelo sin hacerle el más mínimo daño. "Buen tiro, cherry. Inténtalo de nuevo cuando sea capaz de sentir."
"¡Eres increíble!" el muchachito gruñón elevó sus manos hacia su cabeza, en un acto dramático.
"Lo sé." fue su única respuesta. "Soy geniaaal." Yoongi observó cómo el rubio sonreía por su tonto pero divertido chiste sobre su condición y casi sonrió.
Sin embargo, caminó hacia Jimin, pasando de largo para recoger el cojín y devolverlo a su sitio. Dejó las llaves en la mesa y habló, mirando al chico.
"Iré a dormir." avisó. "Mi día no fue el mejor y mi cabeza está haciéndome creer que estoy hablando con un genio... o algo así. Así que cuando despierte por la mañana tú te habrás ido y todo volverá a la normalidad."
Jimin estaba por responderle, pero el mayor hizo un gesto para que guardara silencio.
"Sh, iré a dormir." repitió. "Hasta maña...¡Adiós!" se corrigió a mitad de la frase, golpeándose con la esquina de la mesa por torpeza propia haciendo que Jimin soltara una risita. "¡No pasó nada!"
Yoongi desapareció por un pasillo y lo último que Jimin escuchó fue el sonido de una puerta cerrándose.
Se relajó al estar solo, algo que sucedía con frecuencia cuando pasaba tiempo en su solitaria lámpara. Consecuencias de ser un genio desafortunado, pensó tristemente.
"Yoongi, Yoongi... Creo que no entendiste que soy un genio. No me iré de aquí hasta cumplir tus deseos, no importa cuánto tardes."
Y con ese pensamiento cerró sus ojos, buscando algo en qué mantener su mente ocupada. Había pasado mucho tiempo descansando en su lámpara y sus energías estaban a tope; sin embargo no podía hacer mucho ahora, no cuando su portador estaba dormido.
Tendría que esperar a que Yoongi despertase. Estaba seguro que vivir un día a su lado sería divertido. Solo esperaba no volver loco al pelirrojo, no quería que lo echara tan rápido.
Después de todo, cualquier lugar era mejor que su solitaria lámpara.
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