FIFTEEN
FIVE WEEKS AND ONE DAY
Caspian y su profesor ya se habían instalado y él también, bueno técnicamente compartía habitación con Caspian, así que no les costó tanto instalarse.
En un principio tendría una habitación para él, pero Caspian había decido darle la habitación que le habían asignado a su profesor y para no dejarlo durmiendo con alguien que no conociera, él lo invito a compartir habitación.
Peter había fruncido el ceño cuando se enteró y se negó completamente, al final tuvo que soportar por que Peter tenía su habitación pero no era lo suficientemente grande para albergar a dos personas, la de Edmund sí.
-¿Vas a esperar allí todo el día?-murmuró Caspian en el oido contrario, provocandole un susto.
-Quiero verlas, según Peter ya deberían estar volviendo-comentó dándole un golpe al contrario por el susto que le había provocado.
-¿Esta noche dormirás conmigo?-bromeó abrazando al contrario por los hombros.
-Claro que no tonto-exclamó alejándose del contactó contrarió.
Caspian estaba feliz, se podía notar en sus acciones con Edmund, pero no podían quejarse, Caspian había tenido que controlarse estando en aquel palacio y aquí en libertad, ya no era posible controlar sus impulsos en buscar el contacto contrario.
-No seas malo-comentó acercándose al contrario a abrazarlo.
-Tonto-murmuró aceptando el abrazo contrario con un suspiro.
Caspian no era el único que estaba feliz, Edmund estaba encantado, en aquel palacio se sentía perseguido y claramente acosado, aquí sentía un peso menos en sus hombros, podía sentir que se había alejado de su acosador, abusador o cualquier palabra que pudiera definir a aquel hombre perverso que lo había traumado.
Aquí eran libres.
Por esa razón Edmund no negó el contacto, estaba demasiado feliz y en contra de su voluntad él sabía que se estaba enamorando, incluso si no debía y no era conveniente, pero quiso soltarse un poco, quiso por hoy dejar el peso que cargaba en sus hombros.
Y dejar que aquel cariño que anhelaba en contra de su voluntad, llegará a su corazón.
-Ya suéltame, debo seguir viendo la puerta-susurró el más joven.
Caspian quiso negarse, pero sabía que esa era la línea y se separó del menor.
-entonces te seguiré abrazando de atrás-susurró abrazando al contrario por los hombros y apoyando su cabeza en aquel lugar-tienes muchas pecas.
Edmund suspiró e intentó apaciguar el sonrojó que amenazaba con aparecer en sus mejillas-si...
-Son tan lindas, como tú...
Edmund abrió los ojos sorprendidos y miró directamente al contrario, ese tipo de coqueto extremadamente directo, no podía fingir no entenderlo.
-Que tonterías dices-eso no significaba que no lo intentaría.
-¿vas a seguir ignorandolos?, incluso cuando soy tan obvio-preguntó el mayor indignado.
-Caspian hablemos en otro momento-comentó alejándose del contrario.
Caspian frunció el ceño y despeinó su pelo-okey, me parece mejor.
Edmund suspiró y cuando creía que caerían en un incómodo silencio, la puerta fue abierta mostrando a la única persona que en realidad quería ver...
Lucy...
-¿Edmund?-murmuraron ambas hermanas al mismo tiempo.
Lucy no dudo y se lanzó a los brazos de su hermano, mientras lloraba sin control.
-¿Eres tú Edmund?
-Si, el único y asombroso Edmund Pevensie, tu hermano mayor-comentó alzando a la menor en brazos mientras daba vueltas.
Edmund había llorado mucho el día de hoy.
Bajo a la menor quien no se despegó de él y miró a su hermana mayor.
La joven sonrió levemente y se acercó a abrazarlo-Lo siento-susurró mientras las lágrimas brotaban también de sus ojos-de verdad lo siento.
Desde que había llegado allí Edmund había sacado pesos de su hombro uno por uno, escuchar las sinceras disculpas de su hermana y notar cómo de verdad no estaba mintiendo, lo hicieron feliz.
-Lo siento.
Edmund no había pedido perdón por aquel suceso que había sucedido hace mucho tiempo, él ya no pediría perdón por eso, estaba pidiéndoles perdón a ambas, por haberlas dejado.
-No tienes que preocuparte, ya estamos todos juntos-sonrió Lucy, entendiendo los sentimientos de Edmund.
Y tenía razón, ahora eran ellos cuatro contra el mundo y Caspian, el mal quinto.
-Ya que estamos todos podríamos ir a comer y ponernos al día-sugirió Peter haciendo presencia.
Edmund sonrió ligeramente mientras asentía.
“𝐍𝐨 𝐬é 𝐬𝐢 𝐞𝐬𝐭𝐚𝐦𝐨𝐬 𝐡𝐞𝐜𝐡𝐨𝐬 𝐞𝐥 𝐮𝐧𝐨 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐞𝐥 𝐨𝐭𝐫𝐨, 𝐩𝐞𝐫𝐨 𝐬𝐢 𝐡𝐞𝐦𝐨𝐬 𝐥𝐥𝐞𝐠𝐚𝐝𝐨 𝐡𝐚𝐬𝐭𝐚 𝐚𝐪𝐮í 𝐞𝐬 𝐩𝐨𝐫𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐞𝐠𝐮𝐢𝐦𝐨𝐬 𝐞𝐥𝐢𝐠𝐢é𝐧𝐝𝐨𝐧𝐨𝐬 𝐜𝐚𝐝𝐚 𝐝í𝐚 𝐲 𝐞𝐬𝐨 𝐞𝐬 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐞𝐬𝐭𝐚𝐫 𝐡𝐞𝐜𝐡𝐨𝐬 𝐞𝐥 𝐮𝐧𝐨 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐞𝐥 𝐨𝐭𝐫𝐨”.
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